La loca de la disco - Las Bolas de Pablo

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28 ene 2015

La loca de la disco

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Adriana estuvo muy satisfecha al ligarse en la discoteca a un chico que cualquier mujer pudiera desear salir, era un tĆ­pico muchacho arrogante "hijos de papis" que creĆ­a que por su atractivo fĆ­sico pudiera tener a cualquier mujer a sus pies, ademĆ”s de sus propiedades de terreno y el vasto ganado de la finca de su padre, era un tĆ­pico ricachĆ³n que acomodaba todos sus problemas entregando dinero.
    Ella estaba sentada en la barra, ninguna de sus amigas las quiso acompaƱar y ella tampoco era mujer de quedarse en casa, asĆ­ no consiguiera con quien salir. Entonces apareciĆ³ Ć©l, Carlos, con un pantalĆ³n ajustado, una correa con una gran hebilla y un suĆ©ter negro. Fue directo a la barra, pidiĆ³ una bebida y quedĆ³ cautivado con el rostro de la mujer. 

Inmediatamente comenzaron a charlar: Carlos conquistando, ella riendo.

    Pasado un tiempo, Ć©l le dijo.

  -¿te gustarĆ­a ir a un sitio mejor? Mas solo y donde pudiĆ©ramos charlar, y… es mi departamento.

   -por supuesto que me encantarĆ­a -aceptĆ³ ella deslizando su mano por el fuerte brazo del tipo. Pero desviando la mirada a la abultada entrepierna del acompaƱante, estaba que reventaba el pantalĆ³n, sintiĆ³ sed.

    Inmediatamente Ć©l pago la cuenta y saliĆ³ con la chica, mirando el pomposo trasero que ella movĆ­a Ćŗnicamente para Ć©l. Salieron al estacionamiento, directamente a la carĆ­sima camioneta que sus papis habĆ­an regalado a aquel hijo Ćŗnico. Y tras encender, salieron a toda prisa por las calles de la ciudad.

  Cuando estaban detenidos en un semĆ”foro charlando y riendo, Ć©l llevo su mano a la entrepierna, rascĆ”ndose el voluminoso bulto. Ella lo contemplo con la mirada.

-vaya, parece que eso quiere reventar el pantalĆ³n, quiere salir.

-es que mis proporciones son inmensas, y molestan con el pantalĆ³n. A veces al sentarme aplasto uno de los huevos je,je,je.

-ya veo.

-En realidad quieres ver.

-muero por verlo.

Y acomodĆ”ndose en el asiento se inclinĆ³ sobre Carlos, abriendo el pantalĆ³n.
-dios mƭo -susurro el hombre viendo la luz verde del semƔforo iniciando el trayecto.

-estĆ” tan duro como una roca -anuncio la mujer apoyando sus dedos en el largo falo del hombre, Ć©l rio.

-Y lo que es mejor aun, es que estoy con la leche acumulada y bueno, nosotros estamos tan calientes, me prendĆ­ cuando te vi… y vi tambiĆ©n que tus tetas estaban… firmes…

   Jugueteaba con su hinchado pene en la mano, mientras sus grandes testĆ­culos reposaban en el asiento, repletos del semen de dos semanas. TenĆ­a el glande rojo e inflado a mĆ”s no poder, y ella empezĆ³ a masturbarlo con la mano, que a tan solo pocos segundos brotaron unas grandes gotas de leche del potente semental.

   Aquel hombre conducĆ­a la camioneta en absoluto silencio, Ćŗnicamente se escuchaba su respiraciĆ³n entrecortada y el ruido del vehĆ­culo en movimiento.

   La punta de la lengua de Adriana se deslizĆ³ al largo el hinchado pene del semental, absorbiendo el jugo seminal, lo saboreĆ³ y colocĆ³ cara de golosa, hundiendo profundamente la boca en el pene del macho. Carlos de desesperĆ³ hundiendo el pie en el acelerador, haciendo volar la camioneta por las calles iluminadas de la ciudad.

   Fue subiendo por el tronco de la polla, hasta que llegĆ³ a la punta y se la metiĆ³ intensamente en la boca calentando con la boca, Carlos cerrĆ³ los ojos con el contacto de la saliva en su caliente verga, empezĆ³ el mete y saca.

   Transcurrieron 10 minutos, pronto llegarĆ­an y ya acabarĆ­a. Adriana locamente sabĆ­a chupar una verga, Carlos reconociĆ³ las calles de los alrededores de su departamento de soltero pero empezaba a sentir los ricos cosquilleos de su pene, iniciĆ³ a mover la cadera agitadamente., con lo que ella se dio cuenta que ya se iba a correr, la miraba y ella puso la punta del pene en sus labios, apretĆ³ fuertemente y su lengua empezĆ³ a moverla muy rĆ”pidamente sobre el glande, con lo que el joven semental estallĆ³ en leche dentro de su boca, Adriana cerrĆ³ los ojos, y empezĆ³ a tragar, sus pĆ³mulos se inflaron y escapĆ³ unas gotas de semen espeso por sus labios... Carlos estaba excitadĆ­simo disfrutando del pleno orgasmo que le habĆ­an regalado, mientras Adriana probaba aquella lefa sin ningĆŗn asco.

   Por fin llegaron ante el portĆ³n del edificio donde Carlos tenĆ­a un departamento.

   Cuando llegaron al departamento no era mĆ”s que un feo lugar mal decorado, con una pintura estrafalaria, pocos sillones y pequeƱas habitaciones cada una con sus respectivas camas, mĆ”s que todo parecĆ­a un sucio hotel dentro de un hermoso edificio. Sin embargo Carlos llegĆ³ con la mujer a lo que iba llenarla de besos, retoƱos y penetrarla duramente. ComenzĆ³ a quitarle la blusa y le besuqueo los senos. Pero serĆ­a ella quien tomarĆ­a el control, mientras se balanceaba sobre el pene de Carlos, no pudo evitar dejar de mirar sus hermosas bolas, con deleite vio como ellas ascendĆ­an antes de soltar el mar de semen, ahora querĆ­a domar a aquel jinete, ser dueƱa de Ć©l, de sus huevos, de su fabrica de semen.


-a mi me gusta el sexo salvaje -le dijo clavando al amante contra la pared

-a mi tambiƩn mamacita, puedo tirar contigo, hacerte jadear y hacer tambiƩn que despiertes a los vecinos con tus gritos. Te dejarƭa coja por semanas.

-¿quieres estos? -preguntĆ³ Adriana sujetando sus tetas, Carlos las miraba como sĆ”dico

-Por supuesto que sĆ­.

-para ellas, tendrĆ”s que… demostrar lo fuerte que eres.

-amor, no quiero juego, quiero acciĆ³n, tu tambiĆ©n lo quieres, cojamos, y vayĆ”monos.

-¿QuĆ© dices?”

-Lo que oyes, ven, te tirarƩ allƭ y fornicaremos como animales en celo.

-te repito ¿quieres mis tetas? -le preguntĆ³ Adriana alejĆ”ndose una distancia considerable

-las quiero morder y estrujar.

   Adriana sonriĆ³ mirando el paquete del hombre, el inocente Carlos, se jactĆ³ de sus grandes dotes, iluso y arrogante.

-toda mi carne serĆ” para ti esta noche.

-¿y tus bolas?

-para ti, y mi leche tambiƩn.

-¿tus bolas son mĆ­as?

-sĆ­.

-¿puedo hacer con ellas lo que quiera?

-sĆ­, todo.

-cierra los ojos.
   Carlos cerrĆ³ los ojos con el pene erecto dentro del pantalĆ³n, creyendo que la mujer se pondrĆ­a de rodillas y juguetearĆ­a con Ć©l usando su boca. Pero lo que recibiĆ³ lo hizo salir de su tonto sueƱo tras recibir una fuerte patada en las bolas. Aplastando sus huevos contra le pelvis de forma determinante, Carlos abriĆ³ la boca escapando un largo grito y llevĆ”ndose las manos a los cojones.

-OJOJOJO, MIERDA -gritĆ³.

-ahora mi amor, quiero que te calmes, esto, era sĆ³lo un juego, jajaja -reĆ­a Adriana, posando sus delicadas manos en el robusto hombro de aquel macho seductor-. RelĆ”jate, eso calmarĆ”, vamos, papi, cĆ”lmate.

-aughhh, carajo, ¡me duele! -decĆ­a Carlos con la cara congestionada de dolor.

-amorcito, papi, ya calmarĆ”, vete a sentar, mientras yo me preparo, pasaremos una noche caliente.

-espera, ufff -decƭa Carlos moviendo la mano en seƱal de stop.

   Lentamente y agarrĆ”ndose los cojones, grandes, dentro del pantalĆ³n fue cojeando hasta el sillĆ³n mas cercano, donde se sentĆ³ y el gran bulto en sus pantalones arrejuntĆ³ todo el espacio de bolas grandes y carnosas que abarcaban su sexualidad.

  Adriana miraba su paquete con sed, queriendo probar a aquel macho, pero mĆ”s que el sexo, en su cuerpo lo que ardĆ­a era la rica sensaciĆ³n de dominarlo, verlo postrado ante ella Ćŗnicamente por sus testĆ­culos, sĆ­, dominarlo, ser mĆ”s que Ć©l. Sus preciosos testĆ­culos eran su mayor debilidad, aquellos hermosos Ć³rganos de todos los hombres era su propia perdiciĆ³n. Pero Carlos como todo hombre seguĆ­a hundido en su dolor de bolas, tenia que hacer que poco a poco se olvidara del dolor.

-hey baby, mĆ­rame -dijo ella con voz seductora.

   Y al ritmo de una canciĆ³n mental, ella empezĆ³ a bailar seductoramente, se metiĆ³ los dedos bajo la falda y gimiĆ³, luego saco el dedo y lo pasĆ³ por su pecho, se tocĆ³ un seno, luego el otro, juntĆ³ ambos. Carlos la miraba sonriente, el rastro de dolor poco a poco se fue borrando de su bella cara y el cuerpo, poco a poco soltĆ³ los testĆ­culos y ahora solo masajeaba hacia el lado del pene. QuĆ© se notaba larguĆ­simo y grueso. Adriana bajĆ³ el sostĆ©n, hasta sĆ³lo mostrar un pezĆ³n rosa pĆ”lido, sonriĆ³ y volviĆ³ a guardarlo. CaminĆ³ hasta el hombre y con los dedos del pie, rozĆ³ su entrepierna, Carlos gimiĆ³ excitado, sintiendo un pre-orgasmo. Cuando hundĆ­a lentamente el pie en la entrepierna, se dibujaba la silueta de los huevos de aquel grueso macho, eso le encantaba.

-vamos, papi ¿quiere penetrarme? Ven por mĆ­, no soy fĆ”cil. Ya no -dijo retrocediendo varios pasos e invitĆ”ndolo con el dedo.

   Carlos sonriĆ³ como un chiquillo travieso, se inclinĆ³ en el asiento y de manera perfecta el jeans dibujo su pene grueso y sus bolas colgando. CaminĆ³ hacia la mujer buscando un regalo y recibiĆ³ su merecido.

   A poca distancia de ella, Adriana soltĆ³ su pie desnudo contra los testĆ­culos de Carlos, chocando fuertemente, aquel pobre y caliente hombre soltĆ³ un grito de dolor agudo, abriĆ³ la boca y cayĆ³ de rodillas al piso. El hombre estaba inmĆ³vil con las rodillas clavadas al suelo, pero eso si, se veĆ­a muy sensual, con las manos pegadas a sus cojones y la cara lĆ­vida de dolor.

-te dije que no era fĆ”cil, vamos amor, esto es solo un juego -reĆ­a perversa Adriana, empezaba a sentirse hĆŗmeda por dentro. Estaba logrando su objetivo, ver a aquel gran macho tirado en el suelo, muerto de dolor por sus testĆ­culos.

-pero… Ć©ste juego, es muy… sĆ”dico -hablĆ³ el hombre sosteniĆ©ndose las bolas. Se veĆ­a lindo con sus huevos palpitando entre las telas del jean. Aunque parecĆ­a estar molesto.

  Adriana rĆ”pidamente convino en que debĆ­a complacer a aquel macho, porque si no, la echarĆ­a y con toda razĆ³n. Se llevĆ³ las manos a la espalda y se desabrochĆ³ el brasier. Que cayĆ³ al piso dejando sus senos al aire. Rosa pĆ”lido. A Carlos le brillaron los ojos.

“no pares de besarlos” pidiĆ³ ella, se sentĆ³ a su lado y Carlos con una mano temblorosa comenzĆ³ a tocarlos.

   Que rica sensaciĆ³n tocar esos pechos, durĆ­simos, sintiĆ³ que su grueso pene volvĆ­a a crecer pese al dolor que provenĆ­a desde sus huevos. AcercĆ³ su cara a loas tetas, las lamiĆ³ con la lengua, besuqueĆ³, los llenĆ³ de su caliente saliva, era una extraƱa mujer pero le encantaba como lo estaba tratando, nunca antes le habĆ­an tratado asĆ­. Pero mujeres como ella no valĆ­an la pena, al igual que Ć©l debĆ­an sufrir. Y por sus senos. AcercĆ³ la punta de la lengua al pezĆ³n rosa… y mordiĆ³ con los dientes.

-¡AAAAAYY! -grito Adriana abofeteĆ”ndolo sin compasiĆ³n.

    Las 5 manos quedaron marcadas en la cara de Carlos.

“IDIOTA” dijo la mujer separĆ”ndose de Ć©l, masajeĆ”ndose las tetas y buscando rĆ”pidamente el brassier, hasta colocarlos ahora ella tenĆ­a cara de dolor-. ¿QuĆ© te crees? ¿Eh? ¿QuĆ© te crees idiota?

-es un juego amor. TĆŗ me golpeas las bolas, yo te muerdo las tetas -asegurĆ³ el cretino levantĆ”ndose del piso aĆŗn sosteniendo la entrepierna.

   Ć‰l la envolviĆ³ con sus fuertes brazos y comenzĆ³ a besarla, parecĆ­a loco y violento. La besaba en el rostro y el cuello, mientras jadeaba, empujando su dura erecciĆ³n por las piernas de ella, la estaba asfixiando, Adriana empezaba a marearse, no podĆ­a ser cierto, una mujer como ella, de su temple no se dejarĆ­a vencer por un macho tan idiota como ese que apenas empezaba a entender su juego.

   Mientras Carlos seguĆ­a salvajemente pasando la lengua por las mejillas de la chica, la apretaba contra su fuerte pecho, duro, musculoso, sus brazos parecĆ­an que le iban a traspasar la espalda ¿CĆ³mo habĆ­a recuperado misteriosamente su fuerza de macho, si le habĆ­a dado duro en los cocos? Adriana lo miraba a los ojos, negros, intentando zafarse a Ć©l, debĆ­a esperar un momento, su propia fuerza de macho lo vulneraria (como a cualquiera). ¿Pero cuando serĆ­a el momento para actuar? Si le empezaba a faltar el aire.

-No puedo respirar -dijo suplicante

-te reventare el coƱo -anunciĆ³ Carlos-. ¿crees que dejarĆ© pasar el daƱo a mis huevos? Te reventare el culo con mi garrote.

   Adriana apretĆ³ los labios y lanzĆ³ la rodilla en contra de los testĆ­culos de Carlos, que clamĆ³ de sorpresa y dolor.

-¡Arggghhhhhhh! -exclamĆ³ el hombre agarrando sus bolas alejĆ”ndose de la chica.

   Adriana terminĆ³ de abrocharse el sostĆ©n en los senos y aĆŗn con una mano en sus testĆ­culos, Carlos se acercĆ³ a ella levantando su otra mano al cuello de la mujer, nueva oportunidad para ella. Que lo agarrĆ³ y zarandeĆ³ intento hacerle perder el equilibro y cuando desprotegiĆ³ sus huevos para equilibrarse ella levanto la pierna contra ellos.

  Carlos volteĆ³ los ojos sintiendo sus testĆ­culos crujir. Se llevĆ³ las manos a las bolas y se quedĆ³ doblado.


 Ella caminĆ³ alrededor y quedĆ³ deleitada viendo su pomposo trasero, carnoso, grande y provocaba morderlo. Se veĆ­a redondĆ­simo en aquellos pantalones y en esa pose.

-quiero que te vayas, perra -ordenĆ³ el hombre bajando la voz.

-¿CĆ³mo me has dicho?

-quiero que te vayas.

-no, despuƩs de eso.

-quiero que te vayas -repitiĆ³ Carlos alzando la mano en direcciĆ³n a la puerta

-¿quiero que te vayas, perra? ¿Eso dijiste?

   Carlos mirĆ³ suplicante a Adriana, habĆ­a sido su peor error en toda la noche ahora querĆ­a que se fuera o lo iba a dejar sin huevos de por vida, la muy maldita.

-me irĆ© -declarĆ³ Adriana- pero cerraste la puerta con llave. Ɓbrela.

-uff -suspirĆ³ Carlos, dio un largo suspiro y se enderezĆ³-. No vuelvas nunca mĆ”s -y caminĆ³ hacia donde tenĆ­a las llaves de la puerta, cuando la agarrĆ³ y dio media vuelta para decirle algo…

   Adriana pateĆ³ con todas sus fuerzas las bolas de Carlos. Los ojos del muchacho se abrieron y sus labios formaron una "O" mientras soltaba un grito. SintiĆ³ que el pie chocaba contra sus dos gĆ³nadas. Ɖl se agarro los huevos con dolor.

-alƩjate por favor, alƩjate -dijo con las fuerzas que pudo reunir, estaba doblado de puro dolor, pero Adriana se acercaba a Ʃl, mientras este retrocedƭa asustado.

-¡JAJAJAJAJAJA! -soltĆ³ una risotada Adriana.

   Carlos se sintiĆ³ humillado, no sabia como ni por quĆ©, pero en su jeans ajustado se habĆ­a dibujado una denigrante mancha. En cuestiĆ³n de segundos, su polla se estremeciĆ³ y volcĆ³ un lote grande y salado de esperma en el interior de sus calzoncillos.

   
  Entonces Adriana levantĆ³ una karateca patada al hombro de Carlos, y el muchacho soltĆ³ un gruƱido cuando cayĆ³ de espalda al piso. Se acurrucĆ³ frotĆ”ndose las bolas.

-creo que me voy. Porque no tienes la suficiente fuerza para penetrar esta rica y rosadita vagina -comunicĆ³ sarcĆ”stica Adriana, dio media vuelta y cogiĆ³ del suelo su blusa.

Carlos seguƭa humillado en el piso agarrƔndose las ahora hinchadas y palpitantes bolas.

La dama terminĆ³ de vestirse, cogiĆ³ las llaves, abriĆ³ la puerta y dio una ultima mirada a Carlos, era un chiquillo lindo, pero, estĆŗpido. SonriĆ³, tiro las llaves hacia el hombre que le pegĆ³ en una nalga y saliĆ³ del departamento.




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