CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
La sala de la casa de Simón estaba decorada totalmente de navidad un grande y her
moso Ć”rbol estaba a un rincón con decorados y luces donde estaban sujetados los Minions que tanto le gustaban al niƱo Vicente Chacón. Sobre las repisas reposaban dibujos de papa noel, y en los muebles habĆan cojines con grabados del polo norte y rodolfo el reno, Pablo tenĆa entre sus manos un tren que recorrĆa una parte del piso a su lado con un parecido asombroso, que podia ser su hijo, estaba su sobrino comiendo galletas que el tĆo le regaló haciendo olvidar la curiosidad por la otra bolsa que sujetaba.
—Me tuvo toda la noche preocupada —se quejaba Claudia que estaba mĆ”s obesa e hinchada como nunca, Pablo recordaba que con el primer embarazo la mujer habĆa aumentado en exceso de peso y se internó prĆ”cticamente en un gimnasio al dar a luz. Ahora con cinco meses de gestacion parecĆa una ballena y mĆ”s al estar esperando gemelos—, es imperdonable que me haya dejado asĆ.
—Bueno, Clau —decĆa Pablo con una tierna sonrisa—. Estamos en un mes donde hay fiesta todos los dĆas y Simón estĆ” mĆ”s contento que cualquiera de sus amigos juntos. No todos estarĆ”n esperando gemelos.
—¿Y yo quĆ©? Que la tonta se preocupe esperĆ”ndolo. No es la primera vez que lo hace, es mĆ”s tenĆa tiempo sin hacer esa gracia.
—bueno pero no es motivo para que haya una guerra entre ustedes, ¿o sĆ?
—O no, de resto estamos contentos.
La llave de la puerta de entrada fue abierta dando paso a Simón que entraba portando lentes de sol y vestido de franela roja, pantalón marrón que ostentaba su abultado paquete y el carnoso trasero, sujetaba una bolsa de pan y otros dulces navideños. Vicente prefirió dejar los cariños de Pablo para correr hacia su padre que enseguida lo cargó entre sus brazos. Claudia torció la boca y se levantó del mueble excusÔndose:
—IrĆ© a preparar la ropa de Vicente.
—¡Hermano! —se saludaron los hombres con un fuerte abrazo.
—Hey, ¿quĆ© onda con el humor de Claudia?
Simón sonrió sentĆ”ndose a un lado de Pablo como siempre marcando los testĆculos en el pantalón, se quitó los lentes y rogó a su hijo que le fuera a llevar un dulce a su mamĆ” con la intención que los dejara solos.| AƱadir leyenda |
—Me tuvo toda la noche preocupada —se quejaba Claudia que estaba mĆ”s obesa e hinchada como nunca, Pablo recordaba que con el primer embarazo la mujer habĆa aumentado en exceso de peso y se internó prĆ”cticamente en un gimnasio al dar a luz. Ahora con cinco meses de gestacion parecĆa una ballena y mĆ”s al estar esperando gemelos—, es imperdonable que me haya dejado asĆ.
—Bueno, Clau —decĆa Pablo con una tierna sonrisa—. Estamos en un mes donde hay fiesta todos los dĆas y Simón estĆ” mĆ”s contento que cualquiera de sus amigos juntos. No todos estarĆ”n esperando gemelos.
—¿Y yo quĆ©? Que la tonta se preocupe esperĆ”ndolo. No es la primera vez que lo hace, es mĆ”s tenĆa tiempo sin hacer esa gracia.
—bueno pero no es motivo para que haya una guerra entre ustedes, ¿o sĆ?
—O no, de resto estamos contentos.
La llave de la puerta de entrada fue abierta dando paso a Simón que entraba portando lentes de sol y vestido de franela roja, pantalón marrón que ostentaba su abultado paquete y el carnoso trasero, sujetaba una bolsa de pan y otros dulces navideños. Vicente prefirió dejar los cariños de Pablo para correr hacia su padre que enseguida lo cargó entre sus brazos. Claudia torció la boca y se levantó del mueble excusÔndose:
—IrĆ© a preparar la ropa de Vicente.
—¡Hermano! —se saludaron los hombres con un fuerte abrazo.
—Hey, ¿quĆ© onda con el humor de Claudia?
—Tu bolsa —tendió PapĆ” el misterioso objeto.
—Gracias, hermano. Vales oro, jajaja, pues estĆ” toda histĆ©rica porque anoche salĆ a compartir tragos con los amigos y lleguĆ© hoy a las cinco de la maƱana, le dije que llegarĆa antes de las dos.
—Que mal plan, Simón, te pasaste la tabla. ¿Estaban de mujeriegos o quĆ©?
—No para nada, nos quedamos con el restaurante cerrado bebiendo y bebiendo, estĆ”bamos con Leonado y sabes como es de boca de tanque. LleguĆ© a las cinco y estaba furiosa a las seis supuestente se despertó haciendo mĆ”s ruido que de costumbre, fue adrede. No he dormido nada.
—Te lo tienes merecido por borracho.
—No, por el contrario lleguĆ© de lo mĆ”s bien. ¿Se quejó mucho contigo?
—SĆ.
—Pobre... ya nos contentaremos. ¿Y tĆŗ quĆ© tal? Me di cuenta el otro dĆa.
—¿De quĆ©? —preguntó Pablo rascĆ”ndose la barba.
—Cuando fuiste con toda esa gente de la oficina y con Alfredo. ¿Ya se hablan?
—SĆ —afirmó el muchacho sonrojandose—. Ya volvimos, jajaja, pero no me gusta hablar de eso contigo, jajaja. Se disculpó por un problema que tuvimos, pero ya, no te dirĆ©.
Simón rompió a reĆr echandose sobre su hermano y juntos se repartieron amigables golpes entre risas. Vicente escuchó el ruido y regresó a la sala saltando sobre sus parientes que apenas se separaban.
Claudia regresó arrastrando la maleta con algunas de las pertenencias del crio.
—Vengase —el niƱo saltó sobre los brazos del tĆo—. Despidete de mamĆ” y papĆ” y preparate a pasar dos dĆas de maravilla con tus tĆos y abuelos.
El niƱo reĆa y recibió los besos y abrazos de sus padres. Pablo se levantó cargando al sobrino y cargando la maleta con la otra mano.
—Asegurale a tu papĆ” que cuide de tus hermanos.
—¡SĆ!
Simón entregó a Pablo algunos dulces lo acompaƱo hasta su partida en el vehĆculo cuando entró a casa consiguió a Claudia comiendo el postre navideƱo. Simón sonrió y le dio una nalgada a su esposa.
—Ay, cabrón, no... no me des asĆ —negó con ella dĆ”ndole manotadas.
—Ay, no seas mamona que bastante nalgadas te gusta que te dĆ©.
Ella cruzó los ojos y se fue en dirección a la habitación matrimonial.
—¿Sigues furiosa, hermosa?
—¿Yo? —preguntó Claudia sentĆ”ndose en la cama para ver televisión. Adoptó voz irónica—. Yo estoy feliz, ¿no me ves?
—Que bien. PensĆ© que seguĆas furiosa por lo de la madrugada.
—Oh, no. Sólo quiero que lo vuelvas a hacer. Vete hoy tambiĆ©n.
—Chiquilla, no andaba en nada malo, te invitĆ© y no quisiste ir. Estaba en el restaurante, ahĆ estĆ”n las fotos, los conoces a todos.
—Yo no te reclamo nada, estoy refeliz.
—¡Que bella!
Simón se carcajeó por la actitud de Claudia, le dio cortos besos entre la boca y el cuello pero ella rechazó con el rostro fruncido.
—La muy tonta que se quede preocupada por ti.
—Amor ya, deja esa actitud —tocó el vientre de su esposa—, pone mal a los bebes.
—¡Mal los pone que su papĆ” se vaya sin avisar nada!
—Ya, Claudia, sabĆas donde estaba. No seas tan dramĆ”tica.
—Anda, ve a beber con tus amigos. ¿A quĆ© hora te vas? ¿Cuando llegas? ¿Pasado maƱana o en Enero?
—Pues no, tengo sueƱo y ademĆ”s... debemos aprovechar que estamos solos... —miró el vientre tan grande otra vez—. Bueno casi solos, eh. Vamos a estar solitos —acarició a su esposa—, para que estemos un ratito apretaditos, eh, eh —rió a gusto porque estaba reconquistando a la mujer que ya casi se reĆa ante sus brazos—, eh, eh. TĆŗ y yo dos dĆas juntos.
—¡Pues no! —negó Claudia poniĆ©ndose firme—. No voy a enlechar a los bebes.
—¿Enlechar? ¡Que vocabulario! Pero cariƱo, le dije a Pablo que trajera condones. En el mueble quedaron.
Claudia abrió la boca consternada, que descarado era Simón y Pablo que alcahueta.
—¡Eres un cara de palo, Simón! ¡Cómo te atreves pedirle a Pablo que compre eso! No voy a llenar de semen a los bebĆ©s.
—¿Y quĆ© querĆas? ¡Que fuera yo y maƱana salga en las columna de chismes que estaba comprando condones! Recuerda que el doctor dijo que resultaba bueno para el embarazo tener sexo, con Vicente lo hacĆamos y todo resultó bien. TĆŗ y yo ya tenemos como tres meses, los huevos ya siento que me pesan.
—No seas desvergonzado y si te pesan es lo regular con ese tamaƱote. Recuerda que fuiste tĆŗ quien de caliente le preguntó de tener relaciones, ahĆ nunca te dio pena.
—El doctor Romano es un profesional nunca hablarĆa con la prensa. Amor, bĆ©same —Ć©l volvió a acercarse sobre ella repartiĆ©ndole besos y caricia—. Te amo, los amo.
Claudia lo apartó con el brazo.
—TĆŗ no me tienes muy contenta, vete, ve a dormir, ver televisión, escribir o baƱarte para que se te baje eso.
—¿Lo dices en serio?
—¡SĆ!
—Te has vuelto una amargada.
Simón se levantó de la cama y en la entrepierna del pantalón parecĆa que llevaba un asta de bandera.
—No quiero ensuciar a mis bebes con semen, cuando tenĆamos sexo con Vicente se trataba de uno, ahora son dos. Dijo una compaƱera que salio travieso por tener tanto sexo en el embarazo.
—Como quieras —Simón alegó saliendo de mal humor de la habitación-: Esa vejestoria de tu amiga no sabe nada.
Claudia se quedó acostada en la habitación pensando que tenĆa muchos meses sin sexo, y es que aquel embarazo habĆa resultado peor que el de Vicente, el vientre le pesaba, los chiquillos se movĆan mucho, la pateaban, le daba infinitas ganas de vomitar, cambios bruscos de humor, ¡pobre Simón! AllĆ fue cuando pensó en su larga, gruesa y carnosa verga con cabeza rosada y en forma de bulbo, con aquellos grandes cojones perfectamente redondos. De la nada empezó a sentir un sudor frĆo...
«El sexo oral es bueno para las mujeres embarazadas, el semen del padre ayudarĆa a disminuir las nauseas matutinas» habĆa dicho el doctor Romano.
Y asĆ nacĆan infinitas ganas de tener sexo en Claudia, pero, ¿cómo buscar a Simón sin parecer una indecisa? Como pudo se levantó de la cama consiguiendo a su galĆ”n sentado en la sala usando el telĆ©fono.
—No quiero estar de malas contigo, amor.
—Yo estoy tranquilo, Clau —contestó sin levantar la mirada.
—Te amo, món, perdón... No querĆa que te molestaras conmigo. Entiendeme.
—Te entiendo.
Otra vez contestó sin mirarla, Claudia le quitó el celular y lo metió entre los cojines.
—Dame, estoy twiteando un chiste.
—No me interesa, escĆŗchame.
Claudia enseguida se acercó al cuello de su esposo y lo empezó a besar, sabĆa que asĆ se aumentaba el lĆbido de la pareja.
—Ay, Claudia, no, ya... ya me estĆ”s calentando, me matas, no, para. TĆŗ dijiste que no ibas a ser una cochina.
Claudia rió y siguió tocando a su esposo calentÔndolo mÔs de lo que estaba.
Simón comenzó a reĆrse y tambiĆ©n se abalanzó hacia su esposa riĆ©ndose y tocĆ”ndola, ella sintió la enorme polla activarse de nuevo, y Simn sintio los grandes testĆculos llenos de esperma bambolearse en su pantalón.
—Parate —invitó Claudia levantĆ”ndose del mueble.
Simón la obedeció ostentando el bulto en su pantalón.
—AyĆŗdame —pidió Claudia, y su esposo con delicadeza la hincó, enseguida la mujer abrió la bragueta del jean y sacó el pene del marido, empezando a masturbarlo.
—Ohhhhhhhhh, Clau, ¡que se siente bien! —gimió Simón disfrutando de como su polla se relajaba de toda tensión que sufrĆa.
—Ayuda.
—¿Tan rĆ”pido?
—SĆ.
Simón levantó a la embarazada y ella agarrÔndolo de la mano lo llevó a la habitación, ella se recostó en la cama y él le quitó el pantalón sonriendo ante la dilatada vagina de la esposa, de manera lenta Simón subió las piernas de la esposa al hombro y empujó su verga a los labios de color rosa.
Simón al fin sentĆa como su polla se abrĆa paso entre la cavernosa vagina de su esposa despuĆ©s de algunos meses.
—¡Ooohhhhhhh! —gemĆa Simón, su cuerpo musculoso empezaba a sudar mientras se agitaba violentamente. Sus duros abdominales se apretaban a medida que se movĆa y sus gruesas bolas rebotaban para arriba y abajo.
Simón se arqueó sobre Claudia y ella frotó sus amplios pectorales musculosos empezando a jugar con los pezones marrones.
—uffff —declaraba Simón, Claudia continuaba.
El macho seguĆa bombeando profundamente, Claudia sólo jadeaba. Simón gimió y embestĆa el cuerpo con mĆ”s fuerza.
Claudia apretó la vagina y Simón en placer sentĆa las paredes carnosas comprimir su polla, cerró los ojos y sintió como sus bolas empezaban a dar rienda suelta a su semen. Estaba a punto de acabar. El interior de Claudia, agitaba y apretaba su guevo. Su enorme salchicha, se encabritó al 100% y empezó a estallar.
Simón gritó y empujó con fuerza a su esposa. Su gruesa verga desató un enorme torrente de esperma en el interior de ella, su musculoso cuerpo tembló como lo habĆa sido el orgasmo mĆ”s intenso de su vida. El hombre continuó corriĆ©ndose en borbotones de semen.
Claudia se alarmó ante los grandes disparos del macho "Olvidamos los condones!" penso y empezó a sentir los cambios de humor y desagrados adjuntos al embarazo.
—AyĆŗ, AyĆŗ —decĆa la mujer extendiendo los brazos—. AyĆŗdame -estaba como desesperada.
—¿QuĆ©?
El marido la ayudó de nuevo a levantarse, de pie la pobre Claudia salió corriendo al baño a vomitar asqueada por lo sucedido. Y el desdichado Simón se quedó sobre la cama jalandose el pito contar de eyacular hasta la última gota asimanchara la cama y el piso.
Un minuto le costó a la seƱora volver, Simón todavĆa parecĆa una fuente, pues eran meses de semen acumulado.
—Clau... ahhhh... todavĆa puedo... ven...
Aquellas palabras hicieron mella en la mujer hubiera deseado que su marido le preguntara por su salud y de los bebes, que la mimara y besara ¡pero no! SeguĆa de caliente. Cogió un recipiente de loción corporal sobre la mesa de noche y lo lanzó contra las pelotas grandes del marido.
—¡Aaaaaaahhhh! —Simón lanzó un grito inhumano.
El pobre muchacho se dobló y cayó en posición fetal al suelo agarrando sus testĆculos mojados en el semen eyaculado.
—¿Cómo te atreves a pedirme sexo despuĆ©s de que sufrĆ alla en el baƱo? ¿Y tus hijos, desvergonzado?
—Af, Claudia, tĆŗ... —decĆa Simón agarrĆ”ndose las pelotas—, tĆŗ estarĆ”s bien son manĆas de embarazo.
—¿ManĆas?... —a Claudia se le quebró la voz—. Estoy sensible, Simón.
—EstĆ”s loca... ni tĆŗ te soportas el carĆ”cter.
Claudia torció la boca conteniendo las lÔgrimas. A continuación empujó el pie contra las huevas de Simón aprovechando que tenia las piernas abiertas.
POFF
—¡AAAAAAAAAAHHHHH!
El periodista se movió de lado a lado acariciando sus grandes testĆculos hermosamente ovalados.El pobre muchacho se dobló y cayó en posición fetal al suelo agarrando sus testĆculos mojados en el semen eyaculado.
—¿Cómo te atreves a pedirme sexo despuĆ©s de que sufrĆ alla en el baƱo? ¿Y tus hijos, desvergonzado?
—Af, Claudia, tĆŗ... —decĆa Simón agarrĆ”ndose las pelotas—, tĆŗ estarĆ”s bien son manĆas de embarazo.
—¿ManĆas?... —a Claudia se le quebró la voz—. Estoy sensible, Simón.
—EstĆ”s loca... ni tĆŗ te soportas el carĆ”cter.
Claudia torció la boca conteniendo las lÔgrimas. A continuación empujó el pie contra las huevas de Simón aprovechando que tenia las piernas abiertas.
POFF
—¡AAAAAAAAAAHHHHH!
—¿Cómo.... te... atreves, Clau?
—No, ¡cómo te atreves tĆŗ a ser tan egoĆsta! —reclamaba Claudia soltando algunas lĆ”grimas y agarrĆ”ndose de la mesa para arrodillarse al suelo—. No te importa como estoy, sólo quieres sexo.
—Claudia, no seas tonta —negó Simón acariciando sus huevos—. Me desvivo por hacerte feliz.
—¡Pues no te creo!
La mujer llevo la mano a la entrepierna del hombre sujetando sus colgantes testĆculos para despachurrarlos en la palma de la mano, los huevos crujeron con el apretón y Simón dobló la espalda hacia adelante desenfocando los ojos, ya hĆŗmedos, y abriendo la boca emitiendo un lamento en susurro.
Claudia apretó y apretó, sintió que uno de sus hijos en el interior se movĆa por dentro eso fue lo que hizo que soltara aquel par de naranjas.
—Mereces que te castre por egosita, pero soy tan tonta que irĆ© a buscar hielo... No por ti, sino por tus hijos.
—Jummmmmm —gimió Simón acurrucandose en el suelo frotando sus grandes bolas.
Claudia tardó dos minutos en volver con una pesada bolsa, volvió a arrodillarse.
—He estado pĆ©sima todos estos dĆas. Creo que es por tantas hormonas... Ha sido duro, Simón. Perdon.
El hombre volvió a gemir pero parecĆa que querĆa decir que la entendĆa. TenĆa aquella bolsa incrustada en la entrepierna que aliviaba por completo aquella hinchazón de bolas.
—Ya volveremos a tener la vida de antes, mira... se estĆ”n moviendo los dos —agarró la mano del marido y la llevó a la panza—... ¿Sabes, Simón? Ahora si me provoca leche —miró los genitales del marido, Ć©l gimió—, estĆ”n esos gümaros hinchados... serĆ© cautelosa —y se inclinó ante el.
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