—Ser tan grandote solo te hace más torpe, ni siquiera sabes caminar, machito.
Busqué en los bolsillos, tanto de mi pantalón como de mi chamarra y no encontraba la llave de mi camioneta, en eso comienzo a escuchar el estruendo de unas pisadas corriendo precipitadamente, caminé al centro de la calle vacía para observar mejor, fue cuando los vi, Héctor y Fabio corrían cuesta abajo, eran perseguidos por tres hombres, al parecer con intenciones hostiles. Las luces de mi vehículo parpadearon indicando que había sido abierta con el control de la llave, Fabio subió al asiento del conductor y la encendió, Héctor se trepó al asiento de copiloto, ambos me gritaron ¡sube! Al abrir la puerta trasera, mi ex arrancó y tuve que saltar dentro del vehículo en movimiento como en película de acción, los tipos continuaron persiguiéndonos unos cientos de metros, hasta que desistieron. Fabio y Héctor chocaban manos y reían satisfechos.
—¿Qué verga? ¿qué pasó? —pregunté.
—Fuimos al OXXO (tienda de conveniencia) Fabio besó a uno de ellos en la boca.
—Y le agarré el paquete —completó mi ex.
—Pero traía banda, este sonso corrió, yo también y nos persiguieron, nos querían madrear.
—Juro que ese chico me dio pistas —dijo Fabio.
—No es cierto, solo te dijo que te quitaras para poder pedir algo por la ventanilla, estabas estorbando.
—Bueno, tal vez fue así, pero sí estaba guapo ¿estas de acuerdo? —Fabio comentó a Héctor.
—Jajaja, simón, sí estaba culeable —respondió Héctor.
—¿Cómo que “sí estaba culeable”? —pregunté.
—Ah sí, soy gay, carnal, te lo iba a decir, hoy salí del clóset —comentó Héctor. Su respuesta no me tomó del todo por sorpresa.
—¿Y ahora qué? ¿a dónde los dejo? Yo voy a mi casa —les dije.
—Oílo —dijo Fabio a Héctor con complicidad— que nos lo llevemos a coger, dice —ambos rieron.
—La noche es joven —comentó Héctor.
—Era joven hace dos horas y media, ahorita ya van a ser las cuatro de la mañana —respondí.
—Te tomas todo muy en serio, relájate —dijo mi amigo tocando mi cara suavemente.
—Vámonos a Teques (Tequesquitengo) —gritó Fabio. Ambos comenzaron a gritar al unísono “Teques”, “Teques”, “Teques”.
"Teques" de noche |
Secuestrado en mi propia camioneta, fui llevado por estos dos hombres a un hotel de lujo. Fabio pagó por la mejor habitación disponible, una suite con cama King Size y un hermoso balcón con vista al lago, llegamos pasadas las cuatro de la mañana.
Héctor me platicó en lo que Fabio fue al baño, que sí estuvieron en el techo platicando, que le contó a él que era gay, ambos se excitaron, terminaron fajando en la cama lounge, bajo la pérgola de Galo, después fueron al OXXO y se encontraron conmigo.
—Ambos coincidimos en que tú nos gustas un chingo, me gustaste desde que te vi por primera vez, pero tenías novia y Fabio te vio hoy y no se aguantó, al chile quien se aguantaría, carnal, estas muy sabroso —Héctor me miró con deseo y nos besamos apasionadamente, yo sentía lo mismo por él, hacía mucho tiempo que esperaba este maravilloso momento.
—¡Eh, no mamen! ya empezaron la diversión sin mí —dijo Fabio al vernos y se sentó entre nosotros— ¿qué les parece si jugamos al esclavo?
—¿Cómo es eso? —preguntó Héctor.
–Solíamos tirar una moneda para elegir, el perdedor era el esclavo —expliqué— consiste en dejar que el amo haga con tu cuerpo lo que desee, pero Fabio usaba una moneda con truco, por eso siempre ganaba el volado, yo me enteré después.
—Culpable —mi ex rió burlonamente–. Podemos hacer un disparejo, el que pierda que sea el esclavo.
—¿Por qué no, que el que gané sea el amo? con dos esclavos —sugirió Héctor. Mi ex y yo nos miramos sorprendidos por la idea que salía de la mente de este muchacho de veintiséis años, Fabio tenía treinta y cinco, era tres años mayor que yo.
—Si Aarón no se opone, tú mi buen Héctor, puedes ser nuestro amo —dijo Fabio abrazándolo por los hombros— eres el nuevo, así que por hoy, seremos tus esclavos.
—Estoy totalmente de acuerdo, de hecho, no puedo esperar —dije frotando las piernas de Héctor— ¿sabes? puedes pegarnos en los huevos o hacer lo que te plazca con nosotros, excepto penetrarnos.
Fabio |
Sujetó nuestras cabezas y frotó nuestros rostros alternadamente contra su desnuda entrepierna, Fabio y yo acariciábamos sus muslos y abdominales, ambos nos miramos sorprendidos al ver el tamaño de los testículos de Héctor, eran gigantescos, queríamos tocarlos, aplastarlos y castigarlos, pero en esta ocasión, eso no nos correspondía. Estábamos a sus pies, adorando su ardiente cuerpo de hombre, con su hermosa piel de fuego, la perfecta verga de mi compa se levantó, Fabio comenzó a chupársela, yo mientras tanto me aboqué a sus enormes bolas, las lamía y succionaba, el placer en Héctor era tal que sus piernas flaquearon y tuvo que recargarse en una pared, lo hicimos eyacular, Fabio saboreó el viril néctar de mi amigo.
Héctor nos recostó en la cama, uno por uno nos retiró los boxers develando nuestra hombría, continuó frotándonos la verga, nos agarró de las bolas y comenzó a apretar ligeramente.
—¿Alguno de ustedes quiere cogerme? —preguntó, los dos asentimos y respondimos “yo” a diferente tiempo— quien tolere un mayor castigo será quien lo haga.
Nos ordenó colocarnos a gatas con el culo mirando hacia él, dijo que disfrutaba ver nuestras bolas colgar indefensas y que nos patearía por detrás, debíamos resistir la tortura, el primero cuyo rostro tocara el piso, perdería. Alternadamente comenzó a patearnos. Fabio gritaba y gemía de dolor, yo también, pero no estaba dispuesto a dejarme vencer. El poderoso pie del experimentado artista marcial era muy certero, la potencia cada vez era mayor. Antes de patear, se ponía en guardia y se alistaba para golpearnos como si estuviera entrenando en el tatami, después de siete patadas, Fabio cayó, sujetó sus bolas, su rostro tocó el piso. Yo aún tenía que tolerar una patada más para considerarme vencedor, Héctor no se contuvo, yo grité virilmente y resistí. Mi compa me ayudó a ponerme de pie, me dijo que abriera las piernas y colocara mis brazos detrás, él apoyó una rodilla en el piso
—Felicidades, pasaste a la siguiente fase —dijo Héctor— si no toleras lo que viene a continuación, no podrás penetrarme.
Aarón |
Como él no tenía mucha experiencia, tomé la iniciativa, pedí a Fabio recostarse en la cama, dije a Héctor que se la mamara a mi ex, manteniéndose a gatas al filo del colchón, yo me arrodillé y comencé a estimular su ano. Mientras él extraía la leche de mi ex novio, poco a poco, con ayuda de lubricantes, yo fui dilatándolo con mi lengua y con mis dedos, le pedí que no se apresurara, que se lo hiciera a Fabio con calma. Cuando sentí que estaba listo, me coloqué un condón y lo penetré.
Héctor se cimbró completo cuando esto ocurrió y gimió de placer, yo lo sujeté de las caderas en una posición firme y comencé a mover mi pelvis hacia delante y hacia atrás suavemente, para que se acostumbrara, mi amigo continuó excitando a Fabio, ambos gemían de placer. Mi ex eyaculó en la boca de Héctor e inmediatamente se deslizó hacia abajo con las piernas abiertas hasta que sus muslos tocaron las rodillas del más joven, esto hizo que sus rostros quedaran frente a frente, comenzaron a besarse. Yo continué con lo mío, incrementando de apoco la intensidad, hasta que llegó el momento en el que empecé a sacudir aceleradamente mi pelvis y a gemir en un volumen mucho más elevado y me vine dentro de mi amigo, retiré el condón, lo amarré y lo dejé en el piso. Los tres quedamos recostados en la cama, respirando agitadamente y descansando, Héctor estaba en medio de nosotros dos, continuamos besándolo y dándole afecto, así permanecimos durante varios minutos, de pronto, él dijo.
—Quiero más.
Héctor |
Yo ya me había ganado el derecho de penetrarlo, así que ya teníamos definidos nuestros roles. Héctor se colocó de pie con las piernas entreabiertas, Fabio se arrodilló, nuevamente comenzó a chupar su verga y sus enormes bolas, yo me coloqué otro condón, agregué lubricante y lo penetré. Con mis fuertes brazos y grandes manos recorrí todo su torso, masajeé su abdomen, lo presioné contra mí, lo tomé del mentón para besarnos, besé su cuello, le apliqué una llave tipo mata león sin presionar demasiado. Era como si lo mantuviera no solo ensartado, sino prisionero. Me dejé caer de espaldas sobre la cama, jalando a Héctor conmigo, el súbito cambio de posición lo hizo estremecer y gritar con fuerza.
—Ahora tú tienes el control —le dije
Él se apoyó con su manos en el colchón y comenzó a moverse de arriba hacia abajo, sentado sobre mí, él marcaba el ritmo, yo solo permanecía recostado. Fabio continuaba excitando su verga con la boca y jalándose la suya. Los viriles gemidos de Héctor comenzaron a ser más fuertes y continuos hasta que eyaculó, esta vez, su semen cayó sobre su torso, Fabio lo limpió con la lengua. Héctor se retiró de mi verga, yo todavía no eyaculaba por segunda vez, mi ex novio me quitó el condón y continuó excitándome deliciosamente con la boca, esta noche, Holgado no solo probó el semen de Héctor, también el mío. Volvimos a quedar los tres recostados en la cama, el más joven al centro, abrazados de él, nos quedamos dormidos.
Héctor fue el primero en levantarse, al hacerlo nos despertó, era el medio día, decidimos bañarnos juntos, los tres, apenas y cupimos en la ducha, éramos tipos grandes, fue algo divertido. Bajamos a desayunar e hicimos algunas actividades en el lago. Anduvimos en motos acuáticas, Fabio esquió, Héctor y yo lo intentamos y fracasamos, al atardecer, pasamos el rato en un jacuzzi que había en el balcón de nuestra habitación (yo ni lo había visto) acompañados de champagne y fresas con chocolate. Por la noche, volvimos a pasarla rico y al día siguiente, partimos de vuelta a la ciudad.
Fabio. |
Si algo aprendí este fin de semana es, que de vez en cuando tomarse las cosas a la ligera no está mal, ahora lo comprendo. No todo en la vida son responsabilidades o compromisos a largo plazo, en ocasiones se nos presentan oportunidades para disfrutar, sin necesidad de elegir entre una u otra opción, donde simplemente hay que dejarse llevar. Héctor pudo experimentar cosas nuevas antes de partir a Querétaro, Fabio pudo “sacarse la espinita” que tenía respecto a mí, sé que entre nosotros no puede haber nada serio, y yo, me siento satisfecho, no he parado de sonreír como pendejo desde hace cinco días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario