Entrenando al Bolas de Toro - Las Bolas de Pablo

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23 oct 2013

Entrenando al Bolas de Toro

   DespuĆ©s que le dieran una fea derrota o una horrible paliza a DragĆ³n rojo por parte de su mĆ”s gran adversario Juan, el vencido dragĆ³n Rojo, Felipe, quiso la revancha la cual solicitĆ³ y estaba en periodo de aprobaciĆ³n o rechazo segĆŗn los altos ejecutivos, algunas personas les habĆ­a gustado el tipo de lucha, pero otras la vieron como una completa crueldad.

   Felipe, el bolas de toro, dragĆ³n rojo o como le quieran llamar inicio un completo periodo de entrenamiento, pasando horas encerrado en el gimnasio practicando con su entrenador o con el saco de boxeo.

   Su acĆ©rrimo rival Juan lo miraba con odio, nervioso con otro posible nuevo enfrentamiento entre los dos. Pero este ultimo tenia sus cĆ³mplices que deseaban vengarse por traiciones del pasado que el gran bolas de toro habĆ­a cometido con ellos. 

   Por eso la venganza era dulce o inminente.

   Parte del plan ya se habĆ­a frecuentado y cierta maƱana, mientras Felipe le pegaba puƱetazos al saco de boxeo el bromista Catatumbo LĆ³pez se acercĆ³ a Ć©l y le intercalo

   “ese no es el tipo de entrenamiento que requieres”

   “¿a que te refieres?”

   “mĆ­rate, eres todo un tipo fuerte, el mejor, el mas grande y famoso de esta casa de boxeadores”

   “¿y entonces que?”

   “recuerda como te gano Juan aquella noche”

   “¿por las bolas?”

   “si… requieres entrenamiento de fortalecimiento de huevos”

   “no entiendo” negaba DragĆ³n rojo frunciendo las cejas

   “vamos, hay alguien en este lugar que sabe como fortalecer los testĆ­culos, Ć©l me enseƱo y ahora nadie me derrota con golpes a los huevos”

   “no te creo. Vaya, tu eres un payaso de circo, lĆ”rgate de aquĆ­”

   ”Vamos prueba” le dijo Catatumbo LĆ³pez subiendo al ring

   Felipe lo miro de arriba abajo con el rostro doblado, miro directo a la zona genital en el jean de Catatumbo LĆ³pez, nada prominente, doblo la boca, echo el pie hacia atrĆ”s y pateo con fuerza a las bolas de LĆ³pez. Lo que Felipe espero, nada paso, esperaba encontrarse a Catatumbo sin aire, llevĆ”ndose las manos a las bolas, caer al piso y moverse de un lado a otro chillando por su insostenible dolor de huevos. Pero nada de eso paso, Catatumbo estaba a su frente con los ojos brillantes y la boca sonriente.

   “¿QuĆ© mierda? ¿Por quĆ© no estas en el piso chillando?”

   “ya te lo dije mi maestro me enseƱo a repotenciar mis huevos, ningĆŗn golpe o estrujamiento me duele, mira” y apretando el puƱo se pego en los testĆ­culos, sin ninguna reacciĆ³n de dolor

   “wow, ensƩƱame”

   “pues… yo no podre enseƱarte. Ese tendrĆ­a que ser el maestro, el mismo que maneja al 100% la tĆ©cnica, yo soy un simple aprendiz”

   “¿QuiĆ©n es? ¿Ferro? ¿La muerte Figueroa? ¿QuiĆ©n domina eso?”

   “ninguno de ellos… nadie mas que Fernando Colmenares”

   “¿candela del continente? ¡EstĆ”s loco! Ese tipo me odia”

   “ahhhh” dijo Catatumbo haciendo un ruido cĆ³mico “le tienes miedo”

   “miedo jamĆ”s ¡a nadie!”

   “bueno ¿entonces por que no le pides que te enseƱe?”

   “vaya… no se” dudaba Felipe, de repente se le ocurriĆ³ una idea “bueno, llĆ”malo para acĆ””

   Catatumbo se aproximo a las cuerdas, se inclino sobre ellas y con griterĆ­o llamo a Candela del continente, mientras tanto Felipe pensaba en lo interesante que seria reforzar sus frĆ”giles testĆ­culos. Cuando el pelirrojo hubo llegado, LĆ³pez le pidiĆ³ que subiera al ring. Y al hacerlo preguntĆ³

   “¿QuĆ© quie…?”

   Pero no pudo terminar su frase porque DragĆ³n rojo traicioneramente le aplicĆ³ una devastadora patada en las bolas. A Candela se le fulminaron los ojos, pero tampoco se doblĆ³ de dolor


“¿Por quĆ© CARAJOS TU ME PEGAS?” le grito balanceĆ”ndose sobre Felipe“hey, espera” los detuvo LĆ³pez “amigo, es solo que yo le hablaba a Felipe lo bueno que eras con tus testĆ­culos… testĆ­culos invencibles”
   “¿si?... ¿y que quieres que haga con eso?”

   “amigo, dale unas cuantas clases de preparaciĆ³n a Felipe”

   “¿a Felipe? ¡JamĆ”s!”

   “por favor” hablo Felipe en tono desesperado “estoy dispuesto a pagarte lo que sea, por favor… quiero hacerle la revancha a Juan y ganar el combate y estar con los huevos bien preparados ante cualquier ataque”

    Catatumbo del Continente lo miro evaluadoramente

   “tu y yo tenemos muchos problemas sin resolver del pasado”

   “olvida los problemas, disculpa… pero ayĆŗdame a darle invencibilidad a mis bolas, te pagarĆ­a lo que sea”

   “no sĆ©…”

   Felipe siguiĆ³ rogĆ”ndole junto a Catatumbo LĆ³pez, finalmente acordaron una suma monetaria y una hora de prĆ”ctica a la maƱana siguiente. DragĆ³n Rojo se quedĆ³ entrenando con la pila de boxeo mientras los dos cĆ³mplices se fueron a los vestuarios. Entraron carcajeĆ”ndose a mĆ”s no poder y con ellos los esperaban sus demĆ”s cĆ³mplices.

   “es un gran imbĆ©cil” reĆ­a LĆ³pez

   “se lo creyĆ³ todo” reĆ­a Catatumbo, metiendo su mano dentro del short y sacando de el un potentĆ­simo protector de genitales

   “que idiota” reĆ­a LĆ³pez sacando su gran tasa protectora “me dio miedo cuando me dio aquella patada… uf, gracias a esto me salve de estar agonizando en el suelo”

   “¿lo creyĆ³ todo?” repitiĆ³ Juan sorprendido aun

   “si, maƱana le reventaremos las bolas a mas no poder” aseguro Catatumbo del Continente recordando con odio como su novia lo engaƱo con el bolas de toro.

   Al dĆ­a siguiente Catatumbo del Continente, al que desde ahora lo llamaremos por su nombre Roberto se aproximo a Felipe bolas de Toro, subiĆ³ al round de boxeo y vio a su contrincante saltando con energĆ­a, vestĆ­a con un short azul con lĆ­neas blancas, su pecho estaba desnudo y brillante de sudor.

   “¿CĆ³mo te sientes Felipe?”

   “nervioso, pero ansioso de poder quitar la sensibilidad a mis bolas”

   “entiendo, si, los testĆ­culos son zonas muy sensibles, y… con muchos nervios, pero es muy posible crear una fortaleza”

   TeniĆ©ndolo desprevenido Felipe impacto de una patada en las bolas a Roberto, que lo miro con odio despuĆ©s de hacerlo sin causarle algĆŗn tipo de daƱo.

   “disculpa” se lamento Felipe “es que aun no creo que se pueda insensibilizar a los testĆ­culos”

   “claro que se puede” dijo seriamente Roberto respirando aliviado de tener ese protector dentro del short “ahora necesito que te concentres… empezare con la practica, solo necesito que te concentres en que no sentirĆ”s el dolor ¿podrĆ”s resistir?”

   “puedo resistir eso y mas” dijo con orgullo pedante Felipe.

   “comenzare” indico Roberto sintiendo que se vengarĆ­a despuĆ©s de tantos aƱos, una venganza fĆ”cil y dolorosa.

   Roberto con un guante rojo en la mano, impacto un fuerte uppercut en el shrot blanco de Felipe, hundiendo el guante pesadamente contra sus testĆ­culos desprotegidos.

   "¡aaaaghhh!"GritĆ³ con voz ronca Felipe sacando todo el aire y las fuerzas de su cuerpo. 
Se tambaleĆ³ de lado a lado cambiando su cara de macho sucio ardiente por una expresiĆ³n de terrible dolor "¡Mis huevos!" BufĆ³ doblĆ”ndose.

   Roberto hizo todo lo posible por contener la risa

   “vamos Felipe, concĆ©ntrate… apenas empezamos, enderĆ©zate y continuemos”

   “mierda…”

   “vamos”

   El bolas de toro respirĆ³ agitadamente, tomo aire profundo y trato de enderezarse aun con la molestia notĆ”ndose en su cara.

   “piensa que no tienes dolor”

   “¡dolor mi huevos! ¡Esto me duele carajo!” decĆ­a Felipe apretando los dientes.

   Ambos hombres levantaron los puƱos, uno pensaba en no tener dolor, otro en un golpe casi fulminante. Y al instante el puƱo del pelirrojo detonĆ³ en las bolas colgantes una vez mĆ”s.

   El hombre que excitaba a tantas mujeres y hombres aullĆ³ con un terrible grito y se desplomĆ³ sobre la lona agarrĆ”ndose la entrepierna y acurrucĆ”ndose con el dolor encima explotando por todo su moreno y ardiente cuerpo.

   "SOPORTA EL DOLOR. O JUAN TE HARA MIERDA" gritĆ³ Roberto creyĆ©ndose su papel de entrenador preocupado.

   Con el dolor encima y dispuesto a continuar Felipe empezĆ³ a moverse en cuatro patas alrededor de todo el ring, Roberto se impaciento y corriĆ³ hasta Ć©l y con una salvaje patada le inundo el dolor en el cuerpo aplastĆ”ndole las bolas con la bota azul haciendo que Felipe saltara por el aire y rodara por la lona mano en huevos.

   Felipe al chocar contra la lona se rompiĆ³ la boca, sus ojos mostraban el dolor en su cuerpo, pegado a su alma, frotaba sus testĆ­culos con las manos. Miraba a Roberto que le gritaba insultos, y que debĆ­a ser mĆ”s fuerte. Su cuerpo temblaba a pesar de moverse de lado a lado sobre la sucia lona.

   “pĆ”rate gran mierda” le gritaba Roberto dĆ”ndose falsos golpes en los testĆ­culos “pĆ”rate si quieres tener tus huevos como estos, de acero, irrompibles”

   Pero Felipe estaba en el suelo, pĆ”lido y sofocado. Su cuerpo brillante de sudor, sintiĆ©ndose inĆŗtil y con el amplio deseo de blindar sus bolas. ¡Que determinaciĆ³n de hombre!

   "… regĆ”lame un corto tiempo" suplicĆ³ frotĆ”ndose las bolas.

...

   DespuĆ©s de mirar de lado a lado apoyĆ³ el brazo en la lona con confianza, haciendo un gran esfuerzo en levantarse y mantenerse firme. Sus bolas palpitaban violentamente dentro del colgante escroto, socavando toda su velocidad y fuerza, respirando profundo dijo que podĆ­an continuar con el entrenamiento.

   El gran bolas de toro se notaba afligido por el dolor, lento en sus movimientos y cojeaba con cada paso. Roberto impacto un duro golpe en el abdomen de Felipe, sacĆ”ndole todo el aire de los pulmones. El siguiente golpe le pegĆ³ en la cabeza.

   “es para que te despabiles” le seƱalĆ³ el pelirrojo “ahora continuemos blindĆ”ndote los huevos”

   Felipe hizo un gemido doloroso con la garganta, y Roberto sonriĆ³ de satisfacciĆ³n.

   El pelirrojo puso ambas manos sobre los hombros de Felipe, mientras el luchador se llenaba de miedo, y con todas sus fuerzas el luchador levantĆ³ la rodilla entre los gruesos muslos del dragĆ³n rojo, triturando las jugosas bolas de Felipe repletas de un acumulado semen grisĆ”ceo. Felipe abriĆ³ la mandĆ­bula mientras cerraba la mirada de horror que lo delataba, sosteniendo sobre su cuerpo una vez el precioso dolor.

   "RESISTE FELIPE SOLO ASƍ LO CONSEGUIRƁS" Gritaba Roberto impaciente subiendo otra vez la rodilla para pegarle en las bolas a Felipe, la fuerza del choque, fue un ruido aglutinante para cualquier oĆ­do sensible, las bolas chocando con la pelvis, triturĆ”ndose, desgastĆ”ndose.

   Felipe descargĆ³ todo el aire contenido en su cuerpo y se dejĆ³ caer al suelo. Estaba jadeando y gimiendo con las dos manos reservando la protecciĆ³n de sus huevos, se sentĆ­a mareado y desesperado. Roberto hizo todo lo posible por no reĆ­r, en verdad estaba disfrutando la situaciĆ³n, mirĆ³ a determinado lugar y trato de ocultar la risa, en un sitio estratĆ©gico, Felipe estaba siendo grabado.

   "Felipe, recuerda que debes pensar que no existe el dolor de bolas” hablaba cual sabio Roberto “mientras sigas nervioso, el dolor no te abandonara. Ve, yo no siento dolor” y comenzĆ³ a darse fuertes puƱetazos en sus testĆ­culos cubiertos por un secreto protector Felipe lo miraba con lastima mientras acariciaba sus golpeados testĆ­culos “ahora vamos ¡en guardia!”

   El bolas de toro estaba de rodillas, con la mano alrededor de sus huevos, tosiĆ³ para llenarse de energĆ­as y ayudado por Roberto se puso de pie.

   "¿EstĆ”s bien? ¿preparado?"

   Felipe asintiĆ³ con miedo.

   "AsĆ­ me gusta. ¡Con determinaciĆ³n!"

   Y abruptamente Roberto estrellĆ³ con una fuerza bestial la rodilla en las bolas desprotegidas de Felipe, que exhalĆ³ todo el aire de sus pulmones abriendo los ojos como dos grandes platos. Los segundos transcurrĆ­an y el luchador miraba al pelirrojo sorprendido, boquiabierto de dolor, con las bolas palpitando mas rĆ”pido que el corazĆ³n, mareado, fulminado deseando vomitar.

   "resiste” dijo severamente Roberto, disfrutando cada instante

   El seductor rostro de Felipe, era raĆ­do por el dolor, se doblĆ³ agarrando sus cojones y cayĆ³ de rodillas al suelo.

   "¡piensa que no hay dolor!"

  “que no puedo carajo”
  
   “entonces estamos perdiendo el tiempo”

   Con un suspiro el hombre se volviĆ³ para mirarlo con expresiĆ³n de dolor. Su atractivo rostro salvaje estaba pĆ”lido y arrugado de la agonĆ­a. AbriĆ³ la boca, pero no emitiĆ³ palabra alguna. CerrĆ³ los ojos y respirĆ³ profundo.

   “esto duele mucho…”

   “concentraciĆ³n es lo que te pido mi amigo”

   Con valentĆ­a el dragĆ³n rojo se puso de pie, en actitud desafiante y con las piernas abiertas aunque temblaban.

   (“el dolor no existe en mi… el dolor no existe en mi”) se repetĆ­a mentalmente inocente

   Roberto dio un paso adelante llevando la pierna hacia atrĆ”s lentamente y Felipe sintiĆ³ como el miedo se adueƱaba de su mente, dentro de su ser repitiĆ³ con mucho nervio que el dolor no existĆ­a en Ć©l. Roberto sonriĆ³ divertidamente y luego impulsĆ³ el pie contra las gordas y frĆ”giles bolas del fornido luchador, plantĆ”ndolas contra su pelvis. Felipe dejĆ³ escapar un grito ensordecedor y se doblĆ³ una vez mĆ”s. Se tambaleĆ³, agarrĆ”ndose los testĆ­culos estropeados y cayĆ³ de rodillas.

   Desde el suelo se escuchĆ³ un lastimero gruƱido del hombre que se mecĆ­a de lado a lado agarrĆ”ndose las pelotas. El dolor era cada vez mĆ”s fuerte y mareante.

   Lentamente levantĆ³ la cabeza llena de sudor frĆ­o y entre lĆ”grimas dijo.

   “… me rindo… me rindo… mis pobre bolas”
  
   Roberto hizo otro esfuerzo para no sonreĆ­r, que dichoso se sentĆ­a.

2 comentarios:

  1. Que orgasmo literario te aventastes! Me gusto las patadas cĆ³micas que se aventĆ³ Felipe al boxeador pelirrojo y al catatumbo. Me gusto el detalle del dolor y la reacciĆ³n corporal del Bolas de Toro, un orgasmo total lleno de dolor! AAARRRGGGHHH!!!!

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  2. […] http://lasbolasdepablo.wordpress.com/2013/10/23/entrenando-al-bolas-de-toro/ […]

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