Solo asi entienden los hombres - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

13 oct 2015

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Solo asi entienden los hombres

ORIGINAL DE ZATN



Contiene Ballbusting F/M.


   Nancy  es una bella  Universitaria de  18 aƱos,  trabaja en verano en un restaurante, estĆ” falta de dinero para pagar su próximo semestre de ContadurĆ­a PĆŗblica, asĆ­ que necesita trabajar, asĆ­ sea a medio tiempo.
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   Inicialmente tenĆ­a problemas en el trabajo con su jefe inmediato, pero ella es una chica decidida y confrontadora, asĆ­ que pronto  logró arreglar el  asunto a su favor.

   A continuación se narra cómo lo logró.

   Nancy labora en una sucursal de la famosa cadena de  restaurante de comidas rĆ”pidas Subway… eh… quiero decir Supway (asĆ­ no se violan derechos de imagen  y/o  publicidad… es Supway).
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Restaurante SUPWAY.

   En el trabajo, Antonio un hombre de 31 aƱos, quien es el subgerente de la sucursal y nieto del dueƱo del local, se encapricha con Nancy.

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El nieto del Jefe.

   Antonio es una molestia para todo el personal femenino del restaurante, pervertido y acosador… tiene un gusto peculiar por la retaguardia femenina…. el trasero de las chicas lo enloquece.

   Desafortunadamente para el caso, Nancy es dueƱa de una cola firme y que luce muy bien en ajustadĆ­simas  minifaldas… atrayendo la atención del nieto del Jefe.

   Apenas el estricto y amargado seƱor MĆ©ndez, abuelo de Antonio, contrató a Nancy, ella y el nieto tuvieron el primer roce.
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El amargado seƱor MƩndez.

   Antonio no pudo evitar quedar embobado observando al detalle el carnoso trasero de la nueva empleada… el primer dĆ­a vestĆ­a un ajustado traje que le hizo agua la boca.

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El trasero de Nancy.


   Ante ese trasero a Antonio se le saltaron los ojos de una forma antinatural.

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La mirada de Antonio.

   La mujer le sorprendió observĆ”ndole la cola y molesta le reclamó: ā€œdeja de verme el trasero, podrĆ”s ser el nieto del jefe pero no dejare que me faltes al respeto!ā€.

   De inmediato el hombre se disculpó y demĆ”s, al parecer las cosas quedaron calmadas, pero Nancy supo al instante que tipo de hombre era y que los problemas continuarĆ­an.

   AsĆ­ sucedió!, cada dĆ­a que pasaba, Antonio cometĆ­a un acercamiento poco decente para con Nancy.

   La cantidad de pĆŗblico en horas de labores, y el cubierto uniforme de las empleadas, no daban pie a Antonio para abordar a la mujer a sus anchas.

   Cerca de la hora de la salida, Antonio pedĆ­a a Nancy quedarse unas horas mĆ”s para ayudarle en las cuentas del negocio, dado los conocimientos de la joven en contabilidad.

   Ya cerrado el negocio y ella nuevamente con su ceƱida  ropa de calle, para Antonio el momento era perfecto para degustar con la mirada su enorme retaguardia.

   Nancy aceptaba aguantarse al hijo del jefe,  pues por horas extras ganaba mĆ”s dinero…pero mientras mĆ”s tiempo pasaba Antonio junto a ella, mĆ”s difĆ­cil le era controlar sus impulsos masculinos y terminaba acosĆ”ndola fĆ­sicamente… Nancy sólo soportó tres dĆ­as las perversiones de Antonio.

PRIMER DƍA.

11:30 de la noche. Nancy ayuda a Antonio en las cuentas, en cierto momento  va a la cocina a buscar algo, el verla caminar y menear el trasero, es el lĆ­mite de Antonio, quien se le lanza por detrĆ”s.

   Estando ella frente a  la mesa de la cocina, Antonio apoya su entrepierna contra el enorme trasero de la chica, sonriĆ©ndole tontamente, esperando una respuesta positiva por parte de la mujer.

   Nancy: ā€œpero que hace!, quĆ­tate!ā€.

   El hombre le pide disculpas y trata de calmarla, pero sin mover sus atributos viriles del contacto con la mujer.

   La chica se tranquiliza un poco, cansada por lo idiota del sujeto; Ante esta reacción Antonio daba por hecho que ella cederĆ­a… seguramente la posición de Ć©l en la empresa, y  su atractivo fĆ­sico (segĆŗn Ć©l mismo), harĆ­an que Nancy accediera a sus cochinas intenciones.

   Nancy se sintió asqueada por el acoso del nieto del jefe; lo que no podĆ­a ignorar, era el gran paquete que sentĆ­a en su trasero, Antonio de seguro tenĆ­a un gran miembro viril.

   Pero la mujer  toma las cosas con calma, a su alcance tiene un gran  tazón de salsa… la salsa secreta del restaurante.
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   La sonrisa de Antonio desapareció cuando un litro de pastosa y agria salsa le inunda el pantalón y la ropa interior, manchando todo lo que vestĆ­a de la cintura para abajo; sin duda ropa muy costosa se dañó para siempre.

   Nancy: ā€œprueba un poco la salsa secreta!...seguro tu si sabes de que estĆ” hecha!ā€.

   Antonio se enfadó  y reclamó iracundo: ā€œPero que haces mujer!ā€.

   Seguidamente, la mujer toma una cuchara con lo Ćŗltimo de la salsa secreta, y se la introduce en la boca al pervertido, justo cuando el molesto sujeto  abrĆ­a su boca para lanzarle un grueso insulto.

   Nancy: ā€œcĆ”llate! y pruĆ©bala queridoā€.

   El hombre  cesa en su enfado, resignado ante el rechazo de la bella y culona Nancy… la cual se aleja con rostro enfadado y se marcha del sitio.

   Antonio solo piensa en que pasó, que hizo mal?...pero como la desea!… ese trasero!, esas caderas!, en minifalda….Ufff.

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   Antonio se limpiaba el pantalón, mientras decĆ­a en voz baja: ā€œSalsa secreta?,  Mamacita, maƱana te harĆ© probar mi salsa secreta!, la que tengo aquĆ­ en mis huevas!ā€.

  El sujeto se agarró el paquete. ā€œmujer, todo un litro de salsa te vas a tomar!ā€.  Estaba decidido a que poseerĆ­a  a esa mujer… MaƱana lo volverĆ­a a intentar.

SEGUNDO DƍA.
   10:45 de la noche. Antonio  aborda  a Nancy, nuevamente en la cocina le coloca su erecto pene entre las nalgas de la mujer con bello trasero, quien siente esta vez mĆ”s profundo el caliente miembro… estĆ” a punto de romperle la minifalda.

   Nancy se enfada en verdad y piensa: -este tipo sĆ­ que es molestoso!…se cree un toro o algo asĆ­, deberĆ­a… deberĆ­a patearle los……..-,  entonces la mujer observa a su alcance el grifo extensible, y alargĆ”ndolo tras de sĆ­ riega toda la entrepierna del macho.
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   Antonio: ā€œque te pasa?, cierra eso!ā€.

   Nancy: ā€œapĆ”gate un poco, toro bravĆ­oā€.

   La mujer no cesa en su actuar, le baƱa por completo y amenaza: ā€œla próxima vez hago pĆŗblico tus cochinadas, gran perro!ā€.

   Nancy se marcha una vez mĆ”s, pensado: -que idiota de tipo-.

   Antonio con toda la ropa empapada (especialmente en la entrepierna), estĆ” una vez mĆ”s enfurecido, golpea las ollas de la cocina desahogando su frustración: ā€œme las pagarĆ”s putica!….ese trasero serĆ” mĆ­o!, de maƱana no pasa este asunto!, LO JURO!ā€-.

TERCER DƍA.
                              10:48 de la noche.  Antonio estaba mĆ”s decidido y no  pasarĆ­a vergüenzas hoy, ha aprehendido  de sus dos noches de fracasos.

   Nancy estaba mĆ”s linda que nunca, con una minifalda ceƱida a esa protuberantes nalgas.

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”Qué Trasero !!!!!.

   Para Antonio fue casi imposible ocultar su erección durante la jornada laboral y llego el momento de cogerle una vez mĆ”s ese gran culo… Ā”ese culo que lo enloquecĆ­a!

   AsĆ­ entonces la aborda una vez mĆ”s, pero esta vez la agarra por detrĆ”s, cruzando sus masculinos brazos alrededor de la fĆ­sicamente frĆ”gil mujer, Ā”es un abrazo de Oso!

   Con los brazos inmovilizados, de pie contra la mesa de la cocina  y con un duro pene clavĆ”ndose entre sus glĆŗteos, la mujer estĆ” sin salida.

   Eso es lo piensa Antonio, que expresa: ā€œhoy no te me escapas primor… jugaremos esta noche!ā€

   Nancy siempre mostrĆ”ndose calmada, analiza su situación y rĆ”pidamente planea como zafarse del incomodo tipo, piensa:- este idiota ya me tiene harta!...te crees muy ingenioso no?,  Pues ya verĆ”s!…te ira mal el dĆ­a de hoy, esta noche no la olvidaras en lo que te resta de vida!... me librarĆ© de tu tonto acoso!-.

   Nancy: ā€œOk, tu ganas, jugaremos entonces, sólo suĆ©ltame, si?ā€.

   Antonio no se confĆ­a de su fĆ”cil ceder: ā€œno te dejarĆ© ir, no soy tonto para soltarte y que te me escapes  como ayerā€.

   Nancy: ā€œes que me lastimas Antonio!, suĆ©ltame y hare lo que quierasā€.

   Antonio niega con la cabeza, no la soltarĆ”!, empieza a empujar su erecta y hĆŗmeda verga contra la minifalda de la mujer.

   Nancy: ā€œesto es un delito Antonio, te puede ir mal si no me sueltasā€.

   Antonio: ā€œno me denunciarĆ”s…mi padre es poderoso, ademĆ”s necesitas el empleo, no quiero hacerte daƱo dulzura, pero tĆŗ te lo buscaste por rechazarme estos dos dĆ­as; vamos!, accede por las buenas, no tienes opción, mira que soy un hombre con fuerza… te puedo coger si quiero a las malas, no puedes hacer nadaā€.

   Nancy se molestó un poco y replicó: ā€œcon que no puedo hacer nada por ser mujer eh?ā€. 

   Forcejeó con mĆ”s energĆ­a tratando de vibrarse el fuerte y cĆ”lido abrazo.

   Antonio: ā€œdeja de luchar Nancy, no tienes la fuerza para soltarte… es inĆŗtil mujerā€.

   La mujer seguĆ­a intentando rivalizar con la fuerza de su captor, pero era inĆŗtil comparar fĆ­sicos.

   Antonio: ā€œno te resistas mĆ”s, mira que te compensarĆ©ā€.

   Nancy le siguió el juego: ā€œque me ofreces entonces?ā€.

   Antonio: ā€œlo que tĆŗ quieras… dĆ©jate meter mi verga y te subo el sueldo, te lo doblo, de mi propio bolsillo… que dices eh?... te suena la idea verdad?ā€.

   Nancy sonrió avalando el trato que le proponĆ­a Antonio… el pobre incauto no sospechaba lo que planeaba la mujer.

   Nancy: ā€œde acuerdo acepto… pero suĆ©ltame yaā€.

   Pero entonces Antonio la sorprendió, se niega a soltarla: ā€œno te suelto, asĆ­ agarrada te tengo mĆ”s sabroso…que calientito cuerpo tienes y que trasero!!... jugaremos asĆ­  teniĆ©ndote agarradita, mamacita!ā€.

   El pervertido no cesaba en restregar el erecto pene  contra las nalgonas de Nancy.

   Pronto con una mano, y sin liberarla, desabrocho su cinturón; en ese instante Nancy cambio de estrategia.

   La mujer como pudo se abrió de piernas, y pronuncio su retaguardia contra la verga de Antonio, el cual quedó fascinado ante lo que su aun guardado pene sentĆ­a.

   El excitadĆ­simo Antonio no imaginaba el plan de la astuta mujer, al abrir sus piernas y retroceder su cola, la mujer hizo espacio y a pesar de tener los brazos capturados, logró introducir sus manos entre la mesa y ella, seguido las bajó colocĆ”ndolas  entre sus propios muslos… quedando a centĆ­metros de la entrepierna de Antonio, que degustaba el mĆ”s Ć­ntimo roce pene-trasero.

   El incauto Antonio ante mĆ”s espacio, metió con complacencia su puntiagudo pantalón por entre las piernas de la mujer, la cual alcanzaba a ver como la pronunciada erección sobresalĆ­a  bajo su minifalda.
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   Nancy nota lo largo que era el pene del nieto del jefe. Con las manos toca la punta del glande aun cubierto por el pantalón, mĆ”s hĆŗmeda queda toda la tela de la punta de la prenda.

   La mujer guió sus manos mĆ”s abajo y hacia atrĆ”s, al alcance de ese par de esferas que les cuelgan a los hombres bajo el pene.

   Un rĆ”pido y firme doble palmotazo impactó en el Ć”rea testicular de Antonio… Cada palma golpeó  uno de los huevos  del pervertido.

   El palmoteo sonó con fuerza: PAAAFFFFFFFFF!!!!.

   Un  AAAAUuuuuuhhh se escuchó de inmediato mientras Antonio abrĆ­a los ojos de par en par, liberaba a Nancy y retrocedĆ­a sorprendido y asustado.

   Defensivamente Antonio cubre su dolida hombrĆ­a mientras Nancy se le acerca sonriente.
El hombre le hace seƱas de que se aleje.

   Nancy con cara seria expresa: ā€œahora  entiendes lo que pasa cuando molestas  a alguien como yo verdad, pervertido!ā€.

   El rostro de Antonio esta congestionado, no fue un golpe fuerte, pero lo tomó desprevenido y sus gónadas eran bastante delicadas dado su buen tamaƱo. Esto era algo que Nancy ya conocĆ­a, El abuelo de Antonio y jefe de la sucursal SUPWAY,  era un viejo al que todas las empleadas notaban lo grande y colgante de los testĆ­culos en sus pantalones, casi alcanzaban la mitad de sus muslos.

   Todas adjudicaban esto a la avanzada edad del anciano, pero desde el primer dĆ­a, Nancy noto en el nieto un bulto similar, se notaba que al pervertido tambiĆ©n le colgaban  bastante unos huevos de gran tamaƱo dentro de sus holgados boxers.

   Cuando la noche anterior le empapo con la manguera  toda la entrepierna, Nancy observo mĆ”s detalladamente el tamaƱo de esas gónadas.

   Justo hace unos segundos, antes de lanzarle las sendas palmadas, Nancy recordó el tamaƱo de sus blancos pensando: ā€œcierto que este idiota tiene las bolas grandes…bueno, peor para Ć©l!ā€.

   Inmediatamente tras el golpe, la mujer  se vio las manos mientras murmuraba para sĆ­: 

   ā€œvaya que las tiene grandes! ā€. De pronto le expresó con voz alta y  firme al adolorido Antonio: ā€œHuevón!!ā€.

  Antonio respiraba lenta y profundamente, mientras la mujer gozaba  y se burlaba: ā€œte duelen las huevas cariƱo?ā€.

   Antonio articulo palabra molesto: ā€œcómo te atreves!ā€.

   Nancy: ā€œuna palmadita en los huevos  y ya estas llorando?ā€.

   Antonio: ā€œte burlaste de mĆ­!ā€.

   Nancy: ā€œque creĆ­as?, que abrĆ­a mis piernas para que metieras tu verga… que tonto eres!, las abrĆ­ para poder usar mis manos por debajo y darte en tus malditos huevos… eres un tonto!ā€.

   Antonio se quejó una vez mĆ”s. La joven le restregó en la cara lo dicho por el antes: ā€œque decĆ­as de ser una mujer dĆ©bil, y tu un hombre fuerte?... mĆ­rate ahora!, esta mujer te dejo doblado a la mitadā€.

Antonio: ā€œeres una maldita!ā€.

Antonio enfurecido por el haber sido visto como un ingenuo, se lanzó contra Nancy hecho una bestia.

Su reacción era simple… la violencia machista ante la imposibilidad de lograr las cosas.

   Nancy se vio sorprendida ante la embestida de Antonio; Cuando la tomó de los hombros y la estrelló contra el mesón de la cocina, sintió temor por un instante… pero de inmediato se tranquilizó, ella es una mujer de sangre frĆ­a y pronto planeo cómo salir de la incómoda situación en la que se encontraba.

   A continuación Nancy se mostró asustada, su rostro denotaba desesperación y sus lĆ”grimas casi afloraban….todo era parte de un plan elaborado.

   Antonio se desahogó con ella insultĆ”ndola, llamĆ”ndola puta, zorra, etc… y su ego masculino se infló al ver el efecto que generaba en ella.

   La mujer casi llora pidiĆ©ndole piedad al macho, lo que ignoraba Antonio son las clases de actuación que alguna vez tomó Nancy y que las usaba con frecuencia para engaƱar a la gente.

   AsĆ­ las cosas, Nancy en el papel de desvalida mujer, lograba frenar la ira del iracundo Antonio… a la vez que con  promesas lograba excitarlo.

Nancy: ā€œte la chuparé… toda!, la cabeza de la verga…. te gustarÔ…y…, y las huevas tambiĆ©n!, perdón por golpeĆ”rtelas, te las acariciarĆ©, te las besarĆ© y te las lameré… de rodillas!, lo harĆ© de rodillas… pero  por favor no me hagas daƱo!ā€.

    Mientras mĆ”s lo engaƱaba, mĆ”s pensaba ella: -eres un estĆŗpido!, te voy a tratar muy mal, pero te lo buscaste-.

   Nancy sentĆ­a como el bulto de Antonio crecĆ­a una vez mĆ”s y mucho mĆ”s… sin dejar de  presionarlo contra su vulva, queriendo  metĆ©rselo  en la cueva de Nancy sin haberlo desnudado siquiera.

   Nancy:-vaya que la tiene grande, dura y parece como si me fuera a quemar-.

   Para el hombre no hay marcha atrĆ”s, tomarĆ” el cuerpo de la mujer, allĆ­ mismo, el piso serĆ” su cama.

   De improviso Nancy besa a Antonio: ā€œte lo ruego…accederĆ© a lo que tĆŗ quieras…pero no me golpees… bĆ©same lo que quieras, por favor acepta mi besos, serĆ© una buena mujerā€.

   Para el hombre era  una fantasĆ­a hecha realidad, la Rebelde Nancy serĆ” suya , ella se dejarĆ” coger!.

   Antonio inicialmente sorprendido por el beso de Nancy, mueve su lengua y le devuelve el beso… un pasional cruce de labios se da.
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   Pero sucede lo inesperado para Ć©l y muy  esperado para la astuta Nancy.

   La joven toma impulso y mientras se da el beso, proyecta su bella rodilla contra la expuesta entrepierna de Antonio.
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   Un crujir de nueces se escucha cuando las gónadas de Antonio chocan contra su pelvis

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   Antonio se quejó aullando: ā€œAAAAUUUUUUUUUUUU!!!!!!!!!!!!ā€.

   El ejecutivo de restaurante retira bruscamente a su agresora con un empujón, mientras seguido sus manos cubren tardĆ­amente sus pelotas, de inmediato se dobla a la mitad y tose si cesar.

   Nancy se vanagloria de  lo logrado: ā€œtĆŗ te lo buscaste, me querĆ­as coger?, pues yo no me dejo de nadie ā€.

   Una enorme sonrisa en la bella Nancy refleja cómo se siente. Trata en vano de decirle algo al adolorido hombre, el cual no para de toser… su estómago esta revuelto.

   Nancy: ā€œoh por favor no vayas a vomitar, no hagas un desastre en el pisoā€.

   Antonio se retuerce y termina cayendo finalmente al suelo, se contorsiona de un lado a otro.

   El hombre la mira con odio; la mujer continua; ā€œquiero decirte algo, pero por ahora no me pones atención… veo que solo tienes ojos para sobarte las bolas… te darĆ© unos 5 minutos para que te repongasā€.

   Antonio lanza un quejido: ā€œUuuhhhhhhhhhhhh!ā€.

   Nancy: ā€œEh, mejor que sean 10 minutos, despuĆ©s de todo te pegue muy duro… y  con lo grande que tienes las bolas… pobre de ti! jajajajaā€.

   Antonio: ā€œUhhhhhh.. quĆ©. Que hiciste?ā€.

   Nancy: ā€œlo que te dije, acariciarte las bolas!, te gustó?, dame otra oportunidad de estas y te beso y lamo las huevas jajajajaā€.

   Antonio: ā€œme engaƱasteā€.

   Nancy: ā€œJajaja, eres muy fĆ”cil de engaƱar!,  jajajaja, eres como un niƱo, jajajajaā€.

   Antonio solo podĆ­a quejarse del dolor y la humillación por caer en la treta de la astuta y seductora hembra.

   La mujer permaneció de pie junto al adolorido Antonio, viĆ©ndole retorcerse del sufrimiento gonadal, mientras ella observaba el reloj en la pared.

   Pasaron los 10 minutos prometidos y tras Antonio recuperar algo de color en la cara, Nancy continuarĆ­a con lo planeado.

   Antonio se asustó cuando ve a Nancy  tomar un cuchillo de hoja larga y avanzar hacia Ć©l.

   Nancy murmura: ā€œsólo asĆ­ entienden los hombresā€.

   La mujer se dirige con el afilado cuchillo…directamente a la adolorida zona genital de Antonio!.
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   El hombre refuerza la protección manual a sus cojones… mientras la palidez de nuevo surge.

   La fĆ©mina se inclina ante Ć©l y  apunta el cuchillo con gran habilidad contra los dedos de Antonio, tratando de puyarlos para abrir campo a sus genitales… le Amenaza: ā€œde esta no te salvas querido pervertido…. te cortare las bolas!ā€.

   Un Antonio sudando frio balbucea: ā€œe…es…estĆ”s loca!ā€.

   Nancy: ā€œentonces no te debiste meter con esta loca!ā€.

   Nancy menea el arma blanca: ā€œsabes lo que harĆ© con esto?...Eh!…acosador!, violador!ā€.

   Antonio ruega: ā€œno me capes , por favor!ā€.

   Una gran risa sale de la boca de la chica, que sabe que tiene toda la atención del hombre y harĆ” lo que ella diga.

   Nancy: ā€œquieres que te perdone?ā€.

   Antonio; ā€œperdóname. Te lo ruego!ā€. Las lĆ”grimas casi se le salĆ­an al suplicante varón.

   Nancy alejó un poco la afilada arma: ā€œsuplicas por tus huevos, nada raro en un tipo, Ok!, te perdonarĆ© esta… mira bien!, hoy  pude cortarte los huevos si hubiera querido… pero te voy a perdonar, asĆ­ que no te vuelvas a meter conmigo… o la próxima vez… PERDERƁS LOS TESTƍCULOS!!ā€.

   Ya se retiraba cuando recordó algo y volvió a amenazar: ā€œ Ah!  Y cuidadito de decirle al huevon de tu abuelo!, si me despiden por tu boca, te buscarĆ© un dĆ­a en la calle… te cogerĆ© descuidado!, sólo sentirĆ”s un garrotazo en tu nuca… y para cuando despiertes… no tendrĆ”s bolas!...me las llevarĆ© de trofeo, entendiste!, dejarĆ”s de ser hombre!!!ā€.

   Antonio pĆ”lido como un muerto, asintió con la cabeza.

   Nancy: ā€œentendiste o no!ā€. La mujer acercó una vez  mĆ”s el cuchillo a las partes Ć­ntimas de Antonio quien tembloroso  respondió: ā€œsi...si  entendí… no te molestarĆ© de nuevo… lo sientoā€.

   Luego de levantarse, dejó el cuchillo en su lugar y fue un instante al refrigerador.

   Al marcharse Nancy le arrojó al pobre Antonio una bolsa de camarones congelados: ā€œponte esto para el  dolor y ya deja de temblar!,  pobre diablo!ā€.

   Camino a casa, la mujer iba contentĆ­sima, el papel de maniĆ”tica le encajaba perfecto, el bobalicón de Antonio se tragó todo el cuento de lo psicópata que era ella, por supuesto que no le cortarĆ­a los genitales… Nancy era una mujer para nada violenta o sĆ”dica, pero a veces habĆ­a que aparentar serlo para poner lĆ­mites a los tipos abusivos.

   Pensaba: -que idiota!, el jura que soy una demente… en sus ojos vi que se creyó todo, jamĆ”s en la vida me volverĆ” a molestar-.

   -pobre chico, jajajajjaja-.

   A partir de la maƱana siguiente, Antonio evitaba cruzarse con Nancy; la cual para molestarlo a veces le enseƱaba desde lejos un cuchillo, de inmediato el subgerente palidecĆ­a y desaparecĆ­a como por arte de magia del sitio.

   AsĆ­ entonces,  Nancy logró arreglar su problemita de acoso laboral, ella conoce muy bien que  sólo asĆ­ entienden los hombres… Sólo poniendo su hombrĆ­a en riesgo, haciĆ©ndoles temer que dejarĆ”n de ser hombres y de disfrutar de las delicias que pueden obtener de las mujeres.



Fin.

Gracias
Comentarios a zatniktiel@hotmail.com

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