CONTIENE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
El ambiente navideño se había apoderado de la decoración en la casa de los Chacón, en la sala reposaban adornos de varios regordetes Santa Claus. El árbol navideño tenía luces blancas y un decorado de color oro. Era de noche y todos los adornos lucían con sus luces y alegría ya seleccionado por las mujeres de la casa.
Marcos Chacón y su esposa se encontraban en una cena de amigos, Israel estaba de viaje visitando a sus hijos, Yenny había salido con sus amigas y Lucas tenía una cena navideña con el equipo de fútbol.
Pablo y David estaban en la planta baja abrazados ocupando un mueble.
—¿Qué haremos esta noche? —preguntó David tras varios besos y su exploración de manos sobre la espalda de Pablo.
—Vayamos a tomar unas bebidas —sugirió con voz suave David—. Aunque yo preferiría quedarme aquí calladito contigo.
Pablo sonrió y lo besó.
—Nicolás nos había invitado a su casa. Podemos ir.
—Lo que tú prefieras…
Pablo sonrió y movió la mano a la cintura de David, su pareja, un hombre robusto y músculoso rió. Era dueño de un gimnasio, Pablo fue más allá, su mano tocó las grandes pelotas de su novio y las apretó entre sus dedos. El cuerpo de David se tensó y sus ojos se agrandaron cuando Pablo lo soltó de las bolas y tuvo que jadear por el súbito dolor.
Pablo se rió, dándole a David un confortable y duro abrazo con ambas manos. Cuando lo soltó, Pablo preguntó:
—¿Pasarás las navidades conmigo?
David se dobló, agarrando su ingle y afirmó con la cabeza, dió un gemido y se quedó mirando a Pablo con una expresión de dolor en su varoníl tostro.
—Ya no me mires así —pidió Pablo riéndo y entregandole un beso acercándose a él.
De repente, la mano de David se apoderó de la entrepierna de Pablo. Cogiendo sus grandes bolas para apretarlas con fuerza, hundiendo los dedos en la prominente protuberancia de su pantalón.
Pablo grito de sorpresa y dolor.
Con un rápido giro de mano, David retorció los huevos de Pablo, haciéndole soltar un grito agudo. Después David volvió a acariciar sus propios testículos.
La pareja estaba sentada en el mueble y cada uno, enormes y fornidos estaban doblados y haciendo muecas del dolor que salia de sus genitales.
—Creo que mejor deberíamos salir —comentó David. Pablo afirmó con la cabeza—. ¿En tu vehículo o en el mío? —Pablo lo señaló con la boca—. Está bien, buscaré mi llave que la dejé allí.
El hombre moreno se dirigió a una mesa donde reposaban sus llaves alrededor de un decorado minimalista del nacimiento del niño Jesús. Cuando David se acercó con paso lento hacia Pablo, este aterrizó su mano entre los muslos de David con un ruido sordo, agarrando su cojones con firmeza.
—uuuuouououck —chilló con voz ronca David mientras Pablo apretaba sus grandes gónadas con toda la fuerza que podía reunir.
Pablo amasó brutalmente las pelotas de David con la mano y las estiró hacia sus rodillas, haciendo que David soltase un grito y se pusiera de puntillas.
Finalmente, después de lo que parecía una eternidad, Pablo soltó los huevos de su pareja, permitiéndole doblarse y agarrar su visible paquete en el pantalón.
Pablo lo observó.
—Pensandolo mejor. Ya que estamos tú y yo solos. Deberiamos adelantar nuestra noche buena. Quitate la ropa, mi amor.
David gimió pero comenzó a quitarse los zapatos.
—Ya me puse duro —aseguró Pablo palpando su erección.
David empezó a quitarse la ropa en aquella fría noche de diciembre. Su cuerpo parecía tallado por los dioses. Sus piernas eran musculosas, sus abdominales apretados, sus pectorales definidos, con enormes bíceps, todo en él parecía ser perfecto, íntimamente su pene era pequeño aunque grueso, ahora tenía un bóxers color amarillo que apenas podía contener sus pesadas gónadas.
Con un prominente bulto en su jeans, Pablo echó la pierna hacia atrás y pateó el montículo en la ropa interior entre las piernas de David con una precisión mortal. Sólo el golpe ruidoso resonó en la sala cuando la punta del zapato chocó con las pelotas de David.
Tras el golpe a David lo invadió un ataque de tos que hizo que cayera de rodillas derrotado al piso agarrándose la entrepierna.
Pablo sonrió y le pidió calmadamente a su pareja que se colocara de pie. Respirando agitadamente David obedeció y se enderezó arrugando el rostro. Pablo lanzó un beso al aire y volvió a patear los huevos de David, aplastando sus testículos tiernos dentro de su cuerpo.
David soltó un grito y se dobló, agarrándose los huevos, en ese instante su polla alcanzô su dureza total y sobresalió de su ropa interior mostrando una linda cabeza de hongo.
Pablo sonrió dulcemente. Su pene parecía que iba a reventar al pantalón. Le pidió a David:
—Levántate y abre las piernas.
El fiel David obedeció y se colocó de pie. Su pene estaba a plenitud con la erección guardada en el calzón. Pablo acarició con un dedo el tronco y después envolvió sus manos alrededor del gran escroto de su pareja. Sus dedos se cerraron alrededor de los órganos frágiles, haciendo que David jadeara.
—Estoy enamorado de ti y de tus genitales —afirmó Pablo sonriendo sinceramente—, has sido de las mejores cosas que me ha reparado este 2016.
Pablo apretó más aquellos melones entre las piernas de David que abrió la boca y soltó un gemido ronco.
—Apuesto a que están llenos de tu exquisito jugo, ¿cierto? La última vez que lo probé estaba salada —Pablo lanzó otro beso a David y estiró con fuerza, haciendo que su novio gritara fuertemente.
La polla gruesa y carnuda de David palpitaba y temblaba cuando Pablo aplastó brutalmente los dos pares de cojones gordos con sus manos. Sus dedos se clavaron en la suave carne de los testiculos del come hierros sacando chillidos de su boca.
David estaba jadeando y gimiendo, gritando y chillando, sus posesiones más preciadas estaban siendo retorcidas y exprimidas. Su polla gruesa y poderosa se movía y palpitaba incontrolablemente y su ropa interior estaba empapada de líquido preseminal aplastado por las manos de Pablo.
Su pareja volvió a estirar con fuerza, haciendo que David se lamentara del fuerte dolor que provenía de sus bolas a todo su cuerpo.
La cara del forzudo moreno estaba llena de dolor, su cuerpo desnudo relucía sudor, como un increíble dolor irradiado desde sus testículos abusados.
De repente, David abrió mucho los ojos y miró su entrepierna con horror.
—¡Ah, ah, ah, ah! —se quejó.
Su polla que estaba medio salida del bóxers estalló con un enorme chorro de semen que le golpeó directamente en la barbilla, mojándole la sexy barba.
Pablo mostró los dientes con una verdadera sonrisa. Sus azules ojos presenciaron un segundo chorro de baba blanca y cremosa que salpicó al torso de David.
Pablo continuó apretando y retorciéndo los testículos en sus manos, riéndose con deleite como chorro tras chorro de salado semen salía de la polla negra de su novio.
Era un espectáculo fascinante: un hombre guapo y musculo que tenía a su polla botando semen como un volcán.
Poco tiempo después David había quedado con todo su cuerpo lleno de su salado y sano semen: su cara, su duro abdominal y hombros. Estaba sentado en el mueble acurrucado acariciando sus adolorido testículos. Pablo se inclinó sobre él y lo apoyó contra el respaldo del espaldar, empezó a besarlo.
—Después de esta buena sesión me toca hacerte cariñitos —le dijo pasando la lengua por su cuello lamiéndo un tajo de crema blanca de David—, creo que seguiremos un rato más aquí solos tú y yo. Hoy me gradué de todo un cascanuez navideño… Mañana podemos salir tú y yo, hoy no quiero tomar alcohol, sólo quiero mucho ponche de crema salado. Yo creo que estás maquinas —con su mano acarició las huevas de David, (que gimió)—, estas maquinas tenían una reserva de como cinco semanas jajaja. Aunque tú y yo estuvimos juntos hace dos dias.
Ambos se dieron un beso en los labios.
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