-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
La
suave mano de Israel recorrĆa aquella hora el cuerpo de Elisa, estrujaba sus tetas;
clavaba sus ojos en ella, la mujer bajĆ³ la mirada al pene de aquel macho, lo
engullĆ³, saboreĆ³, olĆa fuerte y estaba tieso de caliente.
—Aaaahhhff
—gimiĆ³ ella al sentir la presiĆ³n de la polla sobre su coƱo, la penetraba con
firmeza. Un escalofriĆ³ recorriĆ³ todo su cuerpo.
Israel
la besĆ³ con sus gruesos labios en la boca y en el cuello estremeciĆ©ndola en
caricias. AumentĆ³ el ritmo y la profundidad de su penetraciĆ³n; Elisa
gimiĆ³ notablemente al sentir la presiĆ³n, la respiraciĆ³n se le entrecortaba, era
como si un hierro la penetrara:
—¡Aaaaaaaahhhhhhhh!
Israel
se movĆa hacia adelante y atrĆ”s, Elisa jadeaba y por momentos gritaba. Luego de
minutos Israel empezĆ³ a jadear, se moviĆ³ con mĆ”s rapidez y cerrando los ojos
bufĆ³.
Borbotones
de semen quedaron atrapados en el lƔtex, la fuerza del hombre se fue reduciendo reposando tranquilamente apoyando a Elisa contra la pared. Ella con dulzura lo
arrastrĆ³ sobre sus pies y cayeron suspirando en la cama.
—Eres
lo mĆ”ximo —dijo.
—Lo
sĆ© —corroborĆ³ Ć©l—. Obviamente con Adam y su micropene nunca vas a sentir esto.
—De
Adam te querĆa hablar...
Israel
lanzĆ³ un suspiro de flojera.
—SĆ©
de la pelea que tuvieron.
—¿QuĆ©
clase de placer puedes sentir con ese papanatas? ¡No me llega a los talones, es
un perdedor!
—Lo
sƩ, y Ʃl ha aprendido a usar otras tƩcnicas en la cama, sus manos... ademas
quƩ... son muchos aƱos que hemos tenido siendo novios, me acostumbrƩ a Ʃl.
—¿Te
acostumbraste?¿QuĆ© quieres decir con eso?
Israel
no comentĆ³ mĆ”s, clavĆ³ la vista al techo. Elisa sonriĆ³ y se abrazĆ³ a Ć©l quizĆ”s cuando lo conociĆ³ Ć©l sĆ³lo satisfizo sus necesidades sexuales pero no era mĆ”s
que eso... y Ć©l lo sabĆa no tenĆa por quĆ© hacer dramas.
En
sus pensamientos Israel recapacitaba, sabĆa que era un semental y muchas
mujeres lo buscaban por ser una cara bonita en un cuerpo de dios griego con
polla y huevos grandes, pero Ć©l era mĆ”s que aquello. Horas antes habĆa llamado
a Diana, una de sus exparejas que prefiriĆ³ acabar con el noviazgo antes de
fulminar su carrera como actriz. La mujer entre sollozos le recordĆ³ vĆa telefĆ³nica que no podĆa seguir con Ć©l porque su pareja actual era un magnate en el medio televisivo...
Israel
continuĆ³ con los ojos en el techo.
II
Semanas
atrĆ”s Marcos ChacĆ³n contactĆ³ a un viejo amigo, el cual se dedicaba al manejo de
empresas y entre ellas era el dueƱo de un importante equipo de fĆŗtbol, este amigo
le indicĆ³ que podĆa llevar a su sobrino para evaluar su desempeƱo.
—Este
estadio lo diseƱe yo —indicĆ³ el seƱor Marcos.
—¿De
veras, tĆo? —pregunto Ć©l, allĆ se habĆan disputado importantes partidos—. ¡Wow!
Llegaron
al encuentro del dueƱo del deportivo, Kevin Smitch quien en tiempos anteriores
fue futbolista logrando cosechar fama internacional y dinero por montones,
estaba acompaƱado de Julio, otro hombre cuarentĆ³n que se desempeƱaba como
entrenador del equipo.
—Perfecto,
muchacho —dijo Kevin—. Tu tĆo me dijo que eras muy bueno y me mostrĆ³ algunos videos. Creo que tienes talento, pero es bueno verte en vivo. Por lo general
tenemos nuestra escuela de juveniles y de allĆ seleccionamos a los prĆ³ximos
jugadores nacionales. Sino, accedemos al mercado del fichaje, dada tu situaciĆ³n
hubiera sido preferible acceder a esa opciĆ³n en el mercado de tu paĆs. Que por cierto, me
parece que no supieron explotar tu talento.
—El
equipo no era tan famoso —indicĆ³ Lucas—. Sin embargo muchos jugadores ahora famosos estuvieron ahĆ. QuizĆ”s no me seleccionaban por mi edad.
—Bueno,
aquĆ te evaluaremos y ya demostraras tus actitudes. Julio, el muchacho queda en
tus manos. Marcos, vayamos a sentarnos allĆ.
Ambos
seƱores se alejaron para sentarse mientras Lucas quedaba a disposiciĆ³n de Julio
para un calentamiento alrededor del campo de fĆŗtbol.
—¿CĆ³mo
estĆ”n tus hijos, Marcos? —preguntĆ³ Kevin.
—Perfectos.
SimĆ³n, continĆŗa en sus mĆŗltiples trabajos parece que no quiere dejar para
nadie, radio, prensa, televisiĆ³n, restaurante... Pablo en la constructora,
ahora por las noches da clases para la facultad de economĆa, su madre lo ayudĆ³
a trabajar ahĆ. Israel, aĆŗn no lo conoces, y Yenny estĆ” trabajando en la
constructora se graduĆ³ de arquitecta.
—Tengo
aƱos sin ver a tu hija, ya debe ser toda una mujer —sonriĆ³ Kevin—. La Ćŗltima
vez que la vi fue en su fiesta de quince aƱos.
—Hace
aƱos, entonces. Ya tiene 23 aƱos —Marcos usĆ³ el celular para mostrar una foto
de la muchacha.
—EstĆ”
muy guapa —afirmĆ³ Kevin al verla, la Ćŗltima vez que la vio parecĆa todavĆa una
niƱa desubicada y malcriada—. Ha de tener muchos pretendientes.
—Oh,
sĆ. Ahora estĆ” soltera, pero no negarĆ© que cuando tiene novio me saca canas
verdes.
Ambos
rieron. Observaron a Lucas que empezaba a balancear el balĆ³n entre sus piernas
mientras el entrenador tomaba notas en una carpeta.
—Tu
sobrino parece tener talento nato, creo que sĆ estarĆ” en nuestro equipo. Por
otro lado, Marcos. Debo ir a la constructora para un proyecto de una empresa que
quiero abrir de perfumes, serĆ” una sucursal.
Y
los hombres quedaron charlando sobre los asuntos de la nueva empresa y su
construcciĆ³n, mientras Lucas empezaba a destacarse en las sesiĆ³n de fĆŗtbol para
el equipo donde finalmente serĆa aceptado.
III
Por
la noche Israel fue invitado a una fiesta en sociedad de una paciente de odontologĆa que le habĆa invitado, Ć©l para liberar el estrĆ©s accediĆ³ a ir. Y
con sorna se acercĆ³ hasta donde estaba su reconocido y enemigo Adam acompaƱado
de su novia.
—Caray,
Adam. ¿QuĆ© te colocaste en medio de las piernas —con la vista seƱalĆ³ al paquete
protuberante en la ropa de etiqueta del hombre—. ¿Tienes un calcetĆn? ¡Jajaja!
—Por
favor, Israel. No nos molestes —pidiĆ³ Elisa—. Vamos a estar aquĆ en una
profunda paz. Esta fiesta no nos corresponde acabarla.
—Pero
si estoy bromeando con mi buen amigo, Adam.
—Calla
tu apestosa boca o te la parto a puƱos —amenazĆ³ Adam.
—Es
que hombre, me sorprende que esos pantalones sean tan engaƱosos... ¿No se te
olvida que tienes un micropene, o sĆ?
—No
tengo por quĆ© oĆr tus estupideces. Vamos, amor.
—Espera,
Adam —pidiĆ³ Israel, celoso porque a pesar de todo Elisa sentĆa una profunda
devociĆ³n por su novio—. Compara tu bulto con el mio —se agarrĆ³ el paquete
ondulado en el pantalĆ³n—. A comparaciĆ³n con el tuyo, parece de bebĆ©... creo
que hasta mis sobrino Vicente la tiene mĆ”s grande. ¿Cierto, Elisa?
—CĆ”llate,
Israel. Has bebido mucho.
—Ahora,
mira esto Adam —el dentista tomĆ³ asiento dejando que sus pesadas bolas se
marcaran en su entrepierna. AbriĆ³ mĆ”s los muslos para marcar sus atributos
masculinos—. ¿Ya saben lo que es un hombre completo y otro con un pito chico? —preguntĆ³
al abandonar asiento.
—Lo
que sĆ©, es que me tienes harto, cabrĆ³n.
Enseguida AdĆ”m estirĆ³ la mano y apretĆ³ los
grandes cojones de Israel, Elisa retrocediĆ³ asustada e Israe mirĆ³ fijamente a
Adam, abriendo la boca y arrugando la frente en el dolor que sentĆa desde las pelotas. Adam comenzĆ³ a tirar
duramente de sus testĆculos.
—¡Oh, por favor! ¡POR FAVOR, sueltame —susurrĆ³
casi ahogado y desesperado Israel—. Ahhhh, suel... suelta.
—¿QuĆ© haces? Adam, detente.
Pero Ć©l no escuchĆ³ a su novia, se limitĆ³ a
tirar hacia abajo las bolas, las personas cercanas a ellos se limitaban a
mirarlos con curiosidad. Israel soltĆ³ un pesado jadeo y mirĆ³ hacia abajo, entre
sus piernas la mano fija de Adam se aferraba a sus bolas.
Israel estaba sufriendo un pƔnico total, y
sin poder reunir la fuerza y apartar la intrusa mano de Adam. De sus tiernos
ojos brotaron sendas lĆ”grimas porque el dolor se intensificaba y le destripaba el estĆ³mago.
—Detente, Adam, nos estĆ”n mirando —dijo
Elisa.
Adam estirĆ³ las bolas de Israel cada vez mĆ”s
lejos de su entrepierna, sin descanso.
—Ohhhhhh.... por Dios, Adam...... sueltame...
—rogaba Israel con la boca abierta y los ojos desorbitados en pĆ”nico. Sus piernas se estaban doblando sin control.
Adam alargĆ³ las pesadas gĆ³nadas y comenzĆ³ a
retorcer con la mano.
—¡AAAAAAAAARRRRGGGGGGG!
Aquel escandaloso grito de Israel hizo eco en
la reuniĆ³n y permitiĆ³ que el pĆŗblico total ahĆ presente viera la tortura cometida. En cuestiĆ³n de segundos la polla de Israel rebotĆ³ en su pantalĆ³n ante miradas atĆ³nitas. Dentro del sleep un zumo de lĆquido preseminal viscoso
se formĆ³ en la cabeza de la robusta verga.
Israel mirĆ³ hacia abajo mientras Adam seguĆa
en su ira ciega, Elisa colocĆ³ una mano en su pecho rogando que se detuviera.
—La prĆ³xima vez que te metas conmigo, o con
mi novia —hablaba Adam con ira en la voz. Todos le oĆan atentamente—. Te va a
ir peor.
GirĆ³ la mano haciendo que Israel se pusiera
de rodillas por sus bolas, abriendo los ojos con la mirada desorbitada. Por Ćŗltimo
el hombre fue soltado de huevos y con un gemido lastimero se fue de rodillas al
piso sosteniendo con ambas manos sus frƔgiles bolas.
—Adam, es mejor marcharnos.
—Tienes razĆ³n, amor.
El deportista se fue acompaƱado de su novia
mientras Istael se quedaba convulso en el suelo. SerĆa ayudado por una mujer
que fascinada por su ataque a testĆculo lo ayudĆ³ a sentar con los ojos fijos
en la manera en que la entrepierna se mostraba en el pantalĆ³n.
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