Escuadron Verde (3/6): El insulto en la pared - Las Bolas de Pablo

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16 jul 2013

Escuadron Verde (3/6): El insulto en la pared

Contiene: Ballbusting hombre/hombre

En el escuadrĆ³n habĆ­a ciertos permisos para los nuevos reclutas de visitar a los familiares ciertos fines de semanas, cuando finalmente fue el turno de GerĆ³nimo, y antes de irse recibiĆ³ una opiniĆ³n de Emilio que le cayĆ³ como otro golpe a la dignidad.

“lo esperamos de regreso el lunes para otra clase de humillaciĆ³n” le dijo.

GerĆ³nimo lo mirĆ³ con odio y se alejĆ³ a grandes pasos del escuadrĆ³n, descansarĆ­a como nunca ese fin de semana y terminarĆ­a de ejecutar  una venganza que le tenia preparada a Emilio, por los constantes golpes a sus bolas, habĆ­a empezado a recibir burlas de sus superiores, como apodos de el hombre sin bolas, el casi hombre o el desbolado. GerĆ³nimo siempre reaccionaba con la frente en alto, o sonreĆ­a frente a los graciosos apodos, que ademĆ”s Emilio era quien los generaba.

El sĆ”bado en la maƱana, saliĆ³ a una tienda y comprĆ³ un objeto con una idea infantil que tenia en mente. El domingo relatĆ³ a sus familiares las cosas buenas que tenia en la milicia, obviando las partes negativas, yĆ©ndose a dormir a las 10 de la noche.

A la maƱana siguiente, a las 5 de la maƱana ya se hallaba plantado en posiciĆ³n firme en el frio campo del escuadrĆ³n junto a los demĆ”s miembros de futuros servidores de la patria. Realizaron los respectivos dictamines de orden cerrado, y posteriormente realizaron la limpieza de la zona finalizando con un informe escrito.

“mira lo que traje aquĆ­” presentĆ³ GerĆ³nimo un tubo que estaba escondido en su bolso, una vez pudo reunirse con su amigo.

“¿QuĆ©?... ¿para que es eso?” preguntaba Samuel con los ojos brillantes de sorpresa.

“para Emilio” respondiĆ³ el joven “¿me quieres ayudar a escribirle algo en alguna pared?”

“seria todo un honor” respondiĆ³ Samuel observando el spray rojo, quizĆ”s por ser la persona mas cercana a GerĆ³nimo en ese lugar, el fin de semana fue torturado por Emilio y Ricardo haciendo interminables labores de limpieza o mucho entrenamiento en el campo. Pero ese fin de semana en nada descanso.

“bueno, podrĆ­amos esperar a que pase unos dĆ­as y rayamos la pared”

“hacen vigilancia nocturna e intensiva”

“tu me ayudaras a cuidar”

Los dos amigos se sonrieron como cĆ³mplices.

El dĆ­a miĆ©rcoles fue el pautado para realizar la proeza, el reloj de pulsera del impaciente GerĆ³nimo marcaba como hora 2 y 15 a.m. Y fue cuando se paro en silencio y casi gateando por el suelo fue hasta la reconocida cama de MatĆ­as. Lo zarandeĆ³ hasta despertarlo y preguntarle si estaba listo para ayudarlo. El joven confirmo en un susurro que si, y en silencio salieron de la habitaciĆ³n para no despertar a los demĆ”s miembros del pelotĆ³n.

La noche era oscura, con pocas estrellas  acompaƱada de la misteriosa brisa nocturna.

“tengo una pared en mente” explicaba GerĆ³nimo con el pequeƱo spray en su mano “y es la que esta cerca del comedor. Esta en forma de ele mayĆŗscula. Y tiene un solo camino para llegar, asĆ­ que yo podre escribir lo que quiera, y tĆŗ vigilaras. MaƱana todos se reirĆ”n de Emilio, asĆ­ como todos se han reĆ­do de mi o de ti”

“perfecto” animĆ³ Samuel caminando con sus botas en sumo silencio.

Pudieron esconderse tras un arbusto, cuando uno de los militares de la vigilancia paso por un par de matorrales con un arma colgada a la espalda. Con el corazĆ³n latiĆ©ndole a prisa, apresuraron el paso por los caminos, hasta vislumbrar la casa del comedor, estaba alejada de toda simple vista y asĆ­, Samuel observarĆ­a con suma atenciĆ³n el acercamiento de una luz desde la linterna de algĆŗn militar.

“preparado” hablĆ³ GerĆ³nimo casi emocionado

“¡vamos!” alentĆ³ Samuel.

AgitĆ³ el tubo en sus manos y empezĆ³ a exprimir.

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss

Piss, eran los sonidos del espray al salir por el tubo y colgarse en la pared.

Samuel giraba rƔpido la cabeza, leƭa de a poco y sonreƭa. Volvƭa a vigilar.

Un silbato se oyĆ³ de la nada y 1 luz de linterna iluminĆ³ a los vĆ”ndalos.

3 Hombres se encaminaban hasta ellos, Ricardo iluminaba con la linterna viniendo acompaƱado de 2 militares mĆ”s que los apuntaban con sus armas. Samuel tragĆ³ saliva y GerĆ³nimo dejĆ³ caer el tubito al suelo, haciendo un ruido incontrolable.

Ricardo se detuvo ante el dĆŗo y leyĆ³ mentalmente.

“Emilio Contreras, corrupto, abusador eres una mierda, hijo de p” las ultimas letras habĆ­an quedado sin copiar con ese tinte resaltante y rojo.

“ustedes 2 acompƔƱenme ahora perras” les gritĆ³ Ricardo.

Y los dos muchachos salieron tras Ć©l, cabizbajos.

Samuel Y GerĆ³nimo fueron llevados esa madrugada al despacho del comandante del escuadrĆ³n, donde les impusieron castigo fĆ­sico hasta pintar durante todo ese dĆ­a todas las paredes sucias del escuadrĆ³n con ayuda de una muy pequeƱƭsima brocha. Hasta ofrecer una disculpa publica con el respetadĆ­simo capitĆ”n Contreras y durante un mes estar bajo su servicios y ordenes, ademĆ”s de la prohibiciĆ³n de los fines de semanas libres por 10 semanas. Y tuvieron que firmar un acta por el castigo.

Para empezar esa madrugada estuvieron cerca de 3 horas parados en posiciĆ³n firme en el patio central, a las 6 de la maƱana, debĆ­an empezar a pintar las paredes mĆ”s sucias del sitio. Sin derecho a replica ni desayuno alguno.

GerĆ³nimo no habĆ­a tenido intercambio de palabra alguno con Samuel, que debĆ­a estar tan molesto como Ć©l. Ricardo se habĆ­a acercado muchas veces hasta el, simplemente para inspeccionar la pared que con mucho esfuerzo habĆ­a podido pintar y le reclamaba diciendo.

“apĆŗrate idiota, una anciana vieja y ciega es mas rĆ”pida que tĆŗ”

Un general desconocido viendo que despuĆ©s de 3 horas habĆ­a logrado pintar la fachada principal de color blanco, uso un pote de pintura naranja y lo restregĆ³ contra la reciĆ©n pintada pared.

“ahora debes esperar que seque y empezar de nuevo” se alejo diciendo.

“ese es el castigo que se merecen los rebeldes” dijo un soldado raso que custodiaba la entrada de la milicia.

Cuando ya estaba sofocado por el calor y deshecho por el cansancio recibiĆ³ la comida de almuerzo, cerca de las 14 horas de la calurosa tarde. No podĆ­a moverse de aquella pared y debĆ­a volver a pintar apenas concluyera de comer.

En informe los dos muchachos pintaron un total de 45 paredes con una brochita de minĆŗsculo tamaƱo, cuando GerĆ³nimo se ducho y fue directo a la habitaciĆ³n, se encontrĆ³ con Samuel acostado en su colchĆ³n, casi dormido.

“¿CĆ³mo estas?” le preguntĆ³

“muerto” le respondiĆ³ Samuel “esos desgraciados cada vez que yo limpiaba una pared, ellos regresaban y la ensuciaban”

“a mi tambiĆ©n… oye… disculpa por lo ocurrido” le dijo GerĆ³nimo

“no, no te preocupes… pero te juro no se como nos encontraron… nunca vi ninguna seƱal de linterna por ahĆ­”

“ya nos jodimos”

“¿viste a Emilio?”

“no”

“yo tampoco, pero era Ricardo quien ordenaba que nos daƱaran nuestro trabajo uno y otra vez”

“que hijo de puta” lanzĆ³ GerĆ³nimo.

A oƭdo de un sonido conocido, marcaba el momento de ir a dormir, aquel fue un dƭa exhausto y lo que primero se merecƭan era muchas horas de descanso y sueƱo. Era casi las 21 horas de la noche.

1:48 de la maƱana… la puerta del dormitorio se abriĆ³ y se encendieron las luces.

Los diferentes hombres que compartĆ­an la habitaciĆ³n comenzaron a despertarse, la luz iluminaba el rostro ovalado de Emilio acompaƱado de Ricardo, y 2 hombres mĆ”s que se quedaron custodiando la puerta con sus armas largas.

“una vez mas tĆŗ, GerĆ³nimo, buscando problemas” le regaƱo Emilio parĆ”ndose frente a su cama “¿QuĆ© haremos contigo? ¿Te expulsamos?”

“ya he cumplido con parte de mi castigo seƱor”

“AsĆ­ que soy un corrupto de mierda e hijo de ¿de que? ¿De puta? ¿O de perra?”

GerĆ³nimo guardo silencio mirando al suelo pensando los mas terribles insultos para Emilio, su corazĆ³n estaba nervioso.

“¿DE QUE SOY HIJO? ¿DE PUTA O DE PERRA?” gritĆ³ Emilio.

Algunos de los reclutas imprimĆ­an los labios para no reĆ­r, otros parecĆ­an nerviosos.

“sal de tu cama bastardo” ordenĆ³ Ricardo.

GerĆ³nimo dio un suspiro y saliĆ³ de su cama, estaba semidesnudo como acostumbraba a dormir..

“yo te detallare de que soy hijo” dijo Emilio mirando la fuerte anatomĆ­a del indigno rival.

“discĆŗlpeme seƱor” hablĆ³ GerĆ³nimo en voz baja, sintiĆ©ndose una vez mas inferior ante semejante bruto.

Samuel estaba en silencio en su cama, sintiĆ©ndose temeroso de lo que pudiera pasar, pero no querĆ­a represalias, al parecer GerĆ³nimo siempre era blanco fĆ”cil de Emilio, y Ć©l no lo querĆ­a ser tambiĆ©n.

GerĆ³nimo abriĆ³ los ojos de sorpresa cuando su temible miedo se volviĆ³ verdad, la bota de cuero negra de Emilio atravesĆ³ el aire y rompiĆ³ en su entrepierna abultada, el muchacho lanzĆ³ un fuerte gruƱido mientras caĆ­a al piso con dolor sobĆ”ndose los cojones que habĆ­an recibido una vez mas la fuerza completa del impacto a travĆ©s de la suave tela y fina de su bĆ³xer.

"te tienes merecido eso y mas por faltarme el respeto maricota” dijo Emilio con odio y alzĆ³ la voz para todos los hombres ahĆ­ presentes “Y SI ALGUNOS DE USTEDES ME FALTA EL RESPETO, SE LOS CORTO, YA VERAS COMO TARDE O TEMPRANO ESTE IDIOTA SERA UN EUNUCO DEL SIGLO 21, te voy a arrancar las bolas cabron” y el tirano militar lanzo una fuerte patada contra las costillas del muchacho.

Cuanta tortura habĆ­a allĆ­, y siempre contra GerĆ³nimo, pensaba Samuel desde su cama, apretando las sabanas con su puƱo sintiĆ©ndose impotente de poder hacer algo, deseaba evitar represalias.

Emilio tomo a GerĆ³nimo por el cuello, y como si fuera un muƱeco de trapo lo alzĆ³ en el aire, tras apretarle el cuello y ahorcarlo.

“¡lo mataras!” dijo un hombre desde su cama, enseguida fue apuntado con su arma por Ricardo.

GerĆ³nimo hacia muecas de dolor, mientras sus ojos se llenaban de lĆ”grimas, era una escena fascinante, con una mano sostenĆ­a sus bolas, y con la otra intentaba sacar de su cuello las dos manos de Emilio que lo miraba con rabia inyectada en los ojos.

“hijo de perra” gruƱeron los labios de GerĆ³nimo mirando fijamente a su raro enemigo.

Tras oƭr eso, las manos de Emilio se fijaron mƔs al cuello del aspirante a comandante, inundandole los ojos de lagrimas y haciendo brotar sus venas por el rostro.

“¡lo vas a matar pendejo!”

Fue la voz de Samuel, potente, gruesa, se parĆ³ de la cama, quitĆ”ndose la sabana, dormĆ­a con un corto interior blanco. Enseguida Ricardo apunto a su pecho.

“¿QuĆ©? ¿Me vas a matas? AtrĆ©vete corrupto, ya he soportado mucho hoy. ¡Esto no puede seguir asĆ­!”

Y caminaba con ellos agitando la mano y gritando sobre las humillaciones inhumanas a las que estaban y tenƭan que acostumbrarse, pero que ese ensaƱamiento era ya mƔs que el lƭmite. Graciosamente mientras caminaba agitando la mano, su paquete se movƭa de lado a lado.

Ricardo se preparo para disparar.

“¿ME VAS A MATAR? HAZLO O TE MATO YO A TI” gritaba Samuel.

Y con rĆ”pida destreza lanzo un puƱetazo directo contra la cara de Ricardo, el hombre se tambaleo y cayĆ³ al suelo con la cara ensangrentada.

“”no hagas nada Emir” calmĆ³ con la mano Emiro, ahora soltando a GerĆ³nimo y dejĆ”ndolo caer al suelo como una gallina muerta.

El militar que custodiaba la puerta estaba preparado para disparar a Samuel, pero bajo el arma ante el mando.

“esto no se queda asĆ­” dijo Emilio “a mi nadie me desafĆ­a, menos un par de inĆŗtiles como ustedes”

“no te tengo miedo” negĆ³ Samuel, parĆ”ndose firme ante el militar, pero con las manos delante de su paquete protegiĆ©ndose.

“cuĆ­dense la espalda, ustedes Y TODOS AQUƍ” ordenĆ³ Emilio, paso de largo a Samuel para ayudar a levantar a Ricardo “oh, ¿estas bien Ricardo? Mira como te dejĆ³ ese inĆŗtil”

“si, estoy bien” asegurĆ³ el hombre limpiĆ”ndose la sangre de la nariz.

“vamos, te ayudare a limpiar eso” asegurĆ³ Emilio “pero antes” se devolviĆ³ clavando  la mirada sobre Samuel, que seguĆ­a plantado firme ante Ć©l “hoy acabas de firmar tu sentencia de fusilamiento”

“no te tengo miedo” negĆ³ MatĆ­as.

Emilio hizo una sonrisa cruel con sus finos labios, y con un movimiento oportuno y rĆ”pido subiĆ³ su rodilla entre las piernas de Samuel, estampando la rotula contra los 2 huevos del muchacho, que reaccionĆ³ volteando los ojos, abriendo la boca, llevĆ”ndose las manos a sus testĆ­culos y posteriormente cayendo al suelo con un lamentable rostro de dolor.

“Salgamos de aquĆ­” ordenĆ³ Emilio “ya ven lo que le pasa a los revoltosos” amenazĆ³ al resto de hombres antes de retirarse.

2 soldados quedaron sumidos en el dolor sin recibir ayuda de sus compaƱeros.

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