CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
I
La operación
había sido estudiada meses antes para resultar exitosa por la fuerza militar.
Comandados por Diego Blyde los soldados obedecían para fulminar al grupo de
narcotraficantes: Los blindados, un grupo familiar conformado por un grupo de
individuos cuyos cargos criminales se basaban en robo, contrabando de drogas,
trata de blancas y homicidio.
—¡EL GRUPO KB
CONMIGO A LA DERECHA! —ordenó con voz fuerte Diego—. LOS DZ QUEDAN BAJO LAS ORDENES DE ANTONIO.
El pelotón se
dividió, se ubicaban en una inmensa hacienda y hubo que movilizar a 100 hombres
para la captura.
Diego era un
corpulento hombre que había heredado la fuerza y carácter de su padre, hijo de un linaje de hombres que pertenecientes a la fuerza armada desde tiempos inmemoriales, de héroes de batallas y guerras.
Antonio su
mejor amigo, camarada de aventuras y fiestas, victorias y derrotas, eran el dúo
perfecto.
Finalmente el
grupo comandado por Diego se trasladó a una parte de la inmensa hacienda,
parecía solitaria, aunque ya la fuerza armada tuvo que abrir fuego contra los
maleantes que custodiaban la entrada.
Con una fuerte
patada penetraron a una solitaria habitación, rodeada por una cama y un
televisor de última tecnología.
—¡Esto parece
estar solo! —habló un soldado.
—Cabo Palacios
—ordenaba Diego—. Inspeccione toda la habitación.
Por su parte
Antonio logró encontrar una tablet seguramente debía contener información
relevante. Tras una ráfaga de tiros pudieron capturar a otro maleante.
—La búsqueda
continúa —era la voz de Antonio.
Diego parecía
haber limpiado toda la zona, su suerte en aquella operación resultaba pobre de
a poco su equipo se fue disolviendo pues los fue repartiendo en cada ala de la
hacienda. Ahora acompañado por 15 hombres barría la biblioteca, conformada por
madera fina y gruesos tomos de libros de tema sociales.
—¡Quiero que
revisen todo —ordenó el Comandante Blyde.
Diego comenzó
hurgando un grueso estante, se apartó de su grupo -grave error- pero su instinto de aventura le apasionaba. Revisó un número de novelas de crimen,
por sus manos desfiló un libro sobre el tráfico en Rusia, por último un tomo
sobre literatura universal, con tan sólo mover aquel libro de su lugar, la biblioteca en total comenzó a vibrar, parecía que el sismo era tan sólo allí. Muebles, mesas,
lámparas se movían sin control.
—¡COMANDANTE, CUIDADO!
Desde lo alto
del techo cayó al suelo un muro, haciendo la vez de portón de hierro apartándolo de la mitad de la sala, causó un sonoro estruendo, el piso tembló y se inclinó haciendo que Diego perdiera el
equilibrio y rodara oscuridad abajo siendo tragado por la rampa.
—¡COMANDANTE BLYDE ¡COMANDANTE BLYDE! —eran los llamados de los militares por radio.
Hubo un largo
tiempo mientras los llamados se multiplicaban.
—Estoy en
perfectas condiciones —fue la respuesta de Diego.
—¿Dónde está?
—No lo sé. El piso se abrió y al parecer llegué a una zona subterránea. Hay poca claridad y
humedad acumulada.
Inesperadamente
hubo una pérdida en la señal de radio.
Diego
decepcionado guardó el equipo y encendió una linterna, caminó con cuidado
sosteniendo el arma en la mano. Debía investigar, ya no había vuelta atrás,
después de rodar por una rampa terminó cayendo desde una altura considerable al
suelo. El gran militar se internaba en el subterráneo.
II
Por su lado
Antonio se distanció del equipo, ahora estaba en el estacionamiento, descubrió
rastros de aceite recién caliente en el suelo. El militar seguía los rastros de
los cauchos marcados en el asfalto. Era un día caluroso, sus cejas se
levantaron al descubrir en el piso un cigarro acabado y una moneda de baja
denominación.
—Acá hay gato encerrado —susurró al inclinarse para guardarlo en una bolsa.
Enseguida una
persona oculta en un muro disparó contra él. El dardo se incrustó en su cuello
obligándolo a caer.
—Lo que
queríamos —comentó el agresor, un hombre rubio y alto, asesino entre asesinos—.
Cuida mi espalda mientras voy a por él.
—Entendido
—afirmó un hombre de tez blanca con la característica de ser adulador. Nunca olvidaba quitarse los lentes, eran su marca personal.
El hombre
rubio apodado El lacra salió de su escondite, sujetó al hombre tendido en el
suelo por las piernas y lo arrastró por el piso hasta el muro.
—bajemos con éste —agregó.
El lacra y
Sergio movieron una roca que ocultaba la entrada a otro secreto lugar, allí se
perdieron con Antonio.
III
Mientras tanto
Diego continuaba caminando errante por el subterráneo, ya no usaba la linterna porque empezaba a aclarar. Se detuvo en seco al sentir una presencia extraña
cerca a él.
Y fue así como
una potente patada hizo que su arma volara por el aire aterrizando a lo lejos
en el piso.
El Capitán Blyde enseguida se enfrascó en una casi pelea a ciegas, se enfrentaba
a una figura rápida, frágil y rápida, la silueta pudo pegarle un rodillazo en la
costilla, otro golpe a la cara y a la espinilla parecía ser una mujer y en
efecto lo era. Diego la nockeó con una bofetada que la hizo
retroceder al instante, él se lanzó sobre sus piernas y ambos rodaron por el
suelo. Cuando su rostro dio a la luz Diego la contempló.
Era una
hermosa dama con temple de guerrera, de tez aceitunada, cabellos castaños,
cuerpo atlético y fuerte, sus pechos eran grandes y turgentes. Los labios
revestidos de carne.
Paula miró al
hombre que estaba encima de ella, aprisionándola contra el suelo, no había que
dudarlo, era un sujeto apuesto con un cuerpo robusto, sus brazos eran potentes
dotados de músculos. Podía sentir un duro y pesado abdomen.
Diego encima
de ella la contemplaba, era un contacto recíproco, tenía la espalda arqueada
mientras aprisionaba los brazos de la mujer contra el piso, las piernas
abiertas sobre las cerradas de ella. La miraba respirar, agitada y frágil, como
si no pudiera soportar su pesado cuerpo, finalmente dominada. No pudo evitarlo, él se
excitó en esos cortos segundos. Debía reponerse.
Paula sintió
algo que se ponía duro cerca de su zona sexual, provenía de aquel macho bruto.
Cerró la boca y respiró silenciosa. Era pesado y grueso lo que sentía y, sin embargo le gustaba. El hombre la sacó de sus pensamientos:
—Diego Blyde, Comandante de la Fuerza Terrestre Militar, está detenida y a la orden de
la justicia.
Se apartó de
ella colocándose de pie, sacó las esposas del cinto y la ayudó a levantar:
—¡No puedes
hacer eso! —rompió el silencio Paula, con voz aguda pero de fuerza—. Te ayudaré
a salir, sin mi ayuda no podrás hacerlo —colocó las manos cerca del pecho del militar
era duro y sensual.
—Tiene derecho
a permanecer en silencio.
—Repito que te ayudaré a
salir.
Diego no
prestó atención a la sensualidad de la criminal, dobló los brazos de la mujer y la esposó. Ella no se dio por
vencida.
—Si me dejas
libre te ayudaré a salir......... —lo miró a los ojos—. Eres lindo pero bruto.
—Caminando, de prisa.
La rodilla de
Paula se levantó golpeando con rudeza los testículos de Diego contra la pelvis. El macho brincó en el aire, tosió y exclamando alaridos de dolor. Retrocedió cayendo al piso de espaldas,
luego se acurrucó con ambas manos en la entrepierna.
—jeje...
hombres —comentó Paula dio media vuelta emprendiendo la huida túnel adentro, internándose en la oscuridad.
Enseguida hubo un movimiento en el piso parecía otro sismo
inducido, en instante una cortina de humo arropó al ambiente, aquello venía en
la dirección donde la mujer huyó. Diego tosió sin control continuaba en el piso
con sus dedos tocando la masa de piel que envolvía sus huevos peludos. En cuestión
de cinco minutos sería rescatado por su equipo militar que pudo llegar allí desde el muro de la biblioteca, era cuestión de curiosear los libros para abrirse pasos hasta allí.
IV
Antonio abrió
los ojos, estaba en una habitación iluminada por un pobre farol, sus brazos colgaban atados en dirección al techo, le dolió al enderezar las piernas, fue
despojado de su camisa y demás equipo militar. Allí estaba una mujer alta y
rubia acompañada por La lacra y Sergio.
—¿Cómo la
fuerza militar dio con este paradero? —quiso saber La lacra.
—Eso es
información confidencial, somos un grupo de inteligencia de primer nivel.
—De aquí no
saldrás vivo —avisó la rubia —. Necesitamos información. Sabemos a que nos enfrentamos, pero queremos saber más.
Antonio tragó
saliva ocasión que aprovechó Sergio para hablar:
—Pero podemos
negociar... Nos encargaremos de comunicarnos con tu equipo para que
abandonen la hacienda en cambio de tu liberación y vida —sus compañeros lo
miraron por el atrevimiento.
—Eso jamás, merecen ir a la cárcel criminales de mierda.
—¿Alguien nos
denunció? Alguien tuvo que dar información sobre este paradero. ¿Quien fue el traidor?
—Es
información confidencial, tarde o temprano todos caerán.
La lacra como
hombre obstinado clavó un puñetazo en el abdomen al hombre, dejándolo enseguida
fatigado y sin aire.
—Eso no duele
—negó la rubia—. Haz que se arrepienta por su atrevimiento. Jódele los
cojones.
La lacra la
miró preocupado, jamás se hubiera atrevido a ello.
—lo haces tú o lo hago yo.
—Me gusta
obedecer tus órdenes, hermana.
Antonio tragó
saliva, intentando en vano de cerrar las piernas, La lacra cerró el puño
y estrelló un golpe en la entrepierna de Antonio, el militar soltó un grito grave sintiendo que sus pelotas viriles empezaban a palpitar.
—¿Ese golpe te
hizo recordar quien les hizo dar con nuestra guarida? —preguntó la mujer.
Antonio no dio
respuesta gemía como un animal herido, sus pelotas soltaban descargas eléctricas por todo el cuerpo.
—Tal vez otro
golpe lo haga recordar.
Otra vez la
masa blanda en la entrepierna del hombre fue aplastada brutalmente, esta vez con un duro
rodillazo.
—ofrecemos tu
liberación y vida a cambio del abandono de la hacienda y una tregua entre
grupos.
—...
El puño de El Lacra se estrelló contra el conjunto de bolas, subiendo ambas contra la pelvis,
cambiándolas a una tonalidad rojiza. Antonio se desmayó, su cabeza cayó inerte
sobre el pecho.
—Éste parece fuerte y es más débil que una gallina —opinó la rubia cuyo nombre era
Montserrat.
Sergio habló:
—Va siendo
hora de hacer la grabación para enviarla.
Los dos
sujetos cogieron sendas máscaras, usando una filmadora grabaron un mensaje proponiendo una negociación con la fuerza militar por la vida de su teniente. La respuesta no
debía pasar de aquel día. Los hombres salieron de la cripta dejando ahí a la
mujer. Antonio empezaba a reaccionar. Montserrat sacó un cuchillo de su bota,
abrió la cremallera del pantalón del macho y le sacó el pene, pequeño y flácido.
—El destino de
tu vida está a cargo de tus superiores. De la fuerza de la nación, sí no hay tregua, morirás.
Delineó la
hoja de la daga por el falo del militar, arañando, rompiendo. Por primera vez en su carrera Antonio
tuvo miedo.
Montserrat se
alejó escasos centímetros de él y disparó contra él una fuerte patada en las gónadas. Antonio gritó tan fuerte, que Montserrat retrocedió asombrada.
V
Diego
veía televisión mientras pensaba:
«Mañana
volveré temprano, juro que los encontraré. Esa desgraciada......... es tan bella,
¿por qué debe ser así? Una criminal, asesina...... y me besó la muy puta —y ahora tocándose los
testículos, que aún dolían—, y pega duro la condenada.»
Su celular
empezó a sonar y acudió a contestarlo lo más pronto que pudo.
—Necesitamos
que se presente en la Fuerza Militar, Comandante Blyde.
—¿Alguna
relevancia, Capitán? ¿Encontraron a Antonio?
—Efectivamente y, no son buenas noticias. Necesitamos que se presente.
—Entendido.
El Capitán
Recabarren miraba con horror el cuerpo muerto del militar Antonio, presentaba
algunos golpes y le habían cortado los genitales.
VI
Montserrat en
aquel momento disfrutaba la cena, un delicioso hot dog con mucha cebolla y
salsas, sus dientes se afincaban con fuerza por culpa en la dureza de
la salchicha. A la cocina entró su media hermana Paula sosteniendo una tablet.
—No entiendo
como puedes tener ánimos para comer así —dijo.
—Al diablo,
¿qué quieres aquí?
—ustedes
abusaron al asesinar a aquel militar, no debían hacer eso, ¡brutos!
—¿Por qué? Era
un pacto —Montserrat mordisqueaba el pan.
—¡No! Teniendo
a un militar poderoso en nuestro poder es como tenerlos cruzados de brazos. Eso
pudo haber pasado hoy y ustedes abortaron el plan.
—Ah sí, ¿y qué
propones? No seas estúpida, Paula.
—Lo que teneos que hacer es tomar por rehén a un militar, sólo uno y el más poderoso, militar activo e hijo de otro militar, éste debe pertenecer a la más alta esfera social y política. Los volveríamos locos.
—Suena tan
interesante como peligroso. Pero sigo sin entender.
Montserrat
miró a los ojos a la otra mujer, tan guapas como peligrosas. La rubia miró la pantalla leyendo una nota de prensa. Volvió a
morder su cena, deglutiendo la salchicha que alguna vez perteneció a un hombre.
hola, emm la próxima historia relacionada con pablo cuando seria???
ResponderBorrarRelacionada directamente el 05 de Febrero, y el 13 del mismo mes. Igualmente en las próximas semanas de Enero seguirán publicándose nuevas historias (Israel, Gaspar Chacón, e historia especial) Gracias por tu lectura en el blog!
Borrar