La mujer mafiosa - Las Bolas de Pablo

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28 may 2014

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La mujer mafiosa

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CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
No sé ni como sucedió esto, pero pensé que podía sobrellevar la situación, la recuerdo aquella tarde de verano, el viento soplaba el mÔs intenso calor proveniente de la calle pavimentada, la recuerdo a ella. Con un tez blanca, sus cabellos rubios recogidos por una delicada cola. El semblante triste, lloraba la muerte de su esposo, el cementerio estaba concurrido aquella tarde, las magnates personas, un grupo de amigos, parientes y los mas extraños hombres de negocios con los que su marido estaba acostumbrado a tratar. Micaela, se apoyaba en los brazos de su hijo de 14 años, todavía sorprendida por la muerte de su esposo en un accidente de automóvil, perdió el control en aquella curva. El señor Filipo Morelli había quedado completamente desfigurado y fue por eso que la tapa de su ataúd estuvo cerrada en la funeraria.
Yo intente ayudarla todo el tiempo, darle Ć”nimos y me convertĆ­ en su mano derecha, como lo habĆ­a sido con su esposo, nunca la deseĆ©, simplemente la veĆ­a como la bella mujer esposa de mi jefe, pero con la muerte de Ć©l  y los negocios nuestros caminos tuvieron que unirse. DespuĆ©s del funeral la notaba ida, alejada de si, conocĆ­ su temple cuando en realidad estaba enojada, y cuando le dije la verdad de su marido, reconocĆ­ en ella su fuerza de determinación, su tenacidad, era como si despuĆ©s de la noticia, ella, la bella Micaela, se hubiera transformado en otra mujer, una donna fatale.
Me vi obligado a contarle la verdad, ella sabia de negocios, claro, podĆ­a manejar la empresa de perfumes, pero, ella debĆ­a enterarse de los otros negocios.
-seƱora Micaela, su esposo, era cabecilla de la mafia- le dije una tarde que tomĆ”bamos cafĆ© en el despacho, todo estuvo maquinado, hacĆ­amos correcciones de la empresa y ella se dio cuenta que los ingresos no eran los mismos que cuando don Filipo vivĆ­a. Don… ese matrimonio no tenia mucha diferencia con mi edad, pero, asĆ­ debĆ­a llamarlos.
Micaela pareció sorprendida con la noticia, estuvimos horas encerrados en el despacho, yo le contaba todo acerca de los secretos de su marido, hasta le dije que no murió en un accidente de automóvil, sino con rencillas con Paolo Fontana, un viejo aliado de la mafia, que tras varios secretos escÔndalos con la política, los socios terminaron enemistados y jurÔndose la muerte, solo así podía ser culminado un trato con la mafia, la muerte.
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-ese trato no estĆ” terminado- dijo la viuda alzando la barbilla -yo estoy viva.
-¿a que se refiere?- le pregunté
-me quiero vengar. No me rendirĆ©, y jamĆ”s lo harĆ©, no nacĆ­ para perder..
Y así comenzó su nueva vida, ella se puso al tanto de la empresa de perfumes, así como el secreto negocio familiar, ella comenzó a pagar campañas políticas, enviaba droga a los colegios, traficaba con países vecinos.
-quiero que hagas un contacto con la familia Fontana, quiero hacer negocios con ellos- me dijo cuando yo conducĆ­a el automóvil, mi deber con la familia era ejercer como secreto economista y protector, ademĆ”s de chófer-. Y a pesar de eso, firmar un trato de paz y dĆŗo entre las cabezas de las familias.
-pero, puede ser peligroso- le dije asustado, esa mujer me empezaba a gustar por su fiereza y astucia. Ya la habĆ­a dejado de ver como la pobre viuda, yo temĆ­a de ella.
Después de todo, hice el contacto, la primera reunión fue en un pequeño galpón de la familia Morelli, a los menos llego Paolo Fontana acompañado de 7 matones, nosotros también estÔbamos armados hasta los dientes.
Pero Micaela se comportó como toda una dama, cruzó las piernas con su ajustado vestido negro, se expresó como si en realidad siempre hubiera sido parte de la mafia, y lo que mĆ”s disgusto me dio, es que el viejo imbĆ©cil de Paolo, quedó enamorado de ella… me hubiera gustado abrir fuego contra Ć©l.
El pacto quedó cerrado y los negocios entre ambas familias comenzaron a fluir.
Yo comencƩ a seducirla, me habƭa enamorado de ella, poco a poco se lo fui demostrando, querƭa insistirle en que dejara los negocios con Paolo a un lado, pero ella me decƭa:
-solo quiero vengarme, estaré muy agradecida siempre con usted Ramón, pero, todavía amo a mi esposo.
Una única vez logre besarla en la boca, ella se sorprendió, me abofeteo diciendo que tenia otros planes, esa bofetada, sé que me la tenia muy merecida pero el rodillazo en los cojones no. Eso me dolió en el alma y me dejó nauseabundo en el piso. En cuanto a los planes, me indigné al saber que se estaba enamorando como una loca de Paolo, sentí ira, quise renunciar, pero muy al fondo deseaba protegerla de todo malo que le pasase.
Yo custodiaba el pasillo junto a otros guardaespaldas de los Fontana mientras ellos se encerraban en el cuarto de hotel a retozar, siempre que nos devolvíamos en el automóvil, yo iba silencioso, mientras ella me miraba por el retrovisor. Sospeché que yo le preocupaba, pero decidía no hablar, hasta la mañana siguiente cuando un nuevo ciclo debía realizarse.
-quiero que me esperes aquĆ­- me dijo, antes de bajarse del automóvil, y entró a una casa pequeƱa que solo debĆ­a estar provista de una sola habitación, que lugar tan pobre y que bajo habĆ­a caĆ­do esa mujer, esa bella mujer… donna fatale, mirĆ© hacia el otro automóvil y vi al otro guardaespaldas de Paolo Fontana, asqueroso viejo, debĆ­a estar allĆ­ dentro, penetrando a Micaela.
Y aquí sigo, esperando que Micaela salga de la casa, con el cabello húmedo y sus pasos rÔpidos, con la frente en alto.
…
Dentro de la habitación, sentada en una silla, desnuda, bebiendo una copa de champagne, sonrió la mujer con malicia, cuando Paolo volvió en si. Estaba desnudo también, sentado en una silla de madera con los brazos atados al espaldar, y las piernas abiertas amarradas a unas columnas que conectaban al suelo y el techo. El hombre intentaba decir unas palabras que no podían ser escuchadas por la mordaza en su boca.
-nunca confĆ­es en una mujer- le dijo Micaela -y mucho menos si es de la mafia, o peor aun, viuda de tu enemigo… al que mataste por supuesto.
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Paolo cabeceaba, y Micaela hizo una mueca de felicidad, ella bajó la mirada hacia sus bolas, en sus tantas citas el caballero fantaseaba como un muchacho tirÔndole sus cargas de sucio semen en el abdomen, se veía tan ridículo, pero ella como toda una dama ¿dama? Sonreía y se dejaba fascinar por la seducción del mafioso.
Micaela sonrió, no fue tan inteligente después de todo aquel hombre, bueno, quizÔs por eso mismo, por ser hombre y dejarse llevar por las caricias de su amante, tuvo que acostarse con el por casi 6 meses para que confiara en ella, pero al final lo engaño cuando él le dijo:

-vamos a esa pequeƱa casucha y hagamos el amor como 2 adolescentes, pero… lejos de nuestros guardaespaldas, que no nos escuchen jadear, gritar, que nos esperen en sus automóviles.

En la actualidad ella comentó:
-ay querido Paolo, nunca bebas de la copa ofrecida por tu amante porque puede tener un somnĆ­fero jajajaja.
Micaela caminó hasta el hombre y se arrodillo entre sus testículos, los tomó con la mano y apretÔndolos, lo jaló hacia su cuerpo, Paolo se retorció de dolor. Apretando con fuerza los dientes, resistiéndose. Micaela sonrió con malicia los ojos le brillaban diabólicamente, soltó el conjunto de bolas y apretó la mano estrellandola con fuerza en los huevos del hombre maduro.
Los ojos de Paolo y sus labios comenzaron a temblar.
Una vez mÔs, Micaela aplastó con su mano las bolas de su amante provocÔndole un silencioso grito de dolor.
Micaela retrocedió unos pasos, y observo al odiado hombre, lo tenĆ­a allĆ­, expuesto, dĆ©bil, cuanto asco le daba cuando hacĆ­an el amor… Āæel amor? Rencor era lo que sentĆ­a por Ć©l. El asesino de su esposo, tenia que verlo sufrir, tal como Ć©l destrozó a su familia. 

La mujer caminó hasta el hombre y viendo sus bolas reposando contra la madera, subió la planta del pie y las aplastó con el zapato de tacón.
Paolo sollozaba de dolor sintiendo sus testĆ­culos aplastados, enviando olas de agonĆ­a por todo su cansado cuerpo.
Sus bolas se volvĆ­an de goma cada vez que la mujer las trituraba moviendo su pie de lado a lado con una sonrisa de picardĆ­a en la cara.
Sendas lƔgrimas corrƭan por el rostro de Paolo cuando sus bolas dejaron de ser machacadas por los dedos del pie.
Micaela se acomodo los cabellos y se sentó en el suelo, con los ojos puestos en el pene de Paolo ahora lo miraba seductoramente.
-eres tan sexy cuando te ves así… tan debilucho- dijo agarrĆ”ndole el pene y masajeĆ”ndolo. Estaba decidida a destrozar a aquel maldito.
Paolo lanzó un gemido e instantÔneamente su pene comenzó a endurecerse con las caricias de la delicada mano de Micaela, la mujer movía el prepucio de arriba abajo con la mano derecha, y con la izquierda...
Clavó un sonoro puñetazo en las pelotas de Paolo. El viejo dio un brinco de reacción contra la silla.
-te llevare al cielo- aseguró Micaela, y cambiando su voz, asustó diciendo -sin salir de este infierno.
Siguió masturbando al hombre ahora con un ritmo mĆ”s fuerte, y con la mano izquierda apretó los testĆ­culos del italiano, hundiendo sus largas uƱas en la blanda carne del hombre. Paolo trago una gruesa porción de saliva desenfocando los ojos, se sentĆ­a extasiado y adolorido al mismo tiempo, jadeaba y sudaba. Le aplastaron esta vez mĆ”s fuerte los testĆ­culos, provocando al hombre retorcerse en terribles convulsiones de dolor, la polla del hombre comenzó a temblar y Micaela movĆ­a rĆ”pido la mano como si fuera a quitarle el glande al amante.
Paolo cerró los ojos, el placer y dolor lo dominaba por completo, sentía como sus bolas le destripaban las entrañas y un exquisito cosquilleo en la punta del pene.
Finalmente el pene entró como un volcÔn en erupción de semen... Semen que salió de la punta y resbaló por el falo. Micaela apretó los labios, ansiosa, y siguió apretando con fuerza, decidida a aplastar toda la leche de aquellos huevos y quitarle toda posibilidad de dejar algún futuro descendiente de la mafia. Las plastas de leche chocaban contra su muslo y algunas eran enviadas contra sus senos.
Paolo lloraba impotente.
”CRACK! Sonó un testículo al romperse.
…
Se veía tan preciosa cuando salió de aquella casa con su ceñido vestido negro, escuché lo que le dijo al chofer de Paolo.
-su señor dijo que tardaría en salir, no quiere que nos vean juntos, usted sabe como es la situación, buenas noches, o buen día.
Camino hacia el automóvil, le abrí la puerta y se metió en la parte trasera, al empezar a manejar nos miramos por el retrovisor, cuando íbamos por la avenida ella rompió el silencio.
-agilice el paso por favor, tengo que escapar un tiempo con mi hijo de aquƭ, y despuƩs nos mudaremos del paƭs.
-¿Por qué señora?
-es una historia larga de contar, se lo dirĆ©, a su tiempo, porque… quiero que usted venga conmigo, serĆ” mi protector, y quizĆ”s… hasta mĆ”sā€
Al poco tiempo me entere de lo que sucedió aquella noche, nos mudamos a otro estado y bajo otro nombre, nos fuimos del paĆ­s y Āæsaben que? Tuvo razón, porque con el tiempo fui mas que su protector… 

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