Ballbusting entre maduros (7/8): La despedida - Las Bolas de Pablo

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18 oct 2016

Ballbusting entre maduros (7/8): La despedida

CONTIENE: 
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HOMOSEXUAL


   Marcos ChacĆ³n abriĆ³ los ojos y miro a Franscisco que abandonaba el asiento y se sonaba la garganta. El cincuentĆ³n seƱor ChacĆ³n apartĆ³ las manos de su tranquila y abultada entrepierna en su pantalĆ³n, donde durante toda su vida cualquier ropa que se colocase era incapaz de ocultar los grandes cojones que habĆ­an en su inmenso y colgante escoto.

   —Bueno amigos tengo algo que informarles hoy —dijo Francisco el hombre mĆ”s joven del equipo que pasaba los cuarenta y pocos aƱos.

   Franscisco era el presidente de la constructora donde la mayorĆ­a de aquellos maduros laboraban. Era de estatura alta con la cara de forma cuadrada y atractivo. Antes de dar la noticia su pene habĆ­a entrado en erecciĆ³n y se marcaba en su fino pantalĆ³n de ejecutivo, la verdad sus dotes viriles eran grandes, como las de Marcos, sus huevos tambiĆ©n lo eran en menor tamaƱo que los de ChacĆ³n.

   —Me retirĆ³ de este grupo, muchachones.

   —¿Por quĆ©, cabrĆ³n? —quiso saber RenĆ©, un entrenador deportivo que habĆ­a puesto emociĆ³n al grupo en las Ćŗltimas semanas. Era larguirucho y bisexual—. ¿Te ha molestado algo?

   —Oh no, muchachos —negĆ³ Francisco—. Es que en pocos dĆ­as ya me voy a casar y me quiero dedicar de lleno a mi esposa, viajar, vida familiar y tener nuestro hijos —creando una atmĆ³sfera de lujuria se agarrĆ³ la entrepierna haciendo que los ojos le brillaran a mĆ”s de uno—, estas herramientas son capaces de hacer varios hijos —ya soltando sus genitales—. Es por eso que me quiero retirar del grupo y dedicarme a ser buen marido.

   —Yo estoy casado y soy buen marido —dijo burlĆ³n Marcos ChacĆ³n.

   RenĆ© miro con decepciĆ³n a Francisco, era triste que un macho de tan buenos huevos abandonara el equipo.

   —Que tristeza que te tengas que ir —dijo—, y mĆ”s para hacer feliz a tu esposa. Pero si te vas a reirar necesitas una despedida que no olvides nunca, una despedida mejor que la que te organizaremos de soltero.

   —¿Que despedida serĆ”? —quiso saber Francisco, pero ya era muy tarde.

   El corazĆ³n de Francisco se accelerĆ³ cuando unas gruesas manos pasaron por encima de sus pectorales y le aplicaba una llave a sus brazos para inmovilizarlo. Era Lisandro, un cuarentĆ³n de cabellos canos fuerte y que en aquel momento apretaba su erecciĆ³n al trasero de Francisco intentando inmovilizarlo.

   —¡¿QuĆ© haces?! ¡¿QuĆ© haces, Lisandro?!

   —AsĆ­ es, Lisandro —felicitĆ³ RenĆ© dejando su asiento—. Vamos a darte tu despedida del grupo de maduros con huevos.

   Marcelo un rubio obrero de la constructora dejo la cerveza a un lado y corriĆ³ hacia las piernas de Francisco y las agarrĆ³ para evitar que este las moviera o lanzara una patada en su defensa.

   RenĆ© ya estaba parado ante el nervioso Francisco.

   —Amigo, no te asustes —rogĆ³—. Lo que pasa entre nosotros se queda en secreto en el grupo.

   RenĆ© abriĆ³ el cinturĆ³n, la cremallera y el pantalĆ³n de Francisco y extrajo los grandes genitales del ingeniero. Su pene estaba medio erecto: era grande y venoso. Sus huevos colgaban inmensos entre sus piernas. RenĆ© aplicĆ³ una ligera presiĆ³n sobre esas gĆ³nadas.

   El pene de Francisco para sorpresa de los presentes filtrĆ³ lĆ­quido preseminal cuando RenĆ© aumentĆ³ la presiĆ³n sobre las huevas.

   Marcos ChacĆ³n se integrĆ³ al equipo se colocĆ³ cerca de Francisco y antes de agarrar el pene de su amigo y masturbarlo dijo:

   —Lo pagarĆ”s caro el querer irte del grupo.

   RenĆ© siguiĆ³ apretando las bolas mientras Francisco formĆ³ una "O" con su boca procesando el dolor y el placer en su cuerpo.

   RenĆ© apretĆ³ el puƱo y regalĆ³ un puƱetazo contra los cojones de Francisco, arrancandole un fuerte grito desde sus pulmones. Marcos no se detuvo enseguir masturbando al presidente de la empresa.

   POF, POF, POF, POF.

   RenĆ© golpeaba con toda su fuerza las bolas de Francisco que empezaban a tomar una apariencia ligeramente roja.

   RenĆ© se detuvo pero Marcos continuo masturbandolo, el deportista contemplĆ³ los bellos testĆ­culos de su amigo. AgarrĆ³ una de las enormes gĆ³nadas con ambas manos y empezĆ³ a apretar.

   Marcos ChacĆ³n seguĆ­a ocupado en el pene de Francisco que de un momento a otro se sacudiĆ³ y lanzĆ³ una cuerda de lĆ­quido preseminal que aterrizĆ³ en la camisa de RenĆ©.

   El entrenador fĆ­sico estrellĆ³ su puƱo en los cojones de Francisco cuatro veces seguidas.

   —¡OOOOooooohhhhhhh! —sufriĆ³ Francisco sintiĆ©ndo que llegaba al clĆ­max.

   Su pene lanzĆ³ un chorro de leche que aterrizĆ³ sobre la cara de RenĆ© que empezĆ³ a apretar las bolas en seƱal de venganza.

   Francisco empezĆ³ a llorar al sentir sus huevos comprimidos. No habĆ­a nada que pudiera evitar, Lisandro y Marcelo lo tenĆ­an agarrado y Marcos seguĆ­a acariciandole el pene.

   RenĆ© aflojĆ³ el agarre y empezĆ³ a entregarle puƱetazos en la ingle, Francisco gritĆ³ y suplicĆ³, pero antes de que pudiera llegar demasiado lejos, RenĆ© apartĆ³ las manos de Marcos de su pene y se metiĆ³ el miembro en la boca.

   Hubo ruidos de sorpresa en la sala.

   Los ojos de Francisco se quedaron perdidos, RenĆ© le chupaba exquisitamente la verga pero tambien volvĆ­a a apretarle las bolas.

   El bisexual se balanceaba con la verga metida en su boca, chupaba y sorbĆ­a aquel pedazo rico de carne, sintiĆ³ que un chorro de esperma golpeĆ³ la parte posterior de su garganta.  SaboreĆ³ y sacĆ³ el miembro de su boca. Se enderezĆ³ y preguntĆ³ a Francisco:

   —¿TodavĆ­a quieres retirarte del grupo?

   —… S… —Francisco jadeaba—… SĆ­……… SĆ­ quiero, me voy a ca…

   RenĆ© se agarrĆ³ del hombro de Francisco y apuntĆ³ una rodilla a su entrepierna desnuda. El macho gritĆ³ como una niƱa ante el ataque sorpresa.

   —Ya dejenlo llorar en el piso —concluyĆ³ RenĆ© con una sonrisa.

   Todos los brazos que sujetaban a Francisco le soltaron, y el pobre hombre se derrumbĆ³ en el piso garrĆ”ndose las bolas tomĆ”ndo la posiciĆ³n fetal entre gemidos.

   —Voy a servir un wiskey para celebrar esta despedida.

   RenĆ© se retirĆ³ al mueble bar donde extrajo los vasos para cada uno de sus amigos. Uno de ellos caminĆ³ silencioso tras el deportista y abriĆ³ sus manos como garras. Marcos ChacĆ³n pasĆ³ el brazo entre las piernas separadas de RenĆ© y lo agarrĆ³ de las pelotas. Marcos sonriĆ³ maniĆ”ticamente obligando al hombre a gemir y colocar los pies de puntillas.

   —Y este es mi momento de venganza —le susurrĆ³ ChacĆ³n al oĆ­do—. ¿QuĆ© creiste tĆŗ? A este lo emborracho yo y me lo violo.

   —A… a… a quĆ© te refieres…… Mar……… Marcos... Su... sueltame... mi... ¡mis pelotas!...

   —El otro dĆ­a que me chupaste la polla en tu cuarto.

   —Aaaaaa……… discul……… ¡AAAAH! —Marcos le habĆ­a apretado mĆ”s duro los huevos—, disculpa…… pero……… ¿pero te gustĆ³, eh?

   Antes de que pudiera dar una respuesta afirmativa o negativa un terrible dolor explotĆ³ desde las grandes ciruelas colgantes entre las piernas de Marcos ChacĆ³n. Una fuerte patada desde atrĆ”s de parte de Lisandro hizo que Marcos se elevara en el aire, lanzara un fuerte grito se le humedecieran los ojos y se fuera al piso moviendose como culebra agarrando sus huevas lastimadas.

   RenĆ© se quedĆ³ de pie aunque doblado acariciandose los testĆ­culos. DirigiĆ³ una mirada a Lisandro que reĆ­a y le dijo:

   —No sĆ© si amarte por el espectĆ”culo visual que me estĆ”s ofreciendo u odiarte por la respuesta que no me pudieron dar.

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