Rivales (8/8): Las patada del ganador - Las Bolas de Pablo

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1 oct 2018

Rivales (8/8): Las patada del ganador

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   A Adam se le hizo una chispa de envidia y odio cuando vio llegar a Israel a la piscina vestĆ­a zapatos de vestir negros, pantalĆ³n marrĆ³n ceƱido, una elegante camisa que parecĆ­a haber sido pintada sobre su piel desnuda y saco. PasĆ³ de largo sonriendo ante los piropos que le decĆ­an por su ropa.


   —¡RidĆ­culo! —fue lo que comentĆ³ Adam saliendo de la piscina. Restos de agua resbalaba por su grueso torso lleno de mĆŗsculos—. Todos hablan de Ć©l como si fuera una especie de dios. Un idiota arrogante, eso es lo que es. Nada mĆ”s.



   Una amiga que estaba a su lado sonriĆ³. Era obvio que la mortal rivalidad de ellos habĆ­a pasado los lĆ­mites de la normalidad.



   —Oye, Adam, ¿es cierto que Israel te jodiĆ³ en las duchas el otro dĆ­a?



   Adam resoplĆ³, recordando sus dĆ­as de humillaciones despuĆ©s de la gran burla de Israel.


   —Bastardo juro que le voy a cortar esas pelotas y se las darĆ© de comer.



   Su amiga hizo una mueca.



   —No me has respondido, Adam, ¿es cierto que ahora te dicen princesa?



   Adam soltĆ³ una carcajada.



   —EstĆ”s loca. Por eso Israel se merece una buena y dura patada.



   —¿Hey, Adam, a dĆ³nde vas?



   Adam se levantĆ³ definitivamente del borde de la piscina y caminĆ³ en direcciĆ³n a la oficina del entrenador Vladimir.



   Adam ingresĆ³ silenciosamente, ahĆ­ estaba Israel de espalda a Ć©l excusĆ”ndose con el entrenador de no haber llegado temprano porque estaba en una reuniĆ³n de dentistas. Vladimir vio llegar a Adam pero no comentĆ³ nada sĆ³lo esbozĆ³ una sonrisa pĆ­cara. Adam se cargĆ³ de odio y propinĆ³ a Israel una patada en la entrepierna desde atrĆ”s. Su pie descalzo se conectĆ³ a la perfecciĆ³n, golpeando los grandes cojones de Israel contra su pelvis.
    Israel soltĆ³ un gruƱido estrangulado y se doblĆ³ encima de la mesa mirando de forma retadora a Adam.


   —¡Eso es por lo del vestuario! No soy ninguna princesa, ¡imbĆ©cil!



   Israel frotĆ³ sus genitales, gimiendo, su rostro se retorcĆ­a de dolor.



   El entrenador Vladimir se arrecostĆ³ en su asiento estirĆ”ndose sabĆ­a que iba a presenciar una escena de lujo.



   Adam soltĆ³ una carcajada.



   Israel se frotĆ³ la entrepierna, haciendo una mueca, mientras miraba a Adam.



   —Te vas a arrepentir, princesa —murmurĆ³ roncamente.



   —¡Te dije que no me llames princesa, cabrĆ³n!



   Israel se enderezĆ³. A pesar del dolor que se veĆ­a en su rostro, parecĆ­a muy poco jubiloso cuando dijo:



   —Siempre serĆ”s mi segundĆ³n, Adam. Y como yo soy mejor que tĆŗ me da la gana de decirte princesa.



   Vladimir se riĆ³.



   —De hecho, lo es.



   Una sonrisa soberbia se extendiĆ³ en la cara de Israel de escuchar las palabras del entrenador.



   Adam furioso levantĆ³ el pie entre las piernas de Israel.



   El guapo rubio dejĆ³ escapar una tos y se doblĆ³, agarrĆ”ndose la entrepierna y hundiĆ©ndose sobre la mesa.



   Adam estallĆ³ en carcajadas.



   —¿Y asĆ­ dices llamarte el mejor? ¡Por favor! Pelotas de cristal.



   Vladimir no supo si Israel lo escuchĆ³ pero contemplĆ³ su bella cara transformada en una mueca dolorosa. Se le ocurriĆ³ una grandĆ­sima idea.



   —¡Basta! —dijo con energĆ­a—. Esto no puede determinarse asĆ­. Los dos son buenos y siempre estĆ”n compitiendo pero esto va a tener una soluciĆ³n y es un juego de roshambo.



   Adam se riĆ³.



   —EstĆ” bien, claro —dijo con firmeza. SabĆ­a que tenĆ­a mĆ”s fuerza y en ese momento mĆ”s resistencia que Israel en pleno dolor de bolas. SacudiĆ³ la cabeza, riendo. SeparĆ³ las piernas, poniendo sus manos detrĆ”s de la nuca.



   Israel se llenĆ³ de fuerzas.



   —Voy a patear el maldito semen de tus bolas —se levantĆ³ con esfuerzo y dolor y echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ los huevos de Adam tan fuerte como pudo. Su zapato puntiagudo aplastĆ³ el bulto desprotegido de la entrepierna de Adam sacĆ”ndole un gruƱido.



   Adam tosiĆ³ y se frotĆ³ la entrepierna saltando arriba y abajo.



   —No estĆ” mal —reconociĆ³ con una dĆ©bil sonrisa—. Ahora es mi turno.



   Al instante su pie desnudo hizo contacto con la entrepierna de Israel. Fue una patada dura, muy dura. LevantĆ³ a Israel del suelo y lo hizo gritar a todo pulmĆ³n.



   A Adam le brillaron los ojos.



   Israel se quedĆ³ sin aliento. Por un segundo, parecĆ­a que estaba a punto de desmayarse, pero se las arreglĆ³ para mantenerse en pie.



   La segunda patada de Israel no fue tan dura como la primera. Porque el dolor en sus propias gĆ³nadas estaba causando estragos. Sin embargo, golpeĆ³ las dos bolas de Adam embistiĆ©ndolas contra su cuerpo.



   Adam se doblĆ³, gruƱendo de dolor.



   Luego, Adam conectĆ³ un puntapiĆ© con precisiĆ³n a las gĆ³nadas de su rival y enemigo.



   Vladimir estaba fascinado con lo que veĆ­a. Ligeramente se frotaba el paquete en su pantalĆ³n deportivo.



   La cara de Israel estaba blanca como un papel. Gotas de sudor frĆ­o corrian por su rostro. Apenas podĆ­a estar de pie y sus piernas temblaban. Un gemido sibilante escapĆ³ de sus labios temblorosos.



   Adam sonriĆ³, extendiendo sus piernas.



   La patada de Israel apenas tocĆ³ la entrepierna de Adam.



   Adam se riĆ³ y puso sus manos en las caderas.



   —PodrĆ­a terminar contigo ahora, sabes, siempre serĆ© mejor que tĆŗ —dijo alegremente.



   Sin decir una palabra, levantĆ³ el pie y aplastĆ³ las huevas hinchadas de Israel tan fuerte como pudo.



   Israel dejĆ³ escapar un chillido cuando sus bolas doloridas se aplastaron bajo el pie descalzo de Adam.



   —Eso es todo.



   DespuĆ©s de un rato, la polla de Israel cobrĆ³ vida, engordando y elevĆ”ndose lentamente como una serpiente dentro de su pantalĆ³n.



   —¡Mira eso! —exclamĆ³ Adam.



   Vladimir se riĆ³ entre dientes.



   —Parece que lo estĆ” disfrutando —Adam continuĆ³ riendo seƱalando la polla de Israel que estaba dura como la roca presionando contra el pantalĆ³n.



   Israel levantĆ³ el pie pulverizando la hombrĆ­a de Adam.



   Ć‰l dejĆ³ escapar una tos ardorosa. Un poco de lĆ­quido preseminal comenzĆ³ a fluir de su polla medio dura empapando el traje de baƱo.



   Otra patada aplanĆ³ los huevos de Israel.



   La polla de Israel comenzĆ³ a crisparse violentamente.



   Israel se acercĆ³ a su siempre rival y se aferrĆ³ a su hombro y de un sĆ³lido golpe le aplastĆ³ las gĆ³nadas de un rodillazo.



   Adam gritĆ³ desesperado.



   Israel antes de que Adam tuviera oportunidad de proteger sus bolas magulladas y golpeadas, conectĆ³ una dura patada que le metiĆ³ las bolas en su cuerpo.



   Adam dejĆ³ escapar un chillido ensordecedor.



   Israel estallĆ³ en carcajadas agarrando sus bolas que pesaban.



   Adam estaba gritando y chillando, retorciĆ©ndose en el suelo dĆ”ndose por vencido.



   Se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal, gimiendo y agarrando sus bolas doloridas.


   Israel y Vladimir lo miraron.



   Adam gemĆ­a, sus manos agarraban su entrepierna.



   Israel tambiĆ©n agarrĆ³ su hombrĆ­a, sus pelotas le dolĆ­an y mucho. AgarrĆ³ un inmenso trofeo sobre un escaparate y mirĆ³ a Vladimir.



   —DespuĆ©s de todo el mejor aquĆ­ soy yo, ¿cierto?



   —De eso no hay duda —reconociĆ³ Vladimir.



   Israel se echĆ³ a reĆ­r. MirĆ³ a Adam y se dirigiĆ³ a Ć©l.



   —Ahora, ven aquĆ­, perdedor. Querida princesa.



   No le costĆ³ mucho dominar a Adam, apartĆ³ sus manos de la entrepierna y le apretĆ³ las bolas con las garras. Teniendolo oprimido lo obligĆ³ a levantar y asĆ­ lo sacĆ³ de la oficina del entrenador en medio de chillidos.



   —¡Hey, hey! —llamĆ³ Israel captando la atenciĆ³n de los nadadores en la piscina. AlzĆ³ en una mano el trofeo mientras que con la otra mantenĆ­a firme el agarre sobre Adam—. Quiero que todos saluden a la princesa. Hoy y siempre yo soy el ganador. Vamos, saluden a la princesa.



   Hubo mezclas de sorpresa pero despuĆ©s se fue haciendo un eco:



   —Hola, princesa.



   —¡Princesa!



   —Adam, la princesa.



   —¡Hola, princesa!



   —Dios salve a la princesa.



   Israel sonriĆ³ con malicia y regalĆ³ una torcedura de bolas a Adam, Ć©l se quedĆ³ de puntillas y torciĆ³ los ojos. ColapsĆ³ en el suelo cuando Israel le soltĆ³ las pelotas.



   Con aire triunfal Israel alzĆ³ el trofeo mientras colocaba su zapato sucio encima de una mejilla de Adam.

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