Antonio caminaba a paso apresurado por las calles, su corazĆ³n palpitaba como un tambor, era la primera vez que se enfrentarĆa al mayor reto de su vida, porque sobre su espalda reposaba una gran responsabilidad. Desde hace dos semanas atrĆ”s Antonio habĆa dejado de ser un humano cualquiera de la ciudad LeĆ³n para ser un sĆŗper humano de la corporaciĆ³n SEO, un superheroe.
Todo comenzĆ³ meses atras cuando sobre la ciudad apareciĆ³ una mujer apodada La Bruja. Ella empezĆ³ a sembrar el caos en las calles destruyendo, quemando, robando, matando. La policĆa no habĆa logrado frenarla y es que La Bruja habĆa logrado desarrollar sorprendentes poderes que ninguna otra persona habĆa podido adquirir. Era rĆ”pida, sagaz atlĆ©tica, fuerte y de sus manos brotaban hilos de electricidad. La Bruja en cuestiĆ³n pertenecĆa a la organizaciĆ³n VP con fines oscuros.
Frente al caos que habĆa sembrado esta mujer personas preocupadas por la seguridad se unieron y formaron la organizaciĆ³n, un grupo de cientĆficos desarrollaron propiedades para crear un elemento que un hombre especĆfico pudiera desarrollar. DespuĆ©s de tantas pruebas fallidas y cuando se creĆa que el experimento de era un fracaso apareciĆ³ Antonio pudiendo ser el compatible ante fuertes elementos que fueron inyectados a su cuerpo.
Ahora en el presente La Bruja estaba asaltando un banco, cuando llegĆ³ Antonio al sitio pudo burlar el cerco de seguridad que rodeaba al edificio e ingresĆ³ a la sala escuchando los gritos de policĆas y pĆŗblico en general.
La Bruja era una mujer hermosa que rondaba los treinta y tantos aƱos de edad. Su tez era blanca y de cabellos rojizos y ondulados. Usaba un traje negro que se ceƱĆa a cada silueta perfecta de su delgada y esbelta figura. Se quedĆ³ estupefacta cuando un hombre atravesĆ³ la puerta de entrada del banco, creyĆ³ que se trataba de un policĆa.
Las pupilas de La Bruja se dilataron al ver a semejante hombre cruzar el pasillo. Antonio era imponentemente alto, con cabellos cortos y negros, su rostro lampiƱo y blanco. VestĆa un ajustado blue jeans que resaltaba sus muslos duros y su gran paquete. Una camisa azul resguardaba su torso grande y dotado de mĆŗsculos.
—Te ordeno que te detengas, bruja —ordenĆ³ el hombre con voz autoritaria y seƱalandola con un dedo.
—¿QuĆ©? —interrogĆ³ ella doblando las cejas—. ¿Quien lo dice? ¿CĆ³mo te has atrevido a entrar aquĆ?
—Hasta hoy llegaron tus dĆas de injusticia.
—Jajaja, ¿quĆ© idiota te crees que eres? —la mujer se dirigiĆ³ a sus tres acompaƱantes encapuchados—. Ustedes sigan en su trabajo —los hombres siguieron robando el dinero de las bĆ³vedas. Ella se acercĆ³ a Antonio con su caminar sexy—. ¿Quien te crees que eres? EstĆ”s muy guapo para morir.
—Soy el hombre que te detendrĆ”. Hasta hoy sembraste el miedo en Ciudad LeĆ³n.
La Bruja marcĆ³ en su rostro una sonrisa diabĆ³lica que contrastĆ³ con su hermosura. RĆ”pidamente sujetĆ³ a Antonio de su robusto hombro clavĆ”ndole las uƱas y luego estampĆ³ con una suprema fuerza su rodilla en la entrepierna, subiendo la rĆ³tula contra sus dos testĆculos chocĆ”ndolos en la pelvis, Antonio saltĆ³ con la reacciĆ³n.
—¡AAAAAAAARRRGGGHHH! —gritĆ³ el macho desde lo mĆ”s alto de sus pulmones cuando sus bolas eran aplastadas.
CayĆ³ de rodillas sujetĆ”ndose los testiculos y tociendo desesperadamente.
—Vaya, vaya —dijo La Bruja con una risa mordaz—. No me queda duda de que eres un hombre, pero que seas tĆŗ el que me va a detener……… te falta mucho.
Los ojos de Antonio se llenaron de lĆ”grimas, estaba con la boca abierta gimiendo en agonĆa. El sudor le corrĆa por la frente.
La Bruja sonriĆ³ esperĆ³ con presiciĆ³n cuando Antonio tuvo un poco de fuerza para levantarse cuando ella subiĆ³ la pierna y dio una patada en las huevas de Antonio tan fuerte como pudo. Su empeine entrĆ³ en contacto con los huevos del macho aplastĆ”ndolos otra vez contra su pelvis.
El grito de Antonio fue colosal. Sus ojos se agrandaron.
La Bruja pateĆ³ los testĆculos dos veces mĆ”s, logrando que los ojos de Antonio se cruzaran y que cayera de rodillas para despuĆ©s derrumbarse en el suelo.
La Bruja lo observĆ³ retorcerse y la protectora manera en que acariciaba su entrepierna gimiendo de dolor. Se sentĆa estupendo derrotar de esa manera a un sexy hombre que querĆa dominarla. ApuntĆ³ la mano hacia Ć©l encerrada en forma de puƱo enviĆ”ndole una descarga elĆ©ctrica.
Inmediatamente, Antonio comenzĆ³ a gritar como un cerdo en un matadero porque su cuerpo estaba siendo frito por la corriente elĆ©ctrica. Chispas volaban por el aire con el trato cruel de la villana.
La Bruja estaba segura que con aquella descarga poder fulminar a ese hombre, no lo querĆa matar pues lo consideraba sexy pero si deseaba darle una lecciĆ³n para que se arrepintiera toda su vida por atreverse a interrumpirla.
La Bruja abriĆ³ el puƱo y la descarga elĆ©ctrica se acabĆ³.
Antonio quedĆ³ encogido en el suelo. El hombre se llevĆ³ una mano al corazĆ³n mientras la otra quedĆ³ temblorosa en su entrepierna. Subio un rodilla mientras la otra pierna quedĆ³ extendida. A La Bruja se le hizo agua la boca de verlo con las piernas abiertas observando el montĆculo apetitoso de la entrepierna. Esa vez atacĆ³ los testĆculos con una corriente de electricidad.
Los gritos de Antonio se hicieron fuertes mientras mĆ”s electricidad corrĆa por sus huevos chamuscando sus activos espermatozoides.
La Bruja sin dejar de torturarlo se situĆ³ entre sus piernas abiertas. Ella terminĆ³ de electrocutarlo pero levantĆ³ el pie y aplastĆ³ el prominente bulto en su pantalĆ³n con toda la fuerza que pudo reunir.
PRAFFFF
Los gordos testĆculos de Antonio crujieron con el aplastante peso. Antonio soltĆ³ un grito agudo.
La Bruja moviĆ³ la planta del pie de lado a lado. Antonio gritĆ³ en agonĆa intentando apartar con sus manos el pie de la mujer lejos de sus cojones. Su cara estaba mojada de sudor y de lĆ”grimas.
Inesperadamente un rayo de luz azul celeste atravesĆ³ el techo del banco y cayĆ³ sobre Antonio, La Bruja impresionada retrocediĆ³ lejos de Ć©l con los ojos muy abiertos ante la cegadora luz, lanzando un grito llamĆ³ a sus tres complices que la escoltaron. Cuando la luz terminĆ³ todos abrieron la boca sorprendidos.
Alzado ante ellos estaba Antonio, vestido con un ajustado traje azul de lycra que se ceƱĆa a cada centĆmetro de su exquisito y poderoso cuerpo. Su paquete se notaba mĆ”s grande y llamativo, y su torso marcaba cada musculo que lo rodeaba.
—¿QuĆ©, quien eres? —preguntĆ³ La Bruja.
Antonio o El Hombre Seo como se hacĆa llamar levitĆ³ en el aire alzando los brazos.
Los cĆ³mplices dispararon contra Ć©l, pero Seo formĆ³ con sus manos un escudo de aire.
—No puede ser… —negĆ³ La Bruja.
AsĆ como ocurriĆ³ con las balas, Seo pudo bloquear la corriente elĆ©ctrica la formacion de un escudo. Su rostro no demostraba emociĆ³n pero su cuerpo marcaba absoluta fuerza y asĆ los enfrentĆ³.
15 minutos mĆ”s tarde La Bruja y sus compinches estaban derrotados y puestos a la orden de la justicia (la mujer habĆa quedado inconsciente al ser estrellada contra la pared). Seo abandonĆ³ el banco cruzando el cielo con su poder de volar, asĆ cruzĆ³ la ciudad LeĆ³n………… su nuevo defensor.
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