El Heredero (5/6): lo inevitable - Las Bolas de Pablo

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20 oct 2012

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El Heredero (5/6): lo inevitable

.com/blogger_img_proxy/Alan estrechaba a Verónica entre sus brazos, el sudor era producto de la excitación que provocaban los cuerpos de ambos, los labios de la muchacha probaban cada palmo del vientre del hombre hasta tocar su largo pene, probarlo, saludarlo con la lengua, Alan, cerraba los ojos, acariciando la nuca de su novia. Las manos se tocaban, se acariciaban, las lenguas probaban cada centímetro salado de la piel, cada sofocante sudor.

Los dedos de Alan se posaban sobre los senos de la novia, la palma de la mano de la modelo envolvía el pene venoso del rubio novio. Sudor, erección, una vagina mojada, stress, mucho stress por parte de quien deseaba ser padre, Alan le agarraba sus tetas, las besaba, le pasaba la punta de la lengua. Verónica, quien parecía ser una mujer que no se llevaba con la inteligencia, en ese momento le presionaba las nalgas a su novio, las lenguas se unían, saliva.

El pene se adentro de un solo empujón por el interior de la mujer, que no pudo mas que soportar la inesperada visita apretando las uƱas en la pecosa espalda de Alan. El pene se movĆ­a con fuerza, taladrĆ”ndola, ella apretaba sus mĆŗsculos, fricción y dureza habĆ­a en el interior de la mujer, como deseando exprimir la carne del enamorado. Besos, caricias, palabras de amor, deseo y pasión habĆ­an sobre la cama.

 

ĀæCuĆ”ntos minutos duró aquello? Seguramente 8 ó 15 pero finalmente el semen de Alan se libero de su pene y navegó por el interior de Verónica, el millonario deseaba de alguna vez haber dejado embarazada a su novia, y cobrar el testamento de su padre, eso deseaba, cuanto stress tenĆ­a… Ā”stress! Ā”Esterilidad psicológica! El hombre fĆ”cilmente podĆ­a fecundar a cualquiera, mas con la cantidad de semen que brotaba de su verga, pero su stress, se lo impedĆ­a.

La noche… ĀæCuĆ”ntos sinsabores tiene la noche? Mas de una vez alguna persona habrĆ” oĆ­do de boca de sus abuelos, o de alguna persona del siglo pasado el decir << todo lo que sale de noche es malo>>.

Un zapato converse subía las escaleras de la gran casa, lugar que años atrÔs era un sitio lleno de griteríos de 3 hermanos que siendo niños se querían mucho, mas que el dinero y las ambiciones personales destruyo todos aquellos rastros. La mano de Henry se poso sobre el pomo de la puerta, y se adentro en la habitación. Camino pocos pasos y se aproximo a la cama que estaba allí. Tenía unas sogas en su mano y una tela blanca, mÔs algún instrumento dentro del bolsillo del pantalón que se le marcaba al caminar.

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ā€œte dije que te ibas a arrepentirā€ susurro con los ojos centellantes, cual psicópata, cual justiciero.

Era Aarón quien dormía en la cama, el reloj digital marcaba la 1:38 a.m.

Henry agarro la mano de su hermano, con cuidado y la coloco tras la madera de la cama, lo mismo ocurrió con la otra mano, las sujeto de las muñecas con la cuerda, un grueso nudo, la mirada centellante de ira, Aarón simplemente trataba de moverse, inmerso en el sueño. Las piernas, pensaba Henry, si, logro atarlas. Ahora Aaron estaba abierto como una X, en la cama.

ā€œa mi nunca se me traicionaā€ pensaba Henry ā€œtengo que acabar con todo esto, las cartas ya estĆ”n tiradas sobre la mesa. Si pierdo una cosa, ganare muchas otrasā€

Lo que había parecido meses atrÔs una complicidad entre Aarón y Henry en contra de Alan, todo acabo cuando el menor de los hermanos, casi destroza la virilidad de Alan, desde allí Aarón sintió terror de Henry y se alejo de él, relato todo a su hermano Alan, y Henry se sintió traicionado.

ā€œnunca debiste haberte puesto de su ladoā€ pensaba Henry creyendo que harĆ­a justicia.

Cuando Aarón despertó ya todo era demasiado tarde, tenia puesta una mordaza en la boca y trato de moverse desesperadamente en la cama. Veía la mirada turbada de Henry sobre él.

sabanas

ā€œeres un traidor, y por traidor te lo tendrĆ”s merecido, ya no me importas tu, ni el pesado de Alan. Ahora solo importo yo, mi herencia, mi dinero.ā€

Henry se sentó a un lado de su hermano Aarón, cuyo pecho se veía agitado, estaba temblando de miedo, diciendo palabras inentendible bajo la mordaza.

ā€œy si te puse eso, es porque aun te quiero. Y te coloque la mordaza, para no oĆ­r tus gritos lastimeros con el regalo que te voy a dar por traidor. DeberĆ­a dejarte hablar, y saber por que te pasaste al lado de Ć©l. Pero no quiero oĆ­r tus sucias palabras llenas de saliva traidora, creĆ­ que Ć©ramos uno… dos en contra de Alanā€

El cuerpo de Aarón se estremeció cuando Henry metió la mano dentro del calzoncillo de su hermano los dedos palparon por pocos segundos, pasando por la flÔcida verga del hermano, hasta palpar un escroto peludo. ¿CuÔnto debían colgar? ¿8 centímetros? Esa respuesta no le importaba a Henry, el corazón a Aarón estaba que le daba un vuelco.

La mano de Henry se cerró firmemente sobre los objetos ovalados bajo el pene de Aarón, que torció los ojos quedando sin aliento. Henry hizo una mueca de diversión, maliciosa, mirada relampagueante.

Aarón gimoteó cuando su hermano menor se dio a la tarea de bajar el calzoncillo y torcerle los cojones con fuerza despiadada. Tantos años de cariño, de trabajo en equipo, ahora se desvanecían, estando indefenso postrado en una cama, ante su hermano que lo maltrataba, su boca amordazada no despertaría jamÔs a Alan, su cara de dolor, no rompía la rabia de Henry.

El pene moreno de Aarón comenzó a temblar, levantÔndose, pretencioso, llenÔndose de venas, mientras el apreté de Henry hacia irradiar un fuerte dolor desde esa zona del cuerpo. Un zumo blanco empezó a emanar de la polla de Aarón, a tiempo que gemía queriendo pedir perdón o simplemente que se detuviera.

Henry tragó saliva, y finalmente soltó los testículos de su hermano, en la habitación reinó un silencio absoluto, espectral, del que solo hizo eco la agitada respiración de Aarón.

Henry metió la mano en el bolsillo del pantalón.

La poca luz que allí había mostro un objeto metÔlico, casi plateado. Aarón se movió con fuerza sobre la cama, mirando con horror el alicate que Henry sostenía en la mano.

Henry volvió a acercarse a su hermano.

ā€œme asegurare que tĆŗ, tampoco puedas tener hijos, llĆ”mame loco, pero esto lo hago por mi bien. CreĆ­ en ti cuando hicimos ese plan contra Alan, creĆ­ en tu ayuda, como tĆŗ creĆ­ste en mĆ­. Que iluso fuiste, ya que hoy se que eres el lame botas de Alan Āæen realidad creĆ­ste que al cobrar mi herencia la compartirĆ­a contigo? No… cobrarĆ­a lo mĆ­o y me irĆ­a de aquĆ­. Pero como se que estas del lado de Alan, te mereces el mismo destino que elā€

Abrió el alicate, y lo coloco sobre el testículo izquierdo de Aarón, que negaba de un lado para otro con la cara, lleno de horror, con la respiración agitada, sollozando.

Sin la menor piedad, sin recordar tantos juegos de infancia junto a Aarón, Henry apretó la mano, cerrando de golpe el alicate contra el testĆ­culo de su hermano. AplastĆ”ndolo, contrayĆ©ndolo, destripĆ”ndolo, pero su mirada se centraba sobre el testĆ­culo, y por alguna razón no miraba la cara de dolor de Aarón… por alguna misteriosa razón.

Un ruido asqueroso salió del testículo de Aarón, quebrado, inutilizado. Ahora el alicate se posaba sobre el testículo derecho del convulso hombre. De nuevo la mano apretó el alicate cerrando sin clemencia sobre el musculo derecho. Aarón quiso gritar, por primera vez maldijo a Henry, su rostro se palideció, quiso vomitar, mÔs no pudo, sabía que de su pene brotaba un líquido, lo sentía, pero no sabía si era sangre o semen... sus testículos rotos.

Henry se aparto de su agonizante hermano, tenia la mirada perdida, ya no parecĆ­a vengativo, ni asustado, es difĆ­cil de explicar como se sentĆ­a el menor de los hermanos.

Para Aarón el dolor era increĆ­ble y desconcertante, si todo estaba oscuro, ahora el muchacho no veĆ­a nada, su corazón latĆ­a, el mundo le daba vueltas… todo se le destripaba.

ā€œahora voy por Alanā€ escucho que decĆ­a Henry.

Cuando Henry salió de la habitación se encontró en el pasillo con una figura conocida, era Verónica que venia de la planta baja, tenia puesta una larga camisa de su novio, quizÔs estaba desnuda pero la cubría completamente.

ā€œHenry, no sabia que estabas aquĆ­, yo estaba abajo bebiendo agua. Creo que serĆ” mejor que te vayas, a Alan no le gustarĆ­a verte aquĆ­ā€

ā€œsi, tienes razón ĀæDónde esta el?ā€

ā€œen la habitación, debe estar durmiendo. Puedes irte, no le dirĆ© que estabas hablando con Aarón, me imagino que Ć©l tampoco dirĆ” nadaā€

ā€œcreo que si lo dirĆ”. Bueno Verónica me irĆ©ā€

La muchacha pareció creerle, se alejo de su lado y siguió caminando hacia la habitación de Alan, el rostro de Henry volvió a contraerse de odio, corrió hasta la modelo, levanto el brazo y le pego en la nuca con el alicate. Verónica cayó inconsciente al suelo con un pequeño hilo de sangre. Ya no había vuelta atrÔs, Henry se apresuro y entro a la habitación de Alan, y allí estaba su hermano, desnudo, durmiendo. Con las bolas sobre sus piernas.

El puño de Henry apretó con fuerza el alicate.

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