BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
—Es una grandĆsima perra —murmurĆ³ Daniel lleno de odio. Desde la vitrina de su tienda miraba el local de la acera del frente. Era de su ex esposa que decidiĆ³ por motivos de venganza inaugurar una venta de pasteles y desde que iniciĆ³ con su negocio habĆa arrebatado la clientela de Daniel con estratĆ©gicas ofertas.
Daniel tambiĆ©n tenĆa una venta de pasteles era un negocio familiar desde hacĆa dĆ©cadas y ahora se estaba yendo abajo por culpa de esa infeliz.
—Esto no se va a quedar asĆ —decĆa el hombre con los puƱos crispados, en el dĆa sĆ³lo tuvo tres ventas mientras su ex habĆa tenido un dĆa agitado con buenos clientes.
IngresĆ³ al local y fue cuando recibiĆ³ el impacto de la causa de su derrota, era una sala moderna donde las paredes resaltaban con dibujos de pasteles, habĆa mucho color y un agradable olor a torta reciĆ©n horneada. Sobre los mostradores se veĆan deliciosos y decorados bizcochos, nada que ver con la clĆ”sica pastelerĆa de Daniel, ademĆ”s de las ofertas y precios que tenĆa.
Sin embargo el hombre llegĆ³ furioso y sus ojos se encontraron con los de aquella mujer que alguna vez fue su esposa.
—¿QuĆ© quieres? —preguntĆ³ ella con altanerĆa—. Para ti tenemos un rico pastel con relleno de cianuro.
—¡Es que no se puede caer mĆ”s bajo! —se quejĆ³ Daniel—. Quedarte en mi barrio e inaugurar una tienda de dulces en mi frente. EstĆŗpida perra.
El hombre como loco comenzĆ³ a destruir la tienda pateando las vitrinas haciendo aƱicos los vidrios, destruyendo los pasteles estrellĆ”ndolos al suelo.
—¡QuĆ© haces! —gritĆ³ Sonia saliendo de la caja, comenzando a desesperarse.
—¡Largate de mi zona! Estos pasteles son mis ideas.
Daniel continuaba euforico daƱando la tienda ahora lanzando las tortas contra las paredes, decidido a acabar con el local de su competencia pero fue interrumpido por un golpe duro y directo a las gĆ³nadas cortesĆa de Sonia.
Daniel dejĆ³ escapar un grito y se dejĆ³ caer de rodillas, ahuecando sus dolorosas bolas, su rostro se contorsionĆ³ por el dolor.
Sonia estallĆ³ de risa al verlo moverse de un lado a otro cuidando su virilidad.
—Ouuuuccchhhh —gimiĆ³ Daniel haciendo una mueca de agonĆa.
—Te lo mereces por estĆŗpido —la mujer se reĆa y se reĆa atormentando a Daniel—. Esto lo que hace es darme mĆ”s fuerzas con mi tienda.
Desde su posiciĆ³n en el suelo, Daniel mirĆ³ a su ex antes de intentar levantarse lentamente pero resbalĆ³ con la crema de un pastel y cayĆ³ al suelo quejĆ”ndose y separando las piernas.
Los ojos de Daniel se cruzaron cĆ³micamente cuando recibiĆ³ un puntapie en las bolas con el zapato de tazĆ³n de la mujer, aquello fue como si le hubieran destruido la virilidad.
—¡Ahora vete de mi tienda o te irĆ” peor, desgraciado!
Sonia dejĆ³ que Daniel se levantara con dificultad.
Daniel hizo una mueca. Nunca se esperĆ³ una nueva arremetida de Sonia al darle una fortĆsima patada en la entrepierna.
DejĆ³ escapar un gruƱido ronco y se doblĆ³, poniendo sus manos en sus muslos.
—¡Desgraciado! Te lo mereces por venir a mi tienda y querer destruirla.
Daniel gimiĆ³ de dolor y comenzĆ³ a saltar arriba y abajo, agarrando su entrepierna. PodĆa sentir sus cocos palpitando dentro de su pantalĆ³n, el dolor se irradiaba desde los tiernos testĆculos a todo su cuerpo.
—DeberĆas ver tu cara —se riĆ³ Sonia—. ¿QuĆ© es eso? ¿Es una lĆ”grima saliendo de tu ojo?
Se carcajeĆ³ de la risa.
—EstĆŗpida perra. Me ecargarĆ© que cierres esta pocilga —Daniel se enderezĆ³ tratando de sacudirse el dolor.
—¡Primero cierra tu tienda de mierda antes que la mĆa! —rugiĆ³ Sonia, con eso lanzĆ³ el pie hacia la entrepierna de Daniel con toda la fuerza que pudo reunir.
Daniel dejĆ³ escapar un chillido agudo. RetrocediĆ³ unos pasos encorvĆ”ndose y frotando su entrepierna, haciendo una mueca de dolor pero con una expresiĆ³n de orgullo en su rostro.
—Esto no se va a quedar asĆ, perra.
—¿Ah sĆ?
Sin bajar la guardia el hombre fue directo a la puerta de salida encorvado y agarrando su hombrĆa.
—Esto no se va a quedar asĆ —susurrĆ³.
La mujer estallĆ³ en una humillante risa:
—SĆ, vete, vete a llorar por tus huevitos que aquĆ la reina del pastel soy yo.
Una nueva carcajada atormentĆ³ los oĆdos de Daniel hasta que saliĆ³ adolorido de esa miserable tienda.
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