Franko (1/?): Rey en clandestinidad - Las Bolas de Pablo

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7 sept 2017

Franko (1/?): Rey en clandestinidad


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE




   Franko Tavalas miraba todo a su alrededor en un sĆ³lo dĆ­a habĆ­a pasado de ser prĆ­ncipe de Arkadia a un hombre de la clandestinidad, su padre, rey de Arkadia habĆ­a sido asesinado esa maƱana durante la invasiĆ³n de Badia, la belicosa naciĆ³n del norte potencia en guerra y crueldad.
Franko

   Franko miraba con sus ojos grises al hombre que estaba frente a Ć©l. Todos los que estaban en esa habitaciĆ³n se ocultaban del caos reinante en las calles de la prĆ³spera ciudad que ardĆ­a en llamas y con olor a muerte, invasiĆ³n y destrucciĆ³n.

   De tez blanca y cabellos castaƱos Franko estaba sentado prĆ³ximo a grabar un video donde transmitirĆ­a un mensaje de esperanza y fuerza para los ciudadanos de su naciĆ³n. Ɖl debĆ­a retomar el poder para ser nombrado el nuevo rey de Arkadia y no el usurpador que se habĆ­a adueƱado del trono por la fuerza.

   —GrabarĆ© —dijo el hombre que estaba parado ante Ć©l con el equipo de grabaciĆ³n.

   —No, espera —ordenĆ³ Franko.

   Sus ojos se posaron en Alexander que tenĆ­a una franela sin mangas, un jeans y zapatos. Se habĆ­a despojado de su indumentaria militar de Arkadia ya que tenĆ­a la responsabilidad de hacer llegar la grabaciĆ³n a todos los medios de comunicaciĆ³n por lo tanto tenĆ­a que salir y mezclarse en el caos de la ciudad.
Alexander

   Franko continuaba callado sumido en el silencio procesando el tormento que habĆ­a vivido durante esas horas. Sus manos acariciaron otra vez sus testĆ­culos pues aĆŗn dolĆ­an de sobremanera. ¿CĆ³mo luchar ahora desde la clandestinidad y dar esperanzas a su naciĆ³n si Ć©l ya no las tenĆ­a?

   —No perdamos mĆ”s el tiempo, Franko —objetĆ³ Rocco, el tercer y Ćŗltimo hombre que estaba encerrado en esa habitaciĆ³n subterranea. Era un hombre alto y rubio de profundos ojos azules, su cara rectangular aseguraba inteligencia y era un gran estratega por ello fue el presidente del parlamento del gobierno arkadiano—, estamos contra reloj y en un momento crucial. Tienes que decir lo que te aconsejĆ©.

   Franko respirĆ³ profundo buscando las fuerzas para hablar.
Rocco

   —Quita tus manos de ahĆ­.

   Obedeciendo a Rocco el joven afirmĆ³ de nuevo con la cabeza y anunciĆ³ a Alexander que estaba preparado para la grabacion.

   La filmaciĆ³n se iniciĆ³ enfocando al conocido principe sentado de manera erguida y a su espalda la orgullosa bandera de Arkadia, de color verde oscuro con un "A" en el centro y una pequeƱa estrella dorada en el Ć”pice de la tipografĆ­a. Con seguridad resonĆ³ su voz.

   —Ciudadanos de Arkadia les habla Franko Tavalas nuevo rey de la naciĆ³n, primeramente,  rechazo la manera violenta en la que hemos sido despojado del reino. Lamento el feroz crimen que se cerniĆ³ sobre nuestra ciudad asesinando a miles de ciudadanos Arkadianos y con ello a vuestro rey, mi padre, con ello ratifico mi nuevo cargo que por sucesiĆ³n me corresponde y no al nuevo tirano que por la fuerza y por medio de la sangre de nuestros valiosos ciudadanos se adueĆ±Ć³ del palacio y de la gobernaciĆ³n de nuestro paĆ­s. Rechazo al nuevo rey impuesto por el gobierno de Badia, desde hoy tambiĆ©n declaro la guerra contra Ɓsdrubal Cruise rey y tirano asesino de Badia, rechazo al rey que has impuesto para gobernar y adueƱarte de los inmensos recursos econĆ³micos de Arkadia. A partir de este momento declaro la hora de resistencia a todos los ciudadanos vamos a luchar contra la fuerza opresora de Badia y los haremos retroceder de nuestra naciĆ³n. Yo, Franko Tavalas, hijo de Gry Tavala, su rey, liberarĆ© a nuestro pueblo de las garras asesinas para restablecer la paz y la fuerte economĆ­a que siempre nos caracterizĆ³ en el mundo...

   Afirmando con la cabeza Rocco aprobaba las palabras de Franko, era ahora que comenzaba la guerra y la resistencia, tenĆ­a el muchacho que huĆ­r del paĆ­s y buscar apoyo de otra naciĆ³n ya que la fuerza militar de Arkadia se habĆ­a debilitado ante la opresora naciĆ³n BadĆ­a.

   Franko terminĆ³ de hablar pidiendo esperanza y fuerza para su naciĆ³n. Una vez concluida la grabaciĆ³n su gallardĆ­a se aminorĆ³ y fue notable, volviĆ³ a encorvarse derrotado con las manos sobre sus gĆ³nadas.

   —Voy a entregar esto para que lo vea toda la televisiĆ³n mundial —dijo Alexander guardando el equipo en el bolsillo del pantalĆ³n.

   —Ten cuidado al ir, muchacho —pidiĆ³ Rocco—. Tienes una hora para ir y volver, de no hacerlo te daremos por muerto y nuestra misiĆ³n seguirĆ”.

   —VolverĆ© —asegurĆ³ Alexander inclinĆ”ndose con reverencia ante Franko.

   —Hey —lo detuvo Franko antes de salir de la habitaciĆ³n—. No olvides que cuando vuelva a ser el rey serĆ”s nombrado capitĆ”n de seguridad de la naciĆ³n.

   Alexander lo mirĆ³ con seriedad y afirmĆ³ con la cabeza sin decir nada. AbandonĆ³ la habitaciĆ³n.

   —Ese muchacho es bueno —informĆ³ Rocco—, confiaba mucho en Ć©l en su puesto de defensa de nuestro parlamento.

   Franko afirmĆ³ y se acomodĆ³ en el asiento acariciando sus testĆ­culos. Ya no se escuchaban detonaciones en la calle pero la invasiĆ³n y el sufrimiento continuaba.

   —SaldrĆ© un momento, verĆ© como estĆ” todo arriba —anunciĆ³ Rocco.

   Franko se quedĆ³ en solitario deseando desterrar de su memoria el trauma psicolĆ³gico vivĆ­do aquel dĆ­a pero eso quizĆ”s nunca saldrĆ­a de su cabeza, de prĆ­ncipe ahora era rey en la clandestinidad... si es que acaso todavĆ­a se podĆ­a considerar rey de Arkadia.

   El ataque habĆ­a empezado inesperadamente cuando el sol tocĆ³ las paredes de grandes e imponentes edificios de la ciudad cuando miles de soldados de Badia penetraron en ellla montados en potentes motocicletas haciendo eco en las calles con el sonido de los cilindros y el azote de las espadas.

   Nadie los vio venir pero todos oyeron el ruido de la invasiĆ³n y la violencia.

   Cuando se quiso hacer frente al ataque ya era muy tarde.

   La fuerza de los soldados de Badia era superior a los de Arkadia que tambiĆ©n comenzaron a hacer defensa ante la furia de los rivales.

   Desde el alto palacio del rey se avistaba la ciudad que estaba siendo destrozada, saqueada y quemada. Por las grandes ventanas donde se detallaba la moderna nacion se veĆ­a que desde lejos se aproximaban soldados surcando el aire para tomar el palacio.

   —DefenderĆ© mi ciudad —gritaba aguerridamente el padre de Franko.

   —¡No! No te dejarĆ© ir —se negĆ³ su hijo deteniĆ©ndolo del brazo.

   —¡Lo harĆ©! Y tĆŗ mantente aquĆ­. Es mi deber recuperar la ciudad y si yo muero tĆŗ ocuparĆ”s el trono y la pondrĆ”s en pie. Badia nunca serĆ” dueƱa de nuestro territorio.

   —Padre no te dejarĆ© ir. Podemos huĆ­r.

   —LucharĆ© por mi pueblo.

   Y era la orden del seƱor Tavala que antes de salir para siempre del palacio ordenĆ³ que custodiaran con su vida al hijo que le quedaba, ya otro habĆ­a sido asesinado. Era una guerra feroz y nunca iba a ceder ante Badia.

   Franko fue oculto en una habitaciĆ³n poderosamente custodiado por militares. El muchacho sostenĆ­a en su mano una empuƱadura de oro de la cual pulsĆ³ un interruptor y de ella emergiĆ³ una filosa y larga hoja de plata. Franko volviĆ³ a pulsar el interruptor y la hoja se guardĆ³ en la empuƱadura la cual guardĆ³ en el bolsillo de su pantalĆ³n. Lo Ćŗltimo que habĆ­a visto por la ventana fue que por las calles circulaban los militares en motos y un tanque de guerra del enemigo hacĆ­a destrozos, no habĆ­a nada que hacer estaba segura la derrota del trono.

   —Si invaden el castillo debes huĆ­r por mi despacho —le susurrĆ³ su padre cuando lo abrazĆ³.

   En las calles de Arkadia reinaba el mĆ”s profundo caos y dolor.

   —¡Fuego! —gritaban los militares enemigo y era cuando los acorazados de guerra se abrĆ­an fuego destruyendo los edificios de la plaza central. SeguĆ­an ganando espacio.

   Los motociclistas enemigos seguĆ­an batiendose en espadas con los militares a pie Arkadianos, dĆ”ndose baja de lado y lado en los ejercitos pero con clara ventaja en el invasor.

   Por un espacio los motociclistas se habĆ­an hablaban uno tras otro.

   El ejercito donde iba el rey de Arkadia corrĆ­an en direcciĆ³n a ellos con las espadas en alto.

   Las motos hicieron ruido y cruzaron a alta velocidad.

   El padre de Franko sintiĆ³ que una hoja filosa le habĆ­a atravesado el estĆ³mago. La mayorĆ­a de sus hombres habĆ­an caĆ­do como Ć©l deseando defender su territorio. Otros se extendieron tratando de avanzar pero eran alcanzados por los motorizados que cada militar fulminaba con sus espadas.

   El rey Gry Tavala cayĆ³ al suelo pĆ”lido, contemplando como una veintena de militares en el aire se posaban sobre su palacio, invadĆ­endo su casa rompiendo los vĆ­drios. HabĆ­a perdido la batalla contra la potencia bĆ©lica, morirĆ­a como el resto de su familia, estaba seguro de que tambiĆ©n iban por la vida de su hijo Franko. El asesinado rey tenĆ­a los dientes apretados, aunque no habĆ­a forma de decir si era de dolor o ferocidad. Un militar enemigo se detuvo ante Ć©l y encestĆ³ la espada en su pecho. No habĆ­a nada que hacer el actual rey de Arkadia habĆ­a muerto y ahora iban por su hijo.

   El estallido de los vĆ­drios fue estremecedor. Franko lleno de sorpresa y terror supo que los atacantes se adueƱaron del palacio. Se levantĆ³ de su cama y se acercĆ³ al espejo donde en su parte superior se leĆ­a:

Con la tecnologĆ­a de Saurom.

   El joven colocĆ³ la palma de la mano en el espejo y Ć©ste se desvaneciĆ³ dando paso a un oscuro pasadizo secreto, escuchĆ³ el sonido de las espadas en lucha fuera de su habitaciĆ³n y supo que contaba con segundo para salir de ahĆ­ con vida. CorriĆ³ por el camino en direcciĆ³n a la oficina de su padre, lugar que tambień tenĆ­a otro pasadizo con salida del palacio.

   Cuando Franko llegĆ³ corriendo a la oficina de su padre se detuvo en seco.

   Su corazĆ³n palpitĆ³ de locura al encontrarse cara a cara con un militar de la linea invasora.

   El enemigo con su uniforme rojo lanzĆ³ una sonrisa diabĆ³lica y blandiĆ³ su espada.

   Franko se llevĆ³ la mano al bolsillo sacando la empuƱadura enseguida tambiĆ©n mostrĆ³ su espada.

   Y se iniciĆ³ una lucha en aquel encerrado despacho.

   Cada hombre era un experto en el manejo del arma blanca saltaban y retrocedĆ­an cualquier golpe cortante que su enemigo pudiera acertar. El militar quedĆ³ inmĆ³vil un momento y luego sacudiĆ³ la cabeza decidido a continuar el ataque y asesinar al heredero al trono. Franko seguĆ­a moviĆ©ndose con rapidez blandiendo su espada, siguiĆ³ avanzando cogiendo ventaja. Aprovechando la adrenalina Franko quitĆ³ de un golpe el arma a su atacante que cayĆ³ muy lejos en el suelo.

   Franko tenĆ­a el rostro doblado de la amargura.

   Su adversario retrocediĆ³ con la punta de la espada amenazando sobre su cuello. Franko lo hizo caminar sobre sus pasos contra el escritorio de pulida madera, allĆ­ el hombre se tropezo a inclinĆ³ la espalda sobre la mesa, era lo que Franko necesitaba para decapitarlo.

   —No lo hagas —pidio el soldado de Badia—. Te dejarĆ© huĆ­r.

   —No hace falta que lo hagas —reconociĆ³ Franko con furia en la voz, estaba con su cuerpo encima de Ć©l con los ojos inyectados en sangre. SubiĆ³ el brazo a la altura de la cabeza dispuesto a enterrar la filosa hoja en su garganta.

   El soldado con mirada suplicante se agarrĆ³ del brazo libre de Franko, el muchacho iba a bajar la espada contra Ć©l.

   El militar sintiendo al joven encima de Ć©l dispuesto a matarlo traslado su mano rĆ”pidamente a la entrepierna del prĆ­ncipe, cogiendo con sorpresa el ataque que iba a propinar y crujiendo sus grandes testĆ­culos. Franko lanzĆ³ un potente grito abriendo los ojos y dejando escapar de su mano la espada que chocĆ³ contra la mesa y resbalĆ³ al suelo. En lugar de retirar la mano, el soldado continuĆ³ el ataque apretando las bolas de Franko con toda la fuerza que pudo reunir.

   Franko emitiĆ³ un gruƱido angustiado y agarrĆ³ la muƱeca de su enemigo, tratando de sacarla de su ingle.

   Pero el militar de Badia se aferrĆ³ a las pelotas causando mĆ”s dolor exprimiendo el par de gĆ³nadas.

   —¡AHHHHHH! —gimiĆ³ Franko mientras sus testĆ­culos eran aplastados en el apretado agarre del enemigo.

   Su rival exprimiĆ³ con fuerza, haciendo que Franko se hundiera de rodillas.

   Franko soltĆ³ la muƱeca del militar y tambiĆ©n lo agarrĆ³ de los huevos.

   Su enemigo echĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s.

   Los dos oponentes estaban arrodillados uno frente al otro, agarrĆ”ndose los huevos porque sus vidas dependĆ­an de ello.

   Estaban gruƱendo y gimiendo, cada uno tratando de superar al otro, retorciendo y amasando los delicados testiculos en sus manos.

   El militar lanzĆ³ un puƱetazo en la cara a Franko con su mano libre, haciendo que rugiera de dolor y rabia, cayendo a un lado, soltando los cojones del enemigo que tambiĆ©n soltĆ³ los del prĆ­ncipe y ganado ventaja para agarrar la espada de empuƱadura de oro.

   Franko lo mirĆ³ desde el suelo con miedo y odio.

   Su adversario se riĆ³ sosteniendo en alto su espada.

   —Ponte de pie —ordenĆ³—. Te matarĆ© y me subirĆ”n de rango por hacerlo. ¡PONTE DE PIE, MIERDA!

   Franko obedeciĆ³ y lentamente abandonĆ³ el suelo, morirĆ­a de pie y con orgullo.

   Con un grito enojado, el militar levantĆ³ la pierna pie y pateĆ³ las huevas del prĆ­ncipe.

   Franko gritĆ³ de dolor mientras la patada aplastaba los testĆ­culos en su cuerpo. CayĆ³ al piso acurrucado, sollozando y gimiendo agarrando su entrepierna.

   —Hoy se corona a un nuevo rey en Arkadia —asedurĆ³ el militar fue cuando levantĆ³ los brazos para atravesar con su espada al cuerpo sin fuerzas de Franko.

   El prĆ­ncipe cerrĆ³ los ojos mientras acunaba su hombrĆ­a con ambas manos y esperĆ³ el final de su vida y de la dinastĆ­a Tavala sobre el planeta Rojo. EscuchĆ³ un quejido y que el militar retrocedĆ­a con dificultad. Al momento de abrir los parpados vio como su enemigo caĆ­a al suelo de rodillas con una daga clavada en la frente, tras cortos segundos el militar terminĆ³ rendido y sin vida a un lado de sus piernas. Franko desvĆ­o la mirada y descubriĆ³ a Alexander que portaba el negro traje militar de la naciĆ³n, habĆ­a ido a su rescate.

   —¡He encontrado al rey de Arkadia! —anunciĆ³.

   Y enseguida varios hombres acudieron a su rescate, allĆ­ se enterĆ³ del trĆ”gico destino de su padre y del despojo que habĆ­an sufrido del reino ante la inesperada invasiĆ³n, tenĆ­an que huĆ­r.

   En la actualidad Franko seguĆ­a sentado en la silla en la poca iluminada habitaciĆ³n sus pensamientos confusos se interrumpieron cuando Rocco ingresĆ³ a la sala.

   —En tres horas debes salir del paĆ­s, mi rey —anunciĆ³—. Alexander ha vuelto con una comitiva de 15 militares en tu defensa. Nos informa que las calles siguen revueltas aunque con una tensa calma ya que el gobierno de Badia a travĆ©s del miedo los volviĆ³ sumisos. Todas las salidas de la ciudad por mar y tierra estĆ”n custodiadas. Las salidas por tren estĆ”n suspendidas y tampoco hay servicio de tren continental. Hemos trazado un nuevo plan para sacarte por la frontera con un vehĆ­culo prestado. El rey de Nilo ha sido el Ćŗnico en ofrece ayuda para recuperar tu poder, debes tener mucho cuidado.

   Franko afirmĆ³ con la cabeza y siguiĆ³ escuchando al presidente del parlamento.

   —Debes viajar a Nilo y formar una nueva estrategia de guerra, ten mucho cuidado con el costo que tendrĆ”s por recibir su ayuda, mantenme al tanto. Yo me quedarĆ© aquĆ­ formando la resistencia para recibirte y luchar contigo para recuperar el reino. ViajarĆ”s comandado por Alexander, confĆ­a en el.

   —RegresarĆ© y recuperaremos el poder.

   —AsĆ­ serĆ” —afirmĆ³ Rocco colocando una mano en su hombro—. VolverĆ”s al poder... ¡Salve al rey Franko Tavala, seƱor de Arkadia!

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