-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Simón Chacón habĆa comenzado un dĆa pĆ©simo ya que tras acudir al trabajo recibió una amenaza de su jefa, si su programa de televisión nocturno no subĆa en rating frente al recien programa estrenado de la competencia lo sacarĆan del aire.
Durante la maƱana lució preocupado pese al dolor de cojones que tenĆa que aminoró al mediodĆa pero durante la locución de radio no se pudo concentrar.
Fue a su casa al mediodĆa y no le dio atención a ninguno de sus tres hijos recapacitando en la manera de derrotar a la competencia.
«Chacón tiene muchos aƱos al aire» pensaba «¿SerĆ” que ya cumplió su ciclo?……… ¡Pues no! AĆŗn queda mucho por mostrar, a la gente le gusta, ya sĆ© lo que voy a hacer.»
El musculoso rubio salió de la cama donde descansaba completamente en ropa interior tras una ducha que no lo relajó, su enorme polla y grandes bolas regordetas colgaban entre sus muslos dibujandose en la tela.
Utilizó un nuevo pantalón para vestirse pasÔndolo por una pierna y luego la otra, subió la cremallera, como siempre dejando mostrar involuntariamente un delicioso bulto en su entrepierna. Buscó una franela en el guardarropa y salió de casa dejando a los niños bajo el buen cuidado de Claudia.
Simón sabĆa a dónde ir, asĆ que manejó con soberbio cuidado pese a la emoción.
Su camioneta se detuvo frente a un edificio de moderna construcción no era muy alto pero sà bonito. Sintiéndose optimista Simón tocó el intercomunicador del departamento 30, ahà se oyó la voz de un hombre, era aguda.
—Es Simón Chacón, amigo.
—¡Oh, el mismo Simón Chacón! Que honor, ¿y quĆ© haces por aquĆ viejo?
—Vaya, hombre dejame entrar que el sol estĆ” que quema.
—Oh, por supuesto.
Sin esperar mÔs de cinco segundos la puerta de entrada fue abierta desde el departamento del amigo Rafael, él no era mÔs que el conductor del programa de la competencia y viejo amigo de la universidad de Simón.
Cuando Chacón llegó al departamento de su amigo fue recibido por un hombre de estatura alta, piel bronceada y cabellos negros. Rafael después de saludarlo invitó a Simón a ocupar un asiento, él lo hizo dejando como siempre que el paquetote de su entrepierna saliera a relucir.
—¿Y quĆ© te trae por aquĆ?
—Amigo pues vengo a hacerte una propuesta.
—¿De quĆ©, Simón?
—Renuncia al late show.
—¿QuĆ©? —Rafael lanzó una risita era obvio que Simón iba preocupado por los resultados de la noche anterior.
—SĆ, Rafa, renuncia al late show. A cambio te ofrezco un programa en mi canal. En horario vespertino, serĆ” genial.
—¿Pero de quĆ© hablas, Simón? ¿Has enloquecido? ¿Un programa para la tarde? ¿Y quien me va a sintonizar los niƱitos mientras hacen las tareas? No me jodas, Simón, ja, ja, ja. ¿EstĆ”s preocupado por el rating?
—No, todo lo contrario. Vengo a ofrecerte cosas buenas, contrato exclusivo, buen sueldo, mĆ”s fama. Supervisión es un canal que ha ganado espectadores ofreciendo una calidad incomparable.
Simón se emocionó al ver que Rafael comenzaba a afirmar con la cabeza, se habĆa enterado que el hombre en varias ocasiones quiso ingresar a la televisora sin buenos resultados. Simón le prometió un buen futuro sin embargo Rafael dio su respuesta:
—Rechazo tus propuestas, Simón.
—¿Cómo? —el sorprendido Simón se levantó del asiento, creĆa que estaba convenciendo a su amigo.
—Lo que oyes, Simón, lo rechazo. Por muchos aƱos quise ingresar al canal y no me aceptaron, incluso te pedĆ ayuda, ¿lo recuerdas?
—Hey, amigo, para ese tiempo estaba empezando a trabajar ahĆ —se excusó Simón tenĆa una pizca de verdad pero para la Ć©poca Ć©l no vio algo de talento en su amigo.
Rafael se levantó también.
—Entonces, ahora no quiero que vengas a ofrecerme algo cuando luces preocupado por el rating de ayer, ¿quĆ© te dijeron?
—Na, nada simplemente quiero ofrecerte mejoras. Vente conmigo no desperdicies la oportunidad.
—Te he dicho que no, Simón, vete, anda a preocuparte cómo levantar a ese muerto que es tu programa.
—Rafael, te estoy dando una oportunidad que muchos querrĆan.
—No, Simón, despuĆ©s de todo me contenta mucho por fin ganarte en algo, espero que te saquen del aire.
—¡Pero ¿que dices?!
—Lo que oyes, te mereces que te saquen del aire por cretino, dĆa a dĆa eso voy a intentar hasta lograr. ¿Te acuerdas de Christine?
—Eh, ¿sĆ?
—Y como no te vas a acordar si fue la novia que me robaste en la universidad.
Simón hizo una risa nerviosa y dijo:
—Por supuesto que me acuerdo de ella pero hombre estĆ”bamos comenzando la carrera.
—Pero primero fue mi novia y tĆŗ me la quitaste y sin embargo lo aceptĆ© y semestres posteriores fui tu amigo.
—Eso quedó atrĆ”s, Rafael, acepta mi propuesta.
—No, voy a hundir tu programa, siempre te creĆste el mejor, asĆ lo hiciste con Christine..
—Hombre, eso fue hace aƱos y ademĆ”s no me casĆ© con ella fue un tonto noviazgo no significó nada para mi.
—Pero para mi Christine sĆ lo significó. OjalĆ” te despidan a ti y a tu cretina esposa que tambiĆ©n se cree de lo mejor.
—Oye, man, con Claudia no te metas es absurdo que todo esto lo hagas por…
Simón no pudo terminar sus palabras porque Rafael levantó su pierna y lo pateó duramente en las huevas. Su empeine chocó con las bolas y las clavó en su cuerpo.
Simón dejó escapar una tos y se dobló, agarrando sus pelotas.
Rafael dio un paso atrÔs y sonrió con orgullo.
—¿QuĆ© pasa? ¿Te duele porque no se las podrĆ”s poner a la ridĆcula de tu esposa en la boca? Ja, ja. Christine decĆa que tenĆas pelotas grandes la verdad creo que estĆ”n sobrevaloradas no sĆ© por quĆ© le dan tanta atención. ¡Oh, Simon y su paquete, Oh, Simon y su bulto, Simon esto, Simon lo otro!
Simón dejó escapar un gemido agudo.
—Eso no era necesario —dijo Simón con la voz quebrada.
Rafael asintió lentamente.
—No lo sĆ© pero te lo merecĆas por Christine.
Los ojos de Simón se agrandaron.
—¡No puedes hablar en serio! Si Christine te preocupa bĆŗscala.
Los ojos de Rafael se clavaron en la enorme y protuberante entrepierna de Simón.
Simón bajó la mirada, tenia una ereccion, su cara se puso roja. Y con ello perdió la guardia.
Rafael volvió a patear a Simón en la entrepierna tan fuerte como pudo.
La punta del zapato aplastó por completo la inmensa hueva derecha, apretÔndola contra su cuerpo y haciendo rugir a Simón con dolor.
Una segunda patada encontró las dos pelotas y las clavó en su pelvis, aplastÔndolas como tortillas.
Simón colapsó en el suelo, agarrÔndose la entrepierna cuidando sus bolas maltratadas con ambas manos.
Rafael se rió entre dientes.
—Ahora te dirĆ© algo, amigo, porque aĆŗn te considero asĆ, voy a salir y te dejarĆ© ahĆ en el piso para cuando te recuperes. Es hora de salir al canal y prepararme para grabar el programa que se adueƱo de las noches, asĆ que bye, Simón, te quedas como en tu casa.
Simón cerró los ojos acariciando su entrepierna mientras una lÔgrima producto del dolor testicular bajaba por su rostro. Se quedó en posición fetal.
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