Los militares suelen ser crueles (1/3) - Las Bolas de Pablo

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11 may 2011

Los militares suelen ser crueles (1/3)

   Rodrigo ya tenia dĆ­as en el escuadrĆ³n militar, una maƱana estaba entrenando con sus compaƱeros de servicio especial, y ya estaba deseando abandonar el lugar, odiaba haber sido seleccionado de manera "especial" para estar un tiempo ahĆ­. Detestaba que le gritaran y lo trataran como una basura, en especial Emilio, un superior a Ć©l.

   Gerardo el capitĆ”n estaba entrenando al lote de servicio especial que habĆ­a entrado allĆ­, el pasado Lunes, los ponĆ­a a correr entre 250 a 500 vueltas en el campo a horas de mediodĆ­a.

   "corre pedazo de mierda" gritaba Emilio a Rodrigo

   Rodrigo estaba cansado, sudoroso y estresado deseaba tirarse al suelo y reposar.

   "serĆ­a mejor que descansemos" propuso Rodrigo mirando a Gerardo y a Emilio

   Emilio se burlĆ³ de Rodrigo, de una manera arrogante y grotesca. Se burlaba del muchacho y de su holgazanerĆ­a. Si pudiera lo expulsarĆ­a del campo de una solida patada por el trasero.

   “¿quieres descansar, servicio especial?” Dijo Emilio

   “si… por favor” contesto exhausto Rodrigo

   “limpia mis zapatos con tu franela”

  Rodrigo aceptĆ³, se quito la franela rebelando sus mĆŗsculos realizados por el trabajo de campo de la finca de su padre y se hinco frente a Emilio, y le lustrĆ³ los brillantes zapatos con la manga de su franela

   “¿sabes una cosa, servicio especial?”  le dijo Emilio "eres un pedazo de mierda que no sirve para nada, lĆ”rgate marica, hijo de puta. Vete a la gran mierda”

   El insulto estaba demĆ”s, y el estresado Rodrigo no toleraba muchas cosas ese dĆ­a,  se molesto infinitamente, mirĆ³ su codo, y lo colocĆ³ sutilmente desde el suelo apuntando a la entrepierna de Emilio, habĆ­a aprendido muchas cosas el fin de semana anterior con su primo Pablo, cosas que le gustaron. Y rĆ”pidamente le dio un codazo a las 2 bolas de Emilio, lo que aprendiĆ³ rĆ”pidamente con su primo Pablo fue derrotar fĆ”cilmente pegando en los genitales masculinos, Emilio cambiĆ³ su cara de estricto a cara de sorpresa, gritĆ³ una groserĆ­a mientras caĆ­a al suelo agarrĆ”ndose sus reciĆ©n palpitantes bolas.

   Gerardo, el CapitĆ”n al notar la falta ordenĆ³ a Rodrigo para que lo sacaran lejos del campo.

   "¿CuĆ”l es su problema?" pregunto Gerardo pegando con el indice el fuerte pecho de Rodrigo

   "¿Por quĆ© Emilio debe de tratarme asĆ­? Donde estĆ”n lo derechos humanos. El respeto. Respeta para que te respeten, Ć©l siempre me insulta" dijo Rodrigo

   El capitĆ”n observaba la rebeldĆ­a de Rodrigo

   "aquĆ­ entrenamos hombres valientes, no niƱas".

   "no sea usted tan imbĆ©cil con ese comentario “dijo en tono ofensivo Rodrigo.

   Gerardo aumento su mal humor y su temple estricto y con mas fuerza hundiĆ³ su dedo sobre el pecho del muchacho diciendo:

   "Me vas a escuchar a mi y obedecerĆ”s. No el que quiera me dice cĆ³mo debo expresarme. He ganado mi lugar aquĆ­, usted gĆ”nese su puesto de soldado caso especial. Lo que hiciste allĆ” amerita un fuerte castigo y expulsiĆ³n inmediata"

   Rodrigo asintiĆ³. El capitĆ”n sacudiĆ³ la cabeza y ordenĆ³ por ultimo:

   "y la dejarĆ© pasar por esta vez, una mĆ”s y…” pero sin concluir las palabras estrellĆ³ su mano en la entrepierna de Rodrigo y le apretĆ³ las 2 bolas mientras el rebelde muchacho aguantaba la respiraciĆ³n “una mĆ”s y te expulso de aquĆ­, marica, ahora ¡lĆ”rgate!” y lo soltĆ³. El muchacho trato de respirar agarrĆ”ndose la entrepierna, cerrando los ojos con dolor se alejo del capitĆ”n caminando lentamente hasta el campo.

   Se recostĆ³ contra una pared y cerrĆ³ los ojos deseando que aliviara su dolor de testĆ­culos, pero alguien lo empujĆ³ fuertemente haciendo que cayera a la grama.

   "¿QuĆ© demonios te pasa?" pregunto irritado mirando con odio a Emilio, que iba acompaƱado por otro militar.

   "¿Sabes lo que pasa?" pregunto Emilio.

   Rodrigo estaba adolorido, y no contesto nada, no querĆ­a discutir, sĆ³lo deseaba que desapareciera el dolor quemante de bolas, pero perdiĆ³ la batalla porque el amigo de Emilio, Ricardo lo levantĆ³ de un golpe del piso y lo sostuvo por el brazo poniĆ©ndolo de escudo contra Emilio. Rodrigo gritĆ³ para pedir ayuda, pero el gesto de gritar fue silenciado por un sonoro golpe del puƱo de Emilio que pegĆ³ directamente en los testĆ­culos, Rodrigo sintiĆ³ un dolor infernal en sus bolas. GritĆ³ de dolor mientras trataba de librarse de los brazos fuertes que lo agarraban, pero Ricardo era uno de los militares mas fuertes del escuadrĆ³n.

   Emilio golpeĆ³ otra vez con el puƱo en la misma zona, y luego golpeĆ³ con la rodilla izquierda, luego otro rodillazo con la derecha, la que usaba con mas frecuencia, este golpe hizo levantar los pies del suelo a Rodrigo, haciendo que sus bolas pegaran directamente con la pelvis. Rodrigo hacia todo lo posible por soltarse de Ricado, con desesperaciĆ³n, todo en vano.

Jhon Cema   DespuĆ©s de otro devastador golpe a su virilidad, Rodrigo llorĆ³ del dolor, y pidiĆ³ disculpas a Emilio. Pero este no las acepto y dio tres puƱetazos mĆ”s y un rodillazo devastador a las bolas de Rodrigo.

   Finalmente ordeno a Ricardo que lo soltara. Y asĆ­ lo hizo, Rodrigo cayĆ³ rĆ”pidamente de culo contra el suelo y comenzĆ³ a insultar a Emilio, que se alejaba acompaƱado de su amigo del lugar

   “aquĆ­ mando yo” oyĆ³ que decĆ­a Emilio.

   Rodrigo seguĆ­a tirando en el suelo, boca arriba sobando sus bolas que le ardĆ­an como el infierno. A lo lejos se escuchaban las risas eufĆ³ricas de sus compaƱeros.

   Aun al caer el anochecer las bolas le seguĆ­an doliendo.

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