-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
A Adam se le hizo una chispa de envidia y odio cuando vio llegar a Israel a la piscina vestĆa zapatos de vestir negros, pantalĆ³n marrĆ³n ceƱido, una elegante camisa que parecĆa haber sido pintada sobre su piel desnuda y saco. PasĆ³ de largo sonriendo ante los piropos que le decĆan por su ropa.
—¡RidĆculo! —fue lo que comentĆ³ Adam saliendo de la piscina. Restos de agua resbalaba por su grueso torso lleno de mĆŗsculos—. Todos hablan de Ć©l como si fuera una especie de dios. Un idiota arrogante, eso es lo que es. Nada mĆ”s.
Una amiga que estaba a su lado sonriĆ³. Era obvio que la mortal rivalidad de ellos habĆa pasado los lĆmites de la normalidad.
—Oye, Adam, ¿es cierto que Israel te jodiĆ³ en las duchas el otro dĆa?
Adam resoplĆ³, recordando sus dĆas de humillaciones despuĆ©s de la gran burla de Israel.
—Bastardo juro que le voy a cortar esas pelotas y se las darĆ© de comer.
Su amiga hizo una mueca.
—No me has respondido, Adam, ¿es cierto que ahora te dicen princesa?
Adam soltĆ³ una carcajada.
—EstĆ”s loca. Por eso Israel se merece una buena y dura patada.
—¿Hey, Adam, a dĆ³nde vas?
Adam se levantĆ³ definitivamente del borde de la piscina y caminĆ³ en direcciĆ³n a la oficina del entrenador Vladimir.
Adam ingresĆ³ silenciosamente, ahĆ estaba Israel de espalda a Ć©l excusĆ”ndose con el entrenador de no haber llegado temprano porque estaba en una reuniĆ³n de dentistas. Vladimir vio llegar a Adam pero no comentĆ³ nada sĆ³lo esbozĆ³ una sonrisa pĆcara. Adam se cargĆ³ de odio y propinĆ³ a Israel una patada en la entrepierna desde atrĆ”s. Su pie descalzo se conectĆ³ a la perfecciĆ³n, golpeando los grandes cojones de Israel contra su pelvis.
Israel frotĆ³ sus genitales, gimiendo, su rostro se retorcĆa de dolor.
El entrenador Vladimir se arrecostĆ³ en su asiento estirĆ”ndose sabĆa que iba a presenciar una escena de lujo.
Adam soltĆ³ una carcajada.
Israel se frotĆ³ la entrepierna, haciendo una mueca, mientras miraba a Adam.
—Te vas a arrepentir, princesa —murmurĆ³ roncamente.
—¡Te dije que no me llames princesa, cabrĆ³n!
Israel se enderezĆ³. A pesar del dolor que se veĆa en su rostro, parecĆa muy poco jubiloso cuando dijo:
—Siempre serĆ”s mi segundĆ³n, Adam. Y como yo soy mejor que tĆŗ me da la gana de decirte princesa.
Vladimir se riĆ³.
—De hecho, lo es.
Una sonrisa soberbia se extendiĆ³ en la cara de Israel de escuchar las palabras del entrenador.
Adam furioso levantĆ³ el pie entre las piernas de Israel.
El guapo rubio dejĆ³ escapar una tos y se doblĆ³, agarrĆ”ndose la entrepierna y hundiĆ©ndose sobre la mesa.
Adam estallĆ³ en carcajadas.
—¿Y asĆ dices llamarte el mejor? ¡Por favor! Pelotas de cristal.
Vladimir no supo si Israel lo escuchĆ³ pero contemplĆ³ su bella cara transformada en una mueca dolorosa. Se le ocurriĆ³ una grandĆsima idea.
—¡Basta! —dijo con energĆa—. Esto no puede determinarse asĆ. Los dos son buenos y siempre estĆ”n compitiendo pero esto va a tener una soluciĆ³n y es un juego de roshambo.
Adam se riĆ³.
—EstĆ” bien, claro —dijo con firmeza. SabĆa que tenĆa mĆ”s fuerza y en ese momento mĆ”s resistencia que Israel en pleno dolor de bolas. SacudiĆ³ la cabeza, riendo. SeparĆ³ las piernas, poniendo sus manos detrĆ”s de la nuca.
Israel se llenĆ³ de fuerzas.
—Voy a patear el maldito semen de tus bolas —se levantĆ³ con esfuerzo y dolor y echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ los huevos de Adam tan fuerte como pudo. Su zapato puntiagudo aplastĆ³ el bulto desprotegido de la entrepierna de Adam sacĆ”ndole un gruƱido.
Adam tosiĆ³ y se frotĆ³ la entrepierna saltando arriba y abajo.
—No estĆ” mal —reconociĆ³ con una dĆ©bil sonrisa—. Ahora es mi turno.
Al instante su pie desnudo hizo contacto con la entrepierna de Israel. Fue una patada dura, muy dura. LevantĆ³ a Israel del suelo y lo hizo gritar a todo pulmĆ³n.
A Adam le brillaron los ojos.
Israel se quedĆ³ sin aliento. Por un segundo, parecĆa que estaba a punto de desmayarse, pero se las arreglĆ³ para mantenerse en pie.
La segunda patada de Israel no fue tan dura como la primera. Porque el dolor en sus propias gĆ³nadas estaba causando estragos. Sin embargo, golpeĆ³ las dos bolas de Adam embistiĆ©ndolas contra su cuerpo.
Adam se doblĆ³, gruƱendo de dolor.
Luego, Adam conectĆ³ un puntapiĆ© con precisiĆ³n a las gĆ³nadas de su rival y enemigo.
Vladimir estaba fascinado con lo que veĆa. Ligeramente se frotaba el paquete en su pantalĆ³n deportivo.
La cara de Israel estaba blanca como un papel. Gotas de sudor frĆo corrian por su rostro. Apenas podĆa estar de pie y sus piernas temblaban. Un gemido sibilante escapĆ³ de sus labios temblorosos.
Adam sonriĆ³, extendiendo sus piernas.
La patada de Israel apenas tocĆ³ la entrepierna de Adam.
Adam se riĆ³ y puso sus manos en las caderas.
—PodrĆa terminar contigo ahora, sabes, siempre serĆ© mejor que tĆŗ —dijo alegremente.
Sin decir una palabra, levantĆ³ el pie y aplastĆ³ las huevas hinchadas de Israel tan fuerte como pudo.
Israel dejĆ³ escapar un chillido cuando sus bolas doloridas se aplastaron bajo el pie descalzo de Adam.
—Eso es todo.
DespuĆ©s de un rato, la polla de Israel cobrĆ³ vida, engordando y elevĆ”ndose lentamente como una serpiente dentro de su pantalĆ³n.
—¡Mira eso! —exclamĆ³ Adam.
Vladimir se riĆ³ entre dientes.
—Parece que lo estĆ” disfrutando —Adam continuĆ³ riendo seƱalando la polla de Israel que estaba dura como la roca presionando contra el pantalĆ³n.
Israel levantĆ³ el pie pulverizando la hombrĆa de Adam.
Ćl dejĆ³ escapar una tos ardorosa. Un poco de lĆquido preseminal comenzĆ³ a fluir de su polla medio dura empapando el traje de baƱo.
Otra patada aplanĆ³ los huevos de Israel.
La polla de Israel comenzĆ³ a crisparse violentamente.
Israel se acercĆ³ a su siempre rival y se aferrĆ³ a su hombro y de un sĆ³lido golpe le aplastĆ³ las gĆ³nadas de un rodillazo.
Adam gritĆ³ desesperado.
Israel antes de que Adam tuviera oportunidad de proteger sus bolas magulladas y golpeadas, conectĆ³ una dura patada que le metiĆ³ las bolas en su cuerpo.
Adam dejĆ³ escapar un chillido ensordecedor.
Israel estallĆ³ en carcajadas agarrando sus bolas que pesaban.
Adam estaba gritando y chillando, retorciƩndose en el suelo dƔndose por vencido.
Se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal, gimiendo y agarrando sus bolas doloridas.
Israel y Vladimir lo miraron.
Adam gemĆa, sus manos agarraban su entrepierna.
Israel tambiĆ©n agarrĆ³ su hombrĆa, sus pelotas le dolĆan y mucho. AgarrĆ³ un inmenso trofeo sobre un escaparate y mirĆ³ a Vladimir.
—DespuĆ©s de todo el mejor aquĆ soy yo, ¿cierto?
—De eso no hay duda —reconociĆ³ Vladimir.
Israel se echĆ³ a reĆr. MirĆ³ a Adam y se dirigiĆ³ a Ć©l.
—Ahora, ven aquĆ, perdedor. Querida princesa.
No le costĆ³ mucho dominar a Adam, apartĆ³ sus manos de la entrepierna y le apretĆ³ las bolas con las garras. Teniendolo oprimido lo obligĆ³ a levantar y asĆ lo sacĆ³ de la oficina del entrenador en medio de chillidos.
—¡Hey, hey! —llamĆ³ Israel captando la atenciĆ³n de los nadadores en la piscina. AlzĆ³ en una mano el trofeo mientras que con la otra mantenĆa firme el agarre sobre Adam—. Quiero que todos saluden a la princesa. Hoy y siempre yo soy el ganador. Vamos, saluden a la princesa.
Hubo mezclas de sorpresa pero despuƩs se fue haciendo un eco:
—Hola, princesa.
—¡Princesa!
—Adam, la princesa.
—¡Hola, princesa!
—Dios salve a la princesa.
Israel sonriĆ³ con malicia y regalĆ³ una torcedura de bolas a Adam, Ć©l se quedĆ³ de puntillas y torciĆ³ los ojos. ColapsĆ³ en el suelo cuando Israel le soltĆ³ las pelotas.
Con aire triunfal Israel alzĆ³ el trofeo mientras colocaba su zapato sucio encima de una mejilla de Adam.
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