Donantes (6/8): Un diablo llamado Angel - Las Bolas de Pablo

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24 sept 2018

Donantes (6/8): Un diablo llamado Angel

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Jorge entornĆ³ los ojos sobre el sujeto que penetrĆ³ a la habitaciĆ³n donde lo tenĆ­an secuestrado.


   HabĆ­an pasado tres dĆ­as desde que fue interceptado de la isla y no habĆ­a vuelto a tener contacto con el mundo exterior, supo que habĆ­a abandonado aquel barco y que ahora estaba en alguna edificaciĆ³n pero ya despuĆ©s no sabĆ­a mĆ”s.


   —AsĆ­ que vengo a visitarte —sonriĆ³ Ɓngel rompiendo el silencio que habĆ­a en el ambiente. AgarrĆ³ una silla y se sentĆ³ a horcajadas sobre ella. Era un seƱor apuesto con cabellos cano. Su cuerpo era delgado y musculoso, y se veĆ­a caliente con una ajustada camisa balnca y pantalones color negro.


   —¿DĆ³nde estĆ”n mis hijos? —gruƱo Jorge. TenĆ­a las manos atadas a un tubo por encina de su cabeza, Ćŗnicamente era soltado cuando lo iban a llevar al baƱo. Necesitaba tener informaciĆ³n de sus muchachos.


   —¿QuĆ©? —Ɓngel aguzĆ³ el oĆ­do—. No te escucho —abandonĆ³ el asiento.


   —¿DĆ³nde estĆ”n mis hijos, cabrĆ³n?


   —Ah, esos pelmazos estĆ”n aniquilados, como lo estarĆ”n tus pelotas.


   Tras eso echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ la entrepierna de Jorge con toda la fuerza que pudo reunir. Su pie se estrellĆ³ contra los testĆ­culos, aplanando su gran bulto y provocando un gruƱido bajo y gutural. La cara de Jorge se contorsionĆ³ de dolor pero su cuerpo permaneciĆ³ quieto.


   —El elegido para salvar a la humanidad —comentĆ³ Ɓngel su tono de voz era una mezcla de burla y reproche—. ¿Te preguntarĆ”s como ocurriĆ³ eso? Porque no es casualidad.


   LanzĆ³ otra dura y poderosa patada en la entrepierna de Jorge. Su zapato se encontrĆ³ con el impresionante bulto en el short del macho, aplastando sus delicados Ć³rganos y haciendo que se quedara boquiabierto. Su cara se arrugĆ³ en agonĆ­a.


   —¿SerĆ”n tus hijos capaz de soportar este dolor? VerĆ”s, nos gusta disfrutar mientras reventamos las bolas de los salvadores de la humanidad.


   EchĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ las gĆ³nadas de Jorge con toda la fuerza que pudo reunir. Un ruido sordo, repugnante resonĆ³ en la habitaciĆ³n cuando el zapato chocĆ³ con los preciosos testĆ­culos de Jorge golpeĆ”ndolos en su cuerpo y levantandolo del suelo.


   —¡AAAAAAAAAYYYYYYYYY —gritĆ³ Jorge queriendo sobar su hombrĆ­a con las manos.


   —¿Quien quieres que sea el primero? ¿Hiram o Marlon? Dime, ¿te gustĆ³ follarte a Helga? ¿La disfrutaste? ¿Que se creĆ­an? ¿Recien casados? —con otra patada aplanĆ³ los testĆ­culos de Jorge contra su pelvis, provocando un gemido angustiado del apuesto abogado—. Vamos a hablar de Helga, amigo, ¿confiaste en ella? Ja, ja, ja. La condenada trabajĆ³ siempre para nosotros haciĆ©ndose pasar como trabajadora del bando contrario, ja, ja, ja. ¿Pero sabes quĆ©? La muy perra nos quiso traicionar y te escondiĆ³, ¿por quĆ©? ¿La hiciste tu hembra? ¿Ella se enamorĆ³ de este pedazo de carne? —le bajĆ³ el short a Jorge revelando una gruesa polla y un par de testĆ­culos hinchados y magullados—. Estas albĆ³ndigas van a explotar en cualquier momento.


   A pesar del dolor la polla de Jorge estaba erguida como un soldado, firme, ligeramente pegajosa y goteante.


   Jorge mirĆ³ hacia abajo. Su pene estaba duro como una roca y parecĆ­a que estaba listo dar acciĆ³n.


   —¿Te gustĆ³ follar con Helga? ¿QuĆ© te creĆ­as? ¿ReciĆ©n casados en una paradisĆ­aca isla? La muy puta —con todas sus fuerzas pateĆ³ los huevos desnudos de Jorge, aplastĆ”ndolas contra su cuerpo y provocando un gruƱido bajo. Ɓngel mantuvo el pie frotando los testĆ­culos de Jorge.


   Jorge gritĆ³ lo mĆ”s alto que pudo.


   —Eso es lo que quiero escuchar —se riĆ³ Ɓngel, mirando los ojos llenos de dolor de Jorge—. ¿TambiĆ©n te sientes decepcionado? Je, je, aĆŗn te falta mĆ”s por conocer —alzĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y la estrellĆ³ contra las desafortunadas gĆ³nadas de Jorge.


   Los ojos del salvador se cruzaron y dejĆ³ escapar un grito estridente.


   —¡Son indestructibles! —llevĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ otra vez las bolas con toda la fuerza que pudo reunir, golpeando con su pie el trasero de Jorge como si estuviera intentando anotar un tiro penal.


   El sonido del zapato al encontrarse con las bolas gordas y carnosas resonĆ³ por la habitaciĆ³n.


   La boca de Jorge se abriĆ³ en un grito silencioso, su rostro se retorciĆ³ de dolor.


   —Tal vez no sean indestructibles despuĆ©s de todo...


   Ćngel soltĆ³ una carcajada y volviĆ³ a destrozar los testĆ­culos con una patada aĆŗn mĆ”s dura que hizo que la boca del cautivo se abriera aĆŗn mĆ”s sin emitir algĆŗn ruido.


   Ćngel continuĆ³ con otra patada devastadora, golpeando con su pie los fabricantes de semen.


   La polla de Jorge seguĆ­a dura como roca sacudiendose violentamente. Su cara era una silenciosa mĆ”scara de dolor, sus hermosos rasgos se retorcĆ­an horriblemente: sus ojos estaban cruzados, su frente brillaba en sudor.


   —Uno mĆ”s —dijo Ɓngel alegremente antes de sonar los testĆ­culos de una patada que trajo de vuelta la voz de Jorge con un grito.


   AcompaƱado del aullido involuntario de Jorge, su polla soltĆ³ un chorro de esperma que salpicĆ³ contra la cara de Ɓngel, y bajĆ³ por la comisura del labio encontrando camino al cuello.


   —Oh, vaya, se supone que este es el semen milagroso —comentĆ³ Ɓngel agarrĆ³ el contenido de su cara con el dedo Ć­ndice y lo probĆ³—. Ahora debo agradecerte por darme una cuota de tu remedio.


   Los ojos de Jorge se enfocaron lentamente y gimiĆ³:


   —Haz conmigo lo que quieras pero deja en paz a los muchachos.


   —Tus hijos, ja, ja, ja. Tengo entendido que no se quieren mucho. ¿Cual crees tĆŗ que ganarĆ­a una pelea mortal contra el otro? Ja, ja. No se toleran por tu culpa, salvador, tu arruinaste su vida. Sera una pelea de Cain contra Abel.


   Ćngel estallĆ³ en carcajadas.


   —Va a ser divertido. Le propondremos a tus hijos que el primero que reviente las bolas de su hermano serĆ” liberado. Ja, ja, ja. Que divertido, ¿no crees? ¿Lo quieres ver? Ja, ja.


   —¡Eres un enfermo! —rugiĆ³ Jorge y se atreviĆ³ a lanzar una patada a la entrepierna a Ɓngel.


   Los ojos de Ć©ste se volvieron hacia su cabeza y un sonido de arcadas escapĆ³ de sus labios mientras se doblaba agarrĆ”ndose las bolas.


   —Ahora sĆ­ que te pasaste del lĆ­mite —amenazĆ³ Ɓngel, cerrĆ³ la mano en forma de puƱo y lo lanzĆ³ contra las bolas de Jorge.


   Con eso el pene del abogado echĆ³ un escupitajo de lefa fuerte.


   Jorge se quedĆ³ balanceĆ”ndose hacia adelante y atrĆ”s gimiendo de agonĆ­a.


   Ćngel sonriĆ³.


   Cuando Jorge levantĆ³ la mirada, su rostro se contorsionĆ³ en agonĆ­a. Por un momento Ɓngel sintiĆ³ admiraciĆ³n por Ć©l pero despuĆ©s sacudiĆ³ la cabeza recordando su objetivo.


   —Por favor —gimiĆ³ Jorge.


   —Ya callate que te ves mĆ”s patĆ©tico. Quiero que te tranquilices porque en cuestiĆ³n de minutos vas a ser el invitado V.I.P. a una batalla Ć©pica de hermanos que se odian, ¿la puedes imaginar? ¿quien perderĆ” los huevos en las manos del otro? ¡Ja, ja, ja! Y tĆŗ no podrĆ”s hacer nada, solo mirar.


   Ćngel se dio la vuelta y se fue riendo mientras Jorge en medio del insufrible dolor se quedaba gimiendo y pidiendo que no le hicieran daƱo a sus muchachos. Las bolas hinchadas le dolĆ­an en medio de un quemante dolor.

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