Ése hijo no es mio (1/2): Pelotas golpeadas. - Las Bolas de Pablo

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20 ene 2015

Ése hijo no es mio (1/2): Pelotas golpeadas.

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Gaspar Chacón, el hermano menor de Marcos y tío favorito de sus hijos, abogado de profesión y mujeriego por excelencia, en aquel momento se debatía en la cama con su contraparte en el caso de unos empresarios que se demandaban por asuntos financieros.
Hombre y mujer se movían en la cama comiéndose la boca, tocándose, ella unía la lengua con la suya y él la apretaba duro. ¿Para qué discutir por asuntos legales? Gaspar se acercó a ella para ganar la demanda, la abogada no era tonta, ese ardiente hombre le gustó aunque patán, aceptó su amistad pero sabía que no se dejaría ganar tan fácil.

Gaspar se le quedó mirando con sus hechizantes ojos negros, se acomodó sobre ella y le metió la polla de golpe.

—aaaaaaahhhhhh —gimió sexy la licenciada.

—¡Estas bien abierta, eh, ricura!

—Abierta para ti, lindo —aseguró la ninfómana Mariana sintiendo la presión que ejercía Gaspar sobre ella que cooperaba moviendo la cadera.

Gaspar se acopló fácilmente al movimiento. Su polla entraba y salía, mientras los turgentes senos de la mujer se apretujaba entre su pecho. Ambos estaban tan calientes que jadeaban y gemían con mucho ruido.

—Fóllame a cuatro patas...

Gaspar sonrió pícaro, sacó su verga de la abogada mientras ella se incorporaba colocándose tras él, que volvió a introducir el pene. Empezó a bombear como si le fuera la vida en ello.

Se movieron juntos, gimieron al unísono, al final Gaspar se tensó y expulso una ráfaga fuerte y olorosa de semen, se acostó en la cama agotado y sudoroso, la mujer descanso en su pecho tocándole la tetilla morena, luego de pocos segundos, la mano bajó cerca de la zona genital del macho.

—Tienes los huevos muy grandes, je, je, je.

—Sí, es un asunto familiar, al parecer hay algo incrustado o una alteración genética.

—Ay, no te creo.

—sí, mi hermano los tiene así o más grandes, no sé. Todos mis hermanos... bueno, quiero más al que me sigue en edad que al mayor, bueno, hay otro que es el mayor de todos, en fin, los hijos de cada uno también tienen los cojones así, deberías verlos.

La dama fastidiada continuó jugueteando con su dedo índice en las pelotas de Gaspar.

—La neta tus pelotas son grandes, pensé que estabas enfermo, que tenías hidrocele —Gaspar rió—, oye... me tinca que podemos hacer un juego.

—¿Un juegos? ¿Qué juego?

—¿Eres fuerte?

—Como un roble, mi amor —aseguró Gaspar besando un bíceps.

—Juguemos a quien ganará el juicio del próximo lunes... ¿tú o yo?

—¿y cómo?

—Te torturo las bolas, si eres capaz de resistir pequeños golpes, yo dejaré perder el juicio, además, apuesto de manera personal cederte cinco demandas muy sustanciosas en dinero. Así que ganarás. Si no resistes nada, gano yo el juicio y... no me ves nunca más.

—¿jamás? Pero si te quiero —mintió Gaspar. La mujer rió incrédula.

—¿le entras o no?

Gaspar dudó, sus testículos aparte de grandes y caudalosos en semen eran frágiles, la bella abogada lo miraba retadora, Gaspar tragó saliva y abrió las piernas.

—Golpes suaves —aseguró.

La risa y el puño apretado de la abogada llamada Mariana chocó en las bolas de Gaspar, el hombre se agarró las huevas con un largo quejido, se acurrucó en la cama.

—¿tan rápido te rindes muñeco? Y con un golpe suave encima.

—no... No, preciosa...

—vamos, aparta esa mano de tus cocos... cocotes, mega cocos.

Tan pronto soltó sus pelotas, Mariana le lanzó un puñetazo a las bolas de Gaspar que rebotaron graciosamente con los nudillos.

—¡AAaagg!

Mariana deslizó la mano izquierda sobre el muslo de Gaspar, sus dedos apenas tocaban su piel hasta llegar a la entrepierna del abogado. Gaspar estaba agotado y lleno de ira con mezclas de vergüenza. Mariana deslizó los dedos en el largo escroto, acarició sus huevos envidiables, Gaspar sintió un frío aterrador.

Mariana cerró el puño alrededor de las bolas estirando su  escroto como si pudieran llegar a las rodillas. Gaspar apretó los dientes y cerró los ojos, sufriendo al soportar aquella horrible agonía. La mujer hundía la punta de sus dedos en aquellas orbes poderosas aunque vacías en esa noche de semen.

Los ojos de Gaspar lloraban, sus lágrimas bajaban por el rostro mientras Mariana aumentaba la fuerza con una mirada maliciosa.

—¿ya te rindes, papi?

Gaspar con los ojos cerrados pero con autentico rostro de dolor negó desesperado.

Mariana giró hacia la derecha la mano.

Gaspar creyó que iba a vomitar o morir en ese momento, pues el paralizante dolor explotó de sus gónadas hasta su estomago y se mantuvo en la cadera.

Mariana se deleitó con la escena.

Gaspar sentía un profundo dolor de huevos, palpitaban en el escroto, ardían, emitían dolor.

—¿Te rindes, lindo? ¡Tan débil!

—N... No. ¡No me rindo!

—Abre las piernas.

—Uhmmmmm

Mariana soltó y al instante clavó un fuerte puñetazo en los cojones que hicieron rebotar al pene del hombre.

—¡AAAARRRHHHGGGGG!

¡Que demonios! Estaba a punto de desmayarse.

—¡Me rindo! ¡Tú ganas!

—JA,JA,JA. ¡Qué lindo!

Mariana se subió encima de Gaspar, él seguía protegiendo su entrepierna, aunque sentía la humedad de la vagina de Mariana, ella le dio un beso en los labios, cerraron los ojos comiéndose boca a boca, lengua y lengua, Gaspar sacó las manos de sus testículos al sentir renacer la fuerza de su verga. Llevó sus manos a la cadera de la fortuita amante. Mariana se colocó a cuatro patas. Gaspar se sentía embelesado. Mariana intentó no sonreír, dejó de besar a Gaspar y enterró como un ancla la rodilla en los cojones del macho, los huevos gemelos fueron aplastados por la dura rótula, Gaspar se atragantó, quiso toser y se arremolinó en la cama con las manos cubriendo su escroto cuyos huevos, como de gallina, aumentaban al tamaño de naranjas.

—Querido —opinaba Mariana saliendo de la cama—, eres un hombre muy lindo, bello e inteligente... pero a la vez, muy simple —y con una risa pesada abandonó la habitación recordando que ella ganaría el juicio del lunes. Y así sería.

«Maldita puta» insultó Gaspar la ida de Mariana del departamento, se quedó paralizado en la cama, con los testículos vacíos, hinchados y un dolor punzante en ambos lados de la cadera. Se durmió todavía sintiendo dolor.
...
A la mañana siguiente el intercomunicador lo despertó, Gaspar arrugó la cara con un gesto de molestia, cuando salió de la cama gritó.

—¡ay! —era el peso amoratados de sus pelotas al caer en el escroto.

Con una mano sosteniendo sus cocos atendió la comunicación:

—Señor Gaspar Chacón —era la voz del vigilante de la entrada—, aquí lo están buscando una mujer y un joven.

—¿Sí? ¿De quien se trata Winston?

—Ella se llama Daniela Corona y la acompaña Lucas...

—Sí Winston entiendo, déjelos subir.

Gaspar cortó la comunicación, tenía años sin ver a Daniela, seguramente lo buscaba para contratar sus servicios como abogado o para asesoría. Fue a su habitación y se vistió con delicadeza al calzar un bóxers, ladeó la flácida verga a la derecha y sus huevos reposarían con tranquilidad gracias a la ajustada tela. Vistió un short y franela, el timbre sonó y salió a la sala.
Daniela Corona había perdido la gracia juvenil con el paso de los años, lucía flaca, vieja y cansada, el muchacho que la acompañaba se veía enérgico, fuerte y lleno de vida.

—Adelante Daniela, buen día no me esperaba tu visita, tantos años —le dio un beso  y un abrazo.

—No Gaspar, no planeo demorar mucho. ¿Lo conoces a él?

Gaspar lo miró, creyó verle un parecido a él o alguien de su entorno cercano, pero negó conocerlo, nunca antes lo había visto.

—Gaspar, ¿cuantos años tenemos sin vernos?

—Caray, como 19 o 20.

Daniela lanzó un suspiro y lo miró a los ojos. Habló.

—Él es tu hijo Gaspar.

El abogado lanzó una risa nerviosa negando con la cabeza.

—Gaspar, iré al grano. Estoy enferma, pronto voy a morir, quiero que des tu apoyo para cuando yo no esté.

Gaspar miró al muchacho, que parecía serio.
—Daniela, no sé que decirte, llegas aquí, así, yo no estoy preparado para esto. Sabes que nunca he querido hijos. ¿Y si él no es mi hijo, si tú lo que quieres es...?

—¡Pero que patán! —comunicó Lucas con voz gruesa—. ¿Cómo se atreve a decir eso? ¡Le está faltando el respeto a mi madre!

—Muchacho entiéndeme, vienen, se aparecen aquí. Estoy recordando que fui muy especifico con Daniela años atrás y...

Daniela apretó los labios recordando las palabras de Gaspar que quedaron guardadas en su memoria 21 años antes:

«¡Un hijo! No Daniela, yo no lo quiero, piensa tú que harás con él, abórtalo, dalo en adopción, cómetelo pero estoy muy joven para eso.»

—Veo que el tiempo ha pasado y tú no has cambiado, Gaspar.

—Daniela, tienes más familiares.

—¡Ni siquiera te interesa saber si es tu hijo, desgraciado! —Daniela se adelantó y con su mano derecha apretó los testículos del hombre, era increíble pero parecía que le habían crecido más con el paso de los años, ¡por eso seguía siendo tan idiota!

—¡Aaaahhhh! ¡Suelta, suelta!.... ¡AAAAHHHHHHH!

Era tan ruda la presión sobre su hombría que Gaspar volteó los ojos y se paró de puntillas. Daniela apretó como si se tratara de limones y lo soltó, Gaspar cayó de rodillas al piso y se encogió.
—Nos vamos, Lucas. Perdimos el tiempo con éste imbécil.

—Mamá, ¿por qué hiciste eso? —quiso saber Lucas cuando entraron al ascensor.

—Porque tratándose de él, sé que le dolerá demasiado. Al doble.

Lucas inconscientemente se llevó la mano a la entrepierna, como si se protegiera sus huevos, ya que eran muy grandes. 

1 comentario:

  1. Muy buena entrada
    Había tenido una buena idea para una serie que podría interesarte, si me dices el correo del blog te podría explicar mas a fondo lo que tengo en mente.

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