El flash iluminĆ³ el semidesnudo cuerpo del fornido
hombre.
—siento que me veo ridĆculo Ana— dijo Carlos
Ambos estaban en una sala iluminada con grandes reflectores, al centro
habĆa un ring de boxeo y ante la cĆ”mara de la chica posaba Carlos, que no era
modelo ni luchador, simplemente un abogado que vestĆa un bĆ³xer para complacer a
su novia. Ella le habĆa dicho que las fotos formaban parte de la promociĆ³n de
un nuevo gimnasio de lucha, en las fotos no se verĆan su rostro sino su cuerpo,
ademƔs del llamativo culo y fabuloso paquete del que Ʃl era dueƱo.
—Nadie mĆ”s que tĆŗ y yo sabremos que el modelo eres tĆŗ.
—Te equivocas, la gente de afuera saben que soy yo. Eso
pondrĆ” mi carrera en la burla.
—Ay no seas tonto. Ellos no nos molestaran. PedĆ que no
nos interrumpieran. AsĆ que posa... ¿que te parece si te sitĆŗas de perfil?
—Vale.
Y Carlos se acomodĆ³ en la pose. Ella preparĆ³ la cĆ”mara
enfocando sus gruesas piernas, sus grandes nalgas parecĆan inmensas lomas y ni hablar del paquete protuberante que quitarĆa la
distracciĆ³n del retrato y es que Carlos tenĆa una pija riquĆsima y 2 pesadas
bolas productoras de leche de calidad.
"Es mejor cama que tĆŗ" le habĆa dicho una vez
por llamada telefĆ³nica a Danilo y sabĆa que lo habĆa herido como hombre.
PiquĆn, sonĆ³ la cĆ”mara profesional guardando para la
posteridad una foto del fabuloso cuerpo de Carlos
—si tienes mas suerte y sigues posando asĆ. Creo que tĆŗ y
yo haremos cosas pecaminosas ahĆ en el ring.
—la boa irĆ” a la cueva.
—sucio
Carlos sonriĆ³ y fue cuando su boa empezĆ³ a reaccionar, estirĆ”ndose
y rectƔndose, su pene se excitaba de solo pensar en follar con aquel monumento
de mujer, sus tetas, piernas, coƱo, la espalda, cadera, cabellos.
—dile a tu amiguito que se duerma. Jajaja-dijo seƱalando a su pene-. Ahora acuĆ©state en el piso y prepĆ”rate... no, asĆ no, boca abajo, baja la cabeza.
Carlos sonriĆ³, se reajustĆ³ el pene y caminĆ³ para besar a
su novia en los labios, duraron un rato abrazados, Ʃl arrimƔndole el duro pene,
ella sintiƩndose caliente y mojada.
—vamos, terminemos con la sesiĆ³n de fotos y yo te
complazco en lo que quieras. ¿Listo? Abre las piernas y muestra tu abdomen.
Carlos realizo la pose. Ella lo fotografiĆ³.
Siguieron con los clicazos, las poses y las fotos.
Finalmente el hombre le dio un beso y la agarrĆ³ por la cintura y la estrecho
contra Ć©l la abrazaba y besaba, era suya, Ana acariciĆ³ la espalda desnuda de
Carlos robusta. Ćl deslizaba las manos por sus curvas, puso una mano en su
vientre, la subiĆ³ al pecho, le agarrĆ³ una teta, la acariciĆ³. Ana gimiĆ³
excitada.
—te harĆ© el amor arriba del cuadrilĆ”tero.
—uf, que rudo.
—Te amo linda, preciosa.
BesƔndose y abrazados llegaron al borde del ring, Ana se
inclinĆ³ sobre la lona, Carlos contra ella besĆ”ndole el pecho arregostĆ”ndole al
jean su paquete con el gĆ¼evo erecto, ella se sentĆa mojada, le gustaba cuando
estaba dentro de ella. Como la trataba y llevaba al orgasmo.
—te ayudarĆ© a subir.
AgarrĆ”ndola de la cadera la subiĆ³ con cuidado al ring,
pero no escucharon el jaleo que habĆa fuera de aquel estudio. Hasta que.
¡BUMMM!
Un hombre pelirrojo habĆa abierto la puerta de una
patada, tenia la cara congestionada por la ira y los puƱos apretados. Tras Ʃl una empleada de Ana.
—SeƱora, le dije que no podĆa entrar, pero venia furioso,
me empujĆ³ y hasta golpeĆ³ a NicolĆ”s.
—No te preocupes Cecilia, puedes dejarnos solos— ordenĆ³ Ana desde el ring. Carlos bajo del ring lo miraba con cara de pocos amigos. Y esperĆ³ que
la empleada se retirarĆ”—. ¿que demonios te crees Danilo? ¿Por que vienes a mi
trabajo asĆ? LARGATE.
Pero el hombre no se moviĆ³ miraba con disgusto.
—¿por este bufĆ³n me dejas? ¡Si parece un marica!
—comencemos por respetarnos amigo. Principalmente a mĆ
que no me conoces.
—cuando conocĆ a Carlos ya estaba separada de ti, y si
recordamos, eres tĆŗ quien me engaƱo.
Danilo soltĆ³ una risa sarcĆ”stica.
—tĆŗ eres mi reina y lo sabes Ana, y todavĆa eres mi
esposa. Yo no me voy a separar de ti.
—estĆ”n separados. Ella ahora estĆ” conmigo.
Danilo frunciĆ³ las cejas, mirĆ³ a Ana que le dirigĆa una
sonrisa cĆnica y a su memoria vino las palabras hirientes de ella, ningĆŗn
hombre era mejor cama que Ć©l. BajĆ³ un poco la mirada, aquel tipo parecĆa marcar
buen bulto. Ya lo odiaba, solo le pudo decir.
—no te dije que hablaras marica.
—solo te recuerdo que Ana estĆ” en un proceso de divorcio.
Y esto no es recomendable para tĆ. Ahora vete.
De nuevo la sonrisa cĆnica de Ana, se sentĆa burlado,
como un idiota. Y aquel pobre tonto ridĆculamente vestido con un bĆ³xer apretado
resaltƔndole un buen bulto, no era mejor que Ʃl.
—Por favor amigo, retĆrate— repitiĆ³ Carlos.
—Eres nadie para darme Ć³rdenes— gritĆ³ Danilo. Y corriĆ³
hacia Ć©l furioso. Lo castigarĆa.
Carlos arrugĆ³ el ceƱo sorprendido, aquel tipo le iba a
pegar, no se sentĆa preparado, menos con aquel atuendo tan vulnerable, pero
Danilo empezĆ³ dĆ”ndole un puƱetazo en el abdomen. Carlos retrocediĆ³ resistiĆ©ndose.
—¿que haces Danilo? ¡LĆ”rgate!— rugiĆ³ Ana.
Carlos respiraba bocanadas de aire, apretĆ³ el puƱo y estampĆ³ un puƱetazo contra la cara de Danilo. Ana sonriĆ³ satisfecha, dos viriles hombres
luchaban por ella. Y ambos empezaban a repartirse puƱos uno contra el
otro.
—No por favor— dijo Ana casi en un susurro viendo como
las bolas de Carlos se bamboleaban en el bĆ³xer bajo su polla gorda.
En aquel momento Danilo en el piso empujaba con el pie a
Carlos y este caĆa con su fuerte culo al piso.
RƔpidamente Danilo se puso de pie, frente a Carlos en el
suelo con las piernas abiertas y su vulnerabilidad desprotegida.
"¿Mejor cama que yo?" Pensaba Danilo "despuĆ©s
de hoy no podrĆ”s follar en muchos dĆas"
Con un rotundo puntapiĆ© aplastĆ³ las pelotas de Carlos.
¡POOOFFF! sonĆ³ el golpe.
Ana abriĆ³ los ojos, emocionada, el golpe pego de lleno en las bolas de su novio.
Carlos lanzĆ³ un doloroso chillido. Su cuerpo serpenteĆ³ en
el suelo, se estaba quejando de dolor, apretando los dientes, Ana vislumbrĆ³ una
gota de sudor en el apetitoso torso de Carlos, se sintiĆ³ mĆ”s excitada que
nunca. Carlos tenĆa la cara contraĆda de dolor, empezaba a temblar y amasaba
con delicadeza sus huevos que empezaban a hincharse.
—¿Que te crees cara de bebĆ©?— decĆa Danilo escupiendo rĆ”fagas
de saliva —, no te metas entre Ana y yo. LĆ”rgate. No conoces a Danilo CesĆ”n. Y tĆŗ
¿que dices de este saco de papas? ¿Que es buena que? JAJAJA
—lĆ”rgate Danilo. DĆ©janos en paz, llamarĆ© a seguridad
—bah, Ana.
Danilo doblĆ³ las rodillas y agarrĆ³ del cuello a Carlos,
este se veĆa delicioso empapado de sudor, poniĆ©ndole mala cara a Danilo pero
agarrando a pleno sus hermosas y dƩbiles pelotas. Los ojos de Carlos estaban
abiertos y Danilo le dio un fuerte cabezazo que lo tirĆ³ de espalda al suelo.
Ana abriĆ³ la boca sorprendida, las cosas escapaban de sus manos y sangre
comenzaba a salir de la nariz del abogado.
Otro puƱetazo duro, chocĆ³ en la nariz de Carlos, Ć©l cayĆ³
al piso manchĆ”ndolo de sangre. Ana saliĆ³ del ring y fue a pedir ayuda. Carlos
jadeaba en el piso.
—Ay— gemĆa en susurros sintiĆ©ndose desesperado.
Danilo se acercaba a Ć©l. CogiĆ³ impulso y pudo pegarle con
el puƱo en la cara al pelirrojo.
Danilo se tambaleo y cayo al piso, no sangraba.
Carlos se sobo con una mano los testĆculos, se sentarĆa
en el pecho de Danilo y le deformarĆa el rostro a golpes. CaminĆ³ hacia
Ć©l, y Danilo recogiĆ³ y preparĆ³ la pierna. Y cuando estuvo cerca, lanzĆ³ la planta
del zapato a la entrepierna del hombre en bĆ³xer.
¡Directo a las pelotas!
Carlos gritĆ³ de dolor, saltĆ³ en el aire y cayĆ³ enseguida
de rodillas con las manos metidas en los cojones.
Unas gotas de sudor resbalaban por el doblado rostro de
Carlos, respiraba pesadamente y parecĆa un animalito desprotegido, de su nariz seguĆa
saliendo sangre oscura.
—¿Que te pasa cara de bebĆ©?— se reĆa Danilo, tambiĆ©n
tenĆa hinchado el pĆ³mulo, lanzĆ³ un golpe fuerte con el talĆ³n en el abdomen de
Carlos que reacciono escupiendo el aire por la boca y agarrando su estomago, encogiƩndose mƔs por el dolor.
Mirando por un extremo de la puerta Ana admiraba como
Danilo estaba furioso por ella. Imaginarlo sudado que la agarrara y se la
llevara para hacerle el amor la excitaba de mƔs.
—¿AlgĆŗn problema seƱora?— fue la voz que la hizo girarse
sobresaltada, era MatĆas y LeĆ³n los encargados de seguridad.
—oh, por dios, sĆ ¡aquel idiota vino echo una furia! EstĆ”
golpeando a mĆ novio. Lo matarĆ”. SĆ”quenlo de inmediato.
Los dos empleados se acercaron hasta Danilo y comenzĆ³ una
nueva lucha, pero despuƩs de todo, los de seguridad eran expertos en defensa personal y
lograron inmovilizar a Danilo hasta sacarlo de ahĆ.
—¡Y NO TE QUIERO VER NUNCA POR AQUI!— le gritĆ³ con
autoridad Ana antes de que lo sacaran.
Cuando estuvieron juntos ella ayudĆ³ a sentarse a Carlos,
le limpiĆ³ la sangre de la cara y lo mirĆ³, seguĆa acunĆ”ndose los testĆculos con
las manos.
—tranquilo mi amor, simplemente se descontrolĆ³.
Carlos la mirĆ³ a los ojos, ella lo mirĆ³ con ternura, Ć©l
agarrĆ³ las 2 bolas en sus manos, le enviaban olas de dolor hacia todo el
cuerpo. Dijo con Ć©nfasis.
—demandarĆ© a ese cabrĆ³n.
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