AL SALIR DE UN BAR (Aarón despierta en un calabozo) - Las Bolas de Pablo

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AL SALIR DE UN BAR (Aarón despierta en un calabozo)

    Desperté totalmente desnudo, atado y suspendido con un arnés de cuero alrededor de mi torso e ingles, tenía una pierna amarrada de tal forma que se mantenía levantada y encogida, cual si fuera un perro que se dispone a orinar, mis dos brazos estaban sujetos a mi espalda con las muñecas amarradas, en mi boca había una mordaza con aro. La cabeza me dolía mucho, estaba ligeramente mareado, sentía una ligera punzada en mi brazo izquierdo, como si alguien me hubiera inyectado algo. El lugar estaba muy oscuro y una luz directa me encandilaba, yo fruncía el ceño tratando de mantener entreabiertos mis ojos, para descubrir qué carajos pasaba.

    La luz se apagó dejándome completamente a oscuras, alguien respiraba en mi oído de forma jadeante y lamió mi cara. Enseguida, todas las luces se encendieron, esto no quiere decir que el lugar se iluminó, pues era una especie de calabozo moderno, muy amplio con paredes de concreto y solamente una puerta al fondo.  A mis espaldas, mi captor cubrió mis ojos con una venda negra, ocultando su identidad.

   Pasaron algunos minutos y nada ocurría, de pronto comencé a sentir en mis testículos una presión muy fuerte que me hizo gritar, alguien me los apretaba con mucha fuerza y tiraba de ellos, el castigo fue duradero, mi cara se puso roja, algunas venas se me saltaron y empecé a babear mucho, yo jadeaba agitado, si no hubiera tenido el aro en la boca, habría gritado que me rendía, que por favor parara y suplicado por piedad. En seguida, sentí una serie de palmadas a mis bolas que se fueron incrementando hasta hacer arder mi escroto, las palmadas se convirtieron en puños y los puños en fortísimas patadas, mi torturador no tenía piedad, no me daba descanso, aplicaba los castigos uno tras otro sin moderar la intensidad, mis huevos estaban hechos mierda.

    El dolor era tan grande que me provocaba gemir y gritar de forma aguda y lágrimas corrían por mis ojos. Yo era un hombre de gran tamaño, me consideraba fuerte y físicamente poderoso, había dedicado los últimos años de mi vida a fortalecer mi cuerpo, entrenarme para poder combatir ¿todo para qué? ¿de qué me servía ser alto y musculoso o saber pelear en este momento, si entre mis piernas tenía un par de blandas y muy débiles bolas de carne?

Cristóbal
   —¡Ay, estás llorando! —mi captor dijo burlonamente, de inmediato reconocí su voz juvenil, semejante a la de un muchacho en pubertad, era Cristóbal. Me quitó la venda y pude ver sus enormes ojos claros, sonrió maliciosamente y una descarga invadió mi cuerpo a través de mis testículos, provocando que gritara y me retorciera, el maldito tenía un teaser —jajaja, jajaja, jajaja —comenzó a reír como loco mientras continuaba electrocutando mis bolas.

   Nunca imaginé que Cris se atrevería a tanto, cuando lo conocí hace casi cuatro años, él tenía veinticinco y era la persona más linda que te podías encontrar, súper alegre, carismático y encantador. Al igual que Fabio, nos conocimos nadando, pero en otro club deportivo, este pequeño hombre de 1.65 de estatura era mucho más veloz que yo en la alberca, su nivel de rendimiento era altísimo. Cristóbal Guevara también era un atleta nato, desde niño practicó toda clase de deportes, destacándose en natación y gimnasia, disciplina en la que llegó a competir en olimpiadas, cuando terminamos había comenzado a practicar Krav Maga, era el hombre más atlético que alguna vez conocí, controlaba su cuerpo de forma extraordinaria, era delgado y marcado, extremadamente flexible y ágil, practicaba además, parkour y calistenia, fácilmente lo veías hacer mortales, así como caminar parado de manos, podía extender su pierna en un patada que alcanzaba a tocar mi cara. Fue un excelente compañero de entrenamiento, corríamos, trotábamos, levantábamos pesas, visitamos muchos pueblos haciendo senderismo, viajamos mucho, hacíamos todo juntos, nos encantaba ejercitarnos, fuimos muy, muy felices. Creo que siempre lo vi como un gran amigo, más que como un amante.


   Era un pícaro sexual, solíamos luchar y frotarnos, él se dedicaba a adorar mi musculatura, se colgaba de mis brazos, yo lo cargaba y hasta hacía sentadillas con él encima, enseguida luchábamos, yo lo dominaba fácilmente con mi ventaja de peso y talla, él me sujetaba de los huevos, siendo yo más grande me hacía arrodillar, para besarme mientras continuaba pateándome en las bolas. Ser dominado por un hombre tan pequeño, era algo fascinante y llegó a ser adictivo. Cris era un experto haciendo nudos eróticos, con cinturones, corbatas, con lo que tuviera a su alcance, me amarraba de las manos y hacía con mi cuerpo lo que quería. El gigante musculoso Aarón Estrada, era propiedad de este desvergonzado duende, mi enorme verga, le pertenecía a su precioso culito.

Cristóbal
    Cuando nuestra relación se deterioró y se volvió posesivo, celador y aferrado, perdió mucho de su atractivo, yo ya no quería estar con él, ni ejercitarme junto a él, ni coger, hasta su voz o sus ademanes ligeramente amanerados llegaron a disgustarme, sentí desprecio por él. Lo nuestro pasó de la más hermosa felicidad a la peor decepción. Cristóbal era físicamente encantador, su rasgo más cautivante, era su rostro inocente y amable.

   —Tuve que inyectarte algo para despertarte, de lo contrario hubieras permanecido dormido por horas ¿con qué te drogó ese tal Fabio? la verdad me facilitó las cosas. En cuanto lo vi salir de aquella fiesta cargándote inconsciente a cuestas, me dije: esta es mi oportunidad, tomé un tubo que encontré en la calle y lo golpeé en la cabeza, lo dejé tendido en el piso. Te arrebaté de su lado, bebé.

   Yo lo miraba con furia, comencé a gritar groserías ininteligibles, que sonaban más como gruñidos debido al aro en mi boca.

   —¡Cállese! —dijo mientras me golpeaba en las bolas con el dorso de su mano. El dolor me hizo callar, esa zona ya estaba muy sensible— así me gusta —palmeó mi cara y jaló de mis cabellos, en sus grandes ojos había mucha depravación— quiero que por fin entiendas, que tú me perteneces a mí y solo a mí, no pienso compartirte con nadie. Creo, que no te dejaré abandonar esta habitación, jamás te irás de mi lado, bebé, te voy a tener encerrado y vas a ver que volveremos a ser muy felices, tú y yo, ya lo verás, hasta que la muerte nos separe.

Cristóbal Guevara
   No lo había notado, él estaba trepado en un pequeño banco para alcanzarme, limpió la baba que escurría de mi boca con una toalla y comenzó a besar mi cuello, mi pecho, lamer y morder mis pezones, mientras me miraba de forma coqueta, con su lengua recorrió la cavidad central de mi marcado abdomen, bajó hasta mis bolas y empezó a succionarlas de manera agresiva y muy dolorosa, también las colocaba entre sus dientes y apretaba, yo ya no podía más, el castigo recibido era mucho, al menor daño en mis huevos, yo me sacudía, temblaba y gritaba. Me quitó la mordaza, antes de que pudiera hablar, me dio dos fuertes puñetazos en la cara.

   —Te quité esta madre, por que quiero oírte gritar y suplicar con verdadero dolor, eso es lo único que quiero escuchar, ninguna queja o grosería, quiero que me implores por piedad. Si no lo haces, juro que te causaré un daño irreversible, Aarón —en ese instante me mostró unas enormes tijeras para cortar pollo, las cerró agresivamente frente a mi cara. Nuevamente bajó a mi entrepierna para volver a succionar y morder mis huevos, era como si simbólicamente devorara mi hombría y al hacerlo la hiciera suya.

   —¡Aaah! —comencé a gritar con desesperación, hacerlo era liberador, no tenía que resistir o fingir ser fuerte, podía ponerme a llorar como niña— ¡ya! ¡ya! ¡ya, por favor! ¡aaah! ¡aaaaaah! ¡No! ¡no! ¡no, por favor! ¡piedad! ¡ya detente! ¡para! ¡para! ¡aaah! ¡mis huevos!  ¡mis huevos¡ ¡mis huevooos! ¡ya no! ¡ya no! ¡ya no! —yo lloraba, me sentía abusado, ultrajado y sin embargo, mi verga estaba totalmente tiesa y húmeda, me encontraba lubricando— ¡por favor! ¡ya no! ¡yo, me rindo! ¡Cris, me rindo! ¡para! ¡Cris, por favor! —dije jadeando, estaba ya muy debilitado y exhausto, mi cabeza yacía lánguida sobre mi pecho y respiraba con dificultad, en ese momento no tenía más fuerzas, era como si al devorar mis testículos, él hubiera succionado la vitalidad que había en mi cuerpo.


Cristóbal
   Casi al borde del desmayo, con la polla parada y venosa, él me aplicó lubricante, se retiró de las nalgas un dildo lubricado que trajo todo este tiempo y se ensartó en mí. Su culo penetró mi verga, no hay otra forma de describirlo, yo era un simple monigote inservible, un muñeco inmóvil, un objeto sexual. Comenzó a sacudir su trasero hacia a delante y hacia atrás, gritaba de placer mientras contraía los músculos de su ano sobre mi pobre glande, yo gemía entrecortadamente, aunque esto fuera una especie de violación, se sentía como una placentera masturbación. Antes de darme cuenta, nuestros gemidos se sincronizaron, ambos lo estábamos gozando. Después de unos minutos, eyaculé, mi verga se estremeció dentro de su húmedo culazo, él apretó fuerte, como si no quisiera dejarme ir y me quisiera succionar hasta la última gota de virilidad, lentamente liberó mi miembro y se separó de mí.

   —¿Ves? no estuvo tan mal, bebé —dijo acariciando mi rostro de forma cariñosa y mirándome con ternura, ese es el Cris que yo recordaba con afecto— aún no terminamos —sonrió nuevamente, ahora de forma perniciosa— ¿sí sabes por qué te tengo en esa posición? con la piernita levantada.

   Sujetó su gran verga parada con una mano y la sacudió, colocó el banco atrás de mí para subir a él y restregarse contra mi culo. No crean que por que era chaparro no estaba muy bien dotado, sus medidas rivalizaban con las de Fabio, en su pequeño cuerpo, sus genitales lucían enormes y muy apetitosos.

Cristóbal
   —Hace un rato, mientras me penetrabas, no me masturbé, no excité mi verga, ni eyaculé, estuve guardando todo el contenido de mis bolas para ti, bebé, quiero corresponderte, voy a inyectarte mi semen —dijo y pude sentir su glande rosar el borde de mi ano.
 
   —¡No, Cristóbal! ¡no! ¡no te atrevas, cabrón! ¡si lo haces, te mato! ¡juro que te mato, puto! —grité con toda la energía que me quedaba, yo realmente no quería ser penetrado, eso sí iba a ser un fuerte  agravio a mi estabilidad psicológica y emocional.

   —¿Todavía no entiendes que con amenazas y groserías no vas a conseguir nada? —dijo frotando su verga contra mis nalgas— si me suplicas, tal vez desista, tú eres el primer hombre al que voy a penetrar, hasta hoy he sido pasivo.  

   —¡Por favor, Cris, no lo hagas! ¡te lo ruego! tú no eres un violador ¡Cris, no por favor! por lo que más quieras, no, si alguna vez me quisiste o sentiste algo lindo y bueno por mí, no lo hagas —yo suplicaba casi llorando.

    —Tus ruegos me prenden, bebé —dijo mordiéndose el labio inferior— estoy más excitado que nunca. Tu culazo va a ser mío —me estrujó las nalgas con sus manos y se dispuso a penetrarme.


Fabio

   En ese momento la chapa de la puerta se abrió, Fabio apareció ¿cómo era esto posible? 

   —¡Aléjate de él, cabrón! —Fabio gritó y se acercó para empujar a Cristóbal lejos de mí. Cris lo esquivó con gracia, Fabio se siguió de largo hasta chocar con una pared, obviamente metió las manos para no estrellarse.


    Burlonamente, Cris extendió su brazos y movió sus palmas hacia adentro para llamarlo a pelear, mi pequeño ex, estaba muy confiado en poder vencer a mi ex de mayor talla. Fabio se lanzó hacia él, el chico lo recibió con una patada frontal en el mentón que lo hizo caer de espaldas, tendido en el suelo, expuesto con las piernas abiertas, el de menor estatura elevó su pierna por encima de su propia cabeza y la dejó caer con todas su fuerza sobre las bolas del hombre más grande. Fabio gritó de dolor, levantó su torso, se llevó las manos a la entrepierna y comenzó a retorcerse en el piso como gusano.


   Aprovechando su vulnerabilidad, Cristóbal aplicó una llave a las piernas, mi guapísimo ex, gritaba en agonía. Inmediatamente después, aún bocabajo, Cris lo tomó de los tobillos, levantó sus piernas para hacer una especie de carretilla y hundió su pie con potencia, aplastando los huevos del pobre Fabio.

Cristóbal entrenando Krav Maga

   —¡Déjalo! —grité a mi captor— no le hagas daño— él me volteó a ver y caminó hacia mí, desconozco qué pensaba hacerme.


    Con dificultad, Fabio obstaculizó sus pies haciéndolo caer de bruces y torpemente se le trepó para detenerlo, ambos luchaban en el piso. Rápidamente, Cris se impuso quedando encima, golpeándolo en el rostro sin piedad. Mi héroe no sabía pelear, él era como yo hace un par de años, estaba siendo totalmente humillado por el pequeño villano. Milagrosamente, Holgado escabulló su mano hacia la entrepierna de Cristóbal y comenzó a apretarle los huevos con toda su fuerza. El secuestrador gritó con desesperación y peló los ojos, aprovechando su desconcentración, Fabio invirtió los papeles, se montó sobre él para someterlo. Como defensa, Cris trató en vano de sujetarle también las bolas, no pudo hacerlo porque él traía unos jeans, eso marcó la diferencia, uno se encontraba desnudo, el otro estaba vestido.


Cristóbal

   Cris no pudo defenderse, un hombre más grande y pesado estaba encima de él y le aplastaba las pelotas. De la bolsa de su pantalón, Fabio sacó una pequeña botella, vertió un chorro del contenido en la boca de mi captor, este lo escupió al instante.

   —¿Ah sí, pitufo? con que quieres que sea por las malas— Fabio soltó sus huevos, con una velocidad impresionante vació el contenido sobre su boca, la bloqueó con una mano y con la otra le cerró la nariz, segundos después, Cris tragó ese líquido.

   Mi héroe se puso en pie y se colocó frente a mí como escudo protector,  el pequeño villano también se levantó, lanzó varias patadas y golpes, Fabio se acorazó con brazos y piernas, tratando de protegerse, lentamente, los movimientos de Cris se tornaron torpes y descuidados, luchaba por mantenerse en pie, comenzó a trastabillar, sus ojos se pusieron blancos, cerró los parpados y cayó inconsciente de espaldas al suelo. El mismo líquido que probablemente Fabio usó para drogarme, fue el que le administró. Con mucha dificultad, mi ex logró liberarme de mis ataduras, Cristóbal era un experto en nudos, creció como boy scout, algunas correas tenían candado y se requería una llave para abrirlos.


   En cuanto quedé libre, me desplomé sobre el suelo, Fabio me ayudó a levantar, me contó que a los segundos de ser golpeado en la cabeza, frente a la casa de Galo, con dificultad se incorporó, tomó un taxi que pasaba por ahí y le ordenó discretamente seguir a mi camioneta, así fue como llegó. Tardó en rescatarme porque tuvo que hallar la forma de irrumpir en este domicilio, encontrar el calabozo oculto y abrir la puerta.


    Cristóbal despertó ocho horas después en un sillón en su casa, era medio día, tuvimos la cortesía de colocarle ropa, decidí que no lo íbamos a atar. Fabio estaba despatarrado en el sofá, con la actitud confiada de siempre, sostenía una compresa de hielo sobre su rostro y llevaba lentes oscuros, yo estaba sentado frente a Cris en una mesa de centro.

   —Lo que hiciste hoy, no puede volver a ocurrir —dije.

   —Me voy a vengar, ustedes dos me la van a pagar —gritó.

   —Quiero pedirte perdón, fui un patán contigo, tú y yo tuvimos una relación muy bonita —lo tomé de las manos— cuando las cosas se complicaron, no debí huir, ni inventarte excusas o mentirte, pudimos haberlo platicado. Perdóname, Cris, por abandonarte de esa forma tan cruel —en ese momento lo envolví con mis fuertes brazos, el comenzó a sollozar y sus ojos se pusieron húmedos.

   —Eres lo mejor que me ha pasado, Aarón —me dijo al oído.

   —No Cris, tú eres lo mejor que le puede pasar a cualquier hombre —respondí—esto no puede seguir escalando, no eres un criminal ¿quieres terminar preso? ¿sabes lo que hacen en la cárcel con los homosexuales? Vivimos en México chingada madre, Fabio no llamó a la policía por la naturaleza de este secuestro, ¿qué crees que hubieran hecho “los puercos” con nosotros, con los tres? primero burlarse, después golpearnos, tal vez violarnos, quizá asesinarnos. Por eso se aventuró a pelear contra ti para rescatarme— el miedo en sus ojos, me dejó saber que mi comentario surtió efecto, logré entrar en la mente del condenado duende— Tú no tienes que perseguir, ni acosar, tú mereces más.


Cris posa de puntitas junto a mí
   —No creo que pueda volver a tener a alguien de tu calibre, eres guapísimo y sales con gente que es igual de atractiva que tú… incluso más —dijo mirando al magullado, pero muy hermoso Fabio.


   —Si tu lógica es correcta y yo salí contigo, eso te hace muy atractivo, créeme Cris, puedes conseguir al hombre que quieras.

   —Si tú y yo nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, ya estaríamos cogiendo—intervino Fabio detrás de mí— eres un bombón— al decir lo último, le mandó un beso.

   —Desde que nacemos, estamos destinados a morir, lo mismo ocurre con las relaciones, lo que empieza acaba —le dije.

   —Lo que tienes que hacer es gozarlo, disfruta el viaje, déjate llevar. Cuando termine, acepta que terminó —intervino Fabio— sé que es difícil, lo digo por experiencia, pero tenemos que aprender a soltar y dejar ir a las personas. Vida hay mucha, cabrones hay muchos, si alguien te deja: “next”, el que sigue, a la verga.

   —Pasa tiempo contigo mismo, viaja solo, entiende que no necesitas de nadie más para ser feliz, tú mismo debes ser tu mejor compañía —le aconsejé—.  Repite después de mí, Cris, “Yo te amo, pero no te necesito”, dilo hasta que sientas que tiene sentido.

   —Aarón, yo te amo, pero no te necesito —comenzó a repetir varias veces mientras me miraba a los ojos.

   —No me necesitas, ni a mí, ni a nadie por que tú eres muy guapo, encantador, carismático, tienes un buen trabajo, eres independiente ¿qué más eres?


Cristóbal Guevara
   —Soy ágil… buen nadador, competí en olimpiadas… tengo buen cuerpo, he estado haciendo mucho ejercicio —yo lo miraba para que continuara echándose piropos—, creo que mi rostro es lindo y mis ojos también, he visto a muchos hombres desnudos en la alberca y, la neta estoy bien dotado… ¡oh! y nunca olvido los cumpleaños o fechas especiales —dijo sonriendo.


   —Exacto—dije— tú eres todo eso y más— él comenzó a llorar y se puso las manos en la cara apoyando los codos en sus rodillas.

   —Perdónenme, por todo, yo lo siento mucho. Aarón,  gracias yo necesitaba esto.

    Me puse de pie frente a él, extendí mis brazos, él se levantó también, al hacerlo me dio una palmada en la entrepierna que me hizo encorvar, nuestras cabezas quedaron a la misma altura, nos miramos y nos abrazamos con firmeza. Posteriormente, Cristóbal fue a su recamara, de una caja fuerte oculta detrás de un cuadro, sacó la llave de mi camioneta, mi celular, mis llaves y mi cartera. Me entregó todo.


   —Bueno, hay que predicar con el ejemplo, no me gusta ser un pinche hipócrita —dijo Fabio sujetándome del hombro—. Todo este pedo es mi culpa, no soy diferente de Cristóbal, te drogué y mi intención era llevarte a otro lugar, no me iba a pasar de verga, es sólo que… cuando te vi caminando hace unas horas, afuera de ese bar, no pude resistirme, te veías espectacular, estás mucho más atractivo e irresistible ¿sí o no Cris?… sé que te fallé, te fui infiel, lo arruiné, entiendo que no hay marcha atrás, debo aceptarlo y vivir con el error más grande de mi vida, Aarón Estrada, yo… yo no… —Fabio suspiró— yo no te voy a buscar más.

Fabio Holgado
   —Al salir de un bar, hace unas horas, yo elegí ir contigo a esa fiesta, eres una persona a la que quiero mucho, te conozco mejor que nadie, sé que en tu interior existe un vacío emocional muy grande, siempre quise ser el hombre que llenara ese vacío, pero no fui suficiente, no puedo desperdiciar mi vida intentándolo, sólo tú puedes hacerlo, deseo que lo logres, por eso, Fabio Holgado, yo te dejo ir —lo tomé de las manos y se las besé.

   —¡Oh por Dios! —exclamó Cris— ustedes dos se aman, aún así, van a renunciar el uno al otro ¿por qué? Sí, le fuiste infiel, me lo contó y vaya que sufrió, pero ¿es más fácil dejar ir al que tal vez sea el amor de tu vida, que fajarte los pantalones y cambiar? ¿acaso Aarón no lo vale? ojalá Aarón me mirara a mí de la forma en la que te mira a ti—dijo Cris a Fabio con severidad— y tú ¿vas a dejar que tu orgullo y dignidad te impidan hacer lo que tu corazón realmente quiere? —me dijo en el mismo tono. 


   Fabio y yo nos miramos desconcertados, comprendimos que todavía nos amábamos. No soy pendejo, estaba consciente de que lo nuestro podría volver a fracasar, pero si ambos poníamos de nuestra parte, valía la pena volverlo a intentar. Mi ex hizo una mueca rara y me soltó de las manos.

   —Tengo novio —dijo en seguida.
 
   —La tenías que cagar —Cris se llevó la palma de la mano a la cara.

   —Pero, prometo romper con él, dame unos días, Aarón, quiero hacer las cosas bien y quedar en buenos términos, después de eso, si aún me aceptas, te prometo que daré todo de mí, para no volver a defraudarte y ser el hombre que mereces —afirmó Fabio— sí quiero un futuro junto a ti.

   —Está bien, te esperaré —respondí sonriendo y nos abrazamos, me quiso besar, yo no se lo permití—. Arregla primero tus asuntos, no voy a ser el amante, no vas a hacerle a alguien conmigo, lo que me hiciste a mí.
 
   —Ok, lo aceptó, es más, me voy a ir por mi cuenta, me pediré un Uber. ¿Sí estás bien? ¿verdad? ¿puedes manejar hasta tu casa? —me preguntó enseguida.

—Sí, no te preocupes por mí —respondí—. Cristóbal, eres sensacional, no solo me soltaste, al hacerlo antepusiste mi felicidad a la tuya, no sé cómo agradecerte.


Cris
   —Aarón, yo te amo… pero no te necesito —dijo sonriéndome con los ojos llorosos. Lo abracé con mucha fuerza y lo besé en la cabeza. Sabía que debajo de ese disfraz de malicia, este astuto duende tenía un corazón de oro. Hoy tuve la cogida de mi vida, estar totalmente indefenso... ¡uf! lo pasé muy delicioso, jamás se lo voy a decir, porque ¡qué perro miedo! capaz que lo vuelve a hacer.

   —Verás que alguien mucho mejor que yo llegará a tu vida, lo mereces —dije a Cristóbal, realmente eso deseaba para él.
 
    Voy en la autopista, conduzco hacia mi casa, debo confesar, que esta nueva etapa en mi vida me llena de emoción, también tengo miedo, no sé qué me depara el futuro al lado de un hombre tan… podría utilizar muchos adjetivos negativos para describir a Fabio, pero sea lo que sea que suceda, estaré feliz por haberme atrevido a intentarlo.



    Este fue uno de los seis finales de la historia, comenta si te gustó este final. Si has leído otros finales ¿cuál ha sido tu final favorito?


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