Dulces pesadillas (3/7): El regreso de Manuel - Las Bolas de Pablo

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4 ene 2015

Dulces pesadillas (3/7): El regreso de Manuel

Feliz aƱo a tod@s, hoy el blog cumple 4 aƱos, gracias a ustedes por seguirlo dƭa a dƭa. Espero que les guste esta historia, no se les olvide votar y/o comentar.
CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HETEROSEXUAL.
En aquel momento SimĆ³n ChacĆ³n dormĆ­a plĆ”cidamente, porque su hijo se lo permitĆ­a, ademas desde temprano estuvo celebrando el cumpleaƱos de su hermano Pablo. En aquel momento SimĆ³n dormĆ­a y su propia mente le jugarĆ­a una mala jugarreta. Lo estaba induciendo a una terrible pesadilla...
...
La puerta de la casa se abrĆ­a dando paso a SimĆ³n que Ćŗnicamente vestĆ­a con un ajustado speedo de color naranja que dibujaba su pene ladeado a la izquierda, y su gran trasero. 
-¡NOOOOO! ¡NOOOOOOO! -OyĆ³ gritos, eran de su esposa. 
-¡CLAUDIA! -gritĆ³ consternado corriendo desde donde provenĆ­an la voz de desespero. 
-¡SIMƓN! -llamĆ³ ella asustada. 
SimĆ³n abriĆ³ la puerta de la alcoba de casados, ahĆ­ estaba Claudia amordazada en la cama desnuda y sobre ella estaba un hombre con un bĆ³xer puesto. 
-¡QUITATE MALDITO! -GritĆ³ SimĆ³n agarrando al hombre por el hombro y tirĆ”ndolo con fuerza en el suelo. Cuando le vio la cara, SimĆ³n se quedĆ³ sorprendido. 
AquĆ©l hombre moreno y semidesnudo era Manuel, quien fuera en tiempos anteriores su mejor amigo y amante de su primera esposa. Ahora estaba ahĆ­ en su alcoba y con Claudia desnuda amarrada a la cama. 
-Me quiere violar SimĆ³n -lloraba su segunda esposa. 
-No se como le haces -hablĆ³ Manuel con voz burlona-, pero todas tus mujeres estĆ”n buenĆ­simas. ¿QuĆ© tienes? ¡Con lo huevo sin sal que eres, eres absurdamente aburrido! Ahora yo me follare a tu esposa. Como lo hacia con Lorena, es que tengo debilidad por tus mujeres, tus perras. 
-¡Maldito! -RugiĆ³ SimĆ³n, aquello era lo que Manuel deseaba. 
SimĆ³n lo tomĆ³ del cuello y lo elevĆ³ del piso usando tan poca de toda su fuerza, levantĆ³ el puƱo para estrellarlo en el rostro, y fue cuando se quedĆ³ inmĆ³vil al sentir quĆ© una mano se apoderaban de sus testĆ­culos. 
-¡Manuel! ¡Oh! ¡No! -se quejĆ³ SimĆ³n arrugando la cara al sentir la lenta compresiĆ³n en sus huevos-. ¡Ahhhhhhh! -GritĆ³ mientras su cuerpo se torcĆ­a con fuerza soltando al hombre.
SimĆ³n arqueĆ³ la espalda y Manuel jalĆ³ hacia abajo los testĆ­culos mientras el macho por reacciĆ³n doblaba su cuerpo tambiĆ©n en direcciĆ³n al piso. SimĆ³n hizo un ruido horrible, sintiendo sus bolas como si fueran una par de objetos elĆ”sticos. Sus huevos fueron completamente estirados bajo la cruel y despreciable mirada de Manuel, que tras soltarlo hizo que SimĆ³n se derrumbara por completo al piso, sin fuerzas, gimiendo. 
-Sigues siendo el mismo debilucho, un suave golpecito a tus gordas bolas y, enseguida estĆ”s moribundo en el piso jajaja, violare a tu rica esposa mientras sigues en shock. 
Manuel saltĆ³ a la cama y se puso encima de la maniatada Claudia, quĆ© gritaba asustada, mientras el sĆ”dico hombre la besuqueaba en el cuello y le estrujaba los senos con las manos gruesas que tenĆ­a. Al mismo tiempo movĆ­a su duro pene sobre la cadera desnuda de ella. 
-¡SimĆ³n! ¡SimĆ³n! ¡NOO! 
-¡CĆ”llate maldita! -ordenĆ³ Manuel estampĆ”ndole una bofetada en la cara, dejĆ”ndole las manos marcadas en la cara. 
SimĆ³n con una mano apretada a los huevos intentĆ³ levantarse usando su otra mano, rodilla y pie. Manuel se percatĆ³ del movimiento y de un salto se alejĆ³ de la bella muchacha. SimĆ³n mirĆ³ con asco una mancha que se asomaba del pene de Manuel, su lĆ­quido preseminal. 
-Me las pagaras, Manuel -dijo con odio apretando los dientes. 
De nuevo Manuel fue mĆ”s rĆ”pido, y es quĆ© su apetito sexual aumentĆ³ sus energĆ­as, entonces lanzĆ³ una patada en la cara a quien alguna vez fue su mejor amigo, SimĆ³n cayĆ³ de espalda al piso ahora con la cara ensangrentada, sangre caliente que le brotaba de la nariz. Claudia lloraba histĆ©rica poniendo los nervios de punta y excitando mĆ”s al presunto violador. 
SimĆ³n como gran defensor tratĆ³ de levantarse, el rostro de Manuel revelaba autentica complacencia y maldad. EmpezĆ³ a dar patadas y puƱetazos mĆŗltiples contra la humanidad de SimĆ³n mientras que en la habitaciĆ³n no se oĆ­a mĆ”s que los gemidos y el llanto de Claudia llamĆ”ndolo.
 El bronceado rostro de SimĆ³n estaba manchado de sangre, su cara demostraba consternaciĆ³n, estaba tan mareado que no se percatĆ³ cuando Manuel levantĆ³ el pie y lo chocĆ³ con fuerza en su entrepierna, destripando sus testĆ­culos con saƱa. 
-Aggghhggggg, aggghhh, argghggg -gritaba SimĆ³n ahogĆ”ndose en saliva, sintiendo sus grandes y hermosos testĆ­culos ser lesionados por la planta del duro pie. Completamente desesperado, gritĆ³, rugiĆ³, aullĆ³, expresando su rotundo sufrimiento, mientras su cuerpo se doblaba y Manuel afincaba todo el peso de su cuerpo en el pie. 
El sĆ”dico de Manuel lo miraba divertido, disfrutando como SimĆ³n se movĆ­a hacia atrĆ”s y hacia adelante, incapaz de liberarse del pie que aplastaba sus testĆ­culos, que comenzaban a romperse, ambos.
Manuel alzĆ³ el brazo y estampĆ³ un puƱetazo en la cara de SimĆ³n, el hombre cayĆ³ por completo al suelo ensuciando de sangre. 
Manuel sonriĆ³ y hablĆ³: 
-¿Recuerdas, SimĆ³n quĆ© la Ćŗltima vez que nos vimos te manchĆ© la cara de mi leche? Bueno esta vez serĆ” igual, pero mi semen quedarĆ” en el coƱo de tu esposa jajaja -se llevĆ³ las manos a la cadera y se acercĆ³ a la cama desatando su olor a orine. Se montĆ³ sobre Claudia y empujĆ³ en ella su pene negro, la mujer lloraba suplicando auxilio, y su esposo intentĆ³ levantarse, pero desorientado cayĆ³ de nuevo al piso, pronto el sucio semen de Manuel estarĆ­a en la vagina de su esposa. 
SimĆ³n despertĆ³ de aquella pesadilla murmurando varios "no" al estar completamente despierto buscĆ³ en su lado de la cama a Claudia, y no estaba, eran las 3:40 de la madrugada. 
-¡Claudia! ¡Claudia! -gritĆ³ asustado. 
-Shhhh despertarĆ”s a Vicente -dijo ella al poco tiempo entrando en la habitaciĆ³n-, lo acabo de dormir. 
-Ay Claudia ¡estas bien! -asegurĆ³ SimĆ³n saliendo de la cama para abrazarla fuertemente-, tuve una horrible pesadilla. 
-Ciertamente cuando Vicente empezĆ³ a llorar, tĆŗ estabas agitado. Pero no quise despertarte. Ahora dime, ¿quĆ© soƱaste? 
-eso no te lo dirĆ© nunca, fue horrible.
Claudia lo mirĆ³ analizĆ”ndolo, enamorada. 
SimĆ³n le sonriĆ³ y la besĆ³ dulcemente.

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