Desafio de reyes (12/15): La enfermedad de Saman - Las Bolas de Pablo

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23 jul 2017

Desafio de reyes (12/15): La enfermedad de Saman

CONTIENE:
-SEXO HOMOSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   El rey de la Naturaleza habĆ­a atravesado por un terrible malestar de salud en los Ćŗltimos dĆ­as, sufrĆ­a de una fiebre que subĆ­a y bajaba constantemente con el marcar del reloj, la flema parecĆ­a inundar sus pulmones e inclusive preocupĆ³ a Olimpo el gran rey de reyes que lo internĆ³ en una cita con TĆ”ntano, el rey de la salud que de manera privada lo atendiĆ³ y evaluĆ³ en su consultorio y recetĆ³ algunos remedios y brebajes que para nada pudieron hacerle recuperar su buen estado.

   Viendo que para nada su salud se recuperaba y que ello podĆ­a afectar su rendimiento en el concurso ya consternado decidiĆ³ abordar a James, su compaƱero de habitaciĆ³n y rey de la vida y fertilidad que en aquellas horas de la maƱana descansaba de un largo y amistoso juego de gaga la noche anterior con los otros reyes.

   —¿Eres el rey de la fertilidad y la vida, cierto? —le interrogĆ³.

   James que estaba echado en la cama parpadeĆ³ unos segundos mientras los rayos del sol iluminaban su grueso cuerpo desnudo al aire tapado por un pequeƱo bĆ³xer que cubrĆ­a su exagerada entrepierna dotada de un largo y grueso chorizo por pene y unas pesadas y colgantes bolas dotadas de un semen mĆ”gico y de fuerza.

   —AsĆ­ como eres tĆŗ el rey de la fauna y flora, toda la naturaleza —respondiĆ³ tajante—. Rey mientras tu territorio y Olimpo lo permitan.

   —Lo sĆ© hombre y no lo tomes a mal —reconociĆ³ Saman sentĆ”ndose en su cama y encorvĆ”ndose sintiendo que sus energĆ­as fallecĆ­an—. Es que quiero hacerte una consulta...

   —¿QuĆ© serĆ”?

   —¿EstĆ”s al tanto de los remedio que me recomendaron?

   —SĆ­

   —¿Y sĆ”bes de los remedios naturales que por cuenta propia recolectĆ© e ingerĆ­ y que no me hicieron nada para mi salud?

   —SĆ­.

   —Incluso TĆ”ntano se mostrĆ³ preocupado porque mi salud no mejorĆ³ y me seguirĆ” chequeando. Si no estoy bien para el prĆ³ximo desafĆ­o podrĆ­a ser eliminado automĆ”ticamente.

   —¿Y quĆ© quieres que haga?

   —TĆŗ y yo hemos sido unos grandes alĆ­ados.

   James empezĆ³ a confirmar con la cabeza para demostrar que recibĆ­a con agrado y empatĆ­a los comentarios por tan sĆ³lo buena diplomacia.

   —Y estuve pensando en una alternativa para mejorar mi salud durante toda esta noche —continuĆ³ el rey SamĆ”n cuyo estado de Ć”nimo se veĆ­a debilitado—. Y creo que tĆŗ podrĆ­as ayudarme, mi estimado rey.

   —¿De quĆ© manera podrĆ­a hacerlo, amigo? —resaltĆ³ su Ćŗltima frase James ocultando con importante hipocresĆ­a sus palabras.

   —Con tus poderes de vida y fertilidad. En este caso necesito la vida, ¿no sĆ© que me pasa?

   —¿Mi poder de vida?

   —SĆ­. Quiero que me otorgues vida.

   James afirmĆ³ con la cabeza.

   —Ciertamente yo contengo el poder de la vida y fertiliad y puedo ayudarte de una manera en la que tĆŗ quizĆ”s no estarĆ­as muy de acuerdo.

   —Soy capaz de todo. Tengo que mejorar mi salud y ganar el siguiente desafĆ­o, ayĆŗdame estoy desesperado.

   —¿HarĆ”s todo por la vida y la fertilidad?

   —SĆ­... por favor.

   —Debes saber que mi poder para otorgar la vida y la fertilidad estĆ”n aquĆ­ —anunciĆ³ James palpando con su mano izquierda su zona genital.

   —Lo sĆ©. Estoy al tanto que con tu semen se elabora el secreto nĆ©ctar de la juventud que nos regala Olimpo en las reuniones anuales de reyes.

   —Entonces si lo quieres debes extraerlo.

   —No, amigo, extrĆ”elo tĆŗ y arrĆ³jalo a una copa.

   —Amigo, si tu me ayudas yo debo ayudarte.

   —EstĆ”s abusando de tu poder, eres un tirĆ”no.

   —Amigo, tu decides si continuas con tu extraƱa enfermedad o mejoras con un precioso jugo de vida.

   —No puede ser...

   James continuĆ³ frotando su entrepierna que pareciĆ³ despertar y volverse grande y carnosa dentro de su calzĆ³n. SamĆ”n suspiro y se levantĆ³ de la cama, caminĆ³ a paso lento por la habitaciĆ³n mientras seguĆ­a encorvado pareciendo tan viejo y sin fuerza que hubiera perdido la mĆ”s facil de las guerras cuerpo a cuerpo.


   Y hasta ahĆ­ habĆ­a llegado. Rozando con la punta de los dedos los grandes genitales del rey de la vida. Los moviĆ³ suavemente para acariciar la punta del pene y James no pudo reprimir un suave resoplido. Poco a poco, la mano se cerrĆ³ sobre la polla, y agarrĆ³ el palpitante y caliente bulto.

   James cerrĆ³ los ojos mientras le aplicaban una lenta paja, y poco a poco SamĆ”n bajĆ³ por el colchĆ³n admirando de cerca la enorme polla. AbriĆ³ la boca y sacĆ³ la lengua, a apenas unos milĆ­metros de su glande empapado, y levantĆ³ la vista cruzando miradas con aquel robusto rey. Introdujo el hĆŗmedo miembro en su boca, embriagĆ”ndose con su sabor. James gimiĆ³ sin poder contenerse al notar los labios cerrarse sobre su polla y la lengua recorrer toda su superficie.

   Se acercĆ³ a los grandes y pesado huevos y los llevĆ³ a su boca masajeandolos con su mano, mientras aceleraba la paja y le miraba relamiĆ©ndose. James gemĆ­a cada vez mĆ”s descontrolado.

   Tan pronto como los labios se cerraron sobre su polla, el rey de la flora y fauna recibio una descarga de leche en el paladar, estaba caliente como caldo. El siguiente taco de esperma le dio de lleno en los labios cerrados, salpicĆ”ndole las mejillas.

   SamĆ”n cerrĆ³ los ojos y abriĆ³ la boca para tragarse el resto, asĆ­ fue como su propio pene empezĆ³ a eyacular sin tocarlo.

   Milagrosamente en menos de media hora todos los sintomas de enfermedad en SamĆ”n desaparecieron y lo que se mostrĆ³ despuĆ©s fue un robusto hombre rebosante de vida.

   En otro lugar del fantĆ”stico castillo de Olimpo el misterioso y silencioso Salazar entrenaba rudo en el gimnasio, su cuerpo brotaba chorros de sudor a medida que sus duros puƱos chocaban contra el saco de bĆ³xeo. Golpeaba sin cesĆ”r enfrascando ahĆ­ todas sus frustraciones. La puerta del iluminado gimnasio fue abierta dando paso al joven fuerte y guapo Xiam, rey de la luz.

   La relaciĆ³n de amistad entre ambos reyes no eran amenas principalmente por las grandes diferencias que existĆ­an en sus elementos, luz contra oscuridad, sin embargo tenĆ­an tratados que equilibraban sus fuerzas y poderes en el mundo dominado por Olimpo por lo tanto sus conversaciones eran meramente por diplomacia o quizĆ”s eso es lo que muchos creĆ­an.

   Salazar clavĆ³ un ultimo puƱetazo tan potente que casi rompe el saco de box. PosĆ³ sus oscuros ojos sobre Xiam que lo miraba con importancia.

   —¿Alguien te vio entrar? —interrogĆ³ con un susurro al muchacho.

   —No —negĆ³ Xiam respondiendo tambiĆ©n con un tono de voz bajo—. En todo caso puedo alegar que estoy entrenando.

   Salazar echĆ³ un vistazo sobre las cĆ”maras de video dispuestas en las paredes que grababan los lugares en el reality. Todas tenĆ­an una pequeƱa niebla oscura que se atravesaba sobre la lente, obra del rey oscuro.

   —Hoy aplicaremos la Ćŗltima dĆ³sis —asegurĆ³ Xiam extrayendo del bolsillo del jeans que muy bien se ceƱƭa a sus robustos muslos un frasquito con un liquido de color naranja—. Con esto SamĆ”n no tendrĆ” fuerzas para el desafĆ­o y nos desharemos de Ć©l. Lo eliminaremos tan fĆ”cil.

   El frasco era un potente veneno que habĆ­a sido donado por Cobra, el rey del veneno a su buen amigo Xiam aquel dĆ­a que fue eliminado de la competencia.

   —Utilizalo cuando te quierdas deshacer de un estorbo —le habĆ­a dicho.

   Salazar y Xiam se miraron y afirmaron con la cabeza. El plan de los macabros y tramposos reyes consistĆ­a en eliminar de la manera vil a uno de los reyes con mĆ”s destrezas y poder elemental del planeta. Seguido se encargarĆ­an por sacar de la competencia a los reyes de la suerte, del agua y del trueno. PreferĆ­an llegar al final ellos compitiendo contra James por considerarlo un rey dĆ©bil sin ningun tipo de poder importante y que sĆ³lo se podĆ­a defender con su fuerza.

   —¿Entonces lo vas a aplicar antes de la hora del almuerzo?

   —SĆ­, antes del desafĆ­o para que no tenga nada de vitalidad.

   —EstĆ” bien. Haremos el mismo plan de los Ćŗltimos dĆ­as.

   Xiam afirmĆ³ con la cabeza.

   El plan consistĆ­a en una estrategia planteada por el rey de la oscuridad al rey de la luz, el primero se encargarĆ­a en sembrar las sombras y el miedo dentro de la zona de la cocina y en sus Ć”reas cercanas dentro del palacio de Olimpo, con ello tambiĆ©n aplicarĆ­a una ceguera temporal sobre los trabajadores mientras Xiam se escabullĆ­a en el Ć”rea y envenenaba la comida que era entregada al rey del bosque y la fauna.

   Antes de que Xiam abandonara el gimnasio tras concretar el plan hubo un largo chasquido y un gran temblor. Salazar contuvo la respiraciĆ³n mientras Xiam arqueaba las cejas. Ante ellos estaban el fuerte Olimpo acompaƱado de un vital SamĆ”n.

   —¿QuĆ© es esto? —quiso saber Salazar.

   —¿QuĆ© es todo esto? Quiero saber yo —rugiĆ³ Olimpo—. ¿De quĆ© se trata este vil plan?

   —Son unos desgraciados —dijo SamĆ”n—. LO OƍMOS TODO.

   —Ya yo sabĆ­a de los planes de estos dos. Todo lo sĆ©.

   —QuerĆ­an envenenarme para hacerme abandonar el juego.

   —SamĆ”n, son todos tuyos. AquĆ­ te los dejo para que ejecutes tu justa venganza.

   Dichas esas Ćŗltimas palabras Olimpo desapareciĆ³ con un estallido.

   En los ojos de SamĆ”n se leĆ­a el odio y sed de venganza que experimentaba. ApretĆ³ los puƱos y se lanzĆ³ sobre sus enemigos adoptando la forma de un inmenso y terrible oso pardo.

   El gimnasio se quedĆ³ en penumbras por completo y allĆ­ dentro Ćŗnicamente se escuchaba el respirar agitado del animal.

   Hasta que un golpe duro y un grito agĆ³nico retumbĆ³ contra las paredes.

   La oscuridad se desvaneciĆ³ y las luces de las bombillas se restablecieron.

   A continuaciĆ³n SamĆ”n en su forma humana estaba tendido en el suelo gimiendo de agonĆ­a, con los ojos cerrados, el cuerpo reluciente de sudor y ambas manos enterradas en sus gĆ³nadas.

   Salazar y Xiam respondieron al unĆ­sono con risas,  una era terrible mientras la otra contrastaba notablemente.

   El rey de la oscuridad se acercĆ³ ante Salazar y extendiendo la mano hizo que el rey de la naturaleza se arqueara en el suelo mientras su tez se volvĆ­a mĆ”s pĆ”lida aĆŗn y comenzaba a temblar.

   Salazar comenzĆ³ a patear las bolas de SamĆ”n, haciĆ©ndolo lamentarse y gritar. Cuando se detuvo hizo un movimiento con su mano y SamĆ”n continuĆ³ en el piso petrificado pero con las piernas extendidas.

   Xiam se relamiĆ³ los labios y aplastĆ³ con su pie la entrepierna del rubio rey.

   SamĆ”n soltĆ³ un grito ahogado abriendo los ojos como platos.

   Se quedĆ³ en el suelo retorciĆ©ndose de dolor.

   Se alejaron rĆ”pidamente, dejando a SamĆ”n derrotado acariciando su entrepierna y sollozando de dolor.



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