Ballbusting con mi esposo (4/4): Cuando no es Si - Las Bolas de Pablo

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5 dic 2015

Ballbusting con mi esposo (4/4): Cuando no es Si

CONTIENE:

-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   La sala de la casa de SimĆ³n estaba decorada totalmente de navidad un grande y her
AƱadir leyenda
moso Ć”rbol estaba a un rincĆ³n con decorados y luces donde estaban sujetados los Minions que tanto le gustaban al niƱo Vicente ChacĆ³n. Sobre las repisas reposaban dibujos de papa noel, y en los muebles habĆ­an cojines con grabados del polo norte y rodolfo el reno, Pablo tenĆ­a entre sus manos un tren que recorrĆ­a una parte del piso a su lado con un parecido asombroso, que podia ser su hijo, estaba su sobrino comiendo galletas que el tĆ­o le regalĆ³ haciendo olvidar la curiosidad por la otra bolsa que sujetaba.


   —Me tuvo toda la noche preocupada —se quejaba Claudia que estaba mĆ”s obesa e hinchada como nunca, Pablo recordaba que con el primer embarazo la mujer habĆ­a aumentado en exceso de peso y se internĆ³ prĆ”cticamente en un gimnasio al dar a luz. Ahora con cinco meses de gestacion parecĆ­a una ballena y mĆ”s al estar esperando gemelos—, es imperdonable que me haya dejado asĆ­.

   —Bueno, Clau —decĆ­a Pablo con una tierna sonrisa—. Estamos en un mes donde hay fiesta todos los dĆ­as y SimĆ³n estĆ” mĆ”s contento que cualquiera de sus amigos juntos. No todos estarĆ”n esperando gemelos.

   —¿Y yo quĆ©? Que la tonta se preocupe esperĆ”ndolo. No es la primera vez que lo hace, es mĆ”s tenĆ­a tiempo sin hacer esa gracia.

   —bueno pero no es motivo para que haya una guerra entre ustedes, ¿o sĆ­?

   —O no, de resto estamos contentos.

   La llave de la puerta de entrada fue abierta dando paso a SimĆ³n que entraba portando lentes de sol y vestido de franela roja, pantalĆ³n marrĆ³n que ostentaba su abultado paquete y el carnoso trasero, sujetaba una bolsa de pan y otros dulces navideƱos. Vicente prefiriĆ³ dejar los cariƱos de Pablo para correr hacia su padre que enseguida lo cargĆ³ entre sus brazos. Claudia torciĆ³ la boca y se levantĆ³ del mueble excusĆ”ndose:

   —IrĆ© a preparar la ropa de Vicente.

   —¡Hermano! —se saludaron los hombres con un fuerte abrazo.

   —Hey, ¿quĆ© onda con el humor de Claudia?

   
SimĆ³n sonriĆ³ sentĆ”ndose a un lado de Pablo como siempre marcando los testĆ­culos en el pantalĆ³n, se quitĆ³ los lentes y rogĆ³ a su hijo que le fuera a llevar un dulce a su mamĆ” con la intenciĆ³n que los dejara solos.

   —Tu bolsa —tendiĆ³ PapĆ” el misterioso objeto.

   —Gracias, hermano. Vales oro, jajaja, pues estĆ” toda histĆ©rica porque anoche salĆ­ a compartir tragos con los amigos y lleguĆ© hoy a las cinco de la maƱana, le dije que llegarĆ­a antes de las dos.

   —Que mal plan, SimĆ³n, te pasaste la tabla. ¿Estaban de mujeriegos o quĆ©?

   —No para nada, nos quedamos con el restaurante cerrado bebiendo y bebiendo, estĆ”bamos con Leonado y sabes como es de boca de tanque. LleguĆ© a las cinco y estaba furiosa a las seis supuestente se despertĆ³ haciendo mĆ”s ruido que de costumbre, fue adrede. No he dormido nada.


   —Te lo tienes merecido por borracho.

   —No, por el contrario lleguĆ© de lo mĆ”s bien. ¿Se quejĆ³ mucho contigo?

   —SĆ­.

   —Pobre... ya nos contentaremos. ¿Y tĆŗ quĆ© tal? Me di cuenta el otro dĆ­a.

   —¿De quĆ©? —preguntĆ³ Pablo rascĆ”ndose la barba.

   —Cuando fuiste con toda esa gente de la oficina y con Alfredo. ¿Ya se hablan?

   —SĆ­ —afirmĆ³ el muchacho sonrojandose—. Ya volvimos, jajaja, pero no me gusta hablar de eso contigo, jajaja. Se disculpĆ³ por un  problema que tuvimos, pero ya, no te dirĆ©.

   SimĆ³n rompiĆ³ a reĆ­r echandose sobre su hermano y juntos se repartieron amigables golpes entre risas. Vicente escuchĆ³ el ruido y regresĆ³ a la sala saltando sobre sus parientes que apenas se separaban.

   Claudia regresĆ³ arrastrando la maleta con algunas de las pertenencias del crio.

   —Vengase —el niƱo saltĆ³ sobre los brazos del tĆ­o—. Despidete de mamĆ” y papĆ” y preparate a pasar dos dĆ­as de maravilla con tus tĆ­os y abuelos.

   El niƱo reĆ­a y recibiĆ³ los besos y abrazos de sus padres. Pablo se levantĆ³ cargando al sobrino y cargando la maleta con la otra mano.

   —Asegurale a tu papĆ” que cuide de tus hermanos.

   —¡SĆ­!

   SimĆ³n entregĆ³ a Pablo algunos dulces lo acompaƱo hasta su partida en el vehĆ­culo cuando entrĆ³ a casa consiguiĆ³ a Claudia comiendo el postre navideƱo. SimĆ³n sonriĆ³ y le dio una nalgada a su esposa.

   —Ay, cabrĆ³n, no... no me des asĆ­ —negĆ³ con ella dĆ”ndole manotadas.

   —Ay, no seas mamona que bastante nalgadas te gusta que te dĆ©.

   Ella cruzĆ³ los ojos y se fue en direcciĆ³n a la habitaciĆ³n matrimonial.

   —¿Sigues furiosa, hermosa?

   —¿Yo? —preguntĆ³ Claudia sentĆ”ndose en la cama para ver televisiĆ³n. AdoptĆ³ voz irĆ³nica—. Yo estoy feliz, ¿no me ves?

   —Que bien. PensĆ© que seguĆ­as furiosa por lo de la madrugada.

   —Oh, no. SĆ³lo quiero que lo vuelvas a hacer. Vete hoy tambiĆ©n.

   —Chiquilla, no andaba en nada malo, te invitĆ© y no quisiste ir. Estaba en el restaurante, ahĆ­ estĆ”n las fotos, los conoces a todos.

   —Yo no te reclamo nada, estoy refeliz.

   —¡Que bella!

   SimĆ³n se carcajeĆ³ por la actitud de Claudia, le dio cortos besos entre la boca y el cuello pero ella rechazĆ³ con el rostro fruncido.

   —La muy tonta que se quede preocupada por ti.

   —Amor ya, deja esa actitud —tocĆ³ el vientre de su esposa—, pone mal a los bebes.

   —¡Mal los pone que su papĆ” se vaya sin avisar nada!

   —Ya, Claudia, sabĆ­as donde estaba. No seas tan dramĆ”tica.

   —Anda, ve a beber con tus amigos. ¿A quĆ© hora te vas? ¿Cuando llegas? ¿Pasado maƱana o en Enero?

   —Pues no, tengo sueƱo y ademĆ”s... debemos aprovechar que estamos solos... —mirĆ³ el vientre tan grande otra vez—. Bueno casi solos, eh. Vamos a estar solitos —acariciĆ³ a su esposa—, para que estemos un ratito apretaditos, eh, eh —riĆ³ a gusto porque estaba reconquistando a la mujer que ya casi se reĆ­a ante sus brazos—, eh, eh. TĆŗ y yo dos dĆ­as juntos.

   —¡Pues no! —negĆ³ Claudia poniĆ©ndose firme—. No voy a enlechar a los bebes.

—¿Enlechar? ¡Que vocabulario! Pero cariƱo, le dije a Pablo que trajera condones. En el mueble quedaron.

   Claudia abriĆ³ la boca consternada, que descarado era SimĆ³n y Pablo que alcahueta.

   —¡Eres un cara de palo, SimĆ³n! ¡CĆ³mo te atreves pedirle a Pablo que compre eso! No voy a llenar de semen a los bebĆ©s.

   —¿Y quĆ© querĆ­as? ¡Que fuera yo y maƱana salga en las columna de chismes que estaba comprando condones! Recuerda que el doctor dijo que resultaba bueno para el embarazo tener sexo, con Vicente lo hacĆ­amos y todo resultĆ³ bien. TĆŗ y yo ya tenemos como tres meses, los huevos ya siento que me pesan.

   —No seas desvergonzado y si te pesan es lo regular con ese tamaƱote. Recuerda que fuiste tĆŗ quien de caliente le preguntĆ³ de tener relaciones, ahĆ­ nunca te dio pena.

   —El doctor Romano es un profesional nunca hablarĆ­a con la prensa. Amor, bĆ©same —Ć©l volviĆ³ a acercarse sobre ella repartiĆ©ndole besos y caricia—. Te amo, los amo.

   Claudia lo apartĆ³ con el brazo.

   —TĆŗ no me tienes muy contenta, vete, ve a dormir, ver televisiĆ³n, escribir o baƱarte para que se te baje eso.

   —¿Lo dices en serio?

   —¡SĆ­!

   —Te has vuelto una amargada.

   SimĆ³n se levantĆ³ de la cama y en la entrepierna del pantalĆ³n parecĆ­a que llevaba un asta de bandera.

   —No quiero ensuciar a mis bebes con semen, cuando tenĆ­amos sexo con Vicente se trataba de uno, ahora son dos. Dijo una compaƱera que salio travieso por tener tanto sexo en el embarazo.

—Como quieras —SimĆ³n alegĆ³ saliendo de mal humor de la habitaciĆ³n-: Esa vejestoria de tu amiga no sabe nada.

   Claudia se quedĆ³ acostada en la habitaciĆ³n pensando que tenĆ­a muchos meses sin sexo, y es que aquel embarazo habĆ­a resultado peor que el de Vicente, el vientre le pesaba, los chiquillos se movĆ­an mucho, la pateaban, le daba infinitas ganas de vomitar, cambios bruscos de humor, ¡pobre SimĆ³n! AllĆ­ fue cuando pensĆ³ en su larga, gruesa y carnosa verga con cabeza rosada y en forma de bulbo, con aquellos grandes cojones perfectamente redondos. De la nada empezĆ³ a sentir un sudor frĆ­o...

   «El sexo oral es bueno para las mujeres embarazadas, el semen del padre ayudarĆ­a a disminuir las nauseas matutinas» habĆ­a dicho el doctor Romano.

   Y asĆ­ nacĆ­an infinitas ganas de tener sexo en Claudia, pero, ¿cĆ³mo buscar a SimĆ³n sin parecer una indecisa? Como pudo se levantĆ³ de la cama consiguiendo a su galĆ”n sentado en la sala usando el telĆ©fono.

   —No quiero estar de malas contigo, amor.

   —Yo estoy tranquilo, Clau —contestĆ³ sin levantar la mirada.

   —Te amo, mĆ³n, perdĆ³n... No querĆ­a que te molestaras conmigo. Entiendeme.

   —Te entiendo.

   Otra vez contestĆ³ sin mirarla, Claudia le quitĆ³ el celular y lo metiĆ³ entre los cojines.

   —Dame, estoy twiteando un chiste.

   —No me interesa, escĆŗchame.

   Claudia enseguida se acercĆ³ al cuello de su esposo y lo empezĆ³ a besar, sabĆ­a que asĆ­ se aumentaba el lĆ­bido de la pareja.

   —Ay, Claudia, no, ya... ya me estĆ”s calentando, me matas, no, para. TĆŗ dijiste que no ibas a ser una cochina.

   Claudia riĆ³ y siguiĆ³ tocando a su esposo calentĆ”ndolo mĆ”s de lo que estaba.

   SimĆ³n  comenzĆ³ a reĆ­rse y tambiĆ©n se abalanzĆ³ hacia su esposa riĆ©ndose y tocĆ”ndola, ella sintiĆ³ la enorme polla activarse de nuevo, y Simn sintio los grandes testĆ­culos llenos de esperma bambolearse en su pantalĆ³n.

   —Parate —invitĆ³ Claudia levantĆ”ndose del mueble.

   SimĆ³n la obedeciĆ³ ostentando el bulto en su pantalĆ³n.

   —AyĆŗdame —pidiĆ³ Claudia, y su esposo con delicadeza la hincĆ³, enseguida la mujer abriĆ³ la bragueta del jean y sacĆ³ el pene del marido, empezando a masturbarlo.

   —Ohhhhhhhhh, Clau, ¡que se siente bien! —gimiĆ³ SimĆ³n disfrutando de como su polla se relajaba de toda tensiĆ³n que sufrĆ­a.

   —Ayuda.

   —¿Tan rĆ”pido?

   —SĆ­.

   SimĆ³n levantĆ³ a la embarazada y ella agarrĆ”ndolo de la mano lo llevĆ³ a la habitaciĆ³n, ella se recostĆ³ en la cama y Ć©l le quitĆ³ el pantalĆ³n sonriendo ante la dilatada vagina de la esposa, de manera lenta SimĆ³n subiĆ³ las piernas de la esposa al hombro y empujĆ³ su verga a los labios de color rosa.

   SimĆ³n al fin sentĆ­a como su polla se abrĆ­a paso entre la cavernosa vagina de su esposa despuĆ©s de algunos meses.

   —¡Ooohhhhhhh! —gemĆ­a SimĆ³n, su cuerpo musculoso empezaba a sudar mientras se agitaba violentamente. Sus duros abdominales se apretaban a medida que se movĆ­a y sus gruesas bolas rebotaban para arriba y abajo.

   SimĆ³n se arqueĆ³ sobre Claudia y ella frotĆ³ sus amplios pectorales musculosos empezando a jugar con los pezones marrones.

   —uffff —declaraba SimĆ³n, Claudia continuaba.

   El macho seguĆ­a bombeando profundamente, Claudia sĆ³lo jadeaba. SimĆ³n  gimiĆ³ y embestĆ­a el cuerpo con mĆ”s fuerza.

   Claudia apretĆ³ la vagina y SimĆ³n en placer sentĆ­a las paredes carnosas comprimir su polla, cerrĆ³ los ojos y sintiĆ³ como sus bolas empezaban a dar rienda suelta a su semen. Estaba a punto de acabar. El interior de Claudia, agitaba y apretaba su guevo. Su enorme salchicha, se encabritĆ³ al 100% y empezĆ³ a estallar.

   SimĆ³n  gritĆ³ y empujĆ³ con fuerza a su esposa. Su gruesa verga desatĆ³ un enorme torrente de esperma en el interior de ella, su musculoso cuerpo temblĆ³ como lo habĆ­a sido el orgasmo mĆ”s intenso de su vida. El hombre continuĆ³ corriĆ©ndose en borbotones de semen.

Claudia se alarmĆ³ ante los grandes disparos del macho "Olvidamos los condones!" penso y empezĆ³ a sentir los cambios de humor y desagrados adjuntos al embarazo.

   —AyĆŗ, AyĆŗ —decĆ­a la mujer extendiendo los brazos—. AyĆŗdame -estaba como desesperada.

   —¿QuĆ©?

   El marido la ayudĆ³ de nuevo a levantarse, de pie la pobre Claudia saliĆ³ corriendo al baƱo a vomitar asqueada por lo sucedido. Y el desdichado SimĆ³n se quedĆ³ sobre la cama jalandose el pito contar de eyacular hasta la Ćŗltima gota asimanchara la cama y el piso.

   Un minuto le costĆ³ a la seƱora volver, SimĆ³n todavĆ­a parecĆ­a una fuente, pues eran meses de semen acumulado.

   —Clau... ahhhh... todavĆ­a puedo... ven...

   Aquellas palabras hicieron mella en la mujer hubiera deseado que su marido le preguntara por su salud y de los bebes, que la mimara y besara ¡pero no! SeguĆ­a de caliente. CogiĆ³ un recipiente de lociĆ³n corporal sobre la mesa de noche y lo lanzĆ³ contra las pelotas grandes del marido.

   —¡Aaaaaaahhhh! —SimĆ³n lanzĆ³ un grito inhumano.

   El pobre muchacho se doblĆ³ y cayĆ³ en posiciĆ³n fetal al suelo agarrando sus testĆ­culos mojados en el semen eyaculado.

   —¿CĆ³mo te atreves a pedirme sexo despuĆ©s de que sufrĆ­ alla en el baƱo? ¿Y tus hijos, desvergonzado?

   —Af, Claudia, tĆŗ... —decĆ­a SimĆ³n agarrĆ”ndose las pelotas—, tĆŗ estarĆ”s bien son manĆ­as de embarazo.

   —¿ManĆ­as?... —a Claudia se le quebrĆ³ la voz—. Estoy sensible, SimĆ³n.

   —EstĆ”s loca... ni tĆŗ te soportas el carĆ”cter.

   Claudia torciĆ³ la boca conteniendo las lĆ”grimas. A continuaciĆ³n empujĆ³ el pie contra las huevas de SimĆ³n aprovechando que tenia las piernas abiertas.

   POFF

   —¡AAAAAAAAAAHHHHH!

   
   El periodista se moviĆ³ de lado a lado acariciando sus grandes testĆ­culos hermosamente ovalados.

   —¿CĆ³mo.... te... atreves, Clau?

   —No, ¡cĆ³mo te atreves tĆŗ a ser tan egoĆ­sta! —reclamaba Claudia soltando algunas lĆ”grimas y agarrĆ”ndose de la mesa para arrodillarse al suelo—. No te importa como estoy, sĆ³lo quieres sexo.

   —Claudia, no seas tonta —negĆ³ SimĆ³n acariciando sus huevos—. Me desvivo por hacerte feliz.

   —¡Pues no te creo!

   La mujer llevo la mano a la entrepierna del hombre sujetando sus colgantes testĆ­culos para despachurrarlos en la palma de la mano, los huevos crujeron con el apretĆ³n y SimĆ³n doblĆ³ la espalda hacia adelante desenfocando los ojos, ya hĆŗmedos, y abriendo la boca emitiendo un lamento en susurro.

   Claudia apretĆ³ y apretĆ³, sintiĆ³ que uno de sus hijos en el interior se movĆ­a por dentro  eso fue lo que hizo que soltara aquel par de naranjas.

   —Mereces que te castre por egosita, pero soy tan tonta que irĆ© a buscar hielo... No por ti, sino por tus hijos.

   —Jummmmmm —gimiĆ³ SimĆ³n acurrucandose en el suelo frotando sus grandes bolas.

   Claudia tardĆ³ dos minutos en volver con una pesada bolsa, volviĆ³ a arrodillarse.

   —He estado pĆ©sima todos estos dĆ­as. Creo que es por tantas hormonas... Ha sido duro, SimĆ³n. Perdon.

   El hombre volviĆ³ a gemir pero parecĆ­a que querĆ­a decir que la entendĆ­a. TenĆ­a aquella bolsa incrustada en la entrepierna que aliviaba por completo aquella hinchazĆ³n de bolas.

   —Ya volveremos a tener la vida de antes, mira... se estĆ”n moviendo los dos —agarrĆ³ la mano del marido y la llevĆ³ a la panza—... ¿Sabes, SimĆ³n? Ahora si me provoca leche —mirĆ³ los genitales del marido, Ć©l gimiĆ³—, estĆ”n esos gĆ¼maros hinchados... serĆ© cautelosa —y se inclinĆ³ ante el.

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