CONTIENE:
-SEXO HOMOSEXUAL
-SEXO HOMOSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Ernesto
avisĆ³ que dejarĆa la puerta de la casa abierta y asĆ fue como Henrique
entrĆ³ fĆ”cilmente.
—Ya lleguĆ© chiquillo —anunciĆ³ con voz traviesa— ¿dĆ³nde estĆ”s? —CaminĆ³
por la sala—, no quiero jugar a las escondidas... me molestarĆ©, ya veo que en la cocina no
estas. Cuando te encuentre te reventarĆ© las bolas a patadas cabrĆ³n —el baƱo
estaba vacĆo.
AbriĆ³ la puerta del despacho y tampoco estaba allĆ.
—el tiempo estĆ” corriendo. Cuando te vea te dejarĆ© el escroto
vacĆo.
AbriĆ³ la puerta de la habitaciĆ³n y encontrĆ³ a Ernesto atado y esposado ante un pilar, la boca amordazada y semidesnudo. HabĆa pedido a un amigo que lo atase para su hombre de alquiler.
—ay puto, asĆ te querĆa ver —soltĆ³ una risa agradable— ¿quieres
jugar conmigo?
Ernesto afirmĆ³ con la cabeza.
—¿en verdad? —Sus manos apretaron las bolas de Ernesto—. ¿Realmente quieres jugar? —El hombre cerrĆ³ los ojos soltando un gemido lastimero—, debes decir sĆ o no, intentar decirlo con ese paƱo ¿quieres jugar? ¿SĆ o no?
—clavĆ³ los dedos pulgar e Ćndice en cada testĆculo consistente.
La garganta de Ernesto sonĆ³ presa del dolor por las tenazas en
sus bolas.
—Magnifico —opinĆ³ Henrique. ColocĆ³ las manos a ambos lados de la
cadera de Ernesto y deslizĆ³ bajo las piernas la ropa interior, la polla flaca
de Ernesto saltĆ³ excitada.
—te relajarĆ©, siento que estĆ”s estresado ¿cierto? ¿Tienes miedo
eh?
Se arrodillĆ³ ante el calvo y se metiĆ³ el pito en la boca, lo
calentĆ³ con el paladar y ensalivo con la lengua bajando y subiendo a lo largo
del pene, Ernesto quiso jadear, se sentĆa bien.
Henrique sobĆ³ la desnuda pierna de Ernesto, le frotĆ³ los muslos, tocĆ³ sus nalgas, pero no dejaba de hacerle sexo oral en la verga. Luego con
el dedo medio lo fue introduciendo en la punta del ano, Ernesto empezĆ³ a
gemir. Henrique cerrĆ³ los ojos y apretĆ³ el puƱo.
Y golpeĆ³ con los nudillos los huevos de Ernesto que se retorciĆ³
en el aire sintiendo el punzante dolor.
—SĆ, esa es mi idea —confirmĆ³ Henrique separĆ”ndose de su
cautivo—. Pero espera, ya
vuelvo.
Se acercĆ³ al bolso con el que llegĆ³ y removiĆ³ varios objetos en
su interior hasta sacar a la luz un consolador de inmenso tamaƱo.
—sĆ, este te harĆ” chillar como gata.
Se puso tras Ernesto y le empezĆ³ a escupir el ano, poco a poco
empezaba a empujar el consolador a la entrada del trasero.
Ernesto gemĆa
lentamente.
—asĆ me gusta gata sucia.
Sin un aviso le enterrĆ³ lo mĆ”s profundo el pene de plĆ”stico en
el trasero y Ernesto gritĆ³ sintiendo que le desgarraban las entraƱas.
—tranquilo, tranquilo. Ya gozarĆ”s —le susurraba al oĆdo.
Tras Ʃl, le acaricio el pecho, sobƔndole las tetillas y pellizcƔndolas.
Ernesto lanzĆ³ otro gemido, bajĆ³ por el abdomen, al pubis y se apropiĆ³ de la verga
del hombre, volviƩndolo a masturbar. Fuerte y rƔpido, seguido le acariciaba el
tronco. VolvĆa a aumentar los movimientos con la mano. Le acariciĆ³ la cabeza de
la polla provocĆ”ndole cosquillas, al final dejĆ³ su pene y se parĆ³ a su frente.
—estĆ”s excitado como una puta experimentada.
Ernesto suspiro mirando al techo, Henrique empezĆ³ a husmear por
la habitaciĆ³n, buscaba algo en concreto. Y encontrĆ³ un paquete con 4 pelotas.
—probemos mi punterĆa.
Ernesto intentĆ³ decir unas palabras y el prostituto lanzĆ³ la primera
pelota de beisbol, esta cruzĆ³ el aire y chocĆ³ contra el muslo de Ernesto que se quejĆ³ en
silencio.
—¡pero que mala suerte!
LanzĆ³ la segunda y pegĆ³ en el pene erecto del hombre, enseguida
soltĆ³ un sonido desesperante.
—¡vamos Henrique! Puedo mejorar —cerrĆ³ el ojo afinando la
punterĆa y volviĆ³ a probar suerte.
La pelota cruzĆ³ el aire y en posiciĆ³n perfecta y a cĆ”mara lenta
la forma ovalada chocĆ³ con ambos testĆculos tiernos y peludos, moviendo a ambos
como una campana en el aire, dando un sonido seco Ernesto aguantĆ³ el dolor.
La verga se le irguiĆ³ mientras sus testĆculos se hinchaban
colocƔndose como dos tomates rojos casi al mismo tamaƱo del escroto.
—¡fuiu! —ExclamĆ³ Henrique con admiraciĆ³n—. Hasta hoy fuiste
hombre.
Ernesto sudaba, se veĆa excitado mientras la frente se le colmaba de venas.
—¿quieres parar?
Ernesto asintiĆ³ desesperado.
—pero yo quiero seguir jugando.
Ernesto moviĆ³ de lado a lado la cabeza.
—okey, estĆ” bien —aceptĆ³, y esta vez lanzĆ³ la pelota a travĆ©s de
la ventana rompiendo el cristal—. No pagarĆ© eso. Lo harĆ”s tĆŗ por grosero.
Ernesto lo mirĆ³ suplicante.
—oh, espera.
Y colocĆ³ las manos en su hombro subiendo la rodilla
contra los cojones embistiƩndolos a la pelvis.
Ernesto chillĆ³ con expresiĆ³n indescriptible en
la cara.
Henrique se dirigiĆ³ a la parte trasera de Ernesto y le removiĆ³
el consolador en el ano. Como si fuera un verdadero falo que le provocaba
soltar gemidos profundos y descarados.
SacĆ³ el consolador por completo y procediĆ³ a coger la diminuta
llave de las esposas. Las abriĆ³ y liberĆ³ a Ernesto que cayĆ³ de rodillas sobĆ”ndose
los huevos.
—¡no te ordene que te tumbaras al suelo basura! ¡Ponte de pie antes que
meta tus bolas en la licuadora!
Ernesto gimiĆ³
—¡ARRIBA CARAJO!
Ernesto se puso de pie, Henrique lo empujĆ³ contra la cama, se
bajo el calzoncillo y su verga de tamaƱo regular saliĆ³ erecta, se montĆ³ encima
de Ć©l y le taladrĆ³ el ano hasta inyectarle en el intestino su semen pegajoso y
Ɣcido.
Al acabar, se quedĆ³ por primera vez retozando encima de Ernesto,
besĆ”ndole la nuca y el cuello mientras el pene se le ponĆa flĆ”cido todavĆa
dentro de Ć©l.
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