Alimañas de la noche 2 (1/5): El ky - Las Bolas de Pablo

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10 sept 2018

Alimañas de la noche 2 (1/5): El ky

Nueva etapa de : Alimañas de la noche

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Durante toda la tarde Gino se estuvo divirtiendo con sus amigos en el campo de béisbol, la alegría y emoción inundó todo el lugar hasta que el juego culminó resultando vencedor el equipo del atractivo muchacho.


   Cuando sus amigos se retiraron él prefirió quedarse un rato en el estadio usando la señal del wifi y actualizando sus datos en el celular, vivía con su padre y este tenía una situación económica inestable, como la de ese mes que no le alcanzó para costear la renta del internet en casa, en cambio si viviese con su abuela, ella pagaría sus lujos pero lo tenía castigado.



   Por estar usando el whatsapp no se dio cuenta que estaba anocheciendo y la ciudad de Biloba corría peligro mortal cuando la luna aparecía en el firmamento. Una llamada telefónica de su padre lo hizo apartar la vista de su padre.



   —No te muevas de ahí. Iré a buscarte —fue lo último que le dijo Iván.



   Mientras lo esperaba Gino desconectó la señal de internet y fue al vestuario para cambiarse.



   Oculto entre las sombras más profundas, abrazado a una pared una alimaña milenaria lo estaba observando, percibiendo aquella agradable mezcla de sudor y testosterona liberada por Gino.



   El Ky era el más potente de todas las criaturas diabólicas que se habían adueñado de las horas nocturnas en la ciudad de Biloba.



   El patriarca de los Ky presionó su cuerpo contra una columna y vio a Gino atravesar el camino que conducía a los baños. Lamió sus dientes blancos y siguió a su presa que vestía ajustado uniforme de béisbol.



   El Ky dio un salto larguísimo y llegó así a la puerta del vestuario, la cual abrió sin ruido, sus ojos se encontraron con los de Gino ya sin camisa, sus amplios músculos brillaban sobre sus hombros y espalda.



   —Hola —el Ky lo saludó con tono tranquilo y confiado.



   El sorprendido joven no había escuchado su acercamiento y se sobresaltó por el encuentro. Su mirada se encontró con un hombre grueso y calvo. El Ky inspeccionó el hermoso rostro de Gino, sus cálidos ojos cafes, su limpia mandíbula afeitada.



   —Hey, me ha asustado —dijo Gino—, ¿necesita alguna ayuda?



   El Ky no dijo nada en respuesta. En cambio, enfocó sus ojos y cerró su mirada en el muchacho. En cuestión de segundos, su resistencia se hizo añicos y el poder de la alimaña lo dominó explorando la mente del joven, hurgando en sus recuerdos, descubrió sus más profundos deseos.



   —¿Cuál es tu nombre? —preguntó suavemente el Ky, sus dedos rozaron ligeramente el pecho musculoso del joven.



   En un susurro hubo una respuesta:



   —Gino.



   —Es un placer conocerte, Gino —respondió el Ky mientras su forma corporal se transformaba proyectando la imagen de una bella muchacha de cabellos castaños—, soy Lisbeth.



   —El placer es todo mío —aseguró Gino sin querer saber como esa bella muchacha había llegado ahí, sólo veía que era hermosa y nada más que eso le importaba.



   —Parece que te querías cambiar de ropa, ¿eh, Gino? —aseguró la chica agarrando el pantalón del muchacho para desabrocharlo.



   Gino no hizo nada para detenerla mientras le quitaba el pantalón ajustado de béisbol revelando su polla flácida y un escroto peludo y colgante. El Ky se lamió los labios ávidamente mientras sus ojos se deleitaban con la virilidad del muchacho.



   —Oh —murmuró la muchacha, acariciando ese par de testículos y la polla que empezaba a endurecer.



   Gino gimió.



   —Shhhhh —indicó suavemente la chica llevándolo a uno de los bancos para ser sentado mientras ella hundía la cara entre sus piernas. Gino gimió feliz mientras observaba la cabeza rebotar de arriba a abajo.

   Una larga y delgada lengua se deslizaba por el pene.



   Tras varias fugas de líquido preseminal, su polla comenzó a temblar disparando semen: cálido, blanco, cremoso que fue salpicando contra la cara del Ky, empapando su garganta mientras seguía chupando la polla del joven. Tragando hasta la última gota con su lengua, saboreando el dulce néctar de vida.



   Gino gimió cuando el Ky acarició su hombría, manipulando su mente para avivar las llamas de sus deseos sexuales.



   Sintiendo la cadera del semental comenzar a ceder, El Ky engulló la cabeza de la polla en su boca y apretó sus jugosas huevas a tiempo para una nueva explosión de semen. El muchacho gruñó cuando el jugo salió de él.



   El Ky tragó, satisfaciendo el hambre en su vientre. Apretó los testículos de Gino con una presión creciente. La boca del humano se abrió y cerró cuando sus bolas se comprimieron. Gruñó, cuando el agarre del Ky se tensó. En segundos, una gran corriente de leche se derramó desde su polla.



   Agarrando con fuerza; la mano del alimaña se cerró sobre el delicado escroto del muchacho.



   —Por favor…… mis……… mis huevos……… me estás……… matando.



   La desesperación del joven alcanzó su punto máximo, sacudiendo sus brazos y piernas sin rumbo, en vano.



   Gino jadeó cuando la transformacion fue hecha trizas por un horrible dolor, sus ojos se encontraron con la mirada de un hombre feo, corpulento y calvo, se llenaron de terror. Lanzó un grito aterrador.



   La polla de Gino rezumaba semen espeso. Inclinándose hacia adelante, el Ky lo lamió, chupando hasta el último bocado de su víctima.



   De un segundo al otro los ojos del Ky se abrieron en alerta y se irguió rápidamente olfateando en el aire. Se alejó a toda prisa de Gino y emprendió la huida logrando escapar por la puerta.



   En medio de un pavoroso dolor Gino escuchó la voz de su padre:



   —¡Hey, hey! ¡Espera!



   Hubo múltiples disparos con balas de oro que no lograron acertar el blanco debido a la nueva agilidad del Ky.



   En la puerta del vestuario apareció la imagen del policía Iván, de estatura media y cabellos canos, supervisó el área apuntando con su arma y se acercó alerta hacia su hijo.



   —¡Gino, Gino! Dime que estás bien.



   El muchacho gimió y comenzó a llorar acunando su maltratada hombría.



   —Desgraciado, Ky, lo mataré —susurró Iván con molestia.

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