El cantante de moda habĆa terminado su presentaciĆ³n en aquella juvenil premiaciĆ³n, bromeĆ³ con sus asistentes y demĆ”s equipo de trabajo mientras comĆa y bebĆa todo lo que su repertorio de exigencias querĆa. Dijo que descansarĆa a los menos 30 minutos en su camerino y se retiro con su campante pantalĆ³n de lino por el pasillo.
Su camerino pulcramente iluminado con un espejo grandĆsimo y algunos afiches de mujeres desnudas en las paredes portando lencerĆa de oro falso. El hombre se arremangĆ³ el pantalĆ³n antes de sentarse para que la tela no se adhiriera y molestase su Ć”rea de entrepierna como solĆa ocurrirle.
“¡uf!” exclamĆ³ quitĆ”ndose el lente y cerrando sus ojos grises.
Era una labor pesada el ser un cantante famoso, pero tenia sus lindas bondades, meditaba.
Aunque sus mas increĆbles peligros como el que estaba a punto de ocurrirle, cuando una persona con sigilo se moviĆ³ tras Ć©l y le estampo un golpe en la nuca. El grueso hombre cayĆ³ con la fuerza al piso inconsciente.
...
Cuando el hombre volviĆ³ en si le costo adaptarse a la luz, sus ojos estuvieron cerrados por largos minutos, aunque reconociĆ³ estar en su camerino, tragando saliva intento moverse, sintiendo miedo, pero estaba amarrado a una silla, sus brazos en el espaldar, atados con algo duro y cortante, al igual que sus piernas.
“¿que? ¡Ayuda!” intento gritar el cantante, pero sus labios estaban amordazados
Lo refrescante del aire acondicionado enfriaba su cuerpo desnudo sentado en la silla, Ćŗnicamente con los calcetines puestos, de color blanco, finos.
“oh, volviste en si, que emociĆ³n” dijo una dulce voz tras el.
Cuando sus ojos grises presenciaron a la figura que lo habĆa amordazado y hecho preso, presencio una mujer de cabellos rojos que nunca antes habĆa visto.
“¡hola! te acuerdas de mĆ ¿verdad? soy Cristina” declarĆ³ la mujer sonriendo era de tez blanca, alta y con pequeƱos senos bajo la franela “te estuve esperando, no sabes las horas que estuve escondida en el armario… no pude presenciar tu concierto… ¡ay pero estoy aquĆ que emociĆ³n! no importa despuĆ©s de esto vivirĆ© a tu lado”
Pitbull se movĆa nervioso en la silla frente a lo que parecĆa ser su fan.
Su loca fanƔtica.
“me empezaba a doler la espalda… pero cuando desde aquĆ se oyĆ³ tu voz en el teatro, uf, no sabes la emociĆ³n que me dio y me cure de todo, es un sueƱo volver a verte Rafael”
Pitbull doblĆ³ las cejas contrariado, Ć©l no se llamaba Rafael.
“si, hace algunos meses salĆ del sanatorio, pero, no, yo no estoy loca. Todo fue culpa de tu madre, ella nos quiso separar”
Pitbull intento zafarse de la silla, pero estaba allĆ como soldado. ¡Maldita loca! ¿donde demonios estaba el cuerpo de seguridad del lugar?
“bueno estoy loca por ti, jajajajajajaja”
El cantante seguĆa en sus vanos intentos de liberaciĆ³n.
“cuando te vi por primera vez me dije, ese hombre es Rafael, y tiene que volver a ser miĆ³, su familia lo separĆ³ de mĆ, tiene que ser mĆo, y yo se que me quieres todavĆa, si, estamos destinados a estar juntos. Me gustan tus pares de cojones. Rafael, creo que te han crecido, antes parecian unos limoncitos, cuando eramos novios. Y ahora parecen unos huevos de gallina. Oh amor ¿te acuerdas cuando nos encerrabamos y te los destripaba? creo que cuando te los rompĆ, tu mamĆ” argumentĆ³ que yo estaba loca y jejeje, hizo de todo para determinarlo y me encerraron. Pero cuando te desnude los toque. EstĆ”n intactos, me encerraron en aquel sitio de extraƱos…. Jejeje, Rafael antes no eras asi de calvito… papacito”
Pitbull gemĆa con miedo, otra loca pendiente de sus testĆculos.
"no soy Rafael" dijo
La rojiza alocada se arrodillo ante el cantante con los ojos brillando sus destellos de locura imaginando en su daƱado cerebro que aquel hombre era su novio Rafael. Pero se le parecĆa, sacudiĆ³ juguetonamente las 2 bolas gordas.
“ay Rafael, sabia que serias famoso” dijo la muy estĆŗpida, confundiendo por completo a su fracasado ex novio con el gran cantante.
Pitbull peleĆ³ por soltarse de la silla y en su intento se rompiĆ³ la muƱeca con el alambre, pensando como buscar la manera de escapar, mas que pensar estaba a punto de colapsar en un ataque de nervios, una vez mas su ineficiente seguridad habĆa fallado.
"AUXILIO"
La larga mano derecha de la mujer le diĆ³ un bofetĆ³n duro.
"si vuelves a gritar. JURO QUE TE CASTRO RAFAEL"
Ahora ella entre sus piernas, luego paso la mano por el pecho del hombre, y despuƩs le acaricio el cuello, estimulƔndolo.
“ay no” pensĆ³ el hombre, comenzando a sentir como su virilidad se despertaba
E inmediatamente la loca Cristina le dio a las bolas un apretĆ³n firme, no demasiado duro para empezar, pero el dolor se estirĆ³ desde los testĆculos al abdomen del cantante, haciĆ©ndolo soltar un gemido ahogado por su mordaza de tela, con la mano izquierda, Cristina, la loca, torciĆ³ una tetilla del cantante de que no pare la fiesta, y a continuaciĆ³n, con todas sus fuerzas, aumentĆ³ la presiĆ³n de su mano con las bolas el hombre reacciono sobresaltando por impulso en la silla, deseando que con la ternura de sus ojos lo soltara.
"ay Rafael, pero si a ti y a mi nos gustaba, pero paso aquello, por suerte veo que tus bolas no se quebraron como dijo la loca de tu madre, porque ella si estaba desequilibrada, si" decĆa la extraƱa mujer.
El cantante hacia ruidos dolorosos, hasta que al fin la chica soltĆ³ sus gĆ³nadas que empezaban a hincharse, el cantante estaba empapado de sudor y dolor intenso.
“estas muy gordito Rafael, pero no importa asĆ me prendes mas, cuando terminemos con esto, planearemos nuestra boda, que por culpa de tu familia no pudimos realizar, ya tu mamĆ” vera, jajaja, ahora seremos felices y viviremos de tus canciones, no se como cambiaste de genero, me gustaban tus baladas y canciones de amor ¿QuĆ© es eso de que ahora no quieres agua sino bebida? A caso el agua no es una bebida? Y lo primero que hare como tĆŗ esposa Rafael, es cambiarte esas modelos, si… ah ¡picarĆ³n! Eso es lo que querĆas, he, ponerme celosa ¿ah? Desgraciado te castigare por eso”
Y la temible loca con toda su fuerza estrellĆ³ su puƱo entre las piernas de Pitbull haciĆ©ndole sentir con dolor como sus bolas eran aplastadas en su espacioso escroto. El dolor corriĆ³ por todo su cuerpo, paralizando cada parte, cada nervio, dejĆ”ndolo sin fuerza para provocar una reacciĆ³n o gemido. Inmediatamente Cristina con sonrisa malĆ©vola o loca levantĆ³ el brazo y lo estrellĆ³ duro varias veces en los testĆculos expuestos del hombre. Pitbull se quejaba y ahora se sobresaltĆ³ por lo menos 4 veces despuĆ©s de cada golpe, se sentĆa mareado y sofocado, en sus delirios de dolor, maldecĆa a aquella loca y a sus incompetentes de seguridad.
Cristina le dedico una sonrisa tierna al hombre que la miraba lleno de dolor y a punto de desmayarse, entonces ella le agarrĆ³ el flĆ”cido pene y comenzĆ³ a masturbarlo, de arriba abajo.
“noooooooooo, maldita” pensĆ³ el agĆ³nico hombre.
“ay… ya te pones cachondo” dijo ella, viendo como la polla comenzaba a reaccionar por los dulces estĆmulos. Las bolas, colgaban sobre la silla con un color rojo intenso.
Los minutos transcurrĆan mientras el placer reinaba ante el dolor, el glande entraba y salĆa del prepucio. Pitbull en su inquietud gemĆa y trataba de decir cosas extraƱas o incomprensibles con su mordaza.
La loca movĆa el pene con fuerza, su maniaca mano se desliza arriba y abajo… el cantante sudaba a litros. IntentĆ³ apretar los dientes y gruƱir, pero el cosquilleo se hacia insoportable y lo caliente de su excitaciĆ³n se acumulaba en su pene, de pronto su polla empezĆ³ a escupir aquellas porciones de leche.
Poff
Poff
Poff
Sonaba cada surcada mientras los disparos salĆan desde la punta de polla, atravesando el aire y cayendo en el hombro de la perversa maniaca.
“¡ah!” grito de sorpresa el hombre, cuando ya tarde, la puerta del camerino se abriĆ³ con una patada e ingresaron 3 hombres y apartaron a la loca de las piernas de aquel calvo lechero.
“¡RAFAEL! ¡RAFAEL!” gritaba la mujer desde su salida del camerino, para ir arrastrada por el pasillo.
“disculpe” hablo el jefe de los guardaespaldas.
HabĆa quedado solo con el cantante en la habitaciĆ³n, pues los otros dos se llevaron a la mujer.
“nos habĆamos quedado dormido, esa mujer vino vestida como promotora nos ofreciĆ³ cafĆ©, de seguro estaba drogado… cuando despertamos, vimos por las cĆ”maras de seguridad lo que le estaba haciendo, vinimos corriendo… mil disculpas”
Pitbull lanzĆ³ un lento gemido y doloroso, mientras cabizbajo miraba a su desinflado pene que soltaba un hilito se semen que mojaba sus huevotes de codorniz.
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