Solo asi entienden los hombres - Las Bolas de Pablo

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13 oct 2015

Solo asi entienden los hombres

ORIGINAL DE ZATN



Contiene Ballbusting F/M.


   Nancy  es una bella  Universitaria de  18 aƱos,  trabaja en verano en un restaurante, estĆ” falta de dinero para pagar su prĆ³ximo semestre de ContadurĆ­a PĆŗblica, asĆ­ que necesita trabajar, asĆ­ sea a medio tiempo.



   Inicialmente tenĆ­a problemas en el trabajo con su jefe inmediato, pero ella es una chica decidida y confrontadora, asĆ­ que pronto  logrĆ³ arreglar el  asunto a su favor.

   A continuaciĆ³n se narra cĆ³mo lo logrĆ³.

   Nancy labora en una sucursal de la famosa cadena de  restaurante de comidas rĆ”pidas Subway… eh… quiero decir Supway (asĆ­ no se violan derechos de imagen  y/o  publicidad… es Supway).

Restaurante SUPWAY.

   En el trabajo, Antonio un hombre de 31 aƱos, quien es el subgerente de la sucursal y nieto del dueƱo del local, se encapricha con Nancy.


El nieto del Jefe.

   Antonio es una molestia para todo el personal femenino del restaurante, pervertido y acosador… tiene un gusto peculiar por la retaguardia femenina…. el trasero de las chicas lo enloquece.

   Desafortunadamente para el caso, Nancy es dueƱa de una cola firme y que luce muy bien en ajustadĆ­simas  minifaldas… atrayendo la atenciĆ³n del nieto del Jefe.

   Apenas el estricto y amargado seƱor MĆ©ndez, abuelo de Antonio, contratĆ³ a Nancy, ella y el nieto tuvieron el primer roce.

El amargado seƱor MƩndez.

   Antonio no pudo evitar quedar embobado observando al detalle el carnoso trasero de la nueva empleada… el primer dĆ­a vestĆ­a un ajustado traje que le hizo agua la boca.


El trasero de Nancy.


   Ante ese trasero a Antonio se le saltaron los ojos de una forma antinatural.


La mirada de Antonio.

   La mujer le sorprendiĆ³ observĆ”ndole la cola y molesta le reclamĆ³: “deja de verme el trasero, podrĆ”s ser el nieto del jefe pero no dejare que me faltes al respeto!”.

   De inmediato el hombre se disculpĆ³ y demĆ”s, al parecer las cosas quedaron calmadas, pero Nancy supo al instante que tipo de hombre era y que los problemas continuarĆ­an.

   AsĆ­ sucediĆ³!, cada dĆ­a que pasaba, Antonio cometĆ­a un acercamiento poco decente para con Nancy.

   La cantidad de pĆŗblico en horas de labores, y el cubierto uniforme de las empleadas, no daban pie a Antonio para abordar a la mujer a sus anchas.

   Cerca de la hora de la salida, Antonio pedĆ­a a Nancy quedarse unas horas mĆ”s para ayudarle en las cuentas del negocio, dado los conocimientos de la joven en contabilidad.

   Ya cerrado el negocio y ella nuevamente con su ceƱida  ropa de calle, para Antonio el momento era perfecto para degustar con la mirada su enorme retaguardia.

   Nancy aceptaba aguantarse al hijo del jefe,  pues por horas extras ganaba mĆ”s dinero…pero mientras mĆ”s tiempo pasaba Antonio junto a ella, mĆ”s difĆ­cil le era controlar sus impulsos masculinos y terminaba acosĆ”ndola fĆ­sicamente… Nancy sĆ³lo soportĆ³ tres dĆ­as las perversiones de Antonio.

PRIMER DƍA.

11:30 de la noche. Nancy ayuda a Antonio en las cuentas, en cierto momento  va a la cocina a buscar algo, el verla caminar y menear el trasero, es el lĆ­mite de Antonio, quien se le lanza por detrĆ”s.

   Estando ella frente a  la mesa de la cocina, Antonio apoya su entrepierna contra el enorme trasero de la chica, sonriĆ©ndole tontamente, esperando una respuesta positiva por parte de la mujer.

   Nancy: “pero que hace!, quĆ­tate!”.

   El hombre le pide disculpas y trata de calmarla, pero sin mover sus atributos viriles del contacto con la mujer.

   La chica se tranquiliza un poco, cansada por lo idiota del sujeto; Ante esta reacciĆ³n Antonio daba por hecho que ella cederĆ­a… seguramente la posiciĆ³n de Ć©l en la empresa, y  su atractivo fĆ­sico (segĆŗn Ć©l mismo), harĆ­an que Nancy accediera a sus cochinas intenciones.

   Nancy se sintiĆ³ asqueada por el acoso del nieto del jefe; lo que no podĆ­a ignorar, era el gran paquete que sentĆ­a en su trasero, Antonio de seguro tenĆ­a un gran miembro viril.

   Pero la mujer  toma las cosas con calma, a su alcance tiene un gran  tazĆ³n de salsa… la salsa secreta del restaurante.

   La sonrisa de Antonio desapareciĆ³ cuando un litro de pastosa y agria salsa le inunda el pantalĆ³n y la ropa interior, manchando todo lo que vestĆ­a de la cintura para abajo; sin duda ropa muy costosa se daĆ±Ć³ para siempre.

   Nancy: “prueba un poco la salsa secreta!...seguro tu si sabes de que estĆ” hecha!”.

   Antonio se enfadĆ³  y reclamĆ³ iracundo: “Pero que haces mujer!”.

   Seguidamente, la mujer toma una cuchara con lo Ćŗltimo de la salsa secreta, y se la introduce en la boca al pervertido, justo cuando el molesto sujeto  abrĆ­a su boca para lanzarle un grueso insulto.

   Nancy: “cĆ”llate! y pruĆ©bala querido”.

   El hombre  cesa en su enfado, resignado ante el rechazo de la bella y culona Nancy… la cual se aleja con rostro enfadado y se marcha del sitio.

   Antonio solo piensa en que pasĆ³, que hizo mal?...pero como la desea!… ese trasero!, esas caderas!, en minifalda….Ufff.


   Antonio se limpiaba el pantalĆ³n, mientras decĆ­a en voz baja: “Salsa secreta?,  Mamacita, maƱana te harĆ© probar mi salsa secreta!, la que tengo aquĆ­ en mis huevas!”.

  El sujeto se agarrĆ³ el paquete. “mujer, todo un litro de salsa te vas a tomar!”.  Estaba decidido a que poseerĆ­a  a esa mujer… MaƱana lo volverĆ­a a intentar.

SEGUNDO DƍA.
   10:45 de la noche. Antonio  aborda  a Nancy, nuevamente en la cocina le coloca su erecto pene entre las nalgas de la mujer con bello trasero, quien siente esta vez mĆ”s profundo el caliente miembro… estĆ” a punto de romperle la minifalda.

   Nancy se enfada en verdad y piensa: -este tipo sĆ­ que es molestoso!…se cree un toro o algo asĆ­, deberĆ­a… deberĆ­a patearle los……..-,  entonces la mujer observa a su alcance el grifo extensible, y alargĆ”ndolo tras de sĆ­ riega toda la entrepierna del macho.

   Antonio: “que te pasa?, cierra eso!”.

   Nancy: “apĆ”gate un poco, toro bravĆ­o”.

   La mujer no cesa en su actuar, le baƱa por completo y amenaza: “la prĆ³xima vez hago pĆŗblico tus cochinadas, gran perro!”.

   Nancy se marcha una vez mĆ”s, pensado: -que idiota de tipo-.

   Antonio con toda la ropa empapada (especialmente en la entrepierna), estĆ” una vez mĆ”s enfurecido, golpea las ollas de la cocina desahogando su frustraciĆ³n: “me las pagarĆ”s putica!….ese trasero serĆ” mĆ­o!, de maƱana no pasa este asunto!, LO JURO!”-.

TERCER DƍA.
                              10:48 de la noche.  Antonio estaba mĆ”s decidido y no  pasarĆ­a vergĆ¼enzas hoy, ha aprehendido  de sus dos noches de fracasos.

   Nancy estaba mĆ”s linda que nunca, con una minifalda ceƱida a esa protuberantes nalgas.


¡QuĆ© Trasero !!!!!.

   Para Antonio fue casi imposible ocultar su erecciĆ³n durante la jornada laboral y llego el momento de cogerle una vez mĆ”s ese gran culo… ¡ese culo que lo enloquecĆ­a!

   AsĆ­ entonces la aborda una vez mĆ”s, pero esta vez la agarra por detrĆ”s, cruzando sus masculinos brazos alrededor de la fĆ­sicamente frĆ”gil mujer, ¡es un abrazo de Oso!

   Con los brazos inmovilizados, de pie contra la mesa de la cocina  y con un duro pene clavĆ”ndose entre sus glĆŗteos, la mujer estĆ” sin salida.

   Eso es lo piensa Antonio, que expresa: “hoy no te me escapas primor… jugaremos esta noche!”

   Nancy siempre mostrĆ”ndose calmada, analiza su situaciĆ³n y rĆ”pidamente planea como zafarse del incomodo tipo, piensa:- este idiota ya me tiene harta!...te crees muy ingenioso no?,  Pues ya verĆ”s!…te ira mal el dĆ­a de hoy, esta noche no la olvidaras en lo que te resta de vida!... me librarĆ© de tu tonto acoso!-.

   Nancy: “Ok, tu ganas, jugaremos entonces, sĆ³lo suĆ©ltame, si?”.

   Antonio no se confĆ­a de su fĆ”cil ceder: “no te dejarĆ© ir, no soy tonto para soltarte y que te me escapes  como ayer”.

   Nancy: “es que me lastimas Antonio!, suĆ©ltame y hare lo que quieras”.

   Antonio niega con la cabeza, no la soltarĆ”!, empieza a empujar su erecta y hĆŗmeda verga contra la minifalda de la mujer.

   Nancy: “esto es un delito Antonio, te puede ir mal si no me sueltas”.

   Antonio: “no me denunciarĆ”s…mi padre es poderoso, ademĆ”s necesitas el empleo, no quiero hacerte daƱo dulzura, pero tĆŗ te lo buscaste por rechazarme estos dos dĆ­as; vamos!, accede por las buenas, no tienes opciĆ³n, mira que soy un hombre con fuerza… te puedo coger si quiero a las malas, no puedes hacer nada”.

   Nancy se molestĆ³ un poco y replicĆ³: “con que no puedo hacer nada por ser mujer eh?”. 

   ForcejeĆ³ con mĆ”s energĆ­a tratando de vibrarse el fuerte y cĆ”lido abrazo.

   Antonio: “deja de luchar Nancy, no tienes la fuerza para soltarte… es inĆŗtil mujer”.

   La mujer seguĆ­a intentando rivalizar con la fuerza de su captor, pero era inĆŗtil comparar fĆ­sicos.

   Antonio: “no te resistas mĆ”s, mira que te compensarĆ©”.

   Nancy le siguiĆ³ el juego: “que me ofreces entonces?”.

   Antonio: “lo que tĆŗ quieras… dĆ©jate meter mi verga y te subo el sueldo, te lo doblo, de mi propio bolsillo… que dices eh?... te suena la idea verdad?”.

   Nancy sonriĆ³ avalando el trato que le proponĆ­a Antonio… el pobre incauto no sospechaba lo que planeaba la mujer.

   Nancy: “de acuerdo acepto… pero suĆ©ltame ya”.

   Pero entonces Antonio la sorprendiĆ³, se niega a soltarla: “no te suelto, asĆ­ agarrada te tengo mĆ”s sabroso…que calientito cuerpo tienes y que trasero!!... jugaremos asĆ­  teniĆ©ndote agarradita, mamacita!”.

   El pervertido no cesaba en restregar el erecto pene  contra las nalgonas de Nancy.

   Pronto con una mano, y sin liberarla, desabrocho su cinturĆ³n; en ese instante Nancy cambio de estrategia.

   La mujer como pudo se abriĆ³ de piernas, y pronuncio su retaguardia contra la verga de Antonio, el cual quedĆ³ fascinado ante lo que su aun guardado pene sentĆ­a.

   El excitadĆ­simo Antonio no imaginaba el plan de la astuta mujer, al abrir sus piernas y retroceder su cola, la mujer hizo espacio y a pesar de tener los brazos capturados, logrĆ³ introducir sus manos entre la mesa y ella, seguido las bajĆ³ colocĆ”ndolas  entre sus propios muslos… quedando a centĆ­metros de la entrepierna de Antonio, que degustaba el mĆ”s Ć­ntimo roce pene-trasero.

   El incauto Antonio ante mĆ”s espacio, metiĆ³ con complacencia su puntiagudo pantalĆ³n por entre las piernas de la mujer, la cual alcanzaba a ver como la pronunciada erecciĆ³n sobresalĆ­a  bajo su minifalda.

   Nancy nota lo largo que era el pene del nieto del jefe. Con las manos toca la punta del glande aun cubierto por el pantalĆ³n, mĆ”s hĆŗmeda queda toda la tela de la punta de la prenda.

   La mujer guiĆ³ sus manos mĆ”s abajo y hacia atrĆ”s, al alcance de ese par de esferas que les cuelgan a los hombres bajo el pene.

   Un rĆ”pido y firme doble palmotazo impactĆ³ en el Ć”rea testicular de Antonio… Cada palma golpeĆ³  uno de los huevos  del pervertido.

   El palmoteo sonĆ³ con fuerza: PAAAFFFFFFFFF!!!!.

   Un  AAAAUuuuuuhhh se escuchĆ³ de inmediato mientras Antonio abrĆ­a los ojos de par en par, liberaba a Nancy y retrocedĆ­a sorprendido y asustado.

   Defensivamente Antonio cubre su dolida hombrĆ­a mientras Nancy se le acerca sonriente.
El hombre le hace seƱas de que se aleje.

   Nancy con cara seria expresa: “ahora  entiendes lo que pasa cuando molestas  a alguien como yo verdad, pervertido!”.

   El rostro de Antonio esta congestionado, no fue un golpe fuerte, pero lo tomĆ³ desprevenido y sus gĆ³nadas eran bastante delicadas dado su buen tamaƱo. Esto era algo que Nancy ya conocĆ­a, El abuelo de Antonio y jefe de la sucursal SUPWAY,  era un viejo al que todas las empleadas notaban lo grande y colgante de los testĆ­culos en sus pantalones, casi alcanzaban la mitad de sus muslos.

   Todas adjudicaban esto a la avanzada edad del anciano, pero desde el primer dĆ­a, Nancy noto en el nieto un bulto similar, se notaba que al pervertido tambiĆ©n le colgaban  bastante unos huevos de gran tamaƱo dentro de sus holgados boxers.

   Cuando la noche anterior le empapo con la manguera  toda la entrepierna, Nancy observo mĆ”s detalladamente el tamaƱo de esas gĆ³nadas.

   Justo hace unos segundos, antes de lanzarle las sendas palmadas, Nancy recordĆ³ el tamaƱo de sus blancos pensando: “cierto que este idiota tiene las bolas grandes…bueno, peor para Ć©l!”.

   Inmediatamente tras el golpe, la mujer  se vio las manos mientras murmuraba para sĆ­: 

   “vaya que las tiene grandes! ”. De pronto le expresĆ³ con voz alta y  firme al adolorido Antonio: “HuevĆ³n!!”.

  Antonio respiraba lenta y profundamente, mientras la mujer gozaba  y se burlaba: “te duelen las huevas cariƱo?”.

   Antonio articulo palabra molesto: “cĆ³mo te atreves!”.

   Nancy: “una palmadita en los huevos  y ya estas llorando?”.

   Antonio: “te burlaste de mĆ­!”.

   Nancy: “que creĆ­as?, que abrĆ­a mis piernas para que metieras tu verga… que tonto eres!, las abrĆ­ para poder usar mis manos por debajo y darte en tus malditos huevos… eres un tonto!”.

   Antonio se quejĆ³ una vez mĆ”s. La joven le restregĆ³ en la cara lo dicho por el antes: “que decĆ­as de ser una mujer dĆ©bil, y tu un hombre fuerte?... mĆ­rate ahora!, esta mujer te dejo doblado a la mitad”.

Antonio: “eres una maldita!”.

Antonio enfurecido por el haber sido visto como un ingenuo, se lanzĆ³ contra Nancy hecho una bestia.

Su reacciĆ³n era simple… la violencia machista ante la imposibilidad de lograr las cosas.

   Nancy se vio sorprendida ante la embestida de Antonio; Cuando la tomĆ³ de los hombros y la estrellĆ³ contra el mesĆ³n de la cocina, sintiĆ³ temor por un instante… pero de inmediato se tranquilizĆ³, ella es una mujer de sangre frĆ­a y pronto planeo cĆ³mo salir de la incĆ³moda situaciĆ³n en la que se encontraba.

   A continuaciĆ³n Nancy se mostrĆ³ asustada, su rostro denotaba desesperaciĆ³n y sus lĆ”grimas casi afloraban….todo era parte de un plan elaborado.

   Antonio se desahogĆ³ con ella insultĆ”ndola, llamĆ”ndola puta, zorra, etc… y su ego masculino se inflĆ³ al ver el efecto que generaba en ella.

   La mujer casi llora pidiĆ©ndole piedad al macho, lo que ignoraba Antonio son las clases de actuaciĆ³n que alguna vez tomĆ³ Nancy y que las usaba con frecuencia para engaƱar a la gente.

   AsĆ­ las cosas, Nancy en el papel de desvalida mujer, lograba frenar la ira del iracundo Antonio… a la vez que con  promesas lograba excitarlo.

Nancy: “te la chuparĆ©… toda!, la cabeza de la verga…. te gustarĆ”…y…, y las huevas tambiĆ©n!, perdĆ³n por golpeĆ”rtelas, te las acariciarĆ©, te las besarĆ© y te las lamerĆ©… de rodillas!, lo harĆ© de rodillas… pero  por favor no me hagas daƱo!”.

    Mientras mĆ”s lo engaƱaba, mĆ”s pensaba ella: -eres un estĆŗpido!, te voy a tratar muy mal, pero te lo buscaste-.

   Nancy sentĆ­a como el bulto de Antonio crecĆ­a una vez mĆ”s y mucho mĆ”s… sin dejar de  presionarlo contra su vulva, queriendo  metĆ©rselo  en la cueva de Nancy sin haberlo desnudado siquiera.

   Nancy:-vaya que la tiene grande, dura y parece como si me fuera a quemar-.

   Para el hombre no hay marcha atrĆ”s, tomarĆ” el cuerpo de la mujer, allĆ­ mismo, el piso serĆ” su cama.

   De improviso Nancy besa a Antonio: “te lo ruego…accederĆ© a lo que tĆŗ quieras…pero no me golpees… bĆ©same lo que quieras, por favor acepta mi besos, serĆ© una buena mujer”.

   Para el hombre era  una fantasĆ­a hecha realidad, la Rebelde Nancy serĆ” suya , ella se dejarĆ” coger!.

   Antonio inicialmente sorprendido por el beso de Nancy, mueve su lengua y le devuelve el beso… un pasional cruce de labios se da.


   Pero sucede lo inesperado para Ć©l y muy  esperado para la astuta Nancy.

   La joven toma impulso y mientras se da el beso, proyecta su bella rodilla contra la expuesta entrepierna de Antonio.

   Un crujir de nueces se escucha cuando las gĆ³nadas de Antonio chocan contra su pelvis


   Antonio se quejĆ³ aullando: “AAAAUUUUUUUUUUUU!!!!!!!!!!!!”.

   El ejecutivo de restaurante retira bruscamente a su agresora con un empujĆ³n, mientras seguido sus manos cubren tardĆ­amente sus pelotas, de inmediato se dobla a la mitad y tose si cesar.

   Nancy se vanagloria de  lo logrado: “tĆŗ te lo buscaste, me querĆ­as coger?, pues yo no me dejo de nadie ”.

   Una enorme sonrisa en la bella Nancy refleja cĆ³mo se siente. Trata en vano de decirle algo al adolorido hombre, el cual no para de toser… su estĆ³mago esta revuelto.

   Nancy: “oh por favor no vayas a vomitar, no hagas un desastre en el piso”.

   Antonio se retuerce y termina cayendo finalmente al suelo, se contorsiona de un lado a otro.

   El hombre la mira con odio; la mujer continua; “quiero decirte algo, pero por ahora no me pones atenciĆ³n… veo que solo tienes ojos para sobarte las bolas… te darĆ© unos 5 minutos para que te repongas”.

   Antonio lanza un quejido: “Uuuhhhhhhhhhhhh!”.

   Nancy: “Eh, mejor que sean 10 minutos, despuĆ©s de todo te pegue muy duro… y  con lo grande que tienes las bolas… pobre de ti! jajajaja”.

   Antonio: “Uhhhhhh.. quĆ©. Que hiciste?”.

   Nancy: “lo que te dije, acariciarte las bolas!, te gustĆ³?, dame otra oportunidad de estas y te beso y lamo las huevas jajajaja”.

   Antonio: “me engaƱaste”.

   Nancy: “Jajaja, eres muy fĆ”cil de engaƱar!,  jajajaja, eres como un niƱo, jajajaja”.

   Antonio solo podĆ­a quejarse del dolor y la humillaciĆ³n por caer en la treta de la astuta y seductora hembra.

   La mujer permaneciĆ³ de pie junto al adolorido Antonio, viĆ©ndole retorcerse del sufrimiento gonadal, mientras ella observaba el reloj en la pared.

   Pasaron los 10 minutos prometidos y tras Antonio recuperar algo de color en la cara, Nancy continuarĆ­a con lo planeado.

   Antonio se asustĆ³ cuando ve a Nancy  tomar un cuchillo de hoja larga y avanzar hacia Ć©l.

   Nancy murmura: “sĆ³lo asĆ­ entienden los hombres”.

   La mujer se dirige con el afilado cuchillo…directamente a la adolorida zona genital de Antonio!.

   El hombre refuerza la protecciĆ³n manual a sus cojones… mientras la palidez de nuevo surge.

   La fĆ©mina se inclina ante Ć©l y  apunta el cuchillo con gran habilidad contra los dedos de Antonio, tratando de puyarlos para abrir campo a sus genitales… le Amenaza: “de esta no te salvas querido pervertido…. te cortare las bolas!”.

   Un Antonio sudando frio balbucea: “e…es…estĆ”s loca!”.

   Nancy: “entonces no te debiste meter con esta loca!”.

   Nancy menea el arma blanca: “sabes lo que harĆ© con esto?...Eh!…acosador!, violador!”.

   Antonio ruega: “no me capes , por favor!”.

   Una gran risa sale de la boca de la chica, que sabe que tiene toda la atenciĆ³n del hombre y harĆ” lo que ella diga.

   Nancy: “quieres que te perdone?”.

   Antonio; “perdĆ³name. Te lo ruego!”. Las lĆ”grimas casi se le salĆ­an al suplicante varĆ³n.

   Nancy alejĆ³ un poco la afilada arma: “suplicas por tus huevos, nada raro en un tipo, Ok!, te perdonarĆ© esta… mira bien!, hoy  pude cortarte los huevos si hubiera querido… pero te voy a perdonar, asĆ­ que no te vuelvas a meter conmigo… o la prĆ³xima vez… PERDERƁS LOS TESTƍCULOS!!”.

   Ya se retiraba cuando recordĆ³ algo y volviĆ³ a amenazar: “ Ah!  Y cuidadito de decirle al huevon de tu abuelo!, si me despiden por tu boca, te buscarĆ© un dĆ­a en la calle… te cogerĆ© descuidado!, sĆ³lo sentirĆ”s un garrotazo en tu nuca… y para cuando despiertes… no tendrĆ”s bolas!...me las llevarĆ© de trofeo, entendiste!, dejarĆ”s de ser hombre!!!”.

   Antonio pĆ”lido como un muerto, asintiĆ³ con la cabeza.

   Nancy: “entendiste o no!”. La mujer acercĆ³ una vez  mĆ”s el cuchillo a las partes Ć­ntimas de Antonio quien tembloroso  respondiĆ³: “si...si  entendĆ­… no te molestarĆ© de nuevo… lo siento”.

   Luego de levantarse, dejĆ³ el cuchillo en su lugar y fue un instante al refrigerador.

   Al marcharse Nancy le arrojĆ³ al pobre Antonio una bolsa de camarones congelados: “ponte esto para el  dolor y ya deja de temblar!,  pobre diablo!”.

   Camino a casa, la mujer iba contentĆ­sima, el papel de maniĆ”tica le encajaba perfecto, el bobalicĆ³n de Antonio se tragĆ³ todo el cuento de lo psicĆ³pata que era ella, por supuesto que no le cortarĆ­a los genitales… Nancy era una mujer para nada violenta o sĆ”dica, pero a veces habĆ­a que aparentar serlo para poner lĆ­mites a los tipos abusivos.

   Pensaba: -que idiota!, el jura que soy una demente… en sus ojos vi que se creyĆ³ todo, jamĆ”s en la vida me volverĆ” a molestar-.

   -pobre chico, jajajajjaja-.

   A partir de la maƱana siguiente, Antonio evitaba cruzarse con Nancy; la cual para molestarlo a veces le enseƱaba desde lejos un cuchillo, de inmediato el subgerente palidecĆ­a y desaparecĆ­a como por arte de magia del sitio.

   AsĆ­ entonces,  Nancy logrĆ³ arreglar su problemita de acoso laboral, ella conoce muy bien que  sĆ³lo asĆ­ entienden los hombres… SĆ³lo poniendo su hombrĆ­a en riesgo, haciĆ©ndoles temer que dejarĆ”n de ser hombres y de disfrutar de las delicias que pueden obtener de las mujeres.



Fin.

Gracias
Comentarios a zatniktiel@hotmail.com

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