La dulce vengaza de Rodrigo - Las Bolas de Pablo

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7 ago 2011

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La dulce vengaza de Rodrigo

Esta historia tiene relacion con la trilogia "Los militares suelen ser crueles"


El primo Rodrigo, fue hasta la ciudad ese sƔbado para solicitar una ayuda a Pablo, vengarse de Emilio y Ricardo por su maltrato en el servicio militar. Los dos primos habƭan seguido a los dos amigos ese fin de semana. Ya era de noche y los persiguieron hasta una calle oscura, donde salieron a su encuentro.

ā€œmira, el deshuevadoā€ sonrió Emilio cuando Rodrigo se paro frente a Ć©l ā€œĀæCómo estas niƱa? Te fuiste de la milicia... Āæse te explotaron los huevos?ā€

Aprovechando su oportunidad, y terminando de hablar Emilio estrello la punta del zapato en la entrepierna de Rodrigo. El zapato pego contra los 2 estĆ­culos del joven, que chocaron contra su pelvis. Emilio sabia que esos 2 hombres querĆ­an pelea y era mejor debilitarlos.

Rodrigo tosió, mientras sus ojos se abrian.

"estupido..." insultó Pablo "deja de abrir tanto las piernas..."

Rodrigo gimió y se agarró las bolas.

Ricardo sonrió y se lanzó contra Pablo. DÔndole un puñetazo en el estomago haciendolo respirar desesperadamente tratando de llenar sus pulmones de aire.

"Ooooh" solto Pablo negando con la cabeza "hijo de la gran puta"
"CƔllate" ordeno Ricardo, colocando su brazo alrededor del cuello de Pablo y dejando sus bolas libres, de toda proteccion, Pablo los sintio sobre sus piernas mientras lo azotaban. Los hombres que llegaron buscando pelea, eran los que estaban siendo derrotados.

Emilio apretó el puño y lanzó un fuerte puñetazo en la entrepierna de Rodrigo, sus testículos habian vuelto a ser atontados con los nudillos.

"Arg" chillo Pablo luchando contra Ricardo, pero dirigiendose a Rodrigo "SĆ© mas cuidadoso con tus bolas Rodrigo, te van a joder..."

"maldito Emilioā€¦ā€ hablaba Rodrigo, pero fue interrumpido por una patada en sus bolas. El zapato de Emilio se estrelló nuevamente contra los huevos de Rodrigo, y los testiculos sonaron como 2 cascaras de huevos. El muchacho tosió. Sus ojos se agrandaron y levantó las cejas, abriendo la boca sintiendo como si estuviera a punto de desmayarse, sus manos protegian sus testĆ­culos adoloridos.
"golpealo sin compasión, no pienses en sus bolas" grito Pablo pegandole en la mandibula a Ricardo que rodo por el suelo.

Emilio miró a Ricardo.

"Vamos" dijo Emilio. "Estoy a punto de ganar, y tu estas siendo jodido, ya me encargare de ti rubiecito..."

Se acerco a Pablo, que estaba esperandolo con los puños apretados para darle la estocada final. Se inclinó, abriendo las piernas, y espero al hombre que se acercara aun mas.

Pablo grito a Rodrigo. "Te voy a enseñar cómo se hace" y, con un solo movimiento, pateó las pelotas de Emilio con su zapato de cuero.

Emilio gritó de dolor y se desplomó sobre Rodrigo.

"ĀæVes?" sonrió Pablo dandole otra patada en las bolas a Emilio "es cuestión de tiempo y practica primoā€

"Ricardo" susurro Emilio, tratando de cubrir sus bolas.

"Hijo de puta" murmuró Ricardo y se lanzó contra Pablo. Lo arrojó al suelo y los dos hombres rodaban por el suelo, mientras que Emilio y Rodrigo estaban gimiendo de dolor.

Ricardo le estaba dando a Pablo puƱetazos en los riƱones, haciƩndolo gritar de dolor, Pablo lo agarro del pelo.

"”AHHH!" Gritó Ricardo llenandose de fuerza y estrellando su rodilla contra la ingle de Pablo.

Pablo tosió y soltó el pelo de Ricardo.

Pablo se apodero de los pantalones de Ricardo y trató de apretar las bolas del militar, pero no pudo hacerlo. En cambio, Ricardo apretó el puño y golpeó en la entrepierna de Pablo.

Pablo gimió y gruñó. Decidio subir la mano al bulto en los pantalones de Ricardo, apretandole las bolas y provocandole alaridos de dolor.

Mientras tanto, Rodrigo y Emilio estaban empezando a recuperarse.

Rodrigo empujo con el pie a Emilio lejos de él. Emilio se quejaba, haciendo muecas de dolor, Rodrigo agarró las pelotas de Emilio y las apretó con fuerza. Emilio torturado grito.

Ricardo estaba empezando a agarrar la mano de Pablo. El rubio Chacon, trató de cerrar las piernas, pero Ricardo era mÔs fuerte, y llevo su rodilla contra las bolas de Pablo otra vez.

Pablo gritó. Y apretó el puño para luego golpear el estomago de Ricardo, el hombre tosió. Otro gancho le golpeó las costillas, y tanto Pablo como Ricardo gritaron de dolor.

Al mismo tiempo, Rodrigo estaba apretando los huevos de Emilio con toda la fuerza que pudo reunir. Las gónadas de Emilio quedaron atrapadas dentro de las manos de Rodrigo, que estaba jadeando y gimiendo. Emilio trató de liberarse, pero eso sólo provocó que Rodrigo tirara de sus huevos, lo que le dejó escapar un grito agonico.

Mientras tanto, Pablo había logrado que Ricardo perdiera el equilibrio, cayendo al suelo, Pablo se subio encima de él y le abrió los pantalones. Sacando su pene flÔcido y sus dos bolas. Ricardo luchó en vano, pero no estaba en condiciones de liberarse, ni de fuerzas.

Sonriendo, Pablo miro las bolas de Ricardo en su mano izquierda. Apretó su puƱo derecho y dio un golpazo sobre los testĆ­culos de Ricardo. Sus nudillos conectaron  con los huevos ovoides del hombre que gritaba pidiendo auxlio. Pablo se burló y golpeó las bolas nuevamente. El sonido de los golpes se escuchaba en la calle solitaria. Los gritos estridentes de Ricardo eran cada vez mĆ”s y mĆ”s fuerte.

Al mismo tiempo, Rodrigo estaba apretando las bolas de Emilio con fƩrreo control, Rodrigo deseaba infligir tanto dolor como el que le causaron a Ʃl. Los ojos de Emilio se llenaron de lƔgrimas y gemƭa con voz ronca.

Pablo soltó las bolas de Ricardo y se levantó.

Rodrigo estaba jadeando. Se inclinó, masajeando sus bolas y trato de recuperar el aliento. Soltó a Emilio
Emilio se acurruco en posición fetal, gimiendo de dolor.

Pablo golpeó una vez mÔs las bolas de Ricardo que tosio por el golpe.

"ĀæNo quieres darme las gracias?" pregunto mirando a su primo.

Rodrigo suspiró.

"ĀæY bien?" espero la respuesta Pablo.

"Gracias" murmuró Rodrigo.

Pablo sonrió "para eso somos primos, para ayudarnos"

Emilio estaba acostado boca arriba, respirando con dificultad, sobando sus testĆ­culos. Su amigo Ricardo yacĆ­a a poca distancia, de espaldas, con las manos tocando sus bolas.

"Nos vemosā€ dijo Rodrigo ā€œy se merecen masā€.

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