Rodrigo ya tenia dĆas en el escuadrón militar, una maƱana estaba entrenando con sus compaƱeros de servicio especial, y ya estaba deseando abandonar el lugar, odiaba haber sido seleccionado de manera "especial" para estar un tiempo ahĆ. Detestaba que le gritaran y lo trataran como una basura, en especial Emilio, un superior a Ć©l.
Gerardo el capitĆ”n estaba entrenando al lote de servicio especial que habĆa entrado allĆ, el pasado Lunes, los ponĆa a correr entre 250 a 500 vueltas en el campo a horas de mediodĆa.
"corre pedazo de mierda" gritaba Emilio a Rodrigo
Rodrigo estaba cansado, sudoroso y estresado deseaba tirarse al suelo y reposar.
"serĆa mejor que descansemos" propuso Rodrigo mirando a Gerardo y a Emilio
Emilio se burló de Rodrigo, de una manera arrogante y grotesca. Se burlaba del muchacho y de su holgazanerĆa. Si pudiera lo expulsarĆa del campo de una solida patada por el trasero.
āĀæquieres descansar, servicio especial?ā Dijo Emilio
āsi⦠por favorā contesto exhausto Rodrigo
ālimpia mis zapatos con tu franelaā
Rodrigo aceptó, se quito la franela rebelando sus músculos realizados por el trabajo de campo de la finca de su padre y se hinco frente a Emilio, y le lustró los brillantes zapatos con la manga de su franela
āĀæsabes una cosa, servicio especial?ā le dijo Emilio "eres un pedazo de mierda que no sirve para nada, lĆ”rgate marica, hijo de puta. Vete a la gran mierdaā
El insulto estaba demĆ”s, y el estresado Rodrigo no toleraba muchas cosas ese dĆa, se molesto infinitamente, miró su codo, y lo colocó sutilmente desde el suelo apuntando a la entrepierna de Emilio, habĆa aprendido muchas cosas el fin de semana anterior con su primo Pablo, cosas que le gustaron. Y rĆ”pidamente le dio un codazo a las 2 bolas de Emilio, lo que aprendió rĆ”pidamente con su primo Pablo fue derrotar fĆ”cilmente pegando en los genitales masculinos, Emilio cambió su cara de estricto a cara de sorpresa, gritó una groserĆa mientras caĆa al suelo agarrĆ”ndose sus reciĆ©n palpitantes bolas.
Gerardo, el CapitÔn al notar la falta ordenó a Rodrigo para que lo sacaran lejos del campo.
"¿CuÔl es su problema?" pregunto Gerardo pegando con el indice el fuerte pecho de Rodrigo
"¿Por qué Emilio debe de tratarme as� Donde estÔn lo derechos humanos. El respeto. Respeta para que te respeten, él siempre me insulta" dijo Rodrigo
El capitĆ”n observaba la rebeldĆa de Rodrigo
"aquà entrenamos hombres valientes, no niñas".
"no sea usted tan imbĆ©cil con ese comentario ādijo en tono ofensivo Rodrigo.
Gerardo aumento su mal humor y su temple estricto y con mas fuerza hundió su dedo sobre el pecho del muchacho diciendo:
"Me vas a escuchar a mi y obedecerĆ”s. No el que quiera me dice cómo debo expresarme. He ganado mi lugar aquĆ, usted gĆ”nese su puesto de soldado caso especial. Lo que hiciste allĆ” amerita un fuerte castigo y expulsión inmediata"
Rodrigo asintió. El capitÔn sacudió la cabeza y ordenó por ultimo:
"y la dejarĆ© pasar por esta vez, una mĆ”s yā¦ā pero sin concluir las palabras estrelló su mano en la entrepierna de Rodrigo y le apretó las 2 bolas mientras el rebelde muchacho aguantaba la respiración āuna mĆ”s y te expulso de aquĆ, marica, ahora Ā”lĆ”rgate!ā y lo soltó. El muchacho trato de respirar agarrĆ”ndose la entrepierna, cerrando los ojos con dolor se alejo del capitĆ”n caminando lentamente hasta el campo.
Se recostó contra una pared y cerró los ojos deseando que aliviara su dolor de testĆculos, pero alguien lo empujó fuertemente haciendo que cayera a la grama.
"¿Qué demonios te pasa?" pregunto irritado mirando con odio a Emilio, que iba acompañado por otro militar.
"ĀæSabes lo que pasa?" pregunto Emilio.
Rodrigo estaba adolorido, y no contesto nada, no querĆa discutir, sólo deseaba que desapareciera el dolor quemante de bolas, pero perdió la batalla porque el amigo de Emilio, Ricardo lo levantó de un golpe del piso y lo sostuvo por el brazo poniĆ©ndolo de escudo contra Emilio. Rodrigo gritó para pedir ayuda, pero el gesto de gritar fue silenciado por un sonoro golpe del puƱo de Emilio que pegó directamente en los testĆculos, Rodrigo sintió un dolor infernal en sus bolas. Gritó de dolor mientras trataba de librarse de los brazos fuertes que lo agarraban, pero Ricardo era uno de los militares mas fuertes del escuadrón.
Emilio golpeó otra vez con el puño en la misma zona, y luego golpeó con la rodilla izquierda, luego otro rodillazo con la derecha, la que usaba con mas frecuencia, este golpe hizo levantar los pies del suelo a Rodrigo, haciendo que sus bolas pegaran directamente con la pelvis. Rodrigo hacia todo lo posible por soltarse de Ricado, con desesperación, todo en vano.
Finalmente ordeno a Ricardo que lo soltara. Y asà lo hizo, Rodrigo cayó rÔpidamente de culo contra el suelo y comenzó a insultar a Emilio, que se alejaba acompañado de su amigo del lugar
āaquĆ mando yoā oyó que decĆa Emilio.
Rodrigo seguĆa tirando en el suelo, boca arriba sobando sus bolas que le ardĆan como el infierno. A lo lejos se escuchaban las risas eufóricas de sus compaƱeros.
Aun al caer el anochecer las bolas le seguĆan doliendo.
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