Solid Show (7/7): Se apagan las luces - Las Bolas de Pablo

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8 dic 2015

Solid Show (7/7): Se apagan las luces

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HOMOSEXUAL


   
   Ricardo estaba tendido en el suelo paralizado y confundido, Mauro encima de Ć©l, sujeto´ sus muƱecas contra el suelo, lo miraba a los ojos con sonrisa sĆ”dica.


   —¿QuĆ© pasa, Ricardo, tienes miedo?... dejame chuparte la polla.



   —N... no.



   Mauro bajĆ³ a la cadera de Ricardo que continuaba petrificado con un dolor que provenĆ­a de su ingle. Mauro palpĆ³ con la mano la entrepierna de Ricardo.



   —SĆ­ —comprobĆ³ con satisfacciĆ³n—. AquĆ­ lo que resta es un testĆ­culo... y lo que tu no sabes es que me gusta el huevo —Mauro apretĆ³ entre sus manos el acumulado escroto de Ricardo llevando a la parte inferior del saco el testĆ­culo sobreviviente.



   Mauro colocĆ³ entre sus dientes el montĆ­culo que formaba el pantalĆ³n y apretĆ³ con los filosos incisivos como si de una nuez se tratara.



   CRRR... CRAA... CRACCKKK.



   —¡AAAAAAHHHHHH! —gritĆ³ desesperado Ricardo antes de desmayarse.



   Mauro abriĆ³ la boca soltando aquel destrozo de hombrĆ­a. Se puso de pie como poseĆ­do por la venganza dejando en el suelo al desdichado ex militar.



   —Ahora te toca a ti —asegurĆ³ mirando al maniatado Carlos—, te volverĆ© a violar como una perra de calle y te mocharĆ© esas pelotas para que aprendas a conocerme.



   Lanzando una risita pesada Mauro se acercĆ³ sacando su pene erecto. Carlos por enĆ©sima vez intentĆ³ en vano soltarse, Mauro le bajĆ³ la licra por los gruesos muslos, Carlos era dueƱo de un trasero carnoso. El hombre lleno de excite comenzĆ³ a menear la pija entre las nalgas del abogado.



   Mauro posicionĆ³ su miembro erguido entre los glĆŗteos de Carlos y de golpe empezĆ³ a meterlo por el hueco.



   Mauro con su odio, rencor y envidia hacia un profundo vaivĆ©n con una mano se afirmaba de la cadera de Carlos. El hombre penetrado daba gemidos entrecortados, y tambiĆ©n gruƱƭa por rencor o como resistencia.



   El ritmo se aceleraba, y Mauro embestĆ­a mĆ”s fuertemente a Carlos. Intentaba no sacar completamente el pito del ano, para no perder el Ć©xtasis sexual, mientras Carlos sentĆ­a dolor de esa nueva violaciĆ³n.



   DespuĆ©s de varios minutos, el ritmo de penetraciĆ³n era animalesco, Mauro sujetĆ³ con fuerza la cadera de Carlos, y en una exclamaciĆ³n de puro placer, eyaculĆ³. Fue disminuyendo el movimiento, hasta detenerse por completo.



   SacĆ³ el pene, que iba perdiendo dureza dentro de Carlos.



   —Voy a buscar el cuchillo para cortartelas —susurrĆ³ Mauro al oĆ­do del bailarin.



   Cuando se disponĆ­a a separarse una masa como mole cayĆ³ encima de Mauro reventando un objeto de vidrio en su cabeza, Mauro cayĆ³ confundido al piso mientras Ricardo desataba un brazo de Carlos.



   Rugiendo como una pantera Mauro se abalanzĆ³ sobre Ricardo y ambos cayeron al piso, Mauro era quien llevaba la ventaja aun con la cabeza ensangrentada, lo golpeaba en la cara a puƱo cerrado mientras Carlos rĆ”pidamente se desataba el otro brazo con un intento de desespero.



   Mauro seguĆ­a golpeando la cara de Ricardo con furia asesina.



   De forma rĆ”pida y tomĆ”ndolo de sorpresa, Carlos lanzĆ³ una patada contundente entre las piernas separadas de Mauro, embistiendo  sus huevos contra la pelvis.



   Los ojos de Mauro se abrieron en estado de shock. La expresiĆ³n furiosa de su cara cambiĆ³ a confusion trazando una mueca dolorosa y soltando un grito tenso.



   Ricardo cuya boca estaba ensangrentada se sobresaltĆ³ logrando tener la fuerza para tirar a un lado el pesado -pero ahora ligero- cuerpo de Mauro.



   Mauro se colocĆ³ en posiciĆ³n fetal en el piso, agarrĆ”ndose la entrepierna. La respiraciĆ³n se mostraba entrecortada y el pecho se inflaba con desespero.



   —AsĆ­ te querĆ­a agarrar desgraciado —dijo con seria amargura Carlos, inclinĆ”ndose y agarrando como un monigote a Mauro del cuello que sin fuerza pudo ponerse de pie.



   —DĆ©jalo —pidiĆ³ Ricardo—, vĆ”monos de aquĆ­.



   —¡No!



   —No te atreverĆ”s —anunciĆ³ Mauro con una sonrisa burlona.



   Carlos apretĆ³ el puƱo y lo estampĆ³ en la cara de Mauro, logrando asĆ­ tumbar uno de sus dientes.



   —¡Mal nacido!



   Carlos no se detendrĆ­a apretĆ³ el puƱo y subiĆ³ el brazo, Mauro se aferrĆ³ a Ć©l y subiĆ³ la rodilla directo a las gĆ³nadas de Carlos con toda la fuerza que pudo reunir. Su rĆ³tula restĆ³ fuerza a Carlos que soltĆ³ un quejido lastimero.



   —911, necesito ayuda —decĆ­a Ricardo sosteniendo un celular.



   Carlos se separĆ³ de Ricardo cayendo de rodillas con las manos sosteniendo sus testĆ­culos.



   Mauro corriĆ³ directo hacia Ricardo y le estampĆ³ un puƱetazo que finalmente lo hizo caer desmayado. Mauro arrojĆ³ el celular con todas sus fuerzas al piso logrĆ”ndolo hacer aƱicos.



   —Se acabĆ³, Mauro —decĆ­a Carlos—. Ya no hay marcha atrĆ”s. Estas perdido.



   —Esto no acaba —negĆ³ Mauro—. Apenas comienza.



   CaminĆ³ en direcciĆ³n de Carlos quien con fuerza se lanzĆ³ a la cadera del moreno, Mauro intentĆ³ zafarselo pero Carlos conecto un gancho con el puƱo a sus testĆ­culos. Los ojos de Mauro se abrieron cuando el puƱo se estrellĆ³ contra sus testĆ­culos de nuevo, brutalmente aplanaron sus cojones y el hombre no pudo mĆ”s que retroceder y gritar.



   Mauro huĆ­a frotĆ”ndose el dolor bolas.



   —Ya esto se acabĆ³, Mauro. Llegaste ridĆ­culamente al final.



   —Por tu culpa. Si nunca hubieras llegado al bar no me obligarĆ­as a hacer esto.



   —No fue mi culpa. No es mi culpa que seas un fracasado.



   Mauro cojeo hasta una repisa era sorprendente el nivel de resistencia que podĆ­a soportar. Mauro recogiĆ³ un objeto redondo de vidrio y lo lanzĆ³ contra el desmayado Ricardo. El circular adorno chocĆ³ en su entrepierna haciĆ©ndose aƱicos pero Ricardo no se moviĆ³. Mauro gemĆ­a cansado.



   Carlos dejĆ³ de sobar sus bolas, ya el dolor menguaba, observĆ³ un tubo tras un mueble, debĆ­a recogerlo y defenderse de Mauro, pero aquello no fue necesario un ruido desde la sala provocĆ³ que los dos hombres se sobresaltaran.



   La policĆ­a habĆ­a llegado al departamento tumbando la puerta y varios hombres armados irrumpieron dentro buscando los rastros de violencia al ubicar la direcciĆ³n de aquella llamada al 911. Llegaron a la habitaciĆ³n apuntando a Mauro y Carlos, asĆ­ era como el hombre se tenĆ­a que rendir.



   ...



   Ricardo fue ingresado de emergencias en el hospital tenĆ­a fracturas en el pene y habĆ­a perdido sus testĆ­culos, Carlos y Mauro fueron llevados a la policĆ­a donde declararon lo que habĆ­a ocurrido fueron encerrados en celdas diferentes debido a las declaraciones encontradas que ambos dieron aunque se comprobĆ³ mĆ”s tarde que Carlos fue penetrado en varias ocasiones por Mauro.



   —Explicame, ¿quĆ© sucediĆ³? —exigiĆ³ Isabella Totti cuando llegĆ³ a la jefatura.



   —Mauro me tenĆ­a secuestrado —respondiĆ³ Carlos quien ya estaba libre.



   —Pero, ¿cĆ³mo? ¿Cuentame quĆ© pasĆ³ con Ricardo?



   —IntentĆ³ defenderme y Mauro lo atacĆ³. Lo operaron y tuvieron que hacerle una cirugĆ­a en el pene tuvo un golpe con un objeto que Mauro le lanzĆ³, los mĆ©dicos opinan que ya no tendrĆ” erecciones, fue Ricardo quien pudo dar la declaraciĆ³n para salir libre.



   —Que problema. Yo estoy consternada.



   —Miguel lo ayudĆ³.



   —¿QuĆØ?



   —Eso presumo. Cuando me tenĆ­a cautivo Mauro estuvo hablando con Ć©l, eso declarĆ©, estĆ”n investigando.



   MĆ”s tarde se descubriĆ³ que todo fue una farsa de Mauro para confundir a Carlos, en ningĆŗn momento de su celular saliĆ³ alguna llamada aquella noche del secuestro.



   Y desde ahĆ­ comenzĆ³ el descenso en el triunfo del bar Nautilus, el talento del solid Show se desplomaba.



   Mauro fue hallado culpable y se le conformaron varios aƱos de prisiĆ³n.



   Axel estaba a pocos meses de graduarse.



   —QuizĆ”s en algĆŗn momento alguien me seƱale y diga, aquel administrado de empresas fue gogodance —decĆ­a una tarde a Isabella en su oficina—. En un mes me graduĆ³ y tengo planeado irme con mi novia a otra zona. Ya di todo lo que debĆ­a dar, espero que puedas entender mi renuncia, Isabella.



   Y en pocos dĆ­as renunciĆ³ al Solid Show.



   Miguel llegado un momento tambiĆ©n se reuniĆ³ con Isabella argumentando que debĆ­a ausentarse provisionalmente porque habĆ­a decidido entrar a un centro de rehabilitaciĆ³n antidrogas, su solicitud fue aceptada y una tarde el equipo lo acompaĆ±Ć³ hasta la puerta del centro donde Ć©l, vestido muy elegante estaba dispuesto a dejar su mundo de drogas.



   Ricardo fue el primero en renunciar, su pene jamĆ”s volverĆ­a a tener una erecciĆ³n y dos testĆ­culos de mentira, como Ć©l les decĆ­a estaban dentro de su escroto.



   —Supongo que me lo tengo merecido —explicaba a Carlos despuĆ©s de firmar su carta de renuncia—. Cuando estaba en el escuadrĆ³n militar yo tenĆ­a un amigo que le gustaba fastidiar los testĆ­culos de otro muchacho, casi se los partĆ­amos. Por eso me fui del cuerpo de militares, supongo que esto es un karma para mi.



   —¿Y ahora quĆ© vas a hacer?



   —Supongo que abrirĆ© un local comercial.



   Carlos una noche se reuniĆ³ con Isabella.



   —Ya he cumplido con mi contrato —le dijo—. Va siendo tiempo de que regreses el vĆ­deo con todas las copias.



   Isabella Totti lanzĆ³ un suspiro estaba la mar de triste.



   —Entiendo —aceptĆ³ ella, usĆ³ la computadora para copiar en un USB todos los datos del vĆ­deo de Carlos—. Toma, mi lindo, ya no hay ni un rastro de el, te doy mi palabra, puedes estar tranquilo.



   Carlos suspirĆ³.



   —MĆ”s vale, hay que cuidar la privacidad. DespuĆ©s de todo fue bonito trabajar para ti.



   —Eso es un halago, mi lindo. ¿Ahora quĆ© harĆ”s? ¿Te vas de la ciudad?



   —No, planeo quedarme aquĆ­. Me mudarĆ©. DespuĆ©s de todo tĆŗ y yo ya somos casi familia.



   —¿No entiendo, quĆ© dices?



    —Tu sobrina y yo ya somos novios desde hace un mes.



   A Isabella Totti se le iluminaron los ojos ante lo vivaracha que era su sobrina.



   —Te felicito, mi lindo. Mi sobrina es un buen partido le llegas a hacer daƱo y te mocho esos cojones.



   Carlos se riĆ³.



   —¿Y tĆŗ que harĆ”s? ¿Vas a cerrar el local?



   —No, cerrarĆ© por un tiempo harĆ© remodelaciones y contratarĆ© a nuevos gogodance, allĆ­ afuera el mundo estĆ” lleno de lindos niƱos dispuestos a satisfacer nuestros gustos.



   —Espero que tengas Ć©xito en tu cometido, Isabella. Pero no contrates un loco como Mauro.



   —La fama lo volviĆ³ loco, mi lindo.



   Carlos sonriĆ³.



   —SerĆ” hora de que me vaya yendo. Tengo una cena pendiente con tu sobrina en un restaurante. AdiĆ³s, cariƱo.



   —Bye, mi lindo. Se cuidan.



   Carlos le dirigiĆ³ una Ćŗltima sonrisa, abandonĆ³ el asiento y se marchĆ³ caminando, la vieja Totti fijĆ³ la mirada al pomposo y apretado trasero del galĆ”n.



   Ya sola en el despacho se reclinĆ³ en el asiento y fue a las carpetas mĆ”s profundas de los archivos en la computadora y con profunda admiraciĆ³n se instalĆ³ a observar el vĆ­deo de un hombre masturbĆ”ndose en la habitaciĆ³n de un hotel con un vaso de yogurt cerca de el.

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