El Guardaespaldas (6/6): Momentos de Tensión parte 2 - Las Bolas de Pablo

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5 nov 2012

El Guardaespaldas (6/6): Momentos de Tensión parte 2

Estimados lectores y lectoras aquí el final de esta serie, espero les guste, asi como los otros finales. Una anécdota que les diré del blog, se que hay millones de personas en el mundo con el mismo nombre y quizas apellido, pero hace poco me hizo mucha gracia conocer a un sujeto cuyo nombre era Pablo Chacón. ¡Me dio muchísima gracia! jajajaja otra información, aca posteo la direccion de Facebook, donde tambien se publicara información extra, el facebook todavía está en remodelación http://www.facebook.com/escritor.nueveuno

Francisco despertó en una habitación poco iluminada, sus miembros estaban abiertos y estaba suspendido por unas fuertes sogas que le hacían mantener el cuerpo en forma de “x” parpadeo un par de veces y sintió como su cuerpo se encontraba completamente desnudo, trató de balancearse, pero no pudo librarse por la fuerza de las sogas. Recordó lo que había sucedido horas antes, estaba en un hotel con la señora Natalia, cuando fueron sorprendidos por un grupo de terroristas, los sacaron a los dos del hotel de una manera humillante y los subieron a un automóvil, recordó que lo ultimo que sintió fue un rudo golpe en la nuca. Ahora ¿Dónde estaba él?


¿Dónde estaba la señora Natalia?

“¿DONDE CARAJOS ESTOY? ¿QUIEN ESTA POR AHÍ? ¡CARAJO!” grito con valentía.

El grito fue lo suficiente para que acto seguido se escuchasen pisadas aproximándose, no eran pasos de una persona, eran de varios. La puerta fue abierta, y sudando de nervios, Francisco vio a los dos enmascarados, el que vestía de rojo, Germán, como siempre. Y el otro misterioso hombre que vestía de azul ¿Quién era? Por su sospechosa actitud parecía ser el cabecilla de la banda.

“¿Dónde carajos estoy?” desafió Francisco “¿Dónde esta la señora Natalia?”

“estas en tu perdición” contestó Germán bajo su mascara “la mujer esa, ahora esta muerta”

A Francisco le dio un vuelco el corazón.

Pedro y Arístides pudieron escapar de los disturbios que se presentaron en la casa del segundo, logrando escapar por el tejado y cayendo al patio del vecino, que entendiendo la situación les dio refugio mientras la confusión pasaba. Estaban sentados en un gran sofá de la sala de estar, Arístides tenia una bolsa de hielo en la entrepierna, mintiendo que se había golpeado al caer del suelo, tenia las bolas hinchadas mas grande de su tamaño normal, por un pelotazo que horas antes Pedro le causó. Pedro tenía sus pelotas palpitantes por una venganza de Arístides, pero por el susto del peligro que corrió todo malestar desapareció en él. Ahora estaba aterrado queriendo contactar a su mamá, parecía un niño.

“esto debe terminar ya” susurro Arístides “cada vez que esos tipos irrumpen en tu casa cada vez es peor”

“mi mamá ¿ya sabrá de todo esto?” pregunto el joven “deje mi celular… necesito contactarla”

“le diré al señor Gino que me preste algún teléfono” dijo Arístides, y con una pesada cojera camino fuera de la sala.

Arístides trago saliva, todavía estaba tembloroso, afuera aun se escuchaban disparos provenientes de su casa, no era justo vivir así. Pasados varios minutos Arístides volvió sosteniendo un teléfono inalámbrico en la mano, tenía una cara sombría y no supo como dar la noticia al muchacho.

“¿Qué…? ¿Qué paso?” interrogo el joven leyendo el rostro del guardaespaldas.

“el señor Gino tiene encendida la radio… dijeron en las noticias, que tu mamá esta secuestrada”

A Pedro se le trituro el corazón.

“¿Cómo que esta muerta? ¡Malnacidos!” insulto Francisco sin creer la noticia del hombre.

“mujeres como esas deben morir” hablo por primera vez el hombre que vestía de azul, tenia una voz lúgubre que denotaba ingredientes de rencor “al igual que hombres como tú. Pero que antes de desaparecer de este mundo deben sufrir la peor de las torturas… los dos morirán igual”

“ELLA NO MERECIA MORIR ¡MALDITOS! ¡MATENME A MI TAMBIÉN!”

“es que de igual manera tú vas a morir” aseguro el hombre de azul, apretando el puño y golpeando la cara de Francisco, el golpe fue duro, y mucha sangre salió de la nariz rota del guardaespaldas.

Pedro sentado en el sofá comenzó a llorar

“¿pero que quieren? ¿Cómo van a secuestrar a mi mamá? ¿Por qué? ¡No es justo! ¿Por qué también me quieren a mi?... Arístides sálvame…. ¡sálvame!”

“estoy aquí para salvarte” aseguró Arístides inclinándose frente al joven y asiéndole del brazo “para eso estoy aquí… es mi deber, y también quiero hacerlo”

El muchacho se quedo mirándole tembloroso, no dejaba de llorar.

“pero por ahora no podemos quedarnos aquí, escucha allá afuera, todavía hay disturbios, con nuestra presencia aquí, también ponemos en peligro la vida del señor Gino, que también esta asustado encerrado en su cuarto. En cualquier momento esos tipos sabrán que estamos aquí. Tenemos que irnos”

“¿A dónde? ¿A dónde? Sino tengo a donde ir… ¡sálvame Arístides! ¡Busca a mi mamá!”

Arístides dio un suspiro, debía pensar el algo rápido.

“usa el teléfono, y llama a tu papá”

Pedro obedeció y cogió el teléfono, intentó marcar unos números.

“¡maldición no recuerdo los números!… ¡no!”

“cálmate Pedro, recapacita, toma agua, y recuerda” intento mediar el joven, sintiendo que la paciencia se le desvanecía.

Pedro suspiró y tomó agua, marcó los botones del teléfono, en el segundo piso de esa casa se oyó como los cristales se volvían añicos con la entrada de alguien desde el exterior. Los dos hombres se miraron a la cara.

El rostro ensangrentado de Francisco era desesperante, no se observaba las bellas facciones del hombre, pues el tipo de azul se ensañaba en golpear cualquier parte del cuerpo del hombre, eran golpes fuertes, salvajes y brutales. Tras el tipo de azul, Germán observaba la escena bajo su mascara, con los dedos pulgar e índice acariciaba sus testículos ¡vaya que habían crecido! y mucho, gracias a aquel guardaespaldas, pero sentía extrañeza que su compañero de rojo en todos esos golpes no había propinado alguna a las dos grandes esferas que colgaban entre las piernas del hombre ¿se atrevía a recomendarle que le diera un golpe ahí?

“¿Por qué no le pegas en los…?” la voz de Germán fue interrumpida por el sonido de un celular dentro de la túnica del hombre de azul.

El enmascarado saco de su vestidura un celular, lo miró. Y dirigió la vista hacia Germán.

“continúa tú… y que sufra el triple” indicó, con paso firme salió de la habitación. Mientras Germán caminaba hacia Francisco frotándose los nudillos.

Francisco sintió miedo.

Manchando el piso de sangre, Arístides disparó a 2 secuestradores, el primero cuando bajaba por las escaleras, y el segundo tras un intercambio de balas.

“ya saben que estamos aquí” dijo secándose el sudor de la frente “estamos jodidos”

“usemos mi automóvil para irnos de aquí” dijo el señor Gino empuñando un arma “¡MALDITA SEA POR QUE A MI!”

Arístides sintió vergüenza, giro la cabeza y vio a Pedro colgando el celular, parecía un gato asustado.

“ha… ha… hable con mi padre” informo.

“vámonos carajo que no hay tiempo que perder” apuro el señor Gino.

“ven” invito Arístides, le dolían mucho los testículos para caminar rápido. Arriba se seguían oyendo vidrios quebrarse, ahora los disparos reinaban en ese lugar.

Los tres deseaban salir con vida de allí.

Sintiéndose al borde de la desesperación, Francisco intento mediar con Germán, cuando este, ataba una soga a su pene, poniéndolo a la altura del abdomen, y apartándolo de sus bolas.

“no me pegues allí, si me vas a matar, hazlo ya… de nada sirve la tortura” hablo nervioso.

Germán no comento nada, parecía divertirse con la desesperación del tipo, si la orden era matarlo, él por lo menos se iba a beneficiar con la muerte, necesitaba extraerle sus jugos sexuales para poder aumentar sus propios testículos. Ahora los de él parecían a los de un actor porno de presupuesto medio, quizás si absorbía el semen del donante como la ultima vez, tendría los huevos tan potentes como lo del guardaespaldas. Viva la ciencia, pensó.

Sintiendo dominancia alargó la mano a las pelotas del guardaespaldas apretando despiadadamente, Francisco quedó sin aliento al mismo tiempo que desenfocaba los ojos, Germán dibujo en sus labios una sonrisa peligrosa, y doblo la mano, Francisco dejó escapar un gruñido, apretando sus abdominales, y tratando de cerrar sus piernas vanamente ¡malditas sogas duras!

"No te preocupes" señaló Germán "la tortura también puede acarrear a la muerte."


Retorció las manos otra vez, causando al prisionero chillar de dolor.

"¿crees que vas a salir vivo de esto? La respuesta es no… pero antes de tu muerte yo me tengo que beneficiar" las proféticas palabras de Germán salían frías y espeluznantes de su boca.

Francisco gimió de dolor cuando Germán retorcía todavía más las grandes bolas entre sus piernas. El secuestrador lo miraba expectante, con una sonrisa macabra dentro de la terrible mascara.

“Espero que para dentro de media hora ya hallas derramado todo tu semen y tengas esas pelotas rotas, para entonces ya habrás muerto, como la puta que te acompañaba"

Germán soltó las bolas, pero enseguida las torturo con un puñetazo con los 4 duros nudillos del puño haciéndolas crujir, el pobre Francisco dejo caer miserablemente saliva de su boca, preso del dolor y de la tortura que posiblemente lo arrastraría a la muerte. Subió la mirada hasta Germán, sus ojos estaban llenos de desesperación.

Sin prestarle atención, Germán envió un sonoro puñetazo a las bolas de Francisco, crujiendo nuevamente a los testículos del guardaespaldas torturado.

Francisco escapó un grito penetrante.

"así de a poco morirás" comunicó Germán con una voz enferma, casi aberrada.

Traslado de nuevo el grueso puño sobre los huevos de Francisco, una vez más haciendo chasquear sus testículos de toro hundiendo al hombre en la más lamentable de las agonías en vida. Francisco se movía sobre las sogas intentando a lo menos soltarse, y caer al suelo únicamente para sobar sus preciosas bolas.

El vehículo del señor Gino estaba estacionado en una plaza de la concurrida ciudad, tenía algunos vidrios como testigos de la balacera que vivieron, Pedro estaba sentado en la cera temblando mientras el dueño del automóvil tenía el celular en la mano haciendo llamadas nerviosas, Arístides observaba todo con cautela, atento a la llegada de cualquier secuestrador.

“¡papá!” exclamo Pedro cuando vio aparecer a su padre por la calzada. Se dieron un fuerte abrazo y el muchacho empezó a llorar.

“¡¿Qué?! ¿Cómo ocurrió todo?” quiso saber frotando la espalda de su hijo

“señor Ramón será mejor que subamos de su automóvil, aun aquí corremos peligro, mire como quedo el carro del señor Gino" dijo Aristides

“tienes razón Arístides” declaro el padre de Pedro “vámonos de aquí”

“sigan ustedes sin mi” declaro el señor Gino “mi hijo vendrá a buscarme”

“¿esta seguro señor Gino?” interrogo Arístides.

“si… ah, allí viene”

“Arístides es mejor que vayas con el señor Gino, y lo cuides” ordenó el señor Ramón

“no papá, Arístides vendrá con nosotros”

“no se preocupen por mi, mi hijo sabe como cuidarse” hablo el señor Gino

El vecino subió a una camioneta grande, mientras los otros tres hombres cruzaron la plaza, el padre de Pedro tenía abrazado a su hijo, el señor parecía muy preocupado, Arístides le seguía, atento a todos los movimientos del lugar. Llegaron a la camioneta del hombre.

Pedro se sentó delante, junto a su padre que manejaba y Arístides en el puesto de atrás.

“ahora si, quiero que me cuenten que ha ocurrido” quiso saber el señor Ramón mirando por el espejo retrovisor.

Arístides comenzó a relatar lo ocurrido, pero se vio interrumpido por Pedro que quería llevar la voz campante, Arístides se concentro en acariciar sus testículos hinchados, bajo la mirada y centro la atención en una bolsa negra que parecía estar oculta, la movió con el pie, y sus cejas se arquearon al ver un pedazo de tela azul que sobresalía. El señor Ramón miraba nervioso por el espejo retrovisor.

“¿ocurre algo Arístides?”

“no señor, es solo que mis piernas… me molestan… es un dolor”

Suavemente la mano de Germán cubrió las bolas de Francisco, los dedos apretaron al testículo izquierdo y al derecho aferrándose a ellos. Inesperadamente la verga del guardaespaldas se endureció con la presion de las bolas y la fuerte mano.

"ahhhh… por favor" susurro Francisco mirando hacia sus cojones delatando el miedo con sus ojos.

"solo quiero un poco de tu semen" dijo Germán “aunque tu no lo creas tu semen es medicinal para mi” con un aterrador brillo en los ojos, aplastó las bolas del hombre con su mano.

Francisco seguía retorciéndose en las sogas.

Germán aumentaba la fuerza, clavando las puntas de los dedos en el escroto del hombre, moliéndole de los testículos. Francisco hizo una mueca con la boca acrecentando su jadeo. Las sucias uñas se clavaron en los cojones con una hermética presión.

Francisco tragó saliva, si le iba a suceder, quería morir ya.

Germán le provoco una enternecedora torsión a las bolas del guardaespaldas, provocándole alaridos de pavor, tensión y dolor, llenando los ojos de lágrimas, de desesperación. Su cuerpo chorreante de sudor, desespero… quebranto… ¡muerte!

El dolor ceso… de improviso… calmante… Germán soltó las gónadas de Francisco. Pero intempestivamente el muchacho negó de manera rápida la cabeza, viendo con miedo como el enemigo apretaba el puño. Y pegándole con el, reavivó el dolor en el cuerpo del semental.

“ahhhh” musitó Francisco.

Arístides miraba por la ventana, era como si la túnica azul envuelta en una negra bolsa le hiciera recordar un montón de imágenes por su cabeza. El señor Ramón no cesaba de mirarlo, acaso… ¿había leído sus pensamientos? El guardaespaldas se palpó el revolver, todavía lo llevaba consigo.

“te llevare a mi casa hijo, después de allí, iré a la policía… hay que moverlos para que inicien las investigaciones”

“no papá, yo iré contigo” aclaró Pedro

“¡no!” negó rotundamente su padre “yo no soy importante para esos secuestradores, tu sí. Y en mi casa estarás mejor, bajo el cuidado de Arístides” esto ultimo lo dijo mirándolo por el retrovisor.

“consigue a mi madre, papá” rogó Pedro.

Arístides trago saliva, sacó algo de su chaqueta, mirando con recelo al retrovisor, lo dejo caer, lo movió con la punta del pie…. Si… así… allí estaba, oculto bajo la alfombra del vehículo.


“¿ves mi zapato?” le pregunto Germán a Francisco, curiosamente se había alejado varios pasos de él. El guardaespaldas nada contesto, se limitaba a lloriquear serenamente.

Con la emoción recorriéndole la columna vertebral, Germán estiró la pierna hacia atrás, y con un movimiento fulminante, le dio una patada a la entrepierna de Francisco, la punta de su zapato fulminó el par de pelotas que el hombre tenia entre las piernas.

Francisco se batió entre las presas cuerdas desenfocando los ojos, gritando desaforadamente sintiendo su cuerpo quebrarse y sus bolas a punto de agrietarse. Francisco rompió a llorar como un niño, estaba más que derrotado.

Germán se acerco a él, ni una muestra de liquido pre seminal en la punta de su grueso pene, debía obligarlo… necesitaba el semen… su semen compatible con sus propias bolas, intento callar al hombre dándole puñetazos en el estomago, el propio Germán se estaba desesperando en sus vanos intentos… vanos, pero deliciosos.

Francisco finalmente se calló, aunque densas lagrimas resbalaban por su bello rostro. Germán le miraba fijamente los testículos.

“necesito de tu semen… tu sistema masculino es compatible con él mío… necesito tu semen” decía.

Acerco la mano a los cojones del hombre nuevamente, y con cruel control se apodero de ellos. Francisco volvió a sacudirse violentamente sintiendo como sus huevos frágiles volvían a ser destripados por 5 dedos insensibles.

Sintiendo capa, como la de una pasta de diente, Germán sonrió y le brillaron los ojos viendo salir de la punta de la verga del guardaespaldas, un pequeño lote se semen.

Pedro y Arístides fueron dejados en la casa del señor Ramón, Arístides parecía preocupado por su descubrimiento pero no comento nada a Pedro, miró con preocupación como el padre del muchacho los dejaba a ambos en la casa diciendo que allí estarían mejor. El guardaespaldas se alejo de su custodio que había dicho que estaría en el baño porque sentía que iba a vomitar. Arístides tomo el teléfono fijo de la casa y llamo a un conocido de la policía.

“Carlos necesito que ubiques un carro, dentro de él, esta un localizador, por lo que se te hará fácil encontrarlo………… si………. Si…. Perfecto, bueno… si… te daré el código, es muy urgente que localices ese automóvil, y envíes a un grupo fuertemente armado de tus hombres, es importante y quizás te enfrentaras a unos criminales peligrosos. Ve armado y con tus mejores hombres…… si, te daré mi numero de localizador mientras te explico lo que creo…….”

El cuerpo de Francisco estaba brillante de sudor y lloraba de dolor,  en contraste la barbilla de Germán estaba repleta del semen de su donante, seguía cítrico pero delicioso, pesado en la garganta, pero nutritivo para sus bolas, deseaba que con ese tratamiento directo siguieran creciendo aun mas, por fin ya no seria humillado por el tamaño de sus genitales. Apretó el puño y lo estrello en la entrepierna del guardaespaldas.

“AAAGGGGHHHHH” grito Francisco.

Otro repetido puñetazo.

“ARRGGGGG” aulló el hombre.

Germán se quedo petrificado al escuchar un sonido, se limpio la barbilla y movió mucho la lengua dentro de su boca. La puerta de la habitación se abrió y en ella penetro el hombre de la túnica azul.

“¡¿Qué?! ¡¿Todavía sigue vivo?!” dijo

“estaba torturándolo”

“a este maldito lo quiero muerto ya” camino el enmascarado hasta él, se detuvo mirándole los testículos hinchados “¿Qué paso aquí?”

“es… la tortura”

El hombre sonó una risa, dio media vuelta y salió de la habitación. Germán inclino la pierna hacia atrás, y conectó una patada en los cojones de Germán haciéndole bufar de dolor e indignación. El enmascarado de azul regreso, esta vez tenia un tubo de hierro entre sus manos. Francisco intento moverse sobre las cuerdas, era todo, estaba perdido, cerró los ojos preparándose para lo peor.

El hombre se acomodo frente al guardaespaldas, balanceo el tubo, y con suma fuerza golpeo al infortunado guardaespaldas en las bolas.

PONNN

“¡ARRRRRRGGGGGGGGGGGGGG!”

PONNNN

PONNNN

PONNNN

PONNNN

PONNN

PONNN

PONNNNN

CRACK, CRACK

Fue el sonido de uno o de los dos testículos al reventarse.

Arístides estaba sentado junto a Pedro, habían transcurrido 2 horas desde su llegada allí. El muchacho se había calmado, aunque rogaba por la aparición de su mamá sana y salva.

“si a ella le pasa algo, me muero” decía.

“todo estará bien” anunció Aristides posando su brazo sobre el hombro del joven.

“gracias… y perdón… por todos los males por los que te he hecho pasar”

“todo esta perfecto… eso sana” indico el guardaespaldas señalando con la mirada sus testículos. Pedro no pudo más que dibujar una triste sonrisa, el teléfono de la casa sonó “seguro es para mí Pedro” y corrió a contestarlo.

“tus sospechas eran ciertas Arístides” confirmó el jefe de policía “ubicamos el automóvil, en un sitio alejado, una casa vieja, nuestros hombres se enfrentaron en una balacera con los de ellos, capturamos a varios secuestradores, entre ellos, uno que se nos había fugado aquella vez, Germán, y otro intentó escapar y mató a uno de nuestros hombres, abrimos fuego contra él, y no lo creerás, era el padre de ese muchacho” Arístides dirigió una mirada preocupado a Pedro que parecía ido mirando al piso “pudimos rescatar a la señora sana y salva, estaba amarrada con la boca vendada, al parecer iban a matarla, pero querían que ella escuchase una tortura que estaban haciendo, había un guardaespaldas colgado en la habitación de al lado, estaba desnudo, y con los testículos rotos, estaba ya muerto cuando llegamos” Arístides cerró los ojos lleno de abatimiento.

Habían transcurrido casi 2 meses del horrible día, las investigaciones habían llevado su cause, el padre de Pedro, ambicioso del dinero de su esposa, deseaba secuestrar a madre e hijo y obligarla a que pagase un alto dinero por su liberación, en cambio parte de los planes salieron mal. Y descubriendo a su ex mujer en un hotel, quiso castigarla de la peor manera, Germán fue sentenciado culpable, y quizás jamás saldría de la prisión, y si lo hacia, seria sin vida que saldría de allí, hasta el momento era el favorito de los prisioneros por tener los testículos grandes, por tanto los reos disfrutaban golpearselos. El entierro de Francisco fue completamente triste, un hombre tan fuerte, seguro y vigoroso había muerto de la manera más injusta, el forense determinó que murió de un paro cardíaco al rompérsele ambos testículos. Arístides ahora cuidaba de la señora Natalia, cumpliendo su labor cabalmente, ya no tendrían más riesgos mayores. Pedro decía sentirse muy traumado y deseaba pasar un tiempo lejos del país, estaba preparando las maletas para cuando Arístides entro a su cuarto.

“¿Y tu y yo?” le pregunto.

“¿tu y yo? Tú simplemente eres un empleado” contesto con su prepotencia.

“y de los buenos” aseguro Arístides.

“no me quejo…”

“¿por cuanto tiempo te iras?”

“creo que un año, lo mucho serian 3”

“te extrañare”

“no te preocupes, ya hable con mamá para que te envié conmigo, si… en 3 meses estaremos juntos, haciendo lo que nos de la gana”

“¿¡nos de la gana!?”

“Lo que oyes” sonrió Pedro, todo era cierto.

“wow, no lo creo”

“claro que si, ven, dame un abrazo”

Arístides se acerco a él, juntos se abrazaron, tan fuerte que parecían que se iban a partir la columna, un verdadero abrazo de cariño. Pero inesperadamente la rodilla subió entre las piernas de Arístides, pegándole en los testículos, no sin ser fuerte, pudo llevarlo a sentarse en la cama.

“cuando llegues allá… te esperara eso, y un poco mas” indico Pedro saliendo de la habitación, y desde entonces intentaría evitar todo encuentro con Arístides hasta salir de viaje.

Arístides se acostó en la cama entre sonriente y adolorido, con las manos en sus bolas, cogió una franela que Pedro tenia en la maleta y la arrugo con el puño.

“no se la entregare hasta dentro de tres meses” pensó con satisfacción.

1 comentario:

  1. emmanuel mendoza9/11/12, 4:56 a.m.

    me exito mucho la tortura al guardaespaldas fernando , cuando lei el final que le dieron tuve una ereccion , fue una buena historia la de estos guardaespaldas gracias bolas de pablo

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