Pero, te amo (3/7): Fotos para el gimnasio - Las Bolas de Pablo

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12 may 2014

Pero, te amo (3/7): Fotos para el gimnasio

El flash iluminĆ³ el semidesnudo cuerpo del fornido hombre.
—siento que me veo ridĆ­culo Ana— dijo Carlos
Ambos estaban en una sala iluminada con grandes reflectores, al centro habĆ­a un ring de boxeo y ante la cĆ”mara de la chica posaba Carlos, que no era modelo ni luchador, simplemente un abogado que vestĆ­a un bĆ³xer para complacer a su novia. Ella le habĆ­a dicho que las fotos formaban parte de la promociĆ³n de un nuevo gimnasio de lucha, en las fotos no se verĆ­an su rostro sino su cuerpo, ademĆ”s del llamativo culo y fabuloso paquete del que Ć©l era dueƱo.
—Nadie mĆ”s que tĆŗ y yo sabremos que el modelo eres tĆŗ.
—Te equivocas, la gente de afuera saben que soy yo. Eso pondrĆ” mi carrera en la burla.
—Ay no seas tonto. Ellos no nos molestaran. PedĆ­ que no nos interrumpieran. AsĆ­ que posa... ¿que te parece si te sitĆŗas de perfil?
—Vale.
Y Carlos se acomodĆ³ en la pose. Ella preparĆ³ la cĆ”mara enfocando sus gruesas piernas, sus grandes nalgas parecĆ­an inmensas lomas y ni hablar del paquete protuberante que quitarĆ­a la distracciĆ³n del retrato y es que Carlos tenĆ­a una pija riquĆ­sima y 2 pesadas bolas productoras de leche de calidad.
"Es mejor cama que tĆŗ" le habĆ­a dicho una vez por llamada telefĆ³nica a Danilo y sabĆ­a que lo habĆ­a herido como hombre.
PiquĆ­n, sonĆ³ la cĆ”mara profesional guardando para la posteridad una foto del fabuloso cuerpo de Carlos
—si tienes mas suerte y sigues posando asĆ­. Creo que tĆŗ y yo haremos cosas pecaminosas ahĆ­ en el ring.
—la boa irĆ” a la cueva.
—sucio
Carlos sonriĆ³ y fue cuando su boa empezĆ³ a reaccionar, estirĆ”ndose y rectĆ”ndose, su pene se excitaba de solo pensar en follar con aquel monumento de mujer, sus tetas, piernas, coƱo, la espalda, cadera, cabellos.

—dile a tu amiguito que se duerma. Jajaja-dijo seƱalando a su pene-. Ahora acuĆ©state en el piso y prepĆ”rate... no, asĆ­ no, boca abajo, baja la cabeza.
Carlos sonriĆ³, se reajustĆ³ el pene y caminĆ³ para besar a su novia en los labios, duraron un rato abrazados, Ć©l arrimĆ”ndole el duro pene, ella sintiĆ©ndose caliente y mojada.
—vamos, terminemos con la sesiĆ³n de fotos y yo te complazco en lo que quieras. ¿Listo? Abre las piernas y muestra tu abdomen.
Carlos realizo la pose. Ella lo fotografiĆ³.
Siguieron con los clicazos, las poses y las fotos. Finalmente el hombre le dio un beso y la agarrĆ³ por la cintura y la estrecho contra Ć©l la abrazaba y besaba, era suya, Ana acariciĆ³ la espalda desnuda de Carlos robusta. Ɖl deslizaba las manos por sus curvas, puso una mano en su vientre, la subiĆ³ al pecho, le agarrĆ³ una teta, la acariciĆ³. Ana gimiĆ³ excitada.
—te harĆ© el amor arriba del cuadrilĆ”tero.
—uf, que rudo.
—Te amo linda, preciosa.
BesĆ”ndose y abrazados llegaron al borde del ring, Ana se inclinĆ³ sobre la lona, Carlos contra ella besĆ”ndole el pecho arregostĆ”ndole al jean su paquete con el gĆ¼evo erecto, ella se sentĆ­a mojada, le gustaba cuando estaba dentro de ella. Como la trataba y llevaba al orgasmo.
—te ayudarĆ© a subir.
AgarrĆ”ndola de la cadera la subiĆ³ con cuidado al ring, pero no escucharon el jaleo que habĆ­a fuera de aquel estudio. Hasta que.
¡BUMMM!
Un hombre pelirrojo habƭa abierto la puerta de una patada, tenia la cara congestionada por la ira y los puƱos apretados. Tras Ʃl una empleada de Ana.
—SeƱora, le dije que no podĆ­a entrar, pero venia furioso, me empujĆ³ y hasta golpeĆ³ a NicolĆ”s.
—No te preocupes Cecilia, puedes dejarnos solos— ordenĆ³ Ana desde el ring. Carlos bajo del ring lo miraba con cara de pocos amigos. Y esperĆ³ que la empleada se retirarĆ”—. ¿que demonios te crees Danilo? ¿Por que vienes a mi trabajo asĆ­? LARGATE.
Pero el hombre no se moviĆ³ miraba con disgusto.
—¿por este bufĆ³n me dejas? ¡Si parece un marica!
—comencemos por respetarnos amigo. Principalmente a mĆ­ que no me conoces.
—cuando conocĆ­ a Carlos ya estaba separada de ti, y si recordamos, eres tĆŗ quien me engaƱo.
Danilo soltĆ³ una risa sarcĆ”stica.
—tĆŗ eres mi reina y lo sabes Ana, y todavĆ­a eres mi esposa. Yo no me voy a separar de ti.
—estĆ”n separados. Ella ahora estĆ” conmigo.
Danilo frunciĆ³ las cejas, mirĆ³ a Ana que le dirigĆ­a una sonrisa cĆ­nica y a su memoria vino las palabras hirientes de ella, ningĆŗn hombre era mejor cama que Ć©l. BajĆ³ un poco la mirada, aquel tipo parecĆ­a marcar buen bulto. Ya lo odiaba, solo le pudo decir.
—no te dije que hablaras marica.
—solo te recuerdo que Ana estĆ” en un proceso de divorcio. Y esto no es recomendable para tĆ­. Ahora vete.
De nuevo la sonrisa cĆ­nica de Ana, se sentĆ­a burlado, como un idiota. Y aquel pobre tonto ridĆ­culamente vestido con un bĆ³xer apretado resaltĆ”ndole un buen bulto, no era mejor que Ć©l.
—Por favor amigo, retĆ­rate— repitiĆ³ Carlos.
—Eres nadie para darme Ć³rdenes— gritĆ³ Danilo. Y corriĆ³ hacia Ć©l furioso. Lo castigarĆ­a.
Carlos arrugĆ³ el ceƱo sorprendido, aquel tipo le iba a pegar, no se sentĆ­a preparado, menos con aquel atuendo tan vulnerable, pero Danilo empezĆ³ dĆ”ndole un puƱetazo en el abdomen. Carlos retrocediĆ³ resistiĆ©ndose.
—¿que haces Danilo? ¡LĆ”rgate!— rugiĆ³ Ana.
Carlos respiraba bocanadas de aire, apretĆ³ el puƱo y estampĆ³ un puƱetazo contra la cara de Danilo. Ana sonriĆ³ satisfecha, dos viriles hombres luchaban por ella. Y ambos empezaban a repartirse puƱos uno contra el otro.
—No por favor— dijo Ana casi en un susurro viendo como las bolas de Carlos se bamboleaban en el bĆ³xer bajo su polla gorda.
En aquel momento Danilo en el piso empujaba con el pie a Carlos y este caĆ­a con su fuerte culo al piso.
RƔpidamente Danilo se puso de pie, frente a Carlos en el suelo con las piernas abiertas y su vulnerabilidad desprotegida.
"¿Mejor cama que yo?" Pensaba Danilo "despuĆ©s de hoy no podrĆ”s follar en muchos dĆ­as"
Con un rotundo puntapiĆ© aplastĆ³ las pelotas de Carlos.
¡POOOFFF! sonĆ³ el golpe.
Ana abriĆ³ los ojos, emocionada, el golpe pego de lleno en las bolas de su novio.

Carlos lanzĆ³ un doloroso chillido. Su cuerpo serpenteĆ³ en el suelo, se estaba quejando de dolor, apretando los dientes, Ana vislumbrĆ³ una gota de sudor en el apetitoso torso de Carlos, se sintiĆ³ mĆ”s excitada que nunca. Carlos tenĆ­a la cara contraĆ­da de dolor, empezaba a temblar y amasaba con delicadeza sus huevos que empezaban a hincharse.
—¿Que te crees cara de bebĆ©?— decĆ­a Danilo escupiendo rĆ”fagas de saliva —, no te metas entre Ana y yo. LĆ”rgate. No conoces a Danilo CesĆ”n. Y tĆŗ ¿que dices de este saco de papas? ¿Que es buena que? JAJAJA
—lĆ”rgate Danilo. DĆ©janos en paz, llamarĆ© a seguridad
—bah, Ana.
Danilo doblĆ³ las rodillas y agarrĆ³ del cuello a Carlos, este se veĆ­a delicioso empapado de sudor, poniĆ©ndole mala cara a Danilo pero agarrando a pleno sus hermosas y dĆ©biles pelotas. Los ojos de Carlos estaban abiertos y Danilo le dio un fuerte cabezazo que lo tirĆ³ de espalda al suelo. Ana abriĆ³ la boca sorprendida, las cosas escapaban de sus manos y sangre comenzaba a salir de la nariz del abogado.
Otro puƱetazo duro, chocĆ³ en la nariz de Carlos, Ć©l cayĆ³ al piso manchĆ”ndolo de sangre. Ana saliĆ³ del ring y fue a pedir ayuda. Carlos jadeaba en el piso.
—Ay— gemĆ­a en susurros sintiĆ©ndose desesperado.
Danilo se acercaba a Ć©l. CogiĆ³ impulso y pudo pegarle con el puƱo en la cara al pelirrojo.
Danilo se tambaleo y cayo al piso, no sangraba.
Carlos se sobo con una mano los testĆ­culos, se sentarĆ­a en el pecho de Danilo y le deformarĆ­a el rostro a golpes. CaminĆ³ hacia Ć©l, y Danilo recogiĆ³ y preparĆ³ la pierna. Y cuando estuvo cerca, lanzĆ³ la planta del zapato a la entrepierna del hombre en bĆ³xer.
¡Directo a las pelotas!
Carlos gritĆ³ de dolor, saltĆ³ en el aire y cayĆ³ enseguida de rodillas con las manos metidas en los cojones.
Unas gotas de sudor resbalaban por el doblado rostro de Carlos, respiraba pesadamente y parecĆ­a un animalito desprotegido, de su nariz seguĆ­a saliendo sangre oscura.
—¿Que te pasa cara de bebĆ©?— se reĆ­a Danilo, tambiĆ©n tenĆ­a hinchado el pĆ³mulo, lanzĆ³ un golpe fuerte con el talĆ³n en el abdomen de Carlos que reacciono escupiendo el aire por la boca y agarrando su estomago, encogiĆ©ndose mĆ”s por el dolor.
Mirando por un extremo de la puerta Ana admiraba como Danilo estaba furioso por ella. Imaginarlo sudado que la agarrara y se la llevara para hacerle el amor la excitaba de mƔs.
—¿AlgĆŗn problema seƱora?— fue la voz que la hizo girarse sobresaltada, era MatĆ­as y LeĆ³n los encargados de seguridad.
—oh, por dios, sĆ­ ¡aquel idiota vino echo una furia! EstĆ” golpeando a mĆ­ novio. Lo matarĆ”. SĆ”quenlo de inmediato.
Los dos empleados se acercaron hasta Danilo y comenzĆ³ una nueva lucha, pero despuĆ©s de todo, los de seguridad eran expertos en defensa personal y lograron inmovilizar a Danilo hasta sacarlo de ahĆ­.
—¡Y NO TE QUIERO VER NUNCA POR AQUI!— le gritĆ³ con autoridad Ana antes de que lo sacaran.
Cuando estuvieron juntos ella ayudĆ³ a sentarse a Carlos, le limpiĆ³ la sangre de la cara y lo mirĆ³, seguĆ­a acunĆ”ndose los testĆ­culos con las manos.
—ese tipo es una bestia. Lo demandarĆ©.
—tranquilo mi amor, simplemente se descontrolĆ³.
Carlos la mirĆ³ a los ojos, ella lo mirĆ³ con ternura, Ć©l agarrĆ³ las 2 bolas en sus manos, le enviaban olas de dolor hacia todo el cuerpo. Dijo con Ć©nfasis.
—demandarĆ© a ese cabrĆ³n.

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