-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—¿Por quĆ© Ć©l va a ser la estrella del show, el papiboy, si es un gordo asqueroso? —exigiĆ³ una explicaciĆ³n Mauro, un sujeto de estatura alta, tez morena, guapo y peligroso. Estaba con su jefa en su sitio de trabajo, un local de stripper.
—Hey, hermano. MĆ”s respeto hacia mi —hablĆ³ Carlos, el abogado eyaculador.
—Porque yo soy la dueƱa de la empresa y soy quien elige al estrella de show, mi lindo —contestĆ³ la seƱora Isabella.
—Pero tĆŗ sabĆas que con la renuncia de Francisco el segundo al mando y papiboy serĆa yo.
—Mi lindo, no quiero hablar de eso ahora. AllĆ” afuera en la calle los hombres no son del modelo de cuerpo que tĆŗ posees, tambiĆ©n los hay gorditos muy fuertes, y son los que a muchas mujeres les gusta. Hay que abarcar todo.
—Este tipo tiene el cuerpo raro.
—Tipo, cĆ”llate y respeta sino voy a tener quĆ©...
—¡Bueno ya! Quiero ver, Carlos, baila de una manera sexy.
El hombre alzĆ³ los brazos y comenzĆ³ a mover de manera ridĆcula y sin ritmo el cuerpo, Mauro lanzĆ³ una risotada sarcĆ”stica y la seƱora Isabella hundiĆ³ la cabeza en el sillĆ³n.
—Mi lindo, te falta mucho por aprender. Hoy serĆ” el turno del baile para Mauro y Ricardo. Mientras tanto seguiremos entrenando a Carlos hasta que llegue el dĆa del gran show de presentaciĆ³n.
—PapĆ”, tu baile da ganas de vomitar —alegĆ³ Mauro. Ya se habĆa quitado los zapatos y procediĆ³ a arrancarse el pantalĆ³n—. Mira y aprende, papĆ” —se apretĆ³ los labios y moviĆ³ la cadera de lado a lado, bailaba una canciĆ³n imaginaria que aseguraba ser muy sensual, seguido se acercĆ³ a una silla y se lanzĆ³ al suelo haciendo movimientos sugerentes con el trasero, como si fuera una estrambĆ³tica pero sexy serpiente—. Esto es ser sexy, papĆ”.
—Lo tendrĆ© en cuenta —dijo frĆamente Carlos, dio una mirada a la seƱora Isabella—. Usted sabe que no soy un gogo dance.
—No importa, mi lindo. Ya veras que no te vas a arrepentir. Ahora seguirĆ”s practicando con el coreografo y conmigo. Mauro preparate para el show, en veinte minutos abrimos. Ya Ricardo se estĆ” preparando.
Ćl habĆa llegado a ese local aƱos atrĆ”s, habĆa sido descubierto por la seƱora Isabella cuando modelaba para una importante empresa de ropa masculina. Tuvo un casting mĆ”s que extraordinario donde ella resultĆ³ fascinada. HabĆa cosechado Ć©xito dentro del local y en eventos privados, pero querĆa mĆ”s. Siempre resultaba el segundĆ³n y ahora no era justo que un reciĆ©n llegado le quitara el puesto que le correspondĆa. No lo permitirĆa, iba a hacer que renunciara.
EntrĆ³ a la sala de descanso y vio un bolso de estilo militar cerca de la mesa. AhĆ se guardaban las pertenencias de Ricardo el ex militar misterioso que por alguna extraƱa razĆ³n renunciĆ³ al escuadrĆ³n.
Mauro se acercĆ³ al morral y no pudo evitar abrir y oler parte del vestuario de Ricardo. Su instinto bisexual se activĆ³ a oler aquellas prendas sudadas y con olor a macho, sino, otras perfumadas con el aroma a madera que desprendĆa Ricardo.
—¿Cuando te vas a decidir, eh? —susurrĆ³ con una sonrisa Mauro.
El hombre se dirigiĆ³ al baƱo donde sĆ³lo se escuchaba el repicar del agua al usar un hombre la ducha.
Lejos de ahĆ se oĆa el ruido de la mĆŗsica en seƱal de que el bar era abierto al pĆŗblico. Era un agradable local compuesto por muchas luces de diferentes colores y a calidad led. MĆŗsica actual, las mejores bebidas y los mĆ”s variados hombres para todo tipo de pĆŗblico.
Regresando al baƱo, Mauro se encontrĆ³ con la espalda ancha de Ricardo, el hombre alto admirĆ³ las piernas y el ancho trasero del ex militar, se mostraba carnoso y casi levantado. Mauro en silencio le llegĆ³ por detrĆ”s y lo abrazĆ³.
—Te tengo aquĆ en el baƱo sĆ³lo para mĆ.
A lo que Ricardo conteniendo el aliento reaccionĆ³ dĆ”ndole un codazo en el abdomen seguido de un golpe con la nuca en en el rostro, Mauro retrocediĆ³ argumentando que debĆa tener cuidado con su cara porque de eso vivĆa.
Ricardo cerrĆ³ la llave del agua y girĆ³ el cuerpo mirando con recelo a Mauro. Ambos eran musculosos, Mauro estaba seguro que Ricardo ademas de misterioso era gay, por ello en ocasiones lo hostigaba, ademas de que deseaba penetrar su culo esponjado. Ricardo trabajaba ahĆ porque despuĆ©s de pertenecer a la academia militar sabĆa que no iba a encontrar otro lugar con buena remuneraciĆ³n. Un dĆa llegĆ³ al bar Nautilus y se presentĆ³ ante Isabella se desenvolviĆ³ lo mejor que pudo y ella le contratĆ³.
Ricardo seguĆa de pie al frente de Mauro, aunque a diferencia de Ć©l completamente desnudo, con los brazos cubriendo su enorme pene y las bolas, testĆculos no grandes, pero que podĆan mecerse entre sus muslos.
—No te hagas el macho, Ricardo —pidiĆ³ con burla Mauro, ahora respirando fuertemente—. Puedo oler que te gusta la salchicha y que te respiren cerca de la nuca.
—Largate, huevĆ³n. Quiero estar solo.
—AllĆ” afuera estĆ” el tipo nuevo, un desperdicio y una burla para el Show Show. No estĆ” a nuestra altura. ¿Quieres unirte a mi para hacer que se vaya?
—No me interesa —negĆ³ Ricardo cogiendo la toalla para amarrarla a la cintura—. SĆ³lo me importa tener un sueldo para vivir.
—Que aburrido eres, ya veo que no tendrĆ© apoyo de ningĆŗn tipo contigo. EsperarĆ© a que lleguen los otros muchacho para saber que me dicen. ¿Quieres quitarte la toalla? Te he visto mĆ”s de mil veces en pelotas.
Ricardo chasqueĆ³ la lengua y pasĆ³ a un lado de Mauro quien aprovechĆ³ la oportunidad para tomar su miembro con una mano.
—Quiero ver a este bebĆ© en toda su gloria.
—¡Suelta! —casi gritĆ³ Ricardo dando un manotazo a Mauro saliĆ³ del baƱo para irse directamente al vestuario.
—Quiero mamar tus tetas, Ricardo. Son provocativas, ¿por quĆ© no aprovechamos esta ocasiĆ³n de estar solos aquĆ y nos ponemos en acciĆ³n? TĆŗ y yo allĆ” en el mueble. TaladrĆ”ndote el culo del que debe ser virgen quizĆ”s. Si es que no fuiste la batallona del centro militar.
Ricardo arrugĆ³ las cejas y mirĆ³ de pies a cabeza a Mauro, para finalizar dio una respuesta que lo sorprendiĆ³:
—Que sea rĆ”pido.
—¿QuĆ© dijiste?
—Que sea rĆ”pido, estĆŗpido. Antes de que me arrepienta...
Mauro se asegurĆ³ de que la puerta siguiera con cerrojo como la habĆa dejado y asĆ seguĆa. Cuando se tirĆ³ sobre el mueble ya tenĆa el pene erecto en la ropa interior como una carpa de circo.
Ricardo se acercĆ³ a Ć©l. Ambos comenzaron a tocarse se palpaban el cuerpo. Ricardo frotĆ³ el depilado pene de Mauro y, a su vez Mauro le besaba los pezones a Ricardo que tenĆa el pene duro como el hierro.
El ex militar desnudĆ³ a Ricardo. Su pene era lindo, largo y recto de tez clara y cabeza bulbosa. Ricardo comenzĆ³ a masturbarlo con la mano y Mauro jadeĆ³ doblando los ojos y mordiĆ©ndose el labio inferior. Al fin el militarcillo estaba a sus anchas, como mĆ”s querĆa.
Ricardo asintiĆ³ pervertidamente jalando rĆ”pidamente, la dura polla de Mauro se hacĆa mĆ”s grande y majestuosa. La cabeza se le teƱĆa de rojo.
La respiraciĆ³n de Mauro se acelerĆ³ y cerrĆ³ los ojos, gimiendo suavemente.
Ricardo soltĆ³ la verga de Mauro, y el falo temblĆ³ violentamente, su cabeza brotĆ³ de la punta liquido preseminal.
—ChĆŗpala, complĆ”ceme.
Ricardo negĆ³ con la cabeza y prosiguiĆ³ acariciando el pene de Mauro.
Sin que Mauro se percatara, de manera lenta Ricardo trasladĆ³ la mano al escroto con testĆculos grandes y jalĆ³ con fuerza al cerrar los dedos alrededor del cuello. El musculoso cuerpo de Mauro brillante de sudor inocente de lo que le sucederĆa se quedĆ³ inerte. Ricardo templĆ³ sin compasiĆ³n los cojones del stripper.
Mauro soltĆ³ un gemido profundo y gutural que se hizo fuerte y mĆ”s fuerte cada vez que Ricardo estiraba sus bolas ahora con las dos manos sacaba gritos y gemidos terribles de los labios de Mauro.
El ex-militar tenĆa experiencia en torturar bolas. Colocaba la vista fija en como la arrugada piel de los huevos dejaba de estar arrugada para ser estirada como cinta elĆ”stica.
Mauro gruƱĆa y gemĆa de dolor, las bolas se hinchaban visiblemente coloreĆ”ndose a rojo.
Ricardo tenĆa una grata sonrisa en el rostro, obviamente disfrutaba de provocar ese dolor en Mauro, que seguĆa con el exĆ³tico rostro arrugado de dolor, sus ojos permanecĆan cerrados y marcando pequeƱas lineas de arrugas, su boca estaba abierta rugiendo de dolor.
Por Ćŗltimo, Ricardo lo mirĆ³ con un frenĆ©tico brillo en los ojos, se acomodĆ³ en el sillĆ³n y hundiĆ³ la rodilla en las bolas de Mauro, embistiĆ©ndolas en su cuerpo.
Mauro gritĆ³ como una nena, mientras sus testĆculos eran aplastados brutalmente entre la rĆ³tula y el pelvis.
Ricardo volviĆ³ a repetir la acciĆ³n contra los huevos de Mauro con toda la fuerza que pudo reunir.
La rodilla chocĆ³ con los genitales del hombre.
El grito de Mauro se hizo mĆ”s fuerte dejando escapar un chillido espantosamente agudo que no llegĆ³ hasta el bar debido al volumen de la mĆŗsica.
El pobre hombre se minimizĆ³ en el mueble patĆ©ticamente agarrando sus preciosas bolas mientras el desinflado pene quedaba a un lado en el abdomen.
Lo ojos de Mauro estaban cruzaron, sus cejas levantadas y el cuerpo temblando, el sudor le corrĆa por la frente empapando el mueble.
—Esto es para que aprendas a respetarme —asegurĆ³ Ricardo acomodĆ”ndose el pantalĆ³n—. Y serĆ” mejor que te apresures para el show porque a Isabella no le gustarĆ” que te quedes aquĆ. ¡Vamos, papiboy!
Ricardo abandonĆ³ la sala de descanso dejando a oscuras al pobre Mauro.
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