Solid Show (2/7): El hombre de la ducha - Las Bolas de Pablo

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7 ago 2015

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Solid Show (2/7): El hombre de la ducha

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE



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   ā€”ĀæPor quĆ© Ć©l va a ser la estrella del show, el papiboy, si es un gordo asqueroso? —exigió una explicación Mauro, un sujeto de estatura alta, tez morena, guapo y peligroso. Estaba con su jefa en su sitio de trabajo, un local de stripper.


   ā€”Hey, hermano. MĆ”s respeto hacia mi —habló Carlos, el abogado eyaculador.

   ā€”Porque yo soy la dueƱa de la empresa y soy quien elige al estrella de show, mi lindo —contestó la seƱora Isabella.

   ā€”Pero tĆŗ sabĆ­as que con la renuncia de Francisco el segundo al mando y papiboy serĆ­a yo.

   ā€”Mi lindo, no quiero hablar de eso ahora. AllĆ” afuera en la calle los hombres no son del modelo de cuerpo que tĆŗ posees, tambiĆ©n los hay gorditos muy fuertes, y son los que a muchas mujeres les gusta. Hay que abarcar todo.

   ā€”Este tipo tiene el cuerpo raro.

   ā€”Tipo, cĆ”llate y respeta sino voy a tener quĆ©...

   ā€”Ā”Bueno ya! Quiero ver, Carlos, baila de una manera sexy.

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   El hombre alzó los brazos y comenzó a mover de manera ridĆ­cula y sin ritmo el cuerpo, Mauro lanzó una risotada sarcĆ”stica y la seƱora Isabella hundió la cabeza en el sillón.

   ā€”Mi lindo, te falta mucho por aprender. Hoy serĆ” el turno del baile para Mauro y Ricardo. Mientras tanto seguiremos entrenando a Carlos hasta que llegue el dĆ­a del gran show de presentación.

cuort—PapĆ”, tu baile da ganas de vomitar —alegó Mauro. Ya se habĆ­a quitado los zapatos y procedió a arrancarse el pantalón—. Mira y aprende, papĆ” —se apretó los labios y movió la cadera de lado a lado, bailaba una canción imaginaria que aseguraba ser muy sensual, seguido se acercó a una silla y se lanzó al suelo haciendo movimientos sugerentes con el trasero, como si fuera una estrambótica pero sexy serpiente—. Esto es ser sexy, papĆ”. 

   ā€”Lo tendrĆ© en cuenta —dijo frĆ­amente Carlos, dio una mirada a la seƱora Isabella—. Usted sabe que no soy un gogo dance.

   ā€”No importa, mi lindo. Ya veras que no te vas a arrepentir. Ahora seguirĆ”s practicando con el coreografo y conmigo. Mauro preparate para el show, en veinte minutos abrimos. Ya Ricardo se estĆ” preparando.

   ā€”No olvides que yo serĆ­a el papiboy del show —recordó Mauro antes de salir. Recogió su ropa y abandonó el bar.

   Ć‰l habĆ­a llegado a ese local aƱos atrĆ”s, habĆ­a sido descubierto por la seƱora Isabella cuando modelaba para una importante empresa de ropa masculina. Tuvo un casting mĆ”s que extraordinario donde ella resultó fascinada. HabĆ­a cosechado Ć©xito dentro del local y en eventos privados, pero querĆ­a mĆ”s. Siempre resultaba el segundón y ahora no era justo que un reciĆ©n llegado le quitara el puesto que le correspondĆ­a. No lo permitirĆ­a, iba a hacer que renunciara.

   Entró a la sala de descanso y vio un bolso de estilo militar cerca de la mesa. AhĆ­ se guardaban las pertenencias de Ricardo el ex militar misterioso que por alguna extraƱa razón renunció al escuadrón. 

   Mauro se acercó al morral y no pudo evitar abrir y oler parte del vestuario de Ricardo. Su instinto bisexual se activó a oler aquellas prendas sudadas y con olor a macho, sino, otras perfumadas con el aroma a madera que desprendĆ­a Ricardo.

   ā€”ĀæCuando te vas a decidir, eh? —susurró con una sonrisa Mauro.

   El hombre se dirigió al baƱo donde sólo se escuchaba el repicar del agua al usar un hombre la ducha.

   Lejos de ahĆ­ se oĆ­a el ruido de la mĆŗsica en seƱal de que el bar era abierto al pĆŗblico. Era un agradable local compuesto por muchas luces de diferentes colores y a calidad led. MĆŗsica actual, las mejores bebidas y los mĆ”s variados hombres para todo tipo de pĆŗblico.

   Regresando al baƱo, Mauro se encontró con la espalda ancha de Ricardo, el hombre alto admiró las piernas y el ancho trasero del ex militar, se mostraba carnoso y casi levantado. Mauro en silencio le llegó por detrĆ”s y lo abrazó.

   ā€”Te tengo aquĆ­ en el baƱo sólo para mĆ­.

   A lo que Ricardo conteniendo el aliento reaccionó dĆ”ndole un codazo en el abdomen seguido de un golpe con la nuca en en el rostro, Mauro retrocedió argumentando que debĆ­a tener cuidado con su cara porque de eso vivĆ­a.

   Ricardo cerró la llave del agua y giró el cuerpo mirando con recelo a Mauro. Ambos eran musculosos, Mauro estaba seguro que Ricardo ademas de misterioso era gay, por ello en ocasiones lo hostigaba, ademas de que deseaba penetrar su culo esponjado. Ricardo trabajaba ahĆ­ porque despuĆ©s de pertenecer a la academia militar sabĆ­a que no iba a encontrar otro lugar con buena remuneración. Un dĆ­a llegó al bar Nautilus y se presentó ante Isabella se desenvolvió lo mejor que pudo y ella le contrató.

   Ricardo seguĆ­a de pie al frente de Mauro, aunque a diferencia de Ć©l completamente desnudo, con los brazos cubriendo su enorme pene y las bolas, testĆ­culos no grandes, pero que podĆ­an mecerse entre sus muslos.

   ā€”No te hagas el macho, Ricardo —pidió con burla Mauro, ahora respirando fuertemente—. Puedo oler que te gusta la salchicha y que te respiren cerca de la nuca.

   ā€”Largate, huevón. Quiero estar solo.

   ā€”AllĆ” afuera estĆ” el tipo nuevo, un desperdicio y una burla para el Show Show. No estĆ” a nuestra altura. ĀæQuieres unirte a mi para hacer que se vaya?

   ā€”No me interesa —negó Ricardo cogiendo la toalla para amarrarla a la cintura—. Sólo me importa tener un sueldo para vivir.

   ā€”Que aburrido eres, ya veo que no tendrĆ© apoyo de ningĆŗn tipo contigo. EsperarĆ© a que lleguen los otros muchacho para saber que me dicen. ĀæQuieres quitarte la toalla? Te he visto mĆ”s de mil veces en pelotas.

   Ricardo chasqueó la lengua y pasó a un lado de Mauro quien aprovechó la oportunidad para tomar su miembro con una mano.

   ā€”Quiero ver a este bebĆ© en toda su gloria.

   ā€”Ā”Suelta! —casi gritó Ricardo dando un manotazo a Mauro salió del baƱo para irse directamente al vestuario.

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   ā€”Quiero mamar tus tetas, Ricardo. Son provocativas, Āæpor quĆ© no aprovechamos esta ocasión de estar solos aquĆ­ y nos ponemos en acción? TĆŗ y yo allĆ” en el mueble. TaladrĆ”ndote el culo del que debe ser virgen quizĆ”s. Si es que no fuiste la batallona del centro militar.

   Ricardo arrugó las cejas y miró de pies a cabeza a Mauro, para finalizar dio una respuesta que lo sorprendió:

   ā€”Que sea rĆ”pido.

   ā€”ĀæQuĆ© dijiste?

   ā€”Que sea rĆ”pido, estĆŗpido. Antes de que me arrepienta...

   Mauro se aseguró de que la puerta siguiera con cerrojo como la habĆ­a dejado y asĆ­ seguĆ­a. Cuando se tiró sobre el mueble ya tenĆ­a el pene erecto en la ropa interior como una carpa de circo.

   Ricardo se acercó a Ć©l. Ambos comenzaron a tocarse se palpaban el cuerpo. Ricardo frotó el depilado pene de Mauro y, a su vez Mauro le besaba los pezones a Ricardo que tenĆ­a el pene duro como el hierro.

   El ex militar desnudó a Ricardo. Su pene era lindo, largo y recto de tez clara y cabeza bulbosa. Ricardo comenzó a masturbarlo con la mano y Mauro jadeó doblando los ojos y mordiĆ©ndose el labio inferior. Al fin el militarcillo estaba a sus anchas, como mĆ”s querĆ­a.

   Ricardo asintió pervertidamente jalando rĆ”pidamente, la dura polla de Mauro se hacĆ­a mĆ”s grande y majestuosa. La cabeza se le teƱƭa de rojo.

   La respiración de Mauro se aceleró y cerró los ojos, gimiendo suavemente.

   Ricardo soltó la verga de Mauro, y el falo tembló violentamente, su cabeza brotó de la punta liquido preseminal.

   ā€”ChĆŗpala, complĆ”ceme.

   Ricardo negó con la cabeza y prosiguió acariciando el pene de Mauro.

   Sin que Mauro se percatara, de manera lenta Ricardo trasladó la mano al escroto con testĆ­culos grandes y jaló con fuerza al cerrar los dedos alrededor del cuello. El musculoso cuerpo de Mauro brillante de sudor inocente de lo que le sucederĆ­a se quedó inerte. Ricardo templó sin compasión los cojones del stripper.

   Mauro soltó un gemido profundo y gutural que se hizo fuerte y mĆ”s fuerte cada vez que Ricardo estiraba sus bolas ahora con las dos manos sacaba gritos y gemidos terribles de los labios de Mauro.

   El ex-militar tenĆ­a experiencia en torturar bolas. Colocaba la vista fija en como la arrugada piel de los huevos dejaba de estar arrugada para ser estirada como cinta elĆ”stica.

   Mauro gruƱƭa y gemĆ­a de dolor, las bolas se hinchaban visiblemente coloreĆ”ndose a rojo.

   Ricardo tenĆ­a una grata sonrisa en el rostro, obviamente disfrutaba de provocar ese dolor en Mauro, que seguĆ­a con el exótico rostro arrugado de dolor, sus ojos permanecĆ­an cerrados y marcando pequeƱas lineas de arrugas, su boca estaba abierta rugiendo de dolor.

   Por Ćŗltimo, Ricardo lo miró con un frenĆ©tico brillo en los ojos, se acomodó en el sillón y hundió la rodilla en las bolas de Mauro, embistiĆ©ndolas en su cuerpo.

   Mauro gritó como una nena, mientras sus testĆ­culos eran aplastados brutalmente entre la rótula y el pelvis.

   Ricardo volvió a repetir la acción contra los huevos de Mauro con toda la fuerza que pudo reunir. 

   La rodilla chocó con los genitales del hombre.

   El grito de Mauro se hizo mĆ”s fuerte dejando escapar un chillido espantosamente agudo que no llegó hasta el bar debido al volumen de la mĆŗsica. 

   El pobre hombre se minimizó en el mueble patĆ©ticamente agarrando sus preciosas bolas mientras el desinflado pene quedaba a un lado en el abdomen.

   Lo ojos de Mauro estaban cruzaron, sus cejas levantadas y el cuerpo temblando, el sudor le corrĆ­a por la frente empapando el mueble.

   ā€”Esto es para que aprendas a respetarme —aseguró Ricardo acomodĆ”ndose el pantalón—. Y serĆ”  mejor que te apresures para el show porque a Isabella no le gustarĆ” que te quedes aquĆ­. Ā”Vamos, papiboy!

   Ricardo abandonó la sala de descanso dejando a oscuras al pobre Mauro.

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