Esta historia tiene relación con:
CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/ HOMBRE
Aquella noche Felipe estaba bebiendo solitario en un bar unas cuantas cervezas, cuando un mujer de estatura media, de linda figura, cabello rizado color castaño comenzó a charlar con él, le sonreía y le coqueteaba, era dueña de un lindo y exuberante culo además de unas tetas rellenas de caro implante, vestía de negro con un escote que resaltaba sus atributos, reían y se contaban absurdas historias, era la clase de mujer que al bolas de toro le encantaba tener en su cama, y en un tres por dos ya estaban en un cuarto de hotel.
Depilada completamente, se sentía ansiosa más no borracha, le encantaba el color de piel de aquel hombre, su fuerza salvaje, su cuerpo torneado, el paquete que marcaba su zona genital... total: era un chocolate divino.
-desnúdate- invitó ella, con voz interesada.
Felipe dio una linda sonrisa, se quito los zapatos, desabrochó el pantalón Fernanda tragó saliva al ver como la cabeza de la morena verga del luchador sobresalía del slip,estaba concentrada en su pene, y más es las poderosas bolas que le bordaban el slip. Con cara de macho seductor, el bolas de toro dejó deslizar su calzón y su moreno pene apuntó al techo, imponente, orgulloso y como todo un monstruo llenó de venas.
Felipe seguía mirándola con los ojos encendidos por un extraño y llamativo brillo de maldad y tentación, se acostó en la cama y comenzó a masturbarse bajo la mirada de confort de Fernanda.
Ella se acercó a aquel magnifico hombre, se arrodilló ante sus piernas y con la mano, se adueño del robusto pene de toro. Lo movió hacia arriba y hacia abajo, la cabeza morena, subía y bajaba por el prepucio, ella bajo la cara y acercó sus labios al pedazo de carne. Comenzó suavemente dedicando suaves cosquilleos con la lengua, lamía la cabeza de la verga a su gusto, era mas rica si la mojaba con cerveza y luego la saboreaba, tocaba casi su garganta, Felipe dio un suspiro sintiéndose en el cielo, ella subía y bajaba por el pene, con la mano agarró el par de huevos, si que eran grandes, aquel macho tenia bien puesto el apodo de bolas de toro, se lo merecía. Sus testículos debían estar inundados de rico semen.
Con ternura, Felipe la saco de su pene y la puso a su altura con respecto a la cara. La acomodó con delicadeza en la cama, y le beso los pechos, en contraste con el bolas de toro que luchaba en el ring, y aquel bolas de toro sentado en la cama, es que uno luchaba con ferocidad por un titulo de campeón, el otro, luchaba por la ferocidad en conquistar, y hacer sentir como una reina a una mujer en la cama para ganarse el puesto de súper macho penetrador. Felipe bajo la cabeza por el abdomen de la dama y probó su rasurada y limpia entrepierna, comiéndole el clítoris como si fuera un rico postre salado, Fernanda gemía entrando en un fácil orgasmo.
Felipe sonrió para si y se puso sobre ella, con su erecta verga entre sus piernas y comenzó a penetrarla con furia animal, dueño de una excitación brutal que se adueñaba de él por completo, el semen acumulado viajaba por su interior.
Pasaban los minutos y ya sentía la calentura el buen boxeador, pronto terminaría, minutos pasabas, segundos, gritos, jadeos, fuerza, sudor, el pene comenzó a expulsar el semen caliente y abundante.
Felipe cayó a un lado de la cama, resoplando como un león, mientras su pene ya flácido se ponía sobre su abdomen hilando semen que reposaba en un musculo de su abdomen. Fernanda se tocaba el pecho, escapando un cuarto orgasmo por esa noche.
Fernanda dio una mirada a aquel macho sudoroso, seguía reposando con los ojos cerrados, quizás el alcohol y ese magnifico sexo, le daba sueño, miro a su pene, con aquel charquito de semen. Sus bolas, gordas, reposaban… libre de todo esperma. Fernanda cerró el puño y sin pensarlo más golpeó su par de testículos.
Enseguida de la punta del pene salió un hilo grueso de lefa y Felipe inmediatamente dio un brinco en la cama, sintiendo como sus preciosas y recién exprimidas bolas eran aplastadas con aquel débil puño de la fémina.
Se agarró las pelotas y comenzó a moverse de lado a lado dando exclamaciones de dolor y confusión.
"Ayyyyy, ay, ay… mis bolas…” podía decir, acunando por completo sus huevos creyendo que así desaparecería el dolor.
Fernanda parecía sorprendida, controlaba sus nervios de acero, se había preparado para ese momento, no era la primera vez que propinaba a un hombre un golpe en sus bolas, lo había hecho muchas veces en su niñez con su hermano, cuando la molestaba ella lo atacaba con un rodillazo a sus orbes que lo dejaba llorando en el suelo por minutos.
El bolas de toro, seguía inconsolable en la cama, rodando de un lado a otro, siendo contemplado por la mujer sentada a su lado. El gran luchador sollozaba como nena por sus bolas.
Ahí acostado, el bolas de toro maldecía su suerte, era como si el universo entero conspirara en su contra, o en su hombría, en sus increíbles bolas, en los últimos días había recibido un golpe de un desconocido, había estado entrenando en el gimnasio, lleno de sudor, y cuando su practica concluyó fue a reposar en un banco, acostándose por completo en el respirando profundamente, y fue cuando alguien mirando sus piernas abiertas con una agradable vista formando un montículo en su entrepierna indefensa. Sintió que una pelota de tenis golpeó directo a sus bolas. Enseguida el luchador más tramposo de la liga, abrió los ojos y estalló con un fuerte alarido de dolor, cayendo al suelo tras el inesperado ataque.
-hhaaaaaaaaa…. Maldita sea- había dicho.
Tras aquella pared, estaba su complot de luchadores que tras alguna batalla, Felipe había ganado con trampa escapaban del gimnasio riendo a carcajadas.
En el presente, Fernanda seguía mirando al sudoroso hombre agarrarse con dolor las bolas, era un precioso macho, semental de nacimiento y presumido como él solo, con un grande y gordo pene, y unas bolas colgantes que fabricaban la más exquisita y espesa de las leches.
-¿por…?... ¿Por qué hiciste eso?- preguntó aquel grueso hombre
Fernanda trago saliva, jamás explicaría por que había hecho eso, a su memoria vino la imagen de ella teniendo una propuesta que terminó aceptando, era un grupo de hombres, luchadores que le habían planteado que se acostara con aquel hombre y le destripara las bolas toda la noche, ella acepto y recibió el dinero por el plan. Ahora ya se había acostado con él, se había tragado su semen, lo tuvo en su pecho, llegó a golpearlo, y allí estaba tendido, en la cama, debilitado y casi llorando...
Aquel hombre de facciones salvajes quería una explicación, y ella no podía dársela.
-¿por que lo hiciste?- repitió doblando las cejas y delatando el dolor con la cara.
La comisura del labio de Fernanda se movió para hablar, pero sus labios permanecieron sellados mientras tragaba saliva. Los ojos negros de Felipe se cerraron para seguir soportando el incontenible dolor, y su boca hizo una mueca apretando los dientes. Fernanda se paró de la punta de la cama, miró al flácido pene de su amante, recordó su rió de semen, y su gustoso sabor salado…
-debo irme. Te deseo ganes en tu próxima pelea con Juan- finalmente dijo antes de irse.
Que buena probadita de dolor antes de la pelea y el Bolas de Toro ni aguanta.
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