Deshuevar a Otto (4/4): viejito - Las Bolas de Pablo

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22 oct 2018

Deshuevar a Otto (4/4): viejito



CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
SEXO HOMOSEXUAL

   La puerta del departamento de Otto se abrió dejando pasar a Erick, el dueƱo de aquel lugar le habĆ­a indicado que dejarĆ­a el acceso a su merced por lo que le esperaba sentado en la sala. Dirigió la vista a Erick viĆ©ndolo con jeans y una camiseta, sin poder evitar mirar el bulto en su entrepierna.


   Erick rió y ajustó su paquete.


   —Hola —dijo, sonriĆ©ndole—. No esperaba que me volvieras a llamar desde la Ćŗltima vez que nos vimos.


   —En ocasiones hay que sorprender a la gente —respondió Otto sonriendo tambiĆ©n.


   Los ojos de Erick cayeron sobre el gran bulto aglomerado que se le formaba a Otto estando sentado.


   Otto se percató y sonrió con orgullo.


   —Es impresionantes, ¿eh? TambiĆ©n puede estar dentro de ti.


   Sirvió dos vasos de Whisky y se levantó del asiento acercĆ”ndolo a Erick que permanecĆ­a de pie y antes de que el muchacho tuviera oportunidad de agarrarlo, el pie de Otto se disparó entre sus muslos. El empeine chocó perfectamente con las bolas de Erick.


   Un fuerte golpe hizo eco en la sala seguido de un gemido de Erick que torció los ojos y se fue al suelo.


   —Pobre chico —sonrió Otto, mirando a Erick que se retorcĆ­a de dolor. Entonces vació el contenido del vaso sobre el joven empapandolo.


   Depositó los vasos sobre la mesa y sin mĆ”s preĆ”mbulos, abrió la bragueta de su pantalón y lo dejó caer.


   Su pene estaba erecto haciendo que sus pesadas bolas se balancearan de un lado a otro.


   Erick le miró las bolas e impresionantemente se veĆ­an mĆ”s grandes que en la ocasión anterior.  Estaban enormes.


   Otto sonrió y miró su entrepierna.


   —Tres semanas sin masturbarme. Estaba guardando este sagrado jugo para ti que sabĆ­a que no ibas a dudar en venir, perrita.


   —Necesito chupar esa cosa —reconoció Erick olvidĆ”ndose de su dolor de ingle y arrodillĆ”ndose.


   Otto se excitó y puso sus manos detrĆ”s de su espalda extendiendo las piernas, dejando que sus regordetes y bajos cojones colgaran entre sus muslos.


   Erick seguĆ­a arrodillado ante Otto mirando sus genitales. Echó su puƱo hacia atrĆ”s y lo golpeó contra las huevas de Otto.


   Cuando los nudillos de Erick chocaron con las suaves y tiernas albóndigas de Otto, un golpe hizo eco en la sala.


   Otto soltó un gemido a travĆ©s de sus dientes apretados.


   Erick estampó otra vez su puƱo contra los testĆ­culos con toda la fuerza que pudo reunir.


   Otto dejó escapar un gruƱido ronco.


   —¿QuĆ© pasa, Otto? —preguntó Erick levantĆ”ndose—. ¿Ya no soportas mĆ”s? ¿Cansado?


   —Eso nunca. Sucede que me has tomado despreveni…


   Otto fue interrumpido cuando Erick levantó su rodilla entre sus gruesos muslos, aplastando las jugosas bolas con su rótula y metiĆ©ndolas en su cuerpo.


   Otto dejó escapar un aullido de angustia. Antes de que tuviera la oportunidad de recuperarse, Erick siguió con dos rodillazos mĆ”s que hicieron que el seƱor gritara a todo pulmón.


   Erick lo miró, sonriendo alegremente. Agarró los hombros de Otto y lo miró a los ojos.


   —No me arrepiento en absoluto —sonrió y levantó la rodilla, golpeando las preciosas pelotas de Otto y haciĆ©ndolo gemir de dolor.


   El siguiente golpe fue desorientado, y la rodilla solo aplastó el testĆ­culo derecho, pero el tercero fue mortal. Las bolas de Otto fueron aplastadas como tortillas. Su polla dura golpeó sus abdominales cuando sus nueces fueron aplastadas contra su cuerpo.


   Erick dio un paso atrĆ”s, permitiendo que Otto se doblara de dolor, acariciando sus gónadas.


   —Oh, maldita sea —Otto gimió con voz ronca. Hizo girar sus testĆ­culos hinchados rĆ”pidamente entre sus dedos, gimiendo de dolor.


   Erick se rió.


   —Hombre, no quiero que me lastimes —se quejó Otto.


   —¿Entonces que quieres, majo?


   —Regalarte amor —Otto le dirigió una mirada pĆ­cara. Golpeó la punta de su polla con su dedo, enviando gotas de presemen volando alrededor.


   Los ojos de Erick se abrieron ante la perspectiva de que el pollón carnoso de Otto entrara en su culo.


   Viendo quĆ© Erick tuvo un momento de distracción Otto lanzó un duro golpe en las bolas del muchacho.


   Erick emitió un grito desgarrador.


   Otto siguió con otro uppercut duro que aplastó las albóndigas de Erick y lo hizo gritar a todo pulmón.


   Erick se dejó caer de rodillas, agarrando sus bolas golpeadas, su rostro se contrajo de dolor.


   Otto gateó hacia adelante y agarró el culo de Erick bajando su pantalón exponiendo su apretado trasero.


   Metió la mano entre los muslos del muchacho y agarró sus bolas, apretando con fuerza ​​haciendo que gritara de dolor. Al mismo tiempo, empujó su polla en el trasero hasta que sus bolas golpearon el cuerpo de Erick.


   Otto lanzó un pequeƱo gemido y comenzó a empujar su polla dentro y fuera del agujero. Volvió a gemir cuando el culo de Erick se apretó alrededor de su polla.


   DespuĆ©s de unos cinco minutos Otto le dijo que debĆ­an cambiar de posición porque estaba que eyaculaba, Erick acepto.


   Otto agarró los tobillos de Erick, levantando su pierna mientras lo colocaba de lado exponiendo sus bolas hinchadas y su polla endurecida. Sonrió, empujando su pene dentro de Erick y mirĆ”ndole a los ojos.


   Apretó el puƱo antes de lanzarlo contra las tiernas gónadas de Erick, aplastĆ”ndolas.


   Erick gritó mientras que con el golpe su polla se puso dura.


   Los golpes de Otto continuaron mientras lo follaba provocando que el pene de Erick se filtrara como un grifo de semen.


   Los dos llegaron al orgasmo al mismo tiempo: el de Erick fue intenso. Su polla disparó varios tajos de crema pegajosa mientras las bolas de Otto descargaban su contenido en lo mĆ”s profundo de Ć©l.


   —Eso fue increĆ­ble —se rió Otto, inclinĆ”ndose hacia atrĆ”s y dejando que su pene saliera del culo de Erick. Se sentia agotado


   Los dos se miraron y se rieron.


   —Fue un placer —dijo Otto mientras se subĆ­a su pantalón—. PodrĆ­a asegurar que tu objetivo de deshuevar a Otto se cumplió a medias.


   —Creo que sĆ­, al final nos deshuevamos los dos.


   —Gracias por tomar parte de esto, me divertĆ­, Erick —Otto sonrió dĆ©bilmente—. ¿Quieres una opinión?…… TĆŗ y yo pudieramos ser amantes, ¿quĆ© opinas?


   Erick lo miró a los ojos, sonrió y sintió su polla crispar. Dijo con picardĆ­a:


   —Es algo que deverĆ­a considerar, viejito.

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