Seo (1/4): El es el protector - Las Bolas de Pablo

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29 ene 2017

Seo (1/4): El es el protector



   Antonio caminaba a paso apresurado por las calles, su corazĆ³n palpitaba como un tambor, era la primera vez que se enfrentarĆ­a al mayor reto de su vida, porque sobre su espalda reposaba una gran responsabilidad. Desde hace dos semanas atrĆ”s Antonio habĆ­a dejado de ser un humano cualquiera de la ciudad LeĆ³n para ser un sĆŗper humano de la corporaciĆ³n SEO, un superheroe.


   Todo comenzĆ³ meses atras cuando sobre la ciudad apareciĆ³ una mujer apodada La Bruja. Ella empezĆ³ a sembrar el caos en las calles destruyendo, quemando, robando, matando. La policĆ­a no habĆ­a logrado frenarla y es que La Bruja habĆ­a logrado desarrollar sorprendentes poderes que ninguna otra persona habĆ­a podido adquirir. Era rĆ”pida, sagaz atlĆ©tica, fuerte y de sus manos brotaban hilos de electricidad. La Bruja en cuestiĆ³n pertenecĆ­a a la organizaciĆ³n VP con fines oscuros.



   Frente al caos que habĆ­a sembrado esta mujer personas preocupadas por la seguridad se unieron y formaron la organizaciĆ³n, un grupo de cientĆ­ficos desarrollaron propiedades para crear un elemento que un hombre especĆ­fico pudiera desarrollar. DespuĆ©s de tantas pruebas fallidas y cuando se creĆ­a que el experimento de era un fracaso apareciĆ³ Antonio pudiendo ser el compatible ante fuertes elementos que fueron inyectados a su cuerpo.



   Ahora en el presente La Bruja estaba asaltando un banco, cuando llegĆ³ Antonio al sitio pudo burlar el cerco de seguridad que rodeaba al edificio e ingresĆ³ a la sala escuchando los gritos de policĆ­as y pĆŗblico en general.



   La Bruja era una mujer hermosa que rondaba los treinta y tantos aƱos de edad. Su tez era blanca y de cabellos rojizos y ondulados. Usaba un traje negro que se ceƱƭa a cada silueta perfecta de su delgada y esbelta figura. Se quedĆ³ estupefacta cuando un hombre atravesĆ³ la puerta de entrada del banco, creyĆ³ que se trataba de un policĆ­a.



   Las pupilas de La Bruja se dilataron al ver a semejante hombre cruzar el pasillo. Antonio era imponentemente alto, con cabellos cortos y negros, su rostro lampiƱo y blanco. VestĆ­a un ajustado blue jeans que resaltaba sus muslos duros y su gran paquete. Una camisa azul resguardaba su torso grande y dotado de mĆŗsculos.



   —Te ordeno que te detengas, bruja —ordenĆ³ el hombre con voz autoritaria y seƱalandola con un dedo.



   —¿QuĆ©? —interrogĆ³ ella doblando las cejas—. ¿Quien lo dice? ¿CĆ³mo te has atrevido a entrar aquĆ­?



   —Hasta hoy llegaron tus dĆ­as de injusticia.



   —Jajaja, ¿quĆ© idiota te crees que eres? —la mujer se dirigiĆ³ a sus tres acompaƱantes encapuchados—. Ustedes sigan en su trabajo —los hombres siguieron robando el dinero de las bĆ³vedas. Ella se acercĆ³ a Antonio con su caminar sexy—. ¿Quien te crees que eres? EstĆ”s muy guapo para morir.



   —Soy el hombre que te detendrĆ”. Hasta hoy sembraste el miedo en Ciudad LeĆ³n.



   La Bruja marcĆ³ en su rostro una sonrisa diabĆ³lica que contrastĆ³ con su hermosura. RĆ”pidamente sujetĆ³ a Antonio de su robusto hombro clavĆ”ndole las uƱas y luego estampĆ³ con una suprema fuerza su rodilla en la entrepierna, subiendo la rĆ³tula contra sus dos testĆ­culos chocĆ”ndolos en la pelvis, Antonio saltĆ³ con la reacciĆ³n.



   —¡AAAAAAAARRRGGGHHH! —gritĆ³ el macho desde lo mĆ”s alto de sus pulmones cuando sus bolas eran aplastadas.



   CayĆ³ de rodillas sujetĆ”ndose los testiculos y tociendo desesperadamente.



   —Vaya, vaya —dijo La Bruja con una risa mordaz—. No me queda duda de que eres un hombre, pero que seas tĆŗ el que me va a detener……… te falta mucho.



   Los ojos de Antonio se llenaron de lĆ”grimas, estaba con la boca abierta gimiendo en agonĆ­a. El sudor le corrĆ­a por la frente.



   La Bruja sonriĆ³ esperĆ³ con presiciĆ³n cuando Antonio tuvo un poco de fuerza para levantarse cuando ella subiĆ³ la pierna y dio una patada en las huevas de Antonio tan fuerte como pudo. Su empeine entrĆ³ en contacto con los huevos del macho aplastĆ”ndolos otra vez contra su pelvis.



   El grito de Antonio fue colosal. Sus ojos se agrandaron.



   La Bruja pateĆ³ los testĆ­culos dos veces mĆ”s, logrando que los ojos de Antonio se cruzaran y que cayera de rodillas para despuĆ©s derrumbarse en el suelo.



   La Bruja lo observĆ³ retorcerse y la protectora manera en que acariciaba su entrepierna gimiendo de dolor. Se sentĆ­a estupendo derrotar de esa manera a un sexy hombre que querĆ­a dominarla. ApuntĆ³ la mano hacia Ć©l encerrada en forma de puƱo enviĆ”ndole una descarga elĆ©ctrica.



   Inmediatamente, Antonio comenzĆ³ a gritar como un cerdo en un matadero porque su cuerpo estaba siendo frito por la corriente elĆ©ctrica. Chispas volaban por el aire con el trato cruel de la villana.



   La Bruja estaba segura que con aquella descarga poder fulminar a ese hombre, no lo querĆ­a matar pues lo consideraba sexy pero si deseaba darle una lecciĆ³n para que se arrepintiera toda su vida por atreverse a interrumpirla.


   La Bruja abriĆ³ el puƱo y la descarga elĆ©ctrica se acabĆ³.



   Antonio quedĆ³ encogido en el suelo. El hombre se llevĆ³ una mano al corazĆ³n mientras la otra quedĆ³ temblorosa en su entrepierna. Subio un rodilla mientras la otra pierna quedĆ³ extendida. A La Bruja se le hizo agua la boca de verlo con las piernas abiertas observando el montĆ­culo apetitoso de la entrepierna. Esa vez atacĆ³ los testĆ­culos con una corriente de electricidad.



   Los gritos de Antonio se hicieron fuertes mientras mĆ”s electricidad corrĆ­a por sus huevos chamuscando sus activos espermatozoides.



   La Bruja sin dejar de torturarlo se situĆ³ entre sus piernas abiertas. Ella terminĆ³ de electrocutarlo pero levantĆ³ el pie y aplastĆ³ el prominente bulto en su pantalĆ³n con toda la fuerza que pudo reunir.


PRAFFFF


   Los gordos testĆ­culos de Antonio crujieron con el aplastante peso. Antonio soltĆ³ un grito agudo.



   La Bruja moviĆ³ la planta del pie de lado a lado. Antonio gritĆ³ en agonĆ­a intentando apartar con sus manos el pie de la mujer lejos de sus cojones. Su cara estaba mojada de sudor y de lĆ”grimas.



   Inesperadamente un rayo de luz azul celeste atravesĆ³ el techo del banco y cayĆ³ sobre Antonio, La Bruja impresionada retrocediĆ³ lejos de Ć©l con los ojos muy abiertos ante la cegadora luz, lanzando un grito llamĆ³ a sus tres complices que la escoltaron. Cuando la luz terminĆ³ todos abrieron la boca sorprendidos.



   Alzado ante ellos estaba Antonio, vestido con un ajustado traje azul de lycra que se ceƱƭa a cada centĆ­metro de su exquisito y poderoso cuerpo. Su paquete se notaba mĆ”s grande y llamativo, y su torso marcaba cada musculo que lo rodeaba.



   —¿QuĆ©, quien eres? —preguntĆ³ La Bruja.



   Antonio o El Hombre Seo como se hacĆ­a llamar levitĆ³ en el aire alzando los brazos.



   Los cĆ³mplices dispararon contra Ć©l, pero Seo formĆ³ con sus manos un escudo de aire.



   —No puede ser… —negĆ³ La Bruja.



   AsĆ­ como ocurriĆ³ con las balas, Seo pudo bloquear la corriente elĆ©ctrica la formacion de un escudo. Su rostro no demostraba emociĆ³n pero su cuerpo marcaba absoluta fuerza y asĆ­ los enfrentĆ³.



   15 minutos mĆ”s tarde La Bruja y sus compinches estaban derrotados y puestos a la orden de la justicia (la mujer habĆ­a quedado inconsciente al ser estrellada contra la pared). Seo abandonĆ³ el banco cruzando el cielo con su poder de volar, asĆ­ cruzĆ³ la ciudad LeĆ³n………… su nuevo defensor.

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