CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Gaspar Chacón, el
hermano menor de Marcos y tío favorito de sus hijos, abogado de profesión y
mujeriego por excelencia, en aquel momento se debatía en la cama con su contraparte en el caso de unos empresarios que se demandaban por asuntos
financieros.
Hombre y mujer se movían
en la cama comiéndose la boca, tocándose, ella unía la lengua con la suya y él la apretaba duro. ¿Para qué discutir por asuntos legales? Gaspar se acercó
a ella para ganar la demanda, la abogada no era tonta, ese ardiente
hombre le gustó aunque patán, aceptó su amistad pero sabía que no se dejaría ganar tan fácil.
Gaspar se le quedó
mirando con sus hechizantes ojos negros, se acomodó sobre ella y le metió la
polla de golpe.
—¡Estas bien abierta, eh,
ricura!
—Abierta para ti, lindo
—aseguró la ninfómana Mariana sintiendo la presión que ejercía Gaspar sobre
ella que cooperaba moviendo la cadera.
Gaspar se acopló
fácilmente al movimiento. Su polla entraba y salía, mientras los turgentes
senos de la mujer se apretujaba entre su pecho. Ambos estaban tan calientes que jadeaban y gemían con mucho ruido.
—Fóllame a cuatro
patas...
Gaspar sonrió pícaro,
sacó su verga de la abogada mientras ella se incorporaba colocándose
tras él, que volvió a introducir el pene. Empezó a bombear como si le fuera
la vida en ello.
Se movieron juntos,
gimieron al unísono, al final Gaspar se tensó y expulso una ráfaga fuerte y
olorosa de semen, se acostó en la cama agotado y sudoroso, la mujer descanso en
su pecho tocándole la tetilla morena, luego de pocos segundos, la mano bajó cerca de
la zona genital del macho.
—Tienes los huevos muy
grandes, je, je, je.
—Sí, es un asunto
familiar, al parecer hay algo incrustado o una alteración genética.
—Ay, no te creo.
—sí, mi hermano los
tiene así o más grandes, no sé. Todos mis hermanos... bueno, quiero más al que
me sigue en edad que al mayor, bueno, hay otro que es el mayor de todos, en fin, los hijos de cada uno también tienen los cojones así, deberías verlos.
La dama fastidiada
continuó jugueteando con su dedo índice en las pelotas de Gaspar.
—La neta tus pelotas son
grandes, pensé que estabas enfermo, que tenías hidrocele —Gaspar rió—, oye...
me tinca que podemos hacer un juego.
—¿Un juegos? ¿Qué juego?
—¿Eres fuerte?
—Como un roble, mi amor
—aseguró Gaspar besando un bíceps.
—Juguemos a quien ganará
el juicio del próximo lunes... ¿tú o yo?
—¿y cómo?
—Te torturo las bolas,
si eres capaz de resistir pequeños golpes, yo dejaré perder el juicio, además, apuesto de manera personal cederte cinco demandas muy sustanciosas en dinero. Así que ganarás. Si no resistes nada, gano yo el juicio y... no me ves nunca más.
—¿jamás? Pero si te
quiero —mintió Gaspar. La mujer rió incrédula.
—¿le entras o no?
Gaspar dudó, sus testículos
aparte de grandes y caudalosos en semen eran frágiles, la bella abogada lo
miraba retadora, Gaspar tragó saliva y abrió las piernas.
—Golpes suaves —aseguró.
La
risa y el puño apretado de la abogada llamada Mariana chocó en las bolas de Gaspar,
el hombre se agarró las huevas con un largo quejido, se acurrucó en la
cama.
—¿tan
rápido te rindes muñeco? Y con un golpe suave encima.
—no...
No, preciosa...
—vamos,
aparta esa mano de tus cocos... cocotes, mega cocos.
Tan
pronto soltó sus pelotas, Mariana le lanzó un puñetazo a las bolas de
Gaspar que rebotaron graciosamente con los nudillos.
—¡AAaagg!
Mariana
deslizó la mano izquierda sobre el muslo de Gaspar, sus dedos apenas tocaban su
piel hasta llegar a la entrepierna del abogado. Gaspar estaba agotado y lleno
de ira con mezclas de vergüenza. Mariana deslizó los dedos en el largo escroto,
acarició sus huevos envidiables, Gaspar sintió un frío aterrador.
Mariana
cerró el puño alrededor de las bolas estirando su escroto como
si pudieran llegar a las rodillas. Gaspar apretó los dientes y cerró los ojos,
sufriendo al soportar aquella horrible agonía. La mujer hundía la punta de sus
dedos en aquellas orbes poderosas aunque vacías en esa noche de semen.
Los
ojos de Gaspar lloraban, sus lágrimas bajaban por el rostro mientras Mariana
aumentaba la fuerza con una mirada maliciosa.
—¿ya
te rindes, papi?
Gaspar
con los ojos cerrados pero con autentico rostro de dolor negó desesperado.
Mariana giró hacia la derecha la mano.
Gaspar
creyó que iba a vomitar o morir en ese momento, pues el paralizante dolor
explotó de sus gónadas hasta su estomago y se mantuvo en la cadera.
Mariana
se deleitó con la escena.
Gaspar
sentía un profundo dolor de huevos, palpitaban en el escroto, ardían, emitían
dolor.
—¿Te
rindes, lindo? ¡Tan débil!
—N...
No. ¡No me rindo!
—Abre
las piernas.
—Uhmmmmm
Mariana soltó y al instante clavó un fuerte puñetazo en los cojones que hicieron rebotar al pene del
hombre.
—¡AAAARRRHHHGGGGG!
¡Que
demonios! Estaba a punto de desmayarse.
—¡Me
rindo! ¡Tú ganas!
—JA,JA,JA.
¡Qué lindo!
Mariana
se subió encima de Gaspar, él seguía protegiendo su entrepierna, aunque sentía
la humedad de la vagina de Mariana, ella le dio un beso en los labios, cerraron
los ojos comiéndose boca a boca, lengua y lengua, Gaspar sacó las manos de sus
testículos al sentir renacer la fuerza de su verga. Llevó sus manos a la cadera
de la fortuita amante. Mariana se colocó a cuatro patas. Gaspar se sentía
embelesado. Mariana intentó no sonreír, dejó de besar a Gaspar y enterró como
un ancla la rodilla en los cojones del macho, los huevos gemelos fueron
aplastados por la dura rótula, Gaspar se atragantó, quiso toser y se
arremolinó en la cama con las manos cubriendo su escroto cuyos huevos, como de
gallina, aumentaban al tamaño de naranjas.
—Querido
—opinaba Mariana saliendo de la cama—, eres un hombre muy lindo, bello e
inteligente... pero a la vez, muy simple —y con una risa pesada abandonó la
habitación recordando que ella ganaría el juicio del lunes. Y así sería.
«Maldita
puta» insultó Gaspar la ida de Mariana del departamento, se quedó paralizado en
la cama, con los testículos vacíos, hinchados y un dolor punzante en ambos
lados de la cadera. Se durmió todavía sintiendo dolor.
...
A
la mañana siguiente el intercomunicador lo despertó, Gaspar arrugó la cara con
un gesto de molestia, cuando salió de la cama gritó.
—¡ay!
—era el peso amoratados de sus pelotas al caer en el escroto.
Con
una mano sosteniendo sus cocos atendió la comunicación:
—Señor
Gaspar Chacón —era la voz del vigilante de la entrada—, aquí lo están buscando
una mujer y un joven.
—¿Sí?
¿De quien se trata Winston?
—Ella
se llama Daniela Corona y la acompaña Lucas...
—Sí
Winston entiendo, déjelos subir.
Gaspar
cortó la comunicación, tenía años sin ver a Daniela, seguramente lo buscaba
para contratar sus servicios como abogado o para asesoría. Fue a su habitación
y se vistió con delicadeza al calzar un bóxers, ladeó la flácida verga a la
derecha y sus huevos reposarían con tranquilidad gracias a la ajustada tela. Vistió
un short y franela, el timbre sonó y salió a la sala.
Daniela
Corona había perdido la gracia juvenil con el paso de los años, lucía flaca,
vieja y cansada, el muchacho que la acompañaba se veía enérgico, fuerte y lleno de vida.
—Adelante
Daniela, buen día no me esperaba tu visita, tantos años —le dio un beso y
un abrazo.
—No
Gaspar, no planeo demorar mucho. ¿Lo conoces a él?
Gaspar
lo miró, creyó verle un parecido a él o alguien de su entorno cercano, pero
negó conocerlo, nunca antes lo había visto.
—Gaspar,
¿cuantos años tenemos sin vernos?
—Caray,
como 19 o 20.
Daniela
lanzó un suspiro y lo miró a los ojos. Habló.
—Él
es tu hijo Gaspar.
El
abogado lanzó una risa nerviosa negando con la cabeza.
—Gaspar, iré al grano. Estoy enferma, pronto voy a morir, quiero que des tu apoyo para cuando yo no
esté.
Gaspar miró al muchacho, que parecía serio.
—Daniela,
no sé que decirte, llegas aquí, así, yo no estoy preparado para esto. Sabes que
nunca he querido hijos. ¿Y si él no es mi hijo, si tú lo que quieres es...?
—¡Pero
que patán! —comunicó Lucas con voz gruesa—. ¿Cómo se atreve a decir eso? ¡Le está faltando el
respeto a mi madre!
—Muchacho
entiéndeme, vienen, se aparecen aquí. Estoy recordando que fui muy especifico
con Daniela años atrás y...
Daniela
apretó los labios recordando las palabras de Gaspar que quedaron guardadas en
su memoria 21 años antes:
«¡Un
hijo! No Daniela, yo no lo quiero, piensa tú que harás con él, abórtalo, dalo
en adopción, cómetelo pero estoy muy joven para eso.»
—Veo
que el tiempo ha pasado y tú no has cambiado, Gaspar.
—Daniela,
tienes más familiares.
—¡Ni
siquiera te interesa saber si es tu hijo, desgraciado! —Daniela se adelantó y
con su mano derecha apretó los testículos del hombre, era increíble pero
parecía que le habían crecido más con el paso de los años, ¡por eso seguía siendo tan idiota!
—¡Aaaahhhh!
¡Suelta, suelta!.... ¡AAAAHHHHHHH!
Era
tan ruda la presión sobre su hombría que Gaspar volteó los ojos y se paró de
puntillas. Daniela apretó como si se tratara de limones y lo soltó, Gaspar cayó
de rodillas al piso y se encogió.
—Nos
vamos, Lucas. Perdimos el tiempo con éste imbécil.
—Mamá, ¿por qué hiciste eso? —quiso saber Lucas cuando entraron al ascensor.
—Porque tratándose de él, sé que le dolerá demasiado. Al doble.
Lucas inconscientemente se llevó la mano a la entrepierna, como si se protegiera sus huevos, ya que eran muy grandes.
—Mamá, ¿por qué hiciste eso? —quiso saber Lucas cuando entraron al ascensor.
—Porque tratándose de él, sé que le dolerá demasiado. Al doble.
Lucas inconscientemente se llevó la mano a la entrepierna, como si se protegiera sus huevos, ya que eran muy grandes.
Muy buena entrada
ResponderBorrarHabía tenido una buena idea para una serie que podría interesarte, si me dices el correo del blog te podría explicar mas a fondo lo que tengo en mente.