El agente Jaime MartĆnez estaba sentado en la barra del casino consultando su reloj. ¿DĆ³nde diablos estaba ese informante? TenĆa una sensaciĆ³n en sus entraƱas de que algo andaba mal. Ya llegaba 10 minutos tarde. Dio un sorbo a su bebida y se ajustĆ³ el traje, sus fuertes y poderosos mĆŗsculos entrenados en el Servicio AĆ©reo Especial tensaron las costuras. MirĆ³ a su alrededor cuidadosamente, comprobando el lugar, buscando algo fuera de la normalidad, y por todo lo que pudo reunir, todo parecĆa totalmente legĆtimo. Si pudiera sacar toda la informaciĆ³n a ese informante de la mafia de La CofradĆa, tendrĆa los mecanismos para finalmente paralizar las actividades del grupo criminal en el paĆs para siempre.
Para empeorar las cosas, la seguridad en el casino estaba por encima y mĆ”s allĆ” de lo que estaba acostumbrado. Normalmente, podĆa pasar de contrabando al menos un cuchillo, si no una pistola, pero no en ese ambiente PrĆ”cticamente lo habĆan desnudado, e incluso su escondite mĆ”s oculto no habĆa funcionado. SonriĆ³, aceptĆ³ la realidad y entrĆ³. PodĆa cuidar de sĆ mismo, tan capaz con sus manos y pies como con sus armas. Pero tendrĆa que decidir algo pronto. En cinco minutos, decidiĆ³, si no aparecĆa ningĆŗn informante, abortarĆa la misiĆ³n. Meses de trabajo para llevar a cabo esa reuniĆ³n y que despuĆ©s de todo no se concretĆ³.
De repente el esperado informante apareciĆ³ en el casino haciendo una seƱal a Jaime, el agente lo observĆ³ y concluyĆ³ que parecĆa un fuerte guerrero, se puso nervioso mientras hacĆa su conclusiĆ³n mental.
Jaime se acercĆ³, llevĆ”ndose su cerveza con hielo a su mesa y se sentĆ³.
—Entonces, ¿estĆ” buscando un… nuevo hogar? —preguntĆ³ en clave.
—Tengo algunas informaciones para ti, pero tienes que pagar por ellas. ¿Crees que tienes suficiente? Si no tiene billetes, prepĆ”rate para gemir porque te voy a patear el culo.
El agente Jaime depositĆ³ su bebida en la mesa, estaba claro de que ese hombre no iba a hablar por las buenas. DespuĆ©s de todo no iba a obtener la informaciĆ³n que buscaba. Se preparĆ³ para irse, era la mejor opciĆ³n.
—Bueno, ha sido un placer charlar contigo. Dale mis saludos a tu jefe —se levantĆ³, pero se mantuvo preparado para cualquier cosa.
El informante lo agarrĆ³ del antebrazo.
—¿QuĆ© dices, coƱo? ¿Crees que me harĆ”s perder el tiempo?
Jaime lo mirĆ³ a los ojos mientras le apretaba la mano, luego tirĆ³ muy fuerte de la mano que lo sostenĆa para hacerlo tropezar hacia adelante.
—Creo que te harĆ© perder mucho mĆ”s que tu tiempo —levantĆ³ su otro puƱo, flexionĆ³ el bĆceps y tratĆ³ de clavar el puƱo en la cara del informante mientras lo empujaba hacia adelante.
Pero el otro hombre fue mĆ”s rĆ”pido y agarrĆ³ su puƱo con la mano libre, deteniendo el golpe fĆ”cilmente, de repente girĆ³ su brazo para que el agente cayera sobre la barra. El malhechor mirĆ³ al cantinero y ordenĆ³:
—Es hora de cerrar.
El agente Jaime MartĆnez gruĆ±Ć³ y levantĆ³ una pierna hacia atrĆ”s, metiĆ©ndola hacia adentro, justo en la entrepierna del informante.
El hombre emitiĆ³ un ronco gemido y dio algunos pasos hacia atrĆ”s, algunas sillas cayeron a su paso, el golpe no fue tan fuerte, pero pudo dejarlo peor. Se quitĆ³ el traje y le mostrĆ³ al agente sus musculosos brazos. Sin dar tiempo a tregua atacĆ³ al hombre de la ley, derecha e izquierda a su hĆgado, codo a su nariz.
Fueron golpes poderosos, Jaime cayĆ³ bajo la barra. ExtendiĆ³ la mano, y tanteando, agarrĆ³ su vaso con cerveza, no lo dudĆ³ y arrojĆ³ la bebida contra su cara. De un salto se puso de pie y se abalanzĆ³ contra el informante.
Ambos cayeron al suelo, con el agente encima, el supuesto soplĆ³n cerrĆ³ las piernas alrededor del pecho de Jaime, apretando fuerte. Luego le intentĆ³ entregar un poderoso puƱetazo de derecha izquierda a su cara que Jaime pudo esquivar. Tras eso, llevĆ³ sus codos hacia el tejido sensible de la parte interna de los muslos del informante para que sus piernas lo soltaran, tratĆ³ de empujar, colocando su pecho sobre el informante, moviendo las piernas hacia un lado y usando los brazos para mantenerse en equilibrio encima de Ć©l.
El informante gruĆ±Ć³ al perder la tijera sobre el pecho de Jaime, no se quedĆ³ con ello y le entregĆ³ un puƱetazo en los ojos y otro en sus labios.
Jaime se esforzĆ³ en estar encima del pecho del maleante. BalanceĆ³ sus piernas para inmovilizarlo en su brazo izquierdo para que no pudiera usarlo. Luego, usĆ³ su brazo derecho para sujetar la muƱeca del brazo derecho contra la alfombra del casino. Por Ćŗltimo, levantĆ³ el brazo izquierdo en alto, y lo golpeĆ³, regalando un puƱetazo a su bĆceps izquierdo.
El informante gimiĆ³, sintiendo sus brazos torcidos y en una posiciĆ³n difĆcil.
El agente Jaime MartĆnez con una oleada de poder, apretĆ³ el candado del brazo hasta que su propia fuerza se lo permitiĆ³.
Craaaaaaaaack.
—AAAAAAAAAAAAAH —gritĆ³ el informante cuando su brazo cediĆ³. SintiĆ³ un dolor horrible.
Jaime soltĆ³ el brazo roto, mantuvo sus piernas sujetĆ”ndolo. AgarrĆ³ la parte superior de su cabeza con la mano derecha para mantenerla firme y luego echĆ³ hacia atrĆ”s el puƱo izquierdo y lo golpeĆ³ tan fuerte como pudo en la mandĆbula dejĆ”ndolo completamente nockeado.
Jaime se levantĆ³, se arrodillĆ³ detrĆ”s del informante y levantĆ³ su cabeza del suelo mientras estaba noqueado.
—Ya no hay nada interesante en ti —respondiĆ³—. Ni siquiera eres relevante para decir quiĆ©n te contratĆ³.
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