Deshuevar a Otto (2/4): el viejazo - Las Bolas de Pablo

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4 sept 2018

Deshuevar a Otto (2/4): el viejazo

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-BALLBUSTING /HOMBRE/HOMBRE

   —¿Entonces tenĆ­as fuerza para golpear y salir con Pablo? —preguntĆ³ Erick con un dejo de burla.


   Otto que estaba sentado ante Ć©l se rascĆ³ la frente procurando desviar los comentarios del joven. Sin embargo Erick continuĆ³:



   —O sea, lo digo por tu edad, te ves viejo. No dudo el por quĆ© Pablo te abandonĆ³ para quedarse con alguien mĆ”s joven.



   A pesar de su edad Otto todavĆ­a se mantenĆ­a fuerte y guapo. No solo tenĆ­a un cuerpo grueso y cuidado sino que tenĆ­a el cabello gris adornado por algunas canas. TambiĆ©n lucĆ­a un bulto impresionante al que Erick se morĆ­a de ganas por tocar y golpear, asĆ­ que necesitaba alguna tonta excusa para molestar a Otto y provocarlo, aunque tambiĆ©n querĆ­a que ese atractivo viejo le fauleara las bolas.



   Ć‰l y Otto se hicieron amigos por facebook a travĆ©s de mensajes privados y Ć©l seƱor se sintiĆ³ seguro de invitar a ese muchacho a su casa.



   —Antes de tener una relaciĆ³n conmigo ya Pablo tenĆ­a pareja, al final decidiĆ³ volver con Ć©l.



   —SĆ­ pero estoy seguro que lo hizo por la edad, eso influyĆ³ mucho. No creo, Otto, que tĆŗ tengas fuerzas para soportar golpes a los cojones.



   Otto se riĆ³ sintiendo su paciencia colmar.



   —Por quĆ© no te paras y comprobamos si tengo fuerza rompe bolas o no.



   —Dudo que la tengas —negĆ³ Erick sintiendo su polla despertar. Al fin sentirĆ­a la fuerza de Otto sobre Ć©l y Ć©l tambiĆ©n ya iba a faulearlo. Se levantĆ³ y se parĆ³ frente a Otto, separando sus piernas. AgarrĆ³ su abultada entrepierna y apretĆ³ su paquete, sonriĆ©ndole a Otto—, espero que no se te joda la pierna de osteoporosis.



   —GrandĆ­sima, perra, ya vas a ver.



   Otto chocĆ³ una patada contra la ingle de Erick, aplanando su bulto y provocando un gruƱido angustiado del muchacho.



   —Ay, mis huevitos —gimiĆ³ doblĆ”ndose lentamente y poniendo sus manos sobre sus rodillas—. ¿EstĆ”s seguro que no se te fracturĆ³ el pie vejestorio? —aƱadiĆ³ con humor.



   Otto hizo un gruƱido y pateĆ³ las bolas de Erick con toda la fuerza que pudo reunir. Su empeine hizo rebotar las albĆ³ndigas gordas de Erick.



   Este dejĆ³ escapar un grito ahogado mientras sus ojos se cruzaban cĆ³micamente.



   —Pues fijate que no, mi pie estĆ” regio —indicĆ³ Otto mientras Erick se doblaba, agarrando su entrepierna y gimiendo de dolor.



   Fue rĆ”pido el vistazo que Erick echĆ³ al paquete de Otto que habĆ­a crecido, ahora tenĆ­a que buscar la forma de faulearlo.



   Otto se ajustĆ³ la entrepierna y se riĆ³:



   —¿Quieres probar un Ćŗltimo golpe de este viejo, amigo?



   —Oh, si. Pero despuĆ©s me toca a mi.



   —Hmmm.



   Erick se levantĆ³ con el rostro envuelto en una mĆ”scara de dolor, tenĆ­a problemas para mantenerse de pie.



   La punta del zapato de Otto chocĆ³ con los testĆ­culos de Erick.



   Erick hizo escapar un aullido angustiado que provocĆ³ una risa en Otto de verlo doblar y agarrarse la entrepierna.



   —¿QuĆ© pasa, amigo, tu juventud se revienta ante este viejo?



   —No, tus golpes son dĆ©biles, Otto……… la edad ya hace estragos en ti.



   —¡Me tienes harto con tu problema de la edad! —gruƱo saliendo del asiento, agachĆ”ndose y apretando el puƱo para golpear las bolas de Erick con un uppercut duro.



   Erick aullĆ³ de dolor cuando los nudillos del trajeado seƱor se clavaron en sus cocos hinchados, aplanĆ”ndolos como tortillas y metiĆ©ndolos en su cuerpo.



   El guapo rostro de Erick se contorsionĆ³ agĆ³nico procesando el dolor que le dominaba el cuerpo saliendo de sus pelotas. GemĆ­a mientras el sudor corrĆ­a por su rostro.



   Se desplomĆ³ en el suelo, retorciĆ©ndose y sobando sus bolas con ambas manos.



   Otto sonriĆ³ orgullosamente, su gran erecciĆ³n le cubrĆ­a el pantalĆ³n.



   Erick gemĆ­a de dolor, cubriendo sus genitales mientras se retorcĆ­a en el suelo.



   —Me gusta despuĆ©s de todo —anunciĆ³ Otto sonriendo.



   Se inclinĆ³ cerca de Erick y Ć©ste alzĆ³ la mano intentando agarrar el par de bolas del seƱor pero Otto reaccionĆ³ apartando su mano.



   —¡Oh, no, bebĆ©, mis bolas nunca serĆ”n tuyas!

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