Alimañas de la noche (1..3/5): Ladrones - Las Bolas de Pablo

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16 sept 2018

Alimañas de la noche (1..3/5): Ladrones

CUARTA PARTE DEL CAPITULO 1

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Mientras un lote de ciudadanos tienen una noche temerosa un grupo más pequeño puede catalogarla como deliciosa. Tal es el caso del policía Iván, el padre de Gino, quien desde el rescate de aquella noche a una hermosa rubia decidió cortejarla.

   Cuando la rescató aquella vez el optó por acompañarla hasta la puerta del edificio donde vivía.


   —Ten —le había dicho el atractivo señor entregándole una tarjeta—, es mi número de contacto puedes ubicarme cuando quieras. Soy policía como ya pudiste ver —le sonrió.


   A la mañana siguiente la rubia lo llamó invitándolo a desayunar como agradecimiento al rescate. Y ahí comenzó una historia para ellos.


   —¿Puedo volverte a ubicar? —preguntó el policía en aquella mesa de luncheria.


   —Por supuesto que sí —indicó la mujer de nombre Jessica.


   Cuando la mujer conoció al hijo de Iván, Gino, éste no supo cómo catalogarla quizas simplemente se emocionaba por su padre, después de años lo veía con una mujer, ¿o era la primera desde la muerte de su madre?


   Pasado un tiempo la relación de Iván y Jessica se fue solidificando hasta que él  en una excursión matutina de fin de semana a una montaña la abrazó en la cima con los grandes edificios de la ciudad de Biloba de fondo se dieron el primer beso en los labios.


   —¡Ay, Iván! —exclamó Jessica sonrojándose.


   Iván rió y la volvió a besar.


   Con el paso del tiempo se fueron acercando más, y esa noche en el departamento de poco tiempo arrendado por la mujer sería el primer encuentro íntimo de ellos con la luna por la ventana asegurando una noche peligrosa en la ciudad.


   Iván estaba ensimismado en el sillón contemplando los objetos de la sala esperando a Jessica, la había invitado a tomar vino mientras oían música en el departamento. A sus oídos llegó la voz de la mujer.


   —Ya estoy preparada —dijo—. Perdona la espera estaba arreglando unas cosas.


   Cuando Iván alzó la vista la vio en el umbral que daba acceso a las habitaciones. Jessica tenía puesta una larga bata de seda estampada con motivos orientales. Parecía una Diosa con el corto cabello cayendo a ambos lados de su cara. Iván hizo un microgesto de sorpresa con la cara y se dirigió a ella. La rodeó con sus brazos y la besó apasionadamente. Luego desató el cordón de su bata y la desnudó lentamente. Sería suya después de dos meses.


   Se retiró para admirar su cuerpo quedándose boquiabierto. Su cuerpo desnudo era la proporción hecha carne. Sus redondeados pechos enmarcaban a la perfección dos redondos pezones. Su delgada cintura hacía destacar a sus caderas poderosas que descansaban sobre unas hermosas y torneadas piernas.


   Se acercó a ella y la besó en el cuello mientras sus manos recorrían todo su cuerpo, deteniéndose sobre su culo constatando la turgencia de sus carnes. Ella lo abrazaba  mientras se movía ansiosa al compás de las caricias. Luego apartándolo comenzó a desabrochar la camisa mientras besaba con suavidad el robusto pecho del macho mordisqueando, de vez en vez, suavemente la piel. Luego desabrocho su cinturón y se oyó el sonido de la cremallera. Palpo el falo y sin tregua deslizó la mano dentro de los calzoncillos atravesándolo hasta llegar a sus testículos. Cerró su mano sobre el capullo con tal fuerza que Bruno estuvo a punto de gritar.


   —Ohhhhh, ¿qué? ¿qué pasa? Con dulzura, querida.


   Jessica se detuvo y quedo mirándolo. Iván se bajó el pantalón la comenzó a guiar regalando una gran cantidad de caricias.


   Se sentía excitado de saber que la pondría a probar su verga: larga y gruesa, con un capullo que se angosta en su base dando paso a un palo que se ensancha.


   Deslizó la mano entre sus muslos y sintió el tacto de la suave vagina de la mujer. Sus expertos dedos acariciaron los labios de su vulva, cerrados… Una leve humedad empezó a destilar ente el roce de las yemas, cuando intentaba suavemente introducir el índice en su vagina.


   De un salto la fémina se echó  hacia atrás lanzando un delicioso gemido. 


   Iván la tomó suavemente y le preguntó dónde estaba la habitación, Jessica se lo indicó y sin apartarse con un beso él la depositó sobre el lecho. Jessica no dejaba de mirarle la polla totalmente rígida sobre la cama. Iván le separó las piernas y se arrodilló entre ellas.


   Luego apoyando sus manos a ambos lados de su cuerpo la empezó a besar comenzando por la cabeza, sus ojos, su nariz, su boca hasta descender a sus pechos. Se entretuvo chupando sus pezones y presionándolos en ocasiones, observando como se estrechaban sus aureolas y se ponían duros. Descendió por su pecho hasta llegar al vientre donde con la punta de la lengua recorrió todos los rincones hasta llegar a su pubis. Pasó la nariz a lo largo de su vello púbico continuando el roce a través de los labios de su vulva. Olía fresco y limpio como la brisa marina.


   Jessica soltó un profundo suspiro.


   Sin detenerse sobre su sexo, Iván comenzó a morder y pasar la lengua por la cara interior de sus muslos subiendo poco a poco hasta llegar a su clítoris que empezó a toquetear con la lengua. Jessica gimió moviéndose como si recibiese descargas eléctricas.


   El varón experimentado lamía y ensalivaba su coño preparándose para dejar el camino expedito a la penetración. A la vez sus dedos acariciaban su sexo y se introducían suavemente en su interior.


   Se incorporó y lubricó con su saliva su pene. Luego mientras la miraba a los ojos le fue introduciendo lentamente su grueso capullo.


   Así se fue abriendo camino su gorda polla…


   Él inició un ligerísimo mete y saca mientras le acariciaba el clítoris y los labios del coño. Cuando supo que se destensaba, fue penetrando en su interior lentamente. Ella entre jadeos y quejidos ponía un mohín de temor ante la penetración.


   Iván de tres fuertes empellones traspasó la barrera y le clavó la polla hasta los huevos. Descansó sobre su cuerpo y ella lo abrazó estrechamente.


   Permaneció quieto besándola. Sentía los latidos de su cuerpo en su pene y la estrechez de su hueco lo oprimía fuertemente. Comenzó a chuparle el cuello a la vez de un cadencioso y lento vaivén de mete y saca que prolongó por minutos. Poco a poco fue aumentando el ritmo y la amplitud de sus movimientos casi la sacaba para volver a enterrarla hasta el fondo. 


   Iván se quedó quieto escuchando gemir a su mujer y después siguió con un frenético mete y saca que la hacía retorcerse de placer. Un orgasmo hizo que su cuerpo se estremeciera de punta a punta mientras su coño se contraía espasmódicamente. A ese orgasmo siguió otro y otro.


   Después ella le pidió que descansasen, Iván la obedeció y se salió de dentro de ella, tenía la verga grande y muy erecta chorreando presemen, Jessica la miró con lujuria, se inclinó ante el pene y se lo metió en la boca.


   Se la empezó a chupar lentamente metiéndose todo el capullo en la boca. Luego sacaba la verga y la lamia desde la punta a través del frenillo hasta llegar a sus pesadas pelotas que estaban repletas y prestas a descargar. El macho con los ojos cerrados se dejaba llevar por el placer.


   Iván no quería correrse en su boca así que pidió penetrarla de nuevo, Jessica sonrió y afirmó respirando profundo.


   Comenzó a follarla de nuevo a todo meter. Sentía el sonido de su verga entrar y salir de su mojado coño.  Las tetas de la mujer se bamboleaban en cada empuje.


   Frenéticamente comenzó a darle fuertes empujones. Iván sintió como su cipote se hinchaba al máximo y los primeras sensaciones eyaculatorias aparecieron.


   Su polla comenzó a descargar interminables trallazos de leche en su interior y Jessica  empezaba a estrujar al pene intentando extraer hasta la última gota mientras un orgasmo brutal recorría a Iván. Al fin agotado se desplomó a su lado. Recuperando la respiración acarició su cuerpo  mientras su polla se desinchaba.


   —Eres hermoso —reconoció Jessica sonriendo—, y follas como los ángeles.


   Con las piernas totalmente desparramadas mostraba su abierta flor de la que que se destilaba el néctar de la semilla del policía.


   —Quédate a dormir aquí, avisa a tu hijo.


   —No puedo. Hace un tiempo Gino recibió un ataque y no quedó bien de él.


   —No quiero que te vayas en medio de la noche, puede ser peligroso.


   —Todo va a estar bien cariño.


   Mientras Iván descansaba y llegaba sano y salvo a medianoche a su departamento sintiendose muy fatigado por las emociones vividas otro de sus amigos policías no tendría buen descanso. Se trataba de Víctor, un viudo y fuerte oficial cuya esposa había muerto años atrás de la mano de los incubos que se apropiaron de Biloba.


   En las últimas dos semanas, no se había masturbado ni una vez, a entrada de la madrugada mientras dormía sus grandes bolas estaban hirviendo con semen y su polla estaba dura dentro de la ropa interior. Había al menos dos o tres cargas grandes y jugosas de semen agitándose dentro de sus testículos.


   La puerta fue abierta dejando pasar a tres figuras, sí, esas alimañas que causaban terror en Biloba: dos mujeres y un hombre o eso aseguraba su fisonomía.


   —Este es un espécimen bastante impresionante —reconoció una de ellos—, su olor a semen se percibe a tres cuadras. Será un banquete.


   Víctor se despertó sobresaltado en la cama mirando con terror. Su arma cargada estaba al estirar el brazo pero podían atacarlo.


   —Si te mueves te degollo —indicó el hombre que entró ahí, de las uñas de sus manos emergieron cuchillas de acero.


   Víctor tragó saliva, era de conocimiento público que esas criaturas tenían un poder sobrenatural.


   —¿Que quieren? —preguntó.


   —Tu semen, papito —indicó una mujer de cabellos negros. Era palida y aunque tenia caa de angel su pasatiempo era matar hombres jovenes—, si nos los entregas para nada saldrás herido.


   Lentamente una de ellas apartó la colcha de las piernas de Víctor.


   —Es bastante grande —reconoció una alimaña mirando la polla de Victor.


   —No te muevas —indicó el otro hombre acercándose al policía de la cama para arrebatar el arma del cajón.


   —Papi, esto es un asalto de semen, al final te gustará —dijo la Ky caminando hasta él. Le quitó la ropa interior y le agarró la punta de la polla, frotando su palma sobre la cabeza húmeda con forma de hongo.


   Víctor dejó escapar un suave gemido.


   —Así nos gusta relajate.


   El hombre alimaña guardó sus filosas uñas.


   La otra mujer agarró los testículos gordos y regordetes de Victor y los apretó con fuerza, lo que provocó un grito del policía. La mujer intensificó su agarre apretando los huevos haciéndolo gemir de dolor. Su apriete provocó un chorro de líquido preseminal que salió de la magnífica polla.


   Las alimañas contuvieron el aliento cuando la mujer que sostenía el pene de Victor se inclinó para probar aquel pegajoso presemen. La otra aplastó los testículos con fuerza.


   —¡Oh, mierda! —gruñó Victor sintiendo que su orgasmo se elevaba.


   La polla gorda le temblaba y palpitaba.


   La de cabellos negros soltó la erección carnosa de Víctor y se hizo a un lado.


   —¿Te gusta, eh, policía? —preguntó el Ky.


   Víctor se le quedó mirando, sentía rabia.


   —Te hice una pregunta, responde —Victor se vio obligado a afirmar con la cabeza—, así es como acabamos con tu placer.


   ¡El puño del Ky colisionó con las bolas de Víctor golpeándolas en su pelvis con un golpe rotundo!


   De repente, la polla del policía estalló con un espeso chorro de esperma cremosa que se desparramó directamente en la cara de la Ky de cabellos rojos.


   —Eres una putita —indicó la de cabellos negros y procedió a lamer la cara de su amiga.


   El Ky levantó el puño en el aire y nuevamente golpeó la entrepierna de Victor haciendo puré sus testículos.


   El policía dejó escapar un gemido angustiado mientras su polla continuaba disparando cuerda tras cuerda de jugo pegajoso, bañando sus muslos.


   Enseguida tres lenguas hicieron contacto con él tragándose sus fluidos.


   —Está salado —determinó el Ky.


   —Más salado que la del muchachito del edificio de al lado. Esto tiene muchos dias almacenado en estos tanques. Cuanto más tiempo permanece dentro de las huevas de alguien más salado sabe.


   —Está muy salado —dijo la de cabello rojo.


   El ky sonrió con malicia.


   —Es porque él lo ha estado guardando para nosotros.


   Los tres se rieron.


   A pesar de la asquerosa burla el pene de Victor no había perdido nada de firmeza. Dejó escapar un lamentable gemido.


   —Dale golpes en las huevas tan fuerte como puedas —dijo el hombre.


   La mujer de cabellos negros le  clavó un puñetazo a las bolas de Victor de forma dura y poderosa.


   Víctor dejó escapar un chillido agudo cuando el dolor le recorrió el cuerpo.


   El Ky echó un vistazo a la habitación, hizo una sonrisa malévola antes de preguntar:


   —¿Qué es esto policía?


   Caminó hasta una repisa donde encontró un pequeño bate de madera.


   —¡No, no, por favor no! —suplicó Victor.


   El Ky alineó el bate con las gónadas gordas e hizo un movimiento y aplastó  entre los muslos.


   Desafortunadamente, su puntería estaba desajustada, y en lugar de golpear las bolas, aplastó la sensible punta de la polla de Victor.



   Él dejó escapar un grito de agonía.


   —Golpea sus bolas —rogó la de cabellos negros—, y que sea fuerte.


   El Ky se mordió el labio inferior y lo intentó de nuevo. Esta vez, golpeó el objetivo perfectamente. El bate aplastó la gónada derecha de Victor con fuerza devastadora provocando un grito soprano de Victor.


   Al mismo tiempo las mujeres Ky lamían el jugo que salía de la verga.


   Una y otra vez el Ky golpeaba las pelotas de Victor, una a la vez, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, haciendo que el pobre gritara a medida que la leche salía de su polla y ellos tragaban.


   Victor gritaba y chillaba, gimiendo de dolor.


   El Ky se aseguró de darle a cada testículo su justa porción de golpe, y golpeó el bate contra la punta palpitante de la polla del policía un par de veces, riendo con deleite mientras gotas de semen salpicaban fuera de ella y eran probada por los ladrones.


   —¡Golpealos con fuerza! —insistió otra vez alegremente la mujer de pelo negro mientras enterraba la lengua en la cabeza del pene de Victor.


   El ky hizo lo que le dijeron, aplastando los testículos enérgicamente.


   La polla de Victor tembló violentamente mientras chillaba y gritaba en agonía.


   Así, un gran chorro de esperma salió disparado de su pene, golpeando el piso tan fuerte que se salpicó por todo el lugar haciendo que los Ky se arrastraran saboreando con la lengua.


   Victor dejó escapar un grito penetrante mientras los Ky limpiaban el piso con la boca.


   Otro chorro de esperma salió disparado de su pene, creando un charco en el piso que iba a ser saboreado por los tres espectros.


   Finalmente, el Ky depositó el bate en una esquina de una patada.


   Miraron al enorme policía respirando agitadamente en la cama.


   —¿Qué haremos con él? —preguntó la de cabellos rojos.


   —Deberíamos transformarlo en uno de nosotros —afirmó el hombre.


   Víctor alzó una ceja, ¿qué? De modo que los Ky también podían convertir a seres humanos.


   Los ojos de la mujer de cabellos negros bajaron a las bolas de Víctor. El tratamiento con el bate había causado que se hincharan considerablemente. Se veían magullados.


   —Hay que matarlo —dijo.


   —¿Por qué? —preguntó la otra Ky.


   —Si lo transformamos nadie nos garantizará que va a estar de nuestro lado. Va a querer venganza contra nosotros.


   —Podemos volver —insistió la de pelo rojo.


   —Si volvemos, Akcire, él va a estar preparado, mátalo, Ordep.


   El hombre Ky alzó la pistola de la que Víctor era dueño contra él.


   El valiente policía se preparó para su muerte, no tenía miedo.


   Para su suerte en el interior del departamento se escucharon diferentes ruidos y voces llamando al dueño. Los Ky se pusieron alerta y repotenciados en energía salieron de la habitación lo que generó ruido de golpes desde la sala.


   Víctor lentamente salió de la cama agarrándose las adoloridas bolas, se sentía atropellado y con dolor de vientre. Se cubrió con una toalla y cuando iba a salir del cuarto una detonacion se escucho. Luego lo abordó un conocido hombre.


   Se trataba de un vecino quien decidió acudir con un grupo de ellos tras escuchar los gritos de Víctor en medio de la noche.


   —En la sala están los vecinos —decía el hombre—, casi todos están heridos esas bestias nos atacaron brutalmente. Disparamos y matamos al hombre con la pistola que nos prestaste pero las mujeres huyeron.


   Víctor afirmó con la cabeza y dijo:


   —Renovaron energías, vecino, me robaron el semen.

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