Presentando al Bolas de Toro - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

12 sept 2012

Presentando al Bolas de Toro

   Esta historia esta dedicada MxMachoNuts quien me dio la idea de los personajes, y a todos los que les guste el boxeo.

   El mundo del boxeo siempre esta lleno de violencia, la violencia atrae la fuerza y la fuerza llama a la envidia, mĆ”s si quienes la propulsan son arrogantes y se ganan el odio de los demĆ”s, como lo era Felipe, 4 veces CampeĆ³n de boxeo en su paĆ­s, 2 veces campeĆ³n de boxeo de la clase profesional en LatinoamĆ©rica, y 6 aƱos seguidas como favorito en su gimnasio, era un tipo de 23 aƱos de nacionalidad mexicana, de estatura alta, tez morena y como manifestante de su esfuerzo y fuerza en el ring su cuerpo estaba dotado de potentes mĆŗsculos, su atributo especial es un dragĆ³n de ojos rojos  que tiene grabado en la espalda, es por eso que en el ring se hace llamar el DragĆ³n rojo. El diabĆ³lico tatuaje de dragĆ³n era fascinado por todas aquellas personas que tenĆ­an especial inclinaciĆ³n por las cosas oscuras. A pesar de eso a lo largo de su carrera Felipe fue conocido entre las mujeres por el apelativo de “el hombre toro” quizĆ”s por dos orĆ­genes, una podĆ­a ser por su potencia sexual cada vez que estaba con una o mĆ”s de una en la cama, o por el tamaƱo de sus testĆ­culos, dentro de la bolsa escrotal con un peso considerable… o quizĆ”s esos orĆ­genes eran los mismos, tal vez el dragĆ³n rojo era en realidad un hombre toro potente en el ring y sexualmente. Lo cierto es que no habĆ­a mujer que le propusiera acto sexual y Ć©l no era tipo de negarse a ella, es mas le sugestionaban todos los grandes apelativos que le ponĆ­an.

   Pero siempre esta clase de hombres desarrollan una fuerza de envidia a su alrededor, mas si se la ganan a pulso, el DragĆ³n Rojo, tenia un grupo en su propia casa de boxeo que lo detestaba a mas no poder, diferentes eran las razones, por haberle ganado una pelea, por quitarle a la mujer, por acostarse con la novia, por robarle un contrato, envidia a su cuerpo, envidia a su fama, en general ¿que mas decir?… Felipe era un hombre admirablemente detestable.

   Uno de sus grandes enemigos era Juan, un hombre 2 aƱos mayor que Felipe, lo odiaba con toda la fuerza de su alma, su boca hacia una mueca de aborrecimiento cuando en aquella pelea, con un movimiento ilegal Felipe le quito el mayor titulo de la temporada, los jueces no dieron cuenta del penal golpe de Felipe, pensaban que Juan estaba actuando y finalmente Felipe se alzo con el cinturĆ³n que lo coronaba como campeĆ³n.

   Sentado en la butaca recordĆ³ ese dĆ­a aƱos atrĆ”s.

   Estaban sobre el ring, Felipe saltaba con destreza sobre sus piernas, tenĆ­a unas botas rojas, un short brillante de tela de satĆ­n con un grabado de dragĆ³n y con los guantes intentaba golpear a Juan, que en ese momento bloqueaba cada golpe, pero Felipe se fastidio con la rapidez de un dragĆ³n que surca el cielo, le aplico un derechazo a los testĆ­culos, Juan abriĆ³ la boca con fuerza, su protector saliĆ³ de ella, Felipe le dio 3 golpes seguidos en la cara y cayo al suelo.

   “foul, foul” gritaba el entrenador de Juan al verlo tirado en el suelo, pero nadie decreto la falta.

   “¡vuelve en si Juan, vuelve!” lo llamo en el presente un amigo suyo, Manuel apodado El Veloz Vargas.

   Juan sacudiĆ³ la cabeza, volviĆ³ al presente y se dedico a prestar atenciĆ³n a sus amigos, nada de volver a centrar la atenciĆ³n en Felipe que entrenaba a lo lejos sobre el ring de boxeo.

   “¿QuĆ©? ¿Te enamoraste del dragĆ³n?” se burlo otro de sus amigos, Candela del Continente, tenia ese apodo quizĆ”s por el rojo de sus cabellos.

   “no seas idiota… estaba recordando el campeonato de hace 2 aƱos, cuando el dragĆ³n me gano con un derechazo en los testĆ­culos”

   “maldito” se burlo uno de los presentes.

   “nadie del jurado lo penalizĆ³, todo, ¡todos! Nos dimos cuenta” recordaba Candela del continente.

   “¿todavĆ­a no se como el bastardo aquel siempre gana en los torneos?” declaro Manuel El Veloz Vargas.

   “es cuestiĆ³n de entrenamiento” respondiĆ³ El pezuƱa

   “¿entrenamiento? Jajajaja entrenamiento el que le puso aquella vez a tu hermana en el baƱo” escandalizĆ³ Catatumbo LĆ³pez, otro de los duros del ring.

   Tanto Candela del continente como El pezuƱa lo miraron con odio, uno por tratarse de la hermana, que en tiempos pretĆ©ritos se corriĆ³ el rumor de haberla encontrado en el baƱo de caballeros de un restaurante cercano fornicando con el Hombre Toro. Fue un chisme que durĆ³ por meses que la novia de Candela del continente engaƱƔndolo con Felipe, alias DragĆ³n Rojo, alias el Hombre Toro.

   “maldito DragĆ³n rojo… ojala se quedara sin verga” alego Candela del continente

   “¿sin verga?... sin bolas, sin nada, ojala se quedara como un eunuco” dijo El pezuƱa

   “joder hombre, ¿no se han fijado que cada uno de nosotros tiene un motivo para odiar a Felipe, DragĆ³n rojo?” pregunto al grupo Manuel El veloz Vargas.

   “si” afirmo Catatumbo LĆ³pez “por eso propongo que lo atemos y lo violemos todos” propuso con gracia, su motivo para odiarlo, le habĆ­a robado un contrato para un pelea privada con unos magnates del acero… esos si que pagaban bien.

   “no seas tonto” negĆ³ Juan “pero aquĆ­ todos lo odiamos de alguna manera…”

   “mi mente agilĆ­sima acaba de funcionar” dijo Catatumbo LĆ³pez con su peculiar sentido del humor, tipos como Ć©l, no deberĆ­an ser boxeadores sino payasos de circo “¿Por quĆ© no preparamos una pelea donde entre todos en complicidad hacemos que pierda?”

   “detĆ©nganse todos” pidiĆ³ El Veloz Vargas “no hay que negar que aquel bastardo, es un verdadero hijo de puta, pero no se olviden de que el man, es un verdadero guerrero, tramposo como quien mas, pero grande al fin”

   “yo a ese pendejo no le tengo miedo”

   “ni yo”

   “yo tampoco”

   “¿se olvidan de su carrera boxĆ­stica?” seguĆ­a Manuel Vargas “aquel man tiene mas carreras ganadas que nosotros juntos… son muy pocas las que ha perdido” hablo mirando como el boxeador aludido de una sola patada derribaba la pera o saco de boxeo “vean aquello, el tipo es una bestia”

   Cada uno mirĆ³ la escena, un tipo rudo que en verdad no era fĆ”cil de vencer.

   “tampoco es indestructible” alego Juan, porque en aquel lugar Ć©l era el segundo mejor despuĆ©s de DragĆ³n Rojo.

   Un silencio hermĆ©tico reinĆ³ en el lugar.

   “entonces propongo que lo encerremos en el baƱo y lo violemos todo” continuo Catatumbo LĆ³pez.

   “pendejo” le empezaron a insultar varios del equipo

   “no, espera” detuvo El pezuƱa pensando en algo rĆ”pidamente, mas bien recordando algo “esa idea de Leonardo, puede funcionar, no tanto de violarlo entre todos, no. Pero recuerdo que aquella vez discutĆ­ con mi hermana de aquel rumor… ella lo negĆ³ hasta la muerte, pero una vez la escuche hablar con una amiga suya… de un tipo con el que estuvo perfecto en la cama… su verga…. Sus bolas, tenia las bolas mas grandes que habĆ­a visto… como las de un toro. Desde entonces supe que ese apelativo era para DragĆ³n Rojo”

   “te pusieron la cornamenta” se burlo Catatumbo de Candela del continente.

   “¿entonces cual es tu idea?” inquiriĆ³ Manuel El veloz Vargas.

   “hablar con la comisiĆ³n de boxeo y organizar un pelea por el titulo de welterweight, donde los golpes bajos no estĆ©n penalizados, una total pelea sucia, de esa manera con un golpe bajo, uno de nosotros conseguirĆ” dominar a Felipe y de alguna manera podemos hacer que pierda su actual titulo, su gran prepotencia, su virilidad… y lo mas importante, la fama y el dinero”

   “¿y de que manera nosotros nos sentirĆ­amos vengados? Si solo luchara uno de nosotros contra Ć©l”

   “pues, todos nosotros conocemos la soberbia de DragĆ³n Rojo, seguro va a pedir una revancha… ahĆ­… nosotros lo entrenamos, oportunidad de sobra para decirle que para entrenar a la altura de su contrincante debe soportar los golpes a los testĆ­culos, y toda clase de golpes bajos… estoy seguro, mas que seguro, que al final Felipe no resistirĆ”… y hasta se ira del boxeo… apuesto 1000 patadas a mis huevos a que si”

   Todos lo miraron casi que perplejos, pero tras la respuesta de Catatumbo LĆ³pez, los Ć”nimos afloraron, dĆ”ndole la seguridad

   “¡eres un genio! sino, ve preparando tus pelotas”

   “¿ahora?... ¿QuiĆ©n lucharĆ­a contra DragĆ³n Rojo?” pregunto Catatumbo del continente

   “el segundo mejor de aquĆ­, y su eterno rival” declaro El pezuƱa

   Juan tragĆ³ saliva, sonriĆ³, el era de los mejores, y si asĆ­ eran las reglas… ya era el ganador del combate.

   “acepto” confirmĆ³.

   “ahora hay que crear una comisiĆ³n, para proponer el combate” dijo El PezuƱa.

   El grupo en cuestiĆ³n se formĆ³ rĆ”pidamente, no hay que profundizar en quienes fueron los encargados, Ćŗnicamente sellaron todo como un pacto entre hombres y cĆ³mplices, rato despuĆ©s el aludido DragĆ³n Rojo paso a un lado del grupo, y Catatumbo LĆ³pez viendo la protuberancia que se le marcaba en el short como una serpiente que zigzaguea de lado a lado le preguntĆ³:

   “¿CĆ³mo estĆ”n esa bolas Toro?”

   A lo que Ć©l respondiĆ³

   “llenas de leche cabron”

   A las pocas semanas ante el casillero de Juan se encontrĆ³ con una nota de invitaciĆ³n para una reuniĆ³n en la gerencia, con una sonrisa moviĆ³ afirmativamente la cabeza, de igual manera se presento una ante DragĆ³n Rojo, que arqueando las cejas leĆ­a conforme. Tras asistir a la reuniĆ³n se corroboro el dĆ­a del torneo, y la firma del contrato para la pelea. En las sucesivas semanas cada uno se preparo para el combate, uno siendo fielmente entrenado por sus amigos, en complicidad, y otro siendo entrenado por el entrenador demostrando su fuerza bruta en los ataques. Uno siendo inteligente para los ataques que iba a propinar, otro salvaje midiendo la fuerza con la que iba a noquear.


   LlegĆ³ el tercer sĆ”bado del mes, la arena estaba concurrida, no se presenciaba una pelea asĆ­ desde hace mucho tiempo, entre dos grandes, con una pelea sucia donde todos los golpes valdrĆ­an. Siendo presentado DragĆ³n Rojo hizo su apariciĆ³n tras encenderse un camino de fuego por donde Ć©l transitarĆ­a, la canciĆ³n de AC/DC no se detuvo hasta que el subiĆ³ al cuadrilĆ”tero. Lucia un short rojo con estampado del diabĆ³lico dragĆ³n, y tenia unas botas de color rojo con amarillo que se asemejaba al color simbĆ³lico del fuego. Una cinta amarilla adornaba su casi peludo pecho. Con una entrada mĆ”s humilde Juan llego al cuadrilĆ”tero saltando enĆ©rgicamente, tenia guantes de box azules, asĆ­ como su indumentaria. Todos sus cĆ³mplices le dieron Ć”nimos.

   SONƓ LA CAMPANA, PRIMER ROUND.

   "imbĆ©cil" susurraron los labios de DragĆ³n Rojo

   Juan suspiro, le dedico una mirada propia de adversario y uniĆ³ sus dos puƱos con los guantes de box a la altura de su cara.

   DragĆ³n Rojo comenzĆ³ con su ataque, un fuerte puƱetazo en la quijada a Juan. El hombre perdiĆ³ el equilibrio y cayo al suelo, la gente vociferĆ³ emocionada. Se levanto rĆ”pidamente de la lona, Felipe se alzo ante Ć©l con el puƱo levantado, Juan bloqueaba con sus guantes el ataque, o iniciaba su tĆ”ctica. Se decidiĆ³ por la segunda. Como si fuera un derechazo el guante azul reboto contra el short rojo del atacante.

   DragĆ³n rojo gritĆ³ de sorpresa y dolor.

   “ohhh” gimiĆ³ parte del publico.

   Con su agilidad de boxeador, Juan echĆ³ su brazo hacia atrĆ”s, y lo impulso adelante con una fuerza contundente, el ataque era llamado CaƱonazo. Y de nuevo el guante reboto contra el short del hombre toro. Los 2 huevos del hombre fueron golpeados directamente por el otro boxeador.


   Felipe gritĆ³ quedĆ”ndose petrificado, sintiĆ©ndose ferozmente humillado ante tanta gente, ante tantas cĆ”maras fotogrĆ”ficas que memoraban el grandioso ataque. El aplico tambiĆ©n un CaƱonazo al rostro de Juan, ambos hombres cayeron con fuerza a la lona. El Ć”rbitro mediante gritos exigĆ­a que se levantasen.

   Juan fue el primero en hacerlo, seguido de Felipe que estaba arrodillado protegiendo sus bolas, tenia cara de dolor. Se inclino sobre las cuerdas y logro ponerse de pie. Juan brincaba ante Ć©l. Juan le propino otro puƱetazo en el rostro, los tipos saltando se dieron varios golpes, pero fue Felipe quien dio un cabezazo a Juan por la nariz.

   Juan perdiĆ³ de nuevo el equilibrio, e hizo un buen movimiento por no caerse, y lo logrĆ³.

   DragĆ³n Rojo golpearĆ­a con su caracterĆ­stica fuerza salvaje el rostro idiota de Juan. El segundo mejor del lugar le aplico un caƱonazo en la cara al luchador, y DragĆ³n Rojo retrocediĆ³ contra las cuerdas, con los ojos entrecerrado. Juan se abalanzo sobre Ć©l, primero pegĆ”ndole en la cabeza, DragĆ³n rojo enseguida se protegiĆ³, seguido golpes en las costillas, al tacto DragĆ³n se protegiĆ³, mientras gruƱƭa de odio, de improviso Juan le regalĆ³ un rodillazo en los huevos, para rematarlo con un golpe sonoro en el rostro.

   Felipe hizo una cara de dolor, perdiĆ³ el equilibrio y con gracia cayo al suelo agarrĆ”ndose las bolas por medio de sus guantes, en realidad, nada sobaba, pero el dolor era implacable.

   Juan sonriĆ³ y se agacho hacia Ć©l.

   Felipe intento defenderse, usando las rodillas, pero el mas mĆ­nimo movimientos de ellas, hizo que sus grandes pelotas le dolieran mas.

   "serĆ”s un toro castrado" declarĆ³ Juan alzando su mano y estrellĆ”ndola en la nariz de Felipe, sacĆ”ndole un hilillo de sangre por un orificio, el arbitro lo separĆ³ de el.

   Y Juan saltaba con energĆ­a por el cuadrilĆ”tero saludando a su pĆŗblico y viendo como desde un sitio especifico sus amigos lo saludaban.

   DragĆ³n rojo se levanto con paso lento del suelo, en ese breve tiempo sus movimientos eran lentos… estaba mas que derrotado.

   Juan lo mirĆ³ desafiante, en ese estilo de pelea, no era rival digno de Ć©l.

   Felipe se lanzĆ³ contra Juan intentando golpearlo en vano, golpes que Juan pudo esquivar y reĆ­rse en su cara, en cambio Felipe hizo un gracioso gesto de dolor viendo que sus rĆ”pidos movimientos le provocaron daƱo a sus testĆ­culos.

   Juan sonriĆ³ descaradamente, sin darle tiempo para recuperarse, alzĆ³ la pierna, y hundiĆ³ la bota deportiva en el satinado short de DragĆ³n rojo, pulverizando los huevos contra la pelvis con un impacto colosal.

   DragĆ³n Rojo se estremeciĆ³, abriĆ³ la boca grandemente y cayĆ³ al suelo una vez mĆ”s.

   Felipe caminĆ³ hasta Ć©l y antideportivamente el pateo las costillas.

   Felipe DragĆ³n Rojo hizo un gesto de dolor desde el suelo. SituĆ”ndose entre sus piernas Juan miro al publico, esperando su aprobaciĆ³n, hecha esta, mediante gritos. La punta de su pie choco de nuevo entre las piernas del gran boxeador, por lo que el guerrero grito moviendo de arriba a bajo la garganta.

   “detente, detente” dijo el arbitro. Juan obedeciĆ³

   Felipe quedĆ³ tendido en el piso, se quito un guante y se agarrĆ³ la zona de la ingle, Juan con amargura pateo el guante de boxeo y este volĆ³ por los aires cayendo hacia el pĆŗblico.

   Felipe moviĆ³ lentamente la cabeza y se levantĆ³ del piso, con el guante que tenĆ­a puesto golpeĆ³ en los abdominales a Juan.

   "¡eso no es nada para mi!" aviso Juan

   De nuevo Felipe iba a golpear, pero lento en sus movimientos Juan pudo frenarlo, consiguiendo subir la rodilla y pudiendo capturar los testĆ­culos contra la rotula y la pelvis.

   Felipe gritĆ³.

   Juan orgulloso, alzo de nuevo la rodilla, provocando un crujido de las bolas y un grito mĆ”s fuerte de Felipe.

   "¡Detente!" ExclamĆ³ el rĆ©feri.

   El round tĆ©rmino con los aplausos del pĆŗblico, Juan saltando en el aire y DragĆ³n Rojo tendido en el suelo sin un guante protegiendo con la mano libre sus testĆ­culos.

   Juan se sentĆ³ en su esquina del cuadrilĆ”tero, tomando bastante agua y escuchando con atenciĆ³n las crĆ­ticas y recomendaciones de su entrenador a tiempo que recibĆ­a un relajante masaje. Felipe por su esquina tenia una bolsa de hielo puesta en la entrepierna, sus testĆ­culos de hombre toro comenzaba a crecer, hinchĆ”ndose, se sentĆ­a preocupado por ellos y adolorido, nunca antes habĆ­a tenido un tamaƱo asĆ­. Su entrenador le aconsejaba.

   “si no puedes mas, abandona y tira la toalla”

   “jamĆ”s” le contesto Ć©l

   “entonces perderĆ”s”

   “apenas estamos empezando”

   “luces como si estuvieras en el noveno round… tira la toalla”

   “nunca… soy el perdedor. AdemĆ”s, ya me ofrecieron unas puticas para esta noche”

   “con los huevos amoratados no creo que logres mucho”

   Felipe gimiĆ³.

   “tira la toalla”

   “ese no es acto propio de mi”

   “entonces pĆ©gale tambiĆ©n en los huevos…”

   Felipe lo miro a los ojos, buena idea… se colocĆ³ el protector bucal y se preparo para el combate.

   Candela del continente se acerco a su amigo.

   “tienes todo para ganar perro” le dijo “puedes clavarle una fuerte patada en las bolas, le das un derechazo en la quijada y estarĆ” derrotado, eso opinamos todos desde allĆ””

   “perfecto” le indico Juan.

   El boxeador vestido de azul, se parĆ³ de su taburete, y asĆ­ darĆ­an inicio a 2do round. Uno saltando poderoso, el otro adolorido, pero con su mirada puesta en un solo punto. En una pequeƱa figura que se marcaba como serpenteada en el short del hombre de azul.

   La campana sonĆ³ con energĆ­a, y los dos hombres se movieron en cĆ­rculos sobre el ring.

   DragĆ³n rojo apretĆ³ el puƱo y mirando firmemente al paquete de Juan. El aludido se dio cuenta de la intenciĆ³n, sonriĆ³ para sus adentro y camino hasta DragĆ³n rojo.

   Juan lo golpeo con fuerza en la cabeza, DragĆ³n rojo se tambaleo, pero no perdiĆ³ por completo el contra, seguidamente recibiĆ³ un golpe en el pecho por parte del oponente azul. Felipe sacudiĆ³ la cabeza. Luego, tratando de agacharse para hacer su maniobra perfecta, recibiĆ³ un certero golpe en las bolas, planificado por Juan. DragĆ³n rojo fue colmado nuevamente de dolor.

   "Noooo!" gritĆ³.

   Sus ojos marrones se llenaron de lĆ”grimas, justo cuando iba a arrodillarse para faulear a Juan, este echo su cuerpo hacia atrĆ”s, e impacto su pie sobre sus dos bolas de toro, nuevamente incurrĆ­a con el doloroso golpe, con una segunda patada.

   El pĆŗblico gritaba enardecido viendo a DragĆ³n rojo llorando como un bebĆ©, arrodillĆ”ndose con una mano y un guante sobre la entrepierna.

   Sin tener clemencia Juan aplico un gancho potente contra la cara de Felipe, el hombre desenfocĆ³ los ojos y cayo mareado sobre la lona.

   Juan saltaba contento sobre la lona, mientras su oponente seguĆ­a acurrucado sollozando como un miserable.

   El combate fue decretado como ganador por K.O. a DragĆ³n Rojo, Juan no oculto su felicidad, se balanceo sobre las cuerdas, salto, sonriĆ³, se tomo fotos con sus fans, fue elogiado. Y abrazo a sus cĆ³mplices, desde lo lejos, y sentado contra las cuerdas, abrazando sus bolas con las dos manos DragĆ³n rojo lo miraba con envidia.

   “esto no se va a quedar asĆ­” se decĆ­a.

   Esa noche ya no tendrĆ­a a sus putitas.

2 comentarios:

  1. Gracias por el relato, Estan muy calientes estos guerreros boxeadores y mas con el entrenamiento y la revancha prĆ³xima! Pobre Felipe con sus bolas de toro, un hombre que merece ser golpeado donde mas duele!

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  2. […] http://lasbolasdepablo.wordpress.com/2012/09/12/presentando-al-bolas-de-toro/ […]

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