CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Ernesto estaba sentado en el mueble de su sala de estar, se arrepentĆa de su manera de ser, pensaba que se estaba volviendo loco en pagar por placer, llamĆ³ a la lĆnea solicitando al chico que le gustaba el ballbusting, pero le dijeron que no estaba disponible, y en cambio le podĆan ofrecer otro que tambiĆ©n cumplirĆa con sus fetiches. Le hubiera encantado volver a ver a Gabriel.
El timbre de la puerta sonĆ³ y Ernesto sintiĆ³ que su corazĆ³n palpitĆ³ de emociĆ³n ¿quien serĆa ese hombre? ¿Le gustarĆa mĆ”s que Gabriel? Se paro con energĆa del mueble, y caminĆ³ al jardĆn, junto a la reja de entrada estaba un hombre robusto, joven, con una barba en forma de candado de tez blanca
-¿el seƱor Ernesto CanelĆ³n?
-SĆ.
-Soy Henrique, vengo de la agencia...
-Bienvenido- dijo Ernesto haciĆ©ndole pasar -me dijeron que podĆa ver el catalogo por internet, pero prefiero la sorpresa.
Henrique sonriĆ³ cĆ³mplice. Entraron a la casa.
-La otra vez vino Gabriel... me dijeron que ya estaba ocupado.
-¡ah Gabriel!
-Si... bueno... ¿empezamos?
-Si claro...- y Henrique sonriĆ³ expectante
-Ah ¡claro!- EntendiĆ³ Ernesto, y de su pantalĆ³n sacĆ³ una suma de dinero con la que pagĆ³ a Henrique, el prostituto lo tocĆ³ con las manos y guardĆ³ sin contar.
-Bueno- hablĆ³ Ernesto -¿te quitas la ropa?
-Por supuesto" afirmĆ³ Henrique
Y se saco la franela, tenia un cuerpo musculoso mucho mejor que Ć©l y que Gabriel. Henrique se quitĆ³ el zapato y tenia puesto un calcetĆn blanco.
-DĆ©jatelo puesto.
-Oh... ok
Y dejĆ”ndose las medias, se sacĆ³ el pantalĆ³n. Tenia un bĆ³xer negro,marcaba poco paquete y sus cojones guardados en su escroto lo hacĆan un hombre frĆ”gil. Ernesto tenĆa la boca hecha agua.
-Abre las piernas- le ordenĆ³ al puto.
Henrique obedeciĆ³ y separĆ³ las fuertes piernas. Ahora su salchicha parecĆa convertirse en un gordo y pequeƱo chorizo en el bĆ³xer. Ernesto preparo el pie para darle una patada con el sucio nike.
-Espera... ¿que harĆ”s?- Quiso saber Henrique
-Te llamƩ para practicar ballbusting.
-Entiendo... pero... si... yo lo practico... bueno sĆ. Pero no soy de los que se dejan golpear. Yo pego, creo... creo que la empresa se equivoco o no te explicaron bien.
-Yo solicite a alguien para ballbusting- alegĆ³ autoritario Ernesto
-Ya le explique que yo soy de los que pegan, no de los que se dejan golpear.
-Chingada- murmurĆ³ Ernesto
-Mejor me voy- dijo Henrique agarrando su ropa
-¿Y mi dinero que?
-Creo que le devolverĆ© la mitad del dinero. DiscĆŗlpeme.
HenrĆque buscĆ³ el dinero y comenzĆ³ a contar billete a billete, Ernesto lo miraba, aquel puto tenia brazos fuertes y respiraba virilidad, Ernesto se sintiĆ³ nervioso, y luego de un profundo suspiro hablo
-Guarda tu sucio dinero... es tuyo. Practica ballbusting conmigo, pƩgame tu mejor golpe, sabre resistirlo.
Henrique sonriĆ³.
-Estoy preparado. AsĆ o ¿se quita la ropa?
-Me quitare la franela
Ernesto procediĆ³ a desatar los botones de su franela, el pantalĆ³n luego de pensarlo, cayĆ³ al piso, su cuerpo flaco quedo a contraste con el corpulento hombre de alquiler, el flaco pene de Ernesto habĆa dejado desprotegidas a las bolas al ajustarlas en el bĆ³xer morado que vestĆa.
-Listo... pero... mejor pƩgame despacito...
Henrique sonriĆ³ ante el rostro temeroso de aquel hombre.
El fuerte hombre puso ambas manos en al hombro de Ernesto, este cerro los ojos y apretĆ³ los labios, entonces el prostituto levanto la rodilla hacia los genitales del hombre calvo, aplastando sus recogidos testĆculos.
-¡aaaahhh!- ExclamĆ³ Ernesto retrocediendo al sentir sus golpeados huevos palpitar por tras el impacto.
-vas a desear haber nacido sin pelotas- decĆa Henrique practicando el ballbusting verbal porque sabia que tambiĆ©n era excitante -te golpeare tan fuerte, que las bolas te subirĆ”n a la garganta y la leche la sacaras por la boca.
Ernesto sonriĆ³ a pesar del dolor y su pene se moviĆ³ en respuesta a las palabras del puto.
Henrique se acercĆ³ a Ć©l, frotĆ³ contra el brazo del calvo su entrepierna, haciĆ©ndole sentir su pene duro y erecto.
"Dios... se siente bien" pensĆ³ Ernesto
Henrique le dio una palmada en la espalda y le susurrĆ³ unas palabras sucias al oĆdo. Lo ayudĆ³ a enderezar y cuando Ernesto desprotegiĆ³ sus gĆ³nadas, Henrique las maltratĆ³ con una dura palmada a mano abierta.
PAFF
PAFF
El cuerpo de Ernesto se sobresaltĆ³ y cayĆ³ al suelo agarrĆ”ndose sus testĆculos convalecientes.
-Ay ay ay... PUTO.
Henrique esbozo una sonrisa seductora y se paso la mano por el pecho y luego agarrĆ³ su polla gruesa.
-¿quieres esto perra? JAJAJA- preguntĆ³
-... s ... si... sĆĆĆ- afirmĆ³ tembloroso Ernesto
-Perfecto... ven por ella sucia.
Ernesto acariciĆ³ sus bolas, uso las rodillas y luego se puso de pie. Fue cojeando viendo el pequeƱo paquete de Henrique. Pero este arqueĆ³ su pie hacia atrĆ”s y lo estrellĆ³ en la entrepierna de Ernesto.
La fulminante patada levantĆ³ al hombre en el aire al mismo tiempo que lanzaba un grito sorprendido y caĆa al piso.
-Te dije que harĆ© que la leche te salga por la boca... si sigo asĆ creo que subirĆ” a tu cerebro... tus bolas quedaran como purĆ©... purĆ© de huevos.
Y asĆ fue como Henrique se arrodillo al cuerpo de Ernesto en estado de shock, le apartĆ³ las manos de los cojones y le frotĆ³ la entrepierna. Y con delicadeza deslizo el bĆ³xer por el muslo, sacando un pene blanco, flaco, largo y duro, y allĆ estaban sus ovaladas bolas magulladas. El hombre de alquiler le apretĆ³ los cojones con la palma de la mano, y denotĆ³ como la verga de Ernesto se ponĆa mĆ”s venosa y dura. Mientras los ojos de su cliente se desenfocaban, dejando sus pupilas blancas, parecĆa un zombi y su pene empezaba a palpitar sin control.
Entonces, la presiĆ³n sobre sus testĆculos se hacia violenta y a la vez fogosa, sin mĆ”s preĆ”mbulo su gĆ¼evo explotĆ³ en un potente caƱonazo de semen blanco. Rompiendo la predicciĆ³n de Henrique de salir por la boca.
Semen fluido que se deslizaba por el falo.
-Oh, tenia meses sin ver un semen tan aguado ¡jajaja!- Se burlĆ³ Henrique, haciendo sentir a Ernesto avergonzado, debilucho y poco hombre -si... con ese semen, no creo que puedas tener hijos... aunque creo que las bolas, te quedaron licuadas jajaja... o ¡no eres un hombre digno con esa leche tan pobre! ¿Eh?
Ernesto gimiĆ³
-Vaya, eso lo explica todo, nenita.
Entonces Henrique se quitĆ³ el calzĆ³n, desnudĆ”ndose. Para ser puto, tenia el pene pequeƱo, aunque cabezĆ³n y grueso, sus bolas no colgaban y eran pequeƱas y quizĆ”s por eso, no se dejaba golpear en ballbusting. Para ser sincero tampoco merecĆa ser un hombre digno. Entonces se inclinĆ³ sobre el debilitado Ernesto y sin mayor esfuerzo lo puso boca abajo, se acomodĆ³ sobre Ć©l y Henrique comenzĆ³ a follarlo.
9 mar 2014
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Escrito por: escritor9
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