Pero, te amo (6/7): Volviendo al hombre de fuego - Las Bolas de Pablo

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28 nov 2014

Pero, te amo (6/7): Volviendo al hombre de fuego

 La historia estaba planteada para 8 entregas, pero por motivo de tiempo se resta un capitulo pues las series siempre son anuales.

CONTIENE:

-Sexo heterosexual.
-Ballbusting hombre/hombre


Era una noche calurosa en la que dos cuerpos se debatĆ­an en una cama, Carlos estaba tocando los pechos de Ana, voluminosos, carnosos, duros y turgentes. La besaba con pasiĆ³n mientras ella le tocaba la espalda y le apretaba los glĆŗteos inmensos.
 Los pezones de Ana estaban erguidos del simple contacto con su novio. Los huevos de Carlos reposaban en el muslo de la mujer, su pene duro chocaba como espada sobre Ana.
 La mujer lo halĆ³ de los cabellos y Carlos excitado le saboreĆ³ uno de los duros pezones, chupĆ³, besĆ³ y calentĆ³ con su saliva.
 Luego bajĆ³ la mano por su ombligo y se acercĆ³ a los genitales,  Ana riĆ³ y Carlos introdujo los dedos en sus labios vaginales sintiĆ©ndo sus fluidos corporales, eran muchos, estaba hĆŗmeda dispuesta a dar y recibir placer pero Ana impaciente sujetĆ³ con firmeza la polla de Carlos.
 —quiero que me mates del placer.
 —Te ahogarĆ© en orgasmos preciosa.
 El abogado empezĆ³ a introducir el pene dentro de la cueva hĆŗmeda de Ana, la verga se abrĆ­a paso dentro de las paredes vaginales de la fotĆ³grafa, separando cada membrana mientras ella le clavaba las uƱas en la espalda.
 —¡ahhhhhhhhhh! —quiso gritar ella sintiĆ©ndo como la apuƱaleaba con aquel trozo de carne, a parte sentĆ­a como dos Ć³rganos de su novio se mecĆ­an entre sus piernas.
 Mientras la embestĆ­a Carlos sentĆ®a como la vulva se abrazaba fuertemente a su polla, ambos sudaban mojando las sĆ”banas, Ana dejaba escapar un gemido cerrando los ojos, Carlos sentĆ­a una agradable sensaciĆ³n en su grueso pene.
 Despues de varios minutos Carlos empezĆ³ a rugir como leĆ³n haciendo movimientos mĆ”s rĆ”pidos hasta que al final su cuerpo se tensĆ³ y relajĆ³ descargando el semen dentro de Ana, pegajoso, caliente y de agradable olor y sabor.
 Se quedaron un rato abrazados Ć©l encima de ella.
 —te amo —mencionĆ³ Carlos.
 —deberĆ­as ser actor porno.
 —jajaja, ¡estĆ”s loquita!
 —sĆ­, lo tienes todo... verga, culo, cojones, lindo fĆ­sico. Deberias serlo.
 —te pondrĆ­as celosa de mĆ­ al verme con esas mujeres.
 —sĆ­... aunque serĆ­as actor porno gay.
 —jajaja. ¡Desubicada!
 —Es que asĆ­ no sentirĆ­a celos.
 Carlos le dio un dulce beso en la boca y se tumbĆ³ a un lado en la cama. Ana cerrĆ³ los ojos tocando su clĆ­toris revolviendo el semen que le habĆ­a quedado. SintiĆ³ sed.
II
 El miĆ©rcoles por la maƱana Ana subĆ­a las escaleras del tribunal civil, iba elegantemente vestida, el cabello liso y brilloso parecĆ­a una esbelta modelo, al llegar al piso sin esperarselo su mirada se topĆ³ con un hombre robusto pelirrojo y decaĆ­do, ella doblĆ³ la boca y desviĆ³ la mirada.
 —llegaste —la saludĆ³ con un beso Carlos.
 Danilo entristecido mirĆ³ la escena a partir de ese dĆ­a aquella hermosa mujer dejarĆ­a de ser suya, aunque fuera por apellido. MirĆ³ al piso cabizbajo.
 —no demorarĆ” nada —aseguraba Carlos.
 —espero salir lo mĆ”s pronto posible, estoy ocupada hoy.
 Pasados algunos minutos entraron ante el juez.
 —¿estĆ”s segura que te quieres divorciar? —mascullĆ³ Danilo.
 Ana lo contemplĆ³ arqueamdo la ceja, aquella acciĆ³n siempre le daba un aire de prepotencia.
 —estoy mĆ”s que decidida.
 TomĆ³ el boligrafo entre sus manos y estampĆ³ su firma, segundos despuĆ©s Danilo estaba paralizado mirando la sentencia de divorcio.
 —por favor apĆŗrate que tengo mucho trabajo hoy —ordenĆ³ la mujer, su abogado riĆ³ irĆ³nico.
 —me estĆ”s humillando Ana —sostuvo Danilo.
 La mujer arreglĆ³ sus cabellos, que bella estaba... en definitiva la habĆ­a perdido. Temblando garabateĆ³ en la hoja.
 —divorciados —concluyĆ³ altanero Carlos.
 Ana lo mirĆ³ feliz.
 Danilo se sintiĆ³ desdichado.
 Salieron del despacho del juez donde Ana sostenĆ­a en manos las copias de aquellos papeles se fue abrazada con Carlos. Danilo los miraba con recelo, la odiaba a ella por haberlo dejado y a Ć©l por haberla conquistado... quizas pronto se casarĆ­an, se irĆ­an de luna de miel, tendrĆ­an hijos......... hijos...
 Danilo apretĆ³ el puƱo conteniĆ©ndo las lĆ”grimas, subiĆ³ a su moto de alto cilindraje y se marchĆ³ por la avenida generando un ruido atroz.
III
 HabĆ­an pasado dos dias desde el divorcio, Danilo estaba detenido frente a la entrada del edificio donde vivĆ­a Carlos, el pelirrojo usĆ³ el celular e hizo una llamada.
 —¿MarĆ­a cĆ³mo estĆ”n las cosas por allĆ­?
 —bien seƱor Danilo —dijo una mujer que trabajaba en la empresa de Ana—, la seƱora estĆ” cargada de trabajo, a esta hora estĆ” fotografiando a un grupo de graduandos universitarios y luego se encargarĆ” de las fotos de una pareja de casados.
 —¿quieres decir que no saldrĆ” de ahĆ­ por ahora?
 —exactamente seƱor.
 Danilo terminĆ³ la llamada y se dirigiĆ³ al edificio aprovechĆ³ cruzar la entrada con uno de los inquilinos y se dirigiĆ³ a sus objetivos.
 Tras una investigaciĆ³n supo que Carlos vivĆ­a en el apartamento nĆŗmero 52, tocĆ³ la puerta colocando un dedo en el ojo de la puerta.
 —espere —se oyĆ³ la voz de Carlos desde el interior.
 El abogado saliĆ³ de la sala de ejercicios de su departamento, estaba sin camisa y en pantalĆ³n negro, intento mirar por el cerrojo pero no viĆ³ nada, debĆ­a ser el fastidioso de al frente que acostumbraba a bloquear la vista al llamarlo para pedir un favor, abriĆ³ la puerta y se sorprendio de ver a aquel hombre pelirrojo, no le dio tiempo de reaccionar cuando aquel hombre puso sus manos sobre sus cojones.
 La mano se hundiĆ³ con saƱa en la ingle, agarrando aquella zona carnosa y suave, apretĆ³ los dedos y los ojos de Carlos se exhaltaron abriendo la boca, retrocediĆ³ bajo los pasos de Danilo que cerrĆ³ la puerta con el talĆ³n.
 —¡Ooouuhhhgg! —gruƱo Carlos moviendo la garganta.
 Danilo lo mirĆ³ con un fulgor de odio en los ojos, no opinĆ³ nada estaba imperante machacandole las gĆ³nadas a quien se acostaba con su mujer.
 —suel... suel —intentaba hablar Carlos sintiĆ©ndo un agudo dolor en el estĆ³mago, la voz se le habĆ­a tornado ronca y los ojos hĆŗmedos.
 Danilo seguĆ­a callado apretando con irĆ” aquellas pelotas inmensas productoras de semen, no tendrĆ­a hijos, NUNCA.
 Carlos cerrĆ³ los ojos y le pegĆ³ un cabezaso a Danilo este retrocediĆ³ soltandolo y Carlos cayĆ³ de rodillas al piso y sin fuerza muscular.
—¡no sĆ”bes con quien te metes!
—tĆŗ eres el desubicado —decĆ­a Carlos sobando sus testĆ­culos—, esto es propiedad privada y la estĆ”s violando.
 IntentĆ³ levantarse y Danilo arremetiĆ³ contra Ć©l con una nueva patada en la entrepierna.
 Carlos tuvo la oportunidad de reaccionar y protegerse pero actuĆ³ lento.
 La bota de Camilo chocĆ³ contra los blandos cojones de Carlos sonandolos contra la pelvis. Las rodillas de Carlos se unieron por el impacto, lanzĆ³ un lamento de dolor y cayĆ³ de boca al piso acurrucado como una pelota.
 —eso te pasa por estar con Ana, que te sirva de escarmiento, si sigues con ella te irĆ” peor...
DiĆ³ mediavuelta y saliĆ³ de allĆ­ dejando a Carlos temblando de dolor.
IV
 Un dĆ­a despues Danilo estaba encerrado en su oficina, enfrascado en la compra de motores para las motos. La puerta fue tocada.
 —adelante.
 La puerta fue abierta dejando mostrar a Ana que seguĆ­a hermosa como siempre.
 «estoy seguro que me viene a reclamar» pensĆ³ Danilo.
 Pero Ana desconocia la amenaza sobre Carlos, pues su novio decidiĆ³ obviarlo por verguenza de parecer dĆ©bil.
 —¿que deseas? ¿por quĆ© no terminas de entrar?
 La fotografa entrĆ³ a la oficina y rehusĆ³ tomar asiento.
  —¿creĆ­as que no era capaz de divorciarme de ti?
 —¿para eso vienes? ¿a burlarte?
 —me imagino que ya aprendiste la lecciĆ³n y no serĆ”s nunca mĆ”s infiel a una mujer.
 —te decĆ­a que podĆ­a acostarme con miles de mujeres pero tĆŗ eres a la que amaba y sigo amando.
 —descarado.
 —estoy muy triste por el divorcio no lo puedo tolerar.
 Ana nada contestĆ³, estaba ahĆ­ linda como siempre mirandolo fijo, eso lo excito. Se parĆ³ veloz del asiento la agarrĆ³ de la cara y la besĆ³ en la boca, ella docil no se apartĆ³. Danilo quitĆ³ todo sobre el escritorio, se subiĆ³ sobre el y besando a Ana en el cuello le rogĆ³:
—sube aquĆ­ mi amor.

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