La suerte se la dejas a los perdedores

Robert, el famoso motociclista de la MotoGP, se acercó a su contrincante en la parrilla de salida para desearle suerte durante la carrera. Robert es un hombre alto y delgado, con cabello corto y oscuro. Tiene ojos marrones y una sonrisa amistosa que ilumina su rostro. Suele vestir con ropa deportiva y siempre lleva puesto su casco de carreras. Además, tiene una gran habilidad en la moto y es muy respetado en la comunidad de las carreras de la serie.Sin embargo, su rival, llamado Max, no parecía estar de humor para conversar.

—¿Qué te importa a ti si tengo suerte o no? —replicó Max—. Solo quiero que te alejes de mí con tu estúpida arrogancia. —Max es un hombre de estatura promedio con cabello rubio corto y ojos azules. Tiene una mandíbula cuadrada y una mirada intensa que casi siempre luce intimidante. Viste con ropa deportiva de alta calidad y siempre lleva puesto su casco de carreras personalizado. Tiene una gran habilidad en la moto y era popular por ser un competidor feroz en las carreras de MotoGP.

siempre lleva puesto su casco de carreras personalizado

—Vaya, lo siento si te he molestado —se excusó Robert sonrojando sus mejillas—. Solo quería ser amable.

—No necesito tu amabilidad —negó Max—. Solo necesito ganar esta carrera.

—Lo sé —afirmó Robert sabiendo que él había sido el ganador de varias de las válidas anteriores—, todos queremos ganar. Pero no creo que sea necesario ser grosero.

—¿Grosero? Tú eres el que se acerca a mí sin que yo te haya invitado.

—Solo estaba tratando de ser un buen deportista.

—¡Pues no lo eres! Eres un cobarde que solo está aquí para molestar a los demás.

—No sé por qué piensas eso. Solo estoy aquí porque amo las carreras y respeto a mis rivales —confesó Robert sintiéndose frustrado y confundido por la actitud hostil de su rival.

En su intento por ser más amigable, Robert quiso despedirse dándole un abrazo a Max, su rival detectó el bulto muy prominente en el uniforme del motocross de Robert, sintió más odio por él, y además, no quería ninguno de sus estúpidos abrazos. Cuando pasaba las manos por su espalda, Max golpeó con la rodilla el bulto de Robert. El motociclista sintió que los huevos dentro de su pantalón se aplastaron entre la rótula de Max y su propia pelvis. Sus ojos se abrieron como platos, mientras su boca se abría y las rodillas se doblaban juntas, luchando por mantenerse de pie. Agarró su bulto y se hundió lentamente de rodillas frente a Max. Trató de hablar, pero no dijo nada ya que el dolor que salía de sus bolas era profundo.

—No quiero tu suerte —negó Max acercándose a Robert—. La suerte se la dejas a los perdedores.

Agarró su bulto y se hundió lentamente de rodillas frente a Max

Robert levantó las manos para empujar a Max hacia atrás. Sin embargo, Max anticipó el movimiento, y tan pronto como vio las manos del motociclista salir de su bulto, explotó sus huevos una vez más. Le dio otra patada en las bolas.

Robert gritó sintiendo que sus testículos se aplastaban otra vez. Se inclinó hacia adelante por el dolor y se quejó con un delicioso «Aaah», arrugando su hermoso rostro. Max lo miró con desprecio, se dio la media vuelta abandonándolo en su agonía testicular.

Minutos más tarde la carrera inició. Max y Robert estaban liderando la carrera, era una situación que constantemente se repetía. Pero el agudo dolor que Robert todavía sentía en la ingle de un momento a otro lo distrajo y le hizo perder velocidad.

Max aprovechó la oportunidad y tomó la delantera, pero el dolor de huevos cada vez más intenso en Robert, finalmente hizo que se retirara de la carrera. Max celebró como un divo su anhelada victoria con una gran sonrisa arrogante en su rostro.