En un improvisado espacio cubierto por telas Marcos Chacón se quitó los pantalones, quedando en calzoncillos negros donde se marcaba su pene de buen tamaño y las dos grandes y jugosas bolas que le colgaban.
Estaba acompaƱado por su amigo Piero Riganti que sonrió tĆmidamente.
āTengo mucha confianza āhablaba Marcosā, no en vano mi familia siempre triunfa. Soy bueno y mis muchachos tambiĆ©n, Israel, Simón, Pablo, estoy orgulloso de ellos āel hombre de avanzada edad, pero musculoso sonrió brillantemente y se quitó los calzoncillos, dejando que su amplia dotación se balanceara entre sus piernas. Su pene estaba medio duro, se lo acarició varias veces hasta que alcanzó un majestuoso grosor, luego le guiñó un ojo a su que sintió una erección al verlo.
āSĆ, me consta de la buena fama de los Chacón āafirmó Piero saboreando sus labios con la mirada fija en la entrepierna de Marcosā, son hombres victoriosos, Āæcierto, Marcos? āse acercó a su amigo y le comenzó a acariciar la polla, lo que hizo que Marcos sonrieraā. Sin embargo, no te debes confiar, los Riganti, Salinas, Ladera y Santana no te la vamos a poner fĆ”cil, todos somos muy competitivos.
El apuesto y musculoso semental Chacón tenĆa expresión de absoluta confianza, mientras Piero le acariciaba el erecto pene de arriba hacia abajo.
Piero se inclinó ante la oreja de Marcos y le susurró suavemente:
āĀæTienes bastante leche para sacar ahĆ abajo?
āMucho ārespondió Marcos con los ojos cerrados.
Piero se arrodilló frente a Marcos, el patriarca Chacón cerró los ojos y Piero cerró el puƱo y con los ojos fijos en el blanco golpeó el escroto de Marcos Chacón con ambas manos cerradas, maltratando la hombrĆa del apuesto arquitecto alternativamente con su puƱo derecho e izquierdo.
Los ojos de Marcos se abrieron de par en par, sintiendo un horrible y clĆ”sico dolor en sus grandes toronjas. Gimió y se dobló. Sus manos agarraron sus testĆculos mientras su polla seguĆa dura como roca.
āGracias por la invitación, pero estoy enfocado en mi prueba āse burló Piero levantĆ”ndose.
Marcos Chacón gimió y masajeó sus palpitantes albóndigas. Se arrodilló y se quejó de dolor.
Piero se echó a reĆr abandonando el improvisado espacio.
Veinte minutos despuĆ©s Marcos salió del lugar, la prueba iba a realizarse en una plaza pĆŗblica. El patriarca Chacón tenĆa puesto Ćŗnicamente un apretado calzoncillo que apenas contenĆa sus genitales, ocupó un banco donde observó el ambiente. Hugo Ladera se sentó a su lado, al igual que Ć©l tenĆa puesto un calzoncillo ajustado negro.
āĀæHace bastante calor, cierto? āpreguntó el joven.
āSĆ āafirmó Marcosā. No es que la región sea calurosa, pero siempre ha sido fresca. Cambio climĆ”tico dirĆan los ecologistas.
āCalurosa como el calor de la batalla āafirmó Hugo. Se quedó mirando a lo lejosā. Oye, Marcos, ĀæquĆ© es aquello? āseƱaló hacia el final lejano de la calle.
āĀæQuĆ©? āMarcos entornó los ojos.
Hugo sonrió y movió rÔpidamente su mano, dando una fuerte palmada con el dorso en las jugosas gónadas de Marcos.
Los ojos de Marcos se abrieron y humedecieron dejando escapar un fuerte gemido.
āĀ”JA, JA, JA! āHugo se levantó del asiento acomodĆ”ndose el bulto con una mano mientras abandonaba el asiento.
Marcos apretó los dientes y se inclinó a un lado agarrÔndose las pelotas.
El tercer y devastador golpe que Marcos recibió en las bolas en la previa del evento, fue una patada por detrĆ”s por parte de MartĆn Santana. El apetecible hombre hacĆa un estiramiento cuando el zapato del rival se interpuso en sus testĆculos.
Saltó en el aire y luego cayó al suelo revolcĆ”ndose de dolor mientras MartĆn se agarraba el estómago, riĆ©ndose.
Minutos mĆ”s tarde el grupo de patriarcas, compuesto por Marcos, Piero, JeremĆas, Hugo y MartĆn, se reunieron en la meta para la primera prueba que consistĆa en una carrera a pie. Farid, el organizador de la competición los miraba a todos para recordarle la regla principal. Los cinco corredores se encontraban en apretados calzoncillos en el punto de partida, ubicado en la plaza principal del pueblo.
āĀ”Atención, corredores! ādijo Farid muy animadoā. La carrera serĆ” de cinco kilómetros, desde aquĆ hasta la hacienda Chacón. No hay atajos ni trampas permitidas. El Ćŗltimo en llegar serĆ” el perdedor, y como ya acordamos, deberĆ” recibir una sesión ballbusting de parte de sus compaƱeros. ĀæEstĆ”n listos?
Todos los competidores asintieron con entusiasmo. Marcos, sin embargo, estaba preocupado, todavĆa tenĆa un dolor en los huevos que le molestaba, pero no querĆa admitirlo frente a los demĆ”s.
Farid levantó una bandera roja y contó en voz alta.
āĀ”En sus marcas, listos, fuera!
Al bajar la bandera, los participantes comenzaron a correr. Piero Riganti tomó la delantera desde el principio, seguido de cerca por JeremĆas Salinas y Hugo Ladera. MartĆn y Marcos se quedaron un poco atrĆ”s, pero mantenĆan un buen ritmo.
La carrera continuó a través de las pintorescas calles del pueblo, con sus casas de colores y adoquines desgastados. Los espectadores animaban a los corredores desde las aceras, aplaudiendo y vitoreando.
Piero parecĆa imparable con su ropa interior blanca. Sus zancadas largas y su respiración controlada lo mantenĆan en primer lugar. JeremĆas Salinas intentaba alcanzarlo, pero no lograba cerrar la brecha.
Hugo, por otro lado, habĆa decidido conservar su energĆa para el tramo final. Llevaba un bóxer negro, y aunque estaba un poco rezagado, se mantenĆa cerca de los lĆderes.
MartĆn y Marcos lucharon en la parte trasera del grupo. MartĆn, con su pecho sudado y pantaloncillos rojos, parecĆa tranquilo y calculador, mientras que Marcos, vestido con su bóxer negro, empezaba a sentir mĆ”s dolor en sus testĆculos.
Al llegar a la mitad de la carrera, debĆan cruzar una colina empinada. Los corredores comenzaron a sentir fatiga en sus piernas y sus pulmones. Fue en ese momento cuando Piero comenzó a perder terreno, y JeremĆas aprovechó la oportunidad para tomar la delantera.
Marcos, luchando contra el dolor, intentó acelerar el paso para no quedar atrĆ”s. Sin embargo, sus cojones no se lo permitĆan, y cada zancada se volvĆa mĆ”s difĆcil que la anterior.
En el Ćŗltimo tramo de la carrera, Hugo Ladera puso en marcha su estrategia. Aumentó la velocidad y comenzó a acercarse a JeremĆas y Piero. MartĆn tambiĆ©n incrementó su ritmo, dejando a Marcos cada vez mĆ”s atrĆ”s.
Finalmente, los corredores alcanzaron la entrada en la hacienda familiar, con una vista impresionante del pueblo. JeremĆas cruzó la lĆnea de meta en primer lugar, seguido de cerca por Hugo y Piero. MartĆn llegó poco despuĆ©s, mientras que Marcos, jadeante y adolorido, llegó varios minutos mĆ”s tarde.
āĀ”Felicitaciones, JeremĆas Salinas, nuestro ganador! āanunció Faridā Y Marcos Chacón, como Ćŗltimo en llegar, ya sabes lo que te toca.
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JeremĆas el ganador |
Marcos, con una sonrisa forzada y la mano en sus testĆculos, asintió con resignación, era la primera derrota a la que cedĆa por el pesado dolor de huevos que tenĆa. Los cuatro hombres lo miraron, sintió miedo, pero finalmente se llenó de valentĆa. SerĆa ahora o nunca. Abrió las piernas y se llevó las manos a la cabeza.
JeremĆas Salinas se acercó a Ć©l.
āVaya, amigo, sabes que te aprecio ādijo el vaquero bebiendo aguaā, pero⦠reglas son reglasā¦
Con una fuerte patada aplastó las grandes gónadas de Marcos contra su cuerpo.
āĀ”MMMMMMmmmmmmmm! āfue el sonido que hizo Marcos apretando los labios.
JeremĆas sonrió.
Piero tomó su lugar.
Las bolas de Marcos recibieron un potente rodillazo que hizo al guapo arquitecto gemir y doblarse agarrĆ”ndose los testĆculos.
Piero sonrió y sus amigos le aplaudieron.
Marcos se veĆa que ya no podĆa resistir tanto. Estaba sudando y jadeando, sus manos pegadas a su entrepierna mientras trataba de alejarse del dolor, tenĆa serios problemas. Se arrodilló y se encogió. Pasaron los primeros dos minutos y no se levantaba.
Sus compaƱeros emitieron algunas risas y algunos comentarios de Ɣnimos.
Marcos gimió y apretó el puƱo derecho, mientras que el izquierdo seguĆa acariciando su dolorida virilidad. Se puso de pie y recibió un puƱetazo en las bolas de parte de Hugo que le hizo hacer una mueca, renovando su dolor.
āĀ”MartĆn Salinas! āinvitó Hugo.
El dueño del emporio de moda se arrodilló frente a Marcos y conectó una serie de poderosos uppercuts en los enrojecidos huevos.
Marcos gritaba mƔs y mƔs fuerte con cada golpe antes de finalmente darse por vencido y colapsar en el suelo.
Los competidores afirmaron, rieron y aplaudieron.
Marcos Chacón se retorcĆa en el suelo, sosteniendo sus bolas y gimiendo de dolor.
āMarcos, esto aĆŗn no termina ādijo Faridā. JeremĆas, es tu gran triunfo.
El vaquero se hundió de hombros y se arrodilló junto a Marcos, le ayudó a separar las piernas, apartar las manos de sus huevos y golpeó con los puños las pobres y grandes bolas de Marcos, aplastÔndolas contra su entrepierna y haciendo que Marcos gritara de dolor.
El vaquero se apoderó de aquel impresionante cojunto de huevos y los empezó a exprimir en su mano.
Los ojos de Marcos se abrieron y su boca hizo un grito silencioso. Sus cejas se levantaron y sus ojos rodaron hacia atrƔs mientras colapsaba de dolor.
Finalmente se quedó en el suelo, inconsciente. Su fuerte cuerpo estaba sin moverse mientras que su dura polla levantaba su bóxer con una dura erección. Farid se arrodilló a su lado abofeteando su rostro, devolviĆ©ndole al mundo del dolor de bolas y haciĆ©ndolo acurrucarse en una posición fetal. TodavĆa tenĆa su enorme erección, pero por lo demĆ”s no parecĆa estar muy feliz... Sollozaba y gemĆa, sobando sus testĆculos y retorciĆ©ndose en el suelo.
āPobre, Marcos āse rió Faridā. Eso fue humillanteā¦
Le tomó bastante tiempo levantarse, pero gimió y se enderezó.
āContinĆŗa, Piero.
Piero Riganti se echó a reĆr y se arrodilló frente a Ć©l. Sin tanto disimulo le bajó la ropa interior dejando la hermosa desnudez de Chacón al aire libre. Cerró la mano derecha en un puƱo, agarró las pelotas de Marcos con su mano izquierda y la sostuvo detrĆ”s de las bolas
Marcos gimió.
Piero golpeó su puño derecho contra su mano izquierda, con las delicadas gónadas de Marcos en el medio. Fueron golpeadas cruelmente y Chacón gritó de dolor.
Piero repitió la maniobra.
Marcos volvió a gritar, solo que mÔs fuerte, cuando sus bolas recibieron toda la fuerza del impacto y fueron aplastadas entre los nudillos de Piero y su palma.
Al tercer golpe, Marcos dejó de gritar. Estaba en shock con la mirada perdida y cristalizada.
āMe sorprende que esos cocos no hayan explotado⦠āsusurró MartĆn.
āSon bastante duros āafirmó Farid.
Piero soltó los testĆculos de Marcos.
Los ojos de Chacón se cruzaron y su boca se abrió para dejar escapar un sonido largo, ronco y doloroso, luego de eso se derrumbó en el suelo, rodando con las manos entre las piernas y los ojos cerrados, sollozando de dolor. Su furiosa erección sobresalĆa por encima de sus manos. Gimió y rodó hacia un lado, acurrucĆ”ndose en posición fetal, apretando sus maltrechos testĆculos.
āSi Marcos se recupera es tu turno, Hugo āanunció Farid.
Ignorando la explicación, Hugo Ladera echó a correr y pateó a toda velocidad las bolas de Marcos con un golpe duro.
Chacón soltó un fuerte grito, al mismo tiempo su polla se contrajo, comenzó a retorcerse pobremente como un gusano en el suelo. Una fina capa de sudor cubrĆa su cuerpo desnudo mientras intentaba deshacerse del dolor, acariciando sus bolas y jadeando pesadamente.
āPor no esperarte, pierdes tu turno ādijo Farid con el rostro dobladoā. MartĆn, estĆ”s al tanto.
āYo tampoco voy a esperar a que se recupere āanunció MartĆn frotĆ”ndose las manos, se acercó a Marcos y se puso de rodillas. Apretó su puƱo derecho y destrozó las bolas de Chacón a puƱetazos.
Las dos gónadas fueron aplastadas entre los duros nudillos de MartĆn y el cuerpo de Marcos.
MartĆn se aseguró de clavar su puƱo en las bolas golpeĆ”ndolas a un ritmo constante, triturando las delicadas y grandes toronjas cada cuatro o cinco segundos.
El rostro de Marcos se puso pĆ”lido y sus gritos se hicieron mĆ”s y mĆ”s fuertes. Los ojos los tenĆa cruzados y su boca abierta derramaba saliva de su labio inferior.
MartĆn lo dejó en paz y se enderezó con una erección que levantaba su ropa interior como carpa, miró a sus amigos y sonrió de satisfacción.
Marcos se retorcĆa en el suelo de dolor.
Farid suspiró y pensó.
«Si esta competencia estuvo buena, la siguiente serÔ brutal entre Israel, Luigi, Francisco, Miguel y Camilo».
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