Los dedos de Alan se posaban sobre los senos de la novia, la palma de la mano de la modelo envolvĆa el pene venoso del rubio novio. Sudor, erección, una vagina mojada, stress, mucho stress por parte de quien deseaba ser padre, Alan le agarraba sus tetas, las besaba, le pasaba la punta de la lengua. Verónica, quien parecĆa ser una mujer que no se llevaba con la inteligencia, en ese momento le presionaba las nalgas a su novio, las lenguas se unĆan, saliva.
El pene se adentro de un solo empujón por el interior de la mujer, que no pudo mas que soportar la inesperada visita apretando las uƱas en la pecosa espalda de Alan. El pene se movĆa con fuerza, taladrĆ”ndola, ella apretaba sus mĆŗsculos, fricción y dureza habĆa en el interior de la mujer, como deseando exprimir la carne del enamorado. Besos, caricias, palabras de amor, deseo y pasión habĆan sobre la cama.
ĀæCuĆ”ntos minutos duró aquello? Seguramente 8 ó 15 pero finalmente el semen de Alan se libero de su pene y navegó por el interior de Verónica, el millonario deseaba de alguna vez haber dejado embarazada a su novia, y cobrar el testamento de su padre, eso deseaba, cuanto stress tenĆa⦠”stress! Ā”Esterilidad psicológica! El hombre fĆ”cilmente podĆa fecundar a cualquiera, mas con la cantidad de semen que brotaba de su verga, pero su stress, se lo impedĆa.
La noche⦠¿CuĆ”ntos sinsabores tiene la noche? Mas de una vez alguna persona habrĆ” oĆdo de boca de sus abuelos, o de alguna persona del siglo pasado el decir << todo lo que sale de noche es malo>>.
Un zapato converse subĆa las escaleras de la gran casa, lugar que aƱos atrĆ”s era un sitio lleno de griterĆos de 3 hermanos que siendo niƱos se querĆan mucho, mas que el dinero y las ambiciones personales destruyo todos aquellos rastros. La mano de Henry se poso sobre el pomo de la puerta, y se adentro en la habitación. Camino pocos pasos y se aproximo a la cama que estaba allĆ. TenĆa unas sogas en su mano y una tela blanca, mĆ”s algĆŗn instrumento dentro del bolsillo del pantalón que se le marcaba al caminar.
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āte dije que te ibas a arrepentirā susurro con los ojos centellantes, cual psicópata, cual justiciero.
Era Aarón quien dormĆa en la cama, el reloj digital marcaba la 1:38 a.m.
Henry agarro la mano de su hermano, con cuidado y la coloco tras la madera de la cama, lo mismo ocurrió con la otra mano, las sujeto de las muñecas con la cuerda, un grueso nudo, la mirada centellante de ira, Aarón simplemente trataba de moverse, inmerso en el sueño. Las piernas, pensaba Henry, si, logro atarlas. Ahora Aaron estaba abierto como una X, en la cama.
āa mi nunca se me traicionaā pensaba Henry ātengo que acabar con todo esto, las cartas ya estĆ”n tiradas sobre la mesa. Si pierdo una cosa, ganare muchas otrasā
Lo que habĆa parecido meses atrĆ”s una complicidad entre Aarón y Henry en contra de Alan, todo acabo cuando el menor de los hermanos, casi destroza la virilidad de Alan, desde allĆ Aarón sintió terror de Henry y se alejo de Ć©l, relato todo a su hermano Alan, y Henry se sintió traicionado.
ānunca debiste haberte puesto de su ladoā pensaba Henry creyendo que harĆa justicia.
Cuando Aarón despertó ya todo era demasiado tarde, tenia puesta una mordaza en la boca y trato de moverse desesperadamente en la cama. VeĆa la mirada turbada de Henry sobre Ć©l.

āeres un traidor, y por traidor te lo tendrĆ”s merecido, ya no me importas tu, ni el pesado de Alan. Ahora solo importo yo, mi herencia, mi dinero.ā
Henry se sentó a un lado de su hermano Aarón, cuyo pecho se veĆa agitado, estaba temblando de miedo, diciendo palabras inentendible bajo la mordaza.
āy si te puse eso, es porque aun te quiero. Y te coloque la mordaza, para no oĆr tus gritos lastimeros con el regalo que te voy a dar por traidor. DeberĆa dejarte hablar, y saber por que te pasaste al lado de Ć©l. Pero no quiero oĆr tus sucias palabras llenas de saliva traidora, creĆ que Ć©ramos uno⦠dos en contra de Alanā
El cuerpo de Aarón se estremeció cuando Henry metió la mano dentro del calzoncillo de su hermano los dedos palparon por pocos segundos, pasando por la flĆ”cida verga del hermano, hasta palpar un escroto peludo. ĀæCuĆ”nto debĆan colgar? Āæ8 centĆmetros? Esa respuesta no le importaba a Henry, el corazón a Aarón estaba que le daba un vuelco.
La mano de Henry se cerró firmemente sobre los objetos ovalados bajo el pene de Aarón, que torció los ojos quedando sin aliento. Henry hizo una mueca de diversión, maliciosa, mirada relampagueante.
Aarón gimoteó cuando su hermano menor se dio a la tarea de bajar el calzoncillo y torcerle los cojones con fuerza despiadada. Tantos aƱos de cariƱo, de trabajo en equipo, ahora se desvanecĆan, estando indefenso postrado en una cama, ante su hermano que lo maltrataba, su boca amordazada no despertarĆa jamĆ”s a Alan, su cara de dolor, no rompĆa la rabia de Henry.
El pene moreno de Aarón comenzó a temblar, levantĆ”ndose, pretencioso, llenĆ”ndose de venas, mientras el apretĆ© de Henry hacia irradiar un fuerte dolor desde esa zona del cuerpo. Un zumo blanco empezó a emanar de la polla de Aarón, a tiempo que gemĆa queriendo pedir perdón o simplemente que se detuviera.
Henry tragó saliva, y finalmente soltó los testĆculos de su hermano, en la habitación reinó un silencio absoluto, espectral, del que solo hizo eco la agitada respiración de Aarón.
Henry metió la mano en el bolsillo del pantalón.
La poca luz que allĆ habĆa mostro un objeto metĆ”lico, casi plateado. Aarón se movió con fuerza sobre la cama, mirando con horror el alicate que Henry sostenĆa en la mano.
Henry volvió a acercarse a su hermano.
āme asegurare que tĆŗ, tampoco puedas tener hijos, llĆ”mame loco, pero esto lo hago por mi bien. CreĆ en ti cuando hicimos ese plan contra Alan, creĆ en tu ayuda, como tĆŗ creĆste en mĆ. Que iluso fuiste, ya que hoy se que eres el lame botas de Alan Āæen realidad creĆste que al cobrar mi herencia la compartirĆa contigo? No⦠cobrarĆa lo mĆo y me irĆa de aquĆ. Pero como se que estas del lado de Alan, te mereces el mismo destino que elā
Abrió el alicate, y lo coloco sobre el testĆculo izquierdo de Aarón, que negaba de un lado para otro con la cara, lleno de horror, con la respiración agitada, sollozando.
Sin la menor piedad, sin recordar tantos juegos de infancia junto a Aarón, Henry apretó la mano, cerrando de golpe el alicate contra el testĆculo de su hermano. AplastĆ”ndolo, contrayĆ©ndolo, destripĆ”ndolo, pero su mirada se centraba sobre el testĆculo, y por alguna razón no miraba la cara de dolor de Aarón⦠por alguna misteriosa razón.
Un ruido asqueroso salió del testĆculo de Aarón, quebrado, inutilizado. Ahora el alicate se posaba sobre el testĆculo derecho del convulso hombre. De nuevo la mano apretó el alicate cerrando sin clemencia sobre el musculo derecho. Aarón quiso gritar, por primera vez maldijo a Henry, su rostro se palideció, quiso vomitar, mĆ”s no pudo, sabĆa que de su pene brotaba un lĆquido, lo sentĆa, pero no sabĆa si era sangre o semen... sus testĆculos rotos.
Henry se aparto de su agonizante hermano, tenia la mirada perdida, ya no parecĆa vengativo, ni asustado, es difĆcil de explicar como se sentĆa el menor de los hermanos.
Para Aarón el dolor era increĆble y desconcertante, si todo estaba oscuro, ahora el muchacho no veĆa nada, su corazón latĆa, el mundo le daba vueltas⦠todo se le destripaba.
āahora voy por Alanā escucho que decĆa Henry.
Cuando Henry salió de la habitación se encontró en el pasillo con una figura conocida, era Verónica que venia de la planta baja, tenia puesta una larga camisa de su novio, quizĆ”s estaba desnuda pero la cubrĆa completamente.
āHenry, no sabia que estabas aquĆ, yo estaba abajo bebiendo agua. Creo que serĆ” mejor que te vayas, a Alan no le gustarĆa verte aquĆā
āsi, tienes razón ĀæDónde esta el?ā
āen la habitación, debe estar durmiendo. Puedes irte, no le dirĆ© que estabas hablando con Aarón, me imagino que Ć©l tampoco dirĆ” nadaā
ācreo que si lo dirĆ”. Bueno Verónica me irĆ©ā
La muchacha pareció creerle, se alejo de su lado y siguió caminando hacia la habitación de Alan, el rostro de Henry volvió a contraerse de odio, corrió hasta la modelo, levanto el brazo y le pego en la nuca con el alicate. Verónica cayó inconsciente al suelo con un pequeƱo hilo de sangre. Ya no habĆa vuelta atrĆ”s, Henry se apresuro y entro a la habitación de Alan, y allĆ estaba su hermano, desnudo, durmiendo. Con las bolas sobre sus piernas.
El puño de Henry apretó con fuerza el alicate.
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