Perros de hacienda (8/8): Planes

Contiene:

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   —¿Me explicas qué es lo que acaba de ocurrir? —preguntó Eleazar a Matías cuando llegaron a una habitación de hotel.

   Matías sonrió. Era un atractivo semental de piel bronceada. Llevaba pantalón y una franela que se ajustaba a su delicioso torso lleno de músculos.

   —Decime, ¿compraste ese terreno?

   —Ché, ¿qué querés que te diga?

   —Todo, todo lo que acaba de ocurrir. Acabas de humillar en público a Eloy.

   —Ese repelotudo se lo merecía desde hace mucho tiempo.

   —¿Compraste esa parcela de terreno?

   Matías entornó los ojos.

   —Eh, no. Simplemente me lo prestaron para hacer el circo de esta noche y humillar a Eloy frente a todo. ¿Quedó bueno, eh?

   Eleazar fulminó a Matías con la mirada.

   —No me mirés así. Tu antiguo jefe es un pelotudo de mierda, se merecía que le hicieran eso. Por arribista, se casó con esa vieja de mucho dinero y se olvidó que fue un simple peón para darse ínfulas de terrateniente.

   —¿Por qué decís mi antiguo jefe?

   —Porque ya no trabajarás para él, ¿o sí? Después de lo de esta noche no creo que quiera verte, después de irte conmigo.

   —Debo regresar mañana con él.

   —¿Qué decis? —dijo Matías, golpeó suavemente con el dorso de la mano la entrepierna de Eleazar.

   Eleazar soltó un gruñido y se dobló.

   —Vos no te vas a ir, te quedarás conmigo —Matías extendió la mano entre las piernas de Eleazar y agarró sus bolas con fuerza. Apretó los jugosos testículos, mirándolo a los ojos—. ¡¿Me entendes?! ¡No dejaré que te vayas con ese pelotudo! Ya sos mio.

   Eleazar tosió.

   —Está bien —dijo roncamente—. Me quedaré con vos.

   Matías se sorprendió, hizo una sonrisa y soltó las pelotas de Eleazar.

   —¿Lo decís en serio?

   Matías y Eleazar se miraron a los ojos, finalmente Eleazar afirmó con la cabeza.

   Matías sonrió y señaló con la mirada hacia abajo, era su erección.

   Eleazar afirmó con la cabeza y lentamente se hincó. Palpó la erección y le gustó. Abrió el pantalón y agarró la polla dura para ponerla en contacto  contra su lengua húmeda. Sin más preámbulos, la empujó profundamente en la boca. Matías cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás antes de golpear la boca con embestidas largas y duras, provocando arcadas cada vez que la punta de su polla pasaba por las amígdalas de aquel dueño de boca.

   Matías emitió una sonrisa cachonda.

   Sacó su pene de la boca y dirigió su atención al trasero de Eleazar pidiéndole que se volteara y reclinara. Alineó su polla con el culo después de desnudarlo, su erección brillaba con saliva, y la empujó iniciando una penetración dura y rápida.

   Eleazar gemía de placer sintiendo las bolas de Matías chocar contra sus nalgas.

   Eleazar y Matías lanzaban gemidos simultáneos.

   Matías abrió la boca de par en par. Su polla estalló con un gran chorro de semen que bañó las entrañas de Eleazar. Al primer chorro le siguió un segundo, un tercero y un cuarto. El cuerpo de Eleazar temblaba

   Matías exhaló profundamente y sonrió.

   —Déjame limpiarte —suspiró pasó la mano por la cabeza de su polla quitándole el semen.

   —¿Me explicas qué haremos a partir de ahora? —preguntó Eleazar.

   —Que simplemente me cansé de esperarte. Te robé a tu infeliz amo y nos pondremos a vivir juntos. Es sí o sí, lo haremos.

   Eleazar afirmó lentamente, se quedó mirando a Matías a los ojos. Se levantó del asiento, lo abrazó y besó, aceptaba irse a vivir con él y perder la esperanza con Eloy.