Siempre me ha gustado todo lo relacionado con los dioses griego, hoy he decidido estrenar esta serie inspirada en ellos, solo inspirada.
CONTIENE:
HISTORIA SIN BALLBUSTING
En un inmenso, hermoso y majestuoso palacio adornado en oro y torres muy altas un hombre de cara cuadrada cabello castaƱos espalda y ancha tapada por una camisa de color rosa se preparaba para hablar a travĆ©s del micrĆ³fono en aquel jardĆn del palacio. El podio cubrĆa su pantalĆ³n que se ceƱĆan a sus fuertes muslos morenos y cubrĆa el relieve que formaba su Ć”rea genital. Se aclarĆ³ la garganta mientras releĆa el papel ante sus ojos. Los camarĆ³grafos apuntaban a Ć©l y es que habĆa un gran despliegue tĆ©cnico que transmitirĆa internacionalmente aquel evento. A su oĆdo llegĆ³ el anuncio y Hermes, el mensajero entre los reinos se preparĆ³ para la transmisiĆ³n en vivo:
—Bienvenidos sean todos, estimados televidentes —decĆa a travĆ©s del micrĆ³fono—, quien les saluda HĆ©rmes de Frankfurt transmitiĆ©ndole esto que serĆ” la gran contienda de todos los tiempos el DesafĆo de Reyes, un programa donde conseguiremos al soberano que se casarĆ” con la hermosa reina RubĆ. A lo largo de las semanas lo pretendientes deberĆ”n enfrentarse a terribles desafĆos y serĆ” usted quien con ayuda de la soberana RubĆ escogerĆ”n al hombre mĆ”s valiente y digno de la codiciosa silla tan deseada. ¡Son 16! 16 los hombres se disputarĆ”n el amor de la reina, y vaya que tiene mucho amor por regalar ya que eso es lo que transpira y representa —lanzĆ³ una risa de simpatĆa y complicidad—. Pero antes esta transmisiĆ³n no puede dar inicio sin la presencia del muy terrible, respetado y venerado Rey de reyes... ¡Con ustedes el gran Olimpo! El temido suegro.
Las puertas del palacio se abrieron de par en par bajo un redoble de tambores dando paso a un hombre que bajĆ³ las decenas de escalones de contextura gruesa, cabellos rubios aunque tez bronceada, portaba un ajustado traje con corbata que no hacĆa mĆ”s que ajustarse a los fuertes mĆŗsculos de todo su cuerpo viĆ©ndolo lucir ridĆculamente apretado. Su rostro doblado le hacĆa parecer malhumorado aunque su carĆ”cter lo catalogaba como justo y bondadoso aunque cruel ante los castigos.
—Olimpo —describĆa HĆ©rmes al fornido hombre que ocupaba un hermoso trono de oro y marmol—: es el respetado rey de reyes, dueƱo y seƱor de todos los elementos y poderes sobre nuestra tierra. A quien se adora y acude en momentos de ayuda... quien designa el destino y colaborador en grandes batallas, el que decide el futuro... seƱor sabio el gran Olimpo, rey de reyes.
Olimpo emitiĆ³ una mueca sin demostrar algĆŗn rasgo de emociĆ³n. Hermes tuvo que suspirar y seguir con su elocuencia.
—Ha sido el seƱor Olimpo quien ha cedido a las peticiones de su hija de encontrar un esposo...algĆŗn gallardo caballero valiente que demuestre tener la resistencia, fuerza y sabidurĆa de recibir el amor de su hija y la osadĆa de pertenecer a esta familia inmortal de alto linaje portadores de la antigua historia del mundo... ahora conozcamos a la mujer mĆ”s hermosa sobre este mundo y protagonista de este reallity... la reina RubĆ, hija de Olimpo, diosa del amor, la lujuria y el sexo, quien busca a su amor para compartirlo... mĆ”s de la cuenta... —nueva risa.
La puerta del palacio fue abierta y de allĆ saliĆ³ un aroma a chocolates, rosas y dulces inciensos, la mujer que bajaba contorneando un curvilĆneo cuerpo era de cabellera rubia, rostro divino esculpido por los querubines que trabajaban para su madre, usaba un vestido rojo como el color de la pasio, emanĆ³ suspiro en varios de los hombres que realizan la producciĆ³n del programa, incluso en su padre provocaba perversa y secretas erecciones. RubĆ derrochaba sexualidad y lujuria, amiga de las prostitutas, odiada por las castas. Se sentĆ³ en su trono con marcados de corazones cruzando las piernas tonificadas dejando que se marcara su pomposo trasero. TenĆa grandes pechos con pezones color rosa escondido en aquel vestido.
—¿CĆ³mo te sientes, RubĆ?
—Deseosa de conocer a todos estos sementales que se disputarĆ”n su fuerza por mi —dijo con insinuosa voz—. Me han dicho que todos valen la pena... ya lo decidiremos...
—Directo al grano RubĆ como siempre —catalogĆ³ Hermes—. Ahora bien este programa serĆ” transmitido para todos los continentes en especial en aquellas regiones de los competidores y ustedes ayudarĆ”n a RubĆ a seleccionar al ganador. Sin mĆ”s preĆ”mbulo que iniciĆ© la competencia y vamos a presentar a los valientes reyes...
El cielo de un momento a otro se volviĆ³ oscuro, negro como la noche y de el retumbaba ruidosos truenos, uno tras otro, como si el cielo se hubiera enfurecido de pronto. Un inmenso y morado trueno saliĆ³ desde lo alto para caer al centro del jardĆn, ¡una rĆ”faga, una centella! ¡Electrizante! Y brotando un millĆ³n de chispas moradas o azules emergiĆ³ un hombre de estatura alta, cabellos castaƱos, tez blanca, iba semidesnudo con un bĆ³xer negro mostrando la silueta de la polla y un carnoso trasero, sus piernas parecĆan de roble con muslos muy gruesos y llenos de venas, su torso era musculoso y marcaba al abdomen con el robusto pecho. TenĆa la cara marcaba por una barba aunque de rostro simpatico. El hombre que emergiĆ³ del poderoso y fugaz trueno lanzĆ³ un rugido extendiendo los brazos al cielo de su mano salieron hilos de truenos que se conectaron al cielo.
—Ćl es Electro, rey del trueno —explicaba HĆ©rmes a travĆ©s del micrĆ³fono—, un hombre justo y bondadoso con sus fieles en la regiĆ³n del Voltio castiga a los pecadores y recrimina a los ladrones. No me extraƱarĆa que fuera el favorito de Olimpo por su similitud en el mandato. Los animales que le representan son de tipo ave y lo simboliza el cĆ³ndor. Electro tuvo una destacada participaciĆ³n en La Guerra del agua siendo parte del grupo de aliados luchando contra los rebeldes del fuego.
Electro dejo de rugir para bajar los brazos ya inertes, se inclinĆ³ ante Olimpo y RubĆ y se acercĆ³ a ellos para extender su mano. Al saludarlo RubĆ le abrazĆ³ para sentir su fuerte cuerpo y restregarle los senos al pecho.
—Les regalo el voltio del poder —dijo Electro extendiendo un frasco con una pelota electrizante—, al arrojarla contra su enemigo Ć©l desaparecerĆ”.
Electro caminĆ³ con sus duras piernas hasta el asiento, allĆ dio unas palmadas y el cielo se despejĆ³ con su tranquilo azul y nubes.
—Ahora —hablĆ³ Hermes—, presentaremos a Piro, el rey del fuego, un hombre al que no le gusta que lo burlen ni le engaƱen. No le temblarĆa la mano al ordenar una guerra. Directo de la regiĆ³n Soneira con un volcĆ”n por templo Ć©l es ¡Piro!
Tres hombre que portaban encendidas antorchas se dispersaron en el jardĆn ubicĆ”ndose en posiciĆ³n de triangulo, el fuego de las antorchas creciĆ³ elevĆ”ndose en el aire y se uniĆ³ en uno solo formando una viva llamarada poco a poco se fue formando un ser, uno mitolĆ³gico y grande, un dragĆ³n de fuego saliĆ³ volando por el aire, su cuerpo estaba formado de llamas y escupĆa a las nubes su quemante llamarada. PasĆ³ volando cerca del jardĆn y se elevĆ³ en el aire. De nuevo bajĆ³ cruzando el cielo en direcciĆ³n al suelo donde se estrellĆ³. Poco a poco las llamas se extinguieron dejando a la vista a un hombre alto y de piel bronceada. Iba pulcramente vestido pero se sacudiĆ³ el saco apagando un resto de su fuego. No era guapo pero su cara demostraba que era fogoso en el sexo. CaminĆ³ hacia los reyes con sonrisa mordaz. Se inclinĆ³ ante RubĆ y le dio un beso en la mano, toda su piel se sentĆa caliente. Se inclinĆ³ ante Olimpo regalando una piedra roja que servirĆa de calor en los dĆas de invierno. OcupĆ³ una silla en el extremo opuesto de Electro sin dedicarle mirada alguna.
Al centro del jardĆn cuatro hombres transportaron una inmensa caja cubierta por un manto al situarlo frente a los reyes uno de ellos agarrĆ³ la tela y la quitĆ³, RubĆ profiriĆ³ un grito de asombro, lo que aquellos caucĆ”sicos hombres provenientes de la regiĆ³n frĆa habĆan arrastrado era un gran bloque de hielo y en su interior congelado habĆa un hombre, estaba semidesnudo cubierto por un ajustado calzĆ³n que guardaba una larga polla y un prominente trasero. Su pecho era duro y con grandes pectorales, su rostro atractivo aunque narizĆ³n. TenĆa cabellos oscuros y ondulados.
—Ćl es Ćrtico, rey del hielo, y aunque parezca congelado tiene un carĆ”cter mĆ”s caluroso que el ave fĆ©nix. Detesta las mentiras, y la burla es su peor enemiga. Es un gran atleta y fiero en el combate. ParticipĆ³ en la batalla de la liberaciĆ³n del pueblo de Oliveira, donde lo adoran en nuevos templos... fiel enamorado.
El hombre dentro del bloque de hielo comenzĆ³ a moverse y sobre la superficie se abrieron surcos que pronto hicieron que el hielo se quebrara en millones de aƱicos. AsĆ, el rey Ćrtico lucĆa dominante y fuerte, a medida que respiraba vapor de agua saliĆ³ de su boca. RubĆ le sonriĆ³ levantando una ceja. Ćrtico uniĆ³ las manos y de ellas se formĆ³ una luz azul pĆ”lida, levantĆ³ el brazo y arrojĆ³ el efecto a los pies de RubĆ, ella gritĆ³ sintiendo una rĆ”faga de frĆo en las piernas, (y pensar que no usaba ropa interior) pero pronto del piso surgiĆ³ una estatuilla.
—Es una fiel representaciĆ³n suya, adorada reina del amor —aclarĆ³ Ćrtico tenĆa un acento romantico—, estĆ” hecho de hielo perenne y el calor nunca la derretirĆ”.
—Hermosa —catalogĆ³ RubĆ cogiendo la pieza entre sus manos.
Ćrtico se inclinĆ³ y ocupĆ³ asiento cerca de Electro saludandolo, de veras que tenĆa bonito trasero pensĆ³ RubĆ.
—Y viene el momento de presentar a Aqua, rey del agua, seƱor de los asuntos marinos, dueƱo de los ocĆ©anos y daƱos del mar. Hombre al que nunca le ha gustado perder y con su ira a logrado hundir a mĆ”s de una ciudad con la furia del agua. Su animal mĆ”s representativo la orca. Y se le recuerda por hundir la antigua ciudad de Rurich cuando perdiĆ³ la disputa con otro rey.
A su silencio se empezĆ³ a escuchar un fuerte sonido, de piedras y agua, al ver lo que se precipitaba hacia ellos se aferraron a su asiento, Olimpo sonriĆ³ ante aquel espectĆ”culo, extendiĆ³ la palma de la mano en caso de tener que interceder. Desde la entrada del palacio se veĆa una inmensa ola, atravesĆ³ los muros de entrada sin derribarlos a pesar de la fuerza con que se veĆa venir y asĆ hizo con la fuente de agua al centro y con algunos vehĆculos, era un gran tsunami aunque parecĆa artificial. A escasos metros de los reyes el maremoto desapareciĆ³ con un chasquido fuerte y salpicĆ³ con pequeƱas gotas a los pretendientes en las sillas. Frente a Olimpo y RubĆ estaba inclinado un hombre alto, con una barba y cabello negro. Su piel era blanca y vestĆa camisa con un jeans que se ajustaba a sus fuertes piernas. Con un beso en la mejilla se presentĆ³ a RubĆ, obsequiandole una mata acuĆ”tica.
—Te harĆ” respirar bajo el agua —su voz era seria.
Dio un apretĆ³n de manos y un abrazo a Olimpo y se fue a ocupar un asiento al lado de Piro.
El clima en el palacio se hizo oscuro una vez mĆ”s el cielo se volviĆ³ de noche dejando todo en penumbras, Olimpo tuvo que sonar sus dedos para que focos de luz iluminaran la cara de los allĆ presentes. Se escuchaban vuelos de murciĆ©lagos y cada quien sentĆa un miedo espectral, luego fue aclarando como si se tratara de madrugada alguna y al centro del jardĆn estaba otro caucĆ”sico y alto ejemplar de hombre. Sus barba poblada y su cabellera era negra, su cara rectangular y atractiva a la vista, su torso musculoso y sus piernas eran potencialmente grandes, robustas y muy llenas de mĆŗsculos, tenĆa puesto un calzoncillo gris tan ajustado que hacĆa notar su verga y bolas grandes, aunque no llevo regalo RubĆ se sintiĆ³ satisfecha de, en algĆŗn, momento probar el pene de aquel macho. Luego de inclinarse el pretendiente se dirigiĆ³ a ocupar su asiento.
—Ćl es Salazar —presentaba HĆ©rmes cuando el ambiente volviĆ³ a la normalidad—, es el rey de la oscuridad, los muertos y las sombras. Aunque parece terrible es un hombre tierno y de buen ser. No hay mucha informaciĆ³n de su gobernaciĆ³n pero su morada en el inframundo es la mĆ”s respetada y llena de misterio. Ćl controla todo el tipo de criaturas a la que tememos... todavĆa recuerdo a tu perro de tres cabezas...
Salazar sonriĆ³ e inclinĆ³ la cabeza.
RubĆ suspiro.
"AsĆ que guapo y misterioso... me fascina" pensĆ³.
—Llega el momento de presentar a un nuevo pretendiente —indicĆ³ HĆ©rmes—. Sixto, rey del aire. SeƱor de carĆ”cter fuerte y problemĆ”tico, lo mejor es no desobederlo porque sinoo a los aires te irĆ” a volar.
ParecĆa que decĆa la verdad, pronto sus cabellos comenzaron a moverse y tuvo que sujetarse al podio para no salir volando por los aires. RubĆ cerrĆ³ los ojos la ventisca era dura y Olimpo apretando la mandĆbula tuvo que mover las manos y cada uno de los presentes fue envuelto en un escudo invisible que los protegĆa del tornado que se cernĆa sobre el palacio del rey de reyes. Los arboles y las flores se movĆan con fiereza, las palmas no tenĆan control y la fuente parecĆa que iba a ser arrancada del piso.
—¡ME ARRUINARĆS EL PALACIO! —gritĆ³ Olimpo con una estruendosa voz que se oyĆ³ en toda la regiĆ³n.
De la nada el tornado sobre el jardĆn se extinguiĆ³ dejando una placentera calma. Los escudo tambiĆ©n se desvanecieron. Pronto del cielo cayĆ³ un hombre. AterrizĆ³ inclinado, era calvo. RubĆ suspirĆ³. El rey del aire se enderezĆ³, tambiĆ©n estaba semidesnudo cubierto por un ajustado calzĆ³n rojo que sostenĆa su prominente paquete. Su cuerpo era atlĆ©tico pero marcado con mĆŗsculos la parte baja del abdomen y las piernas estaban llenas de pelos lo que indicaba que no era tan lampiƱo como pretendĆa parecer.
—Es un honor conocerte, RubĆ —declarĆ³ con un acento de paĆs conocido. Se acercĆ³ a ella y le dio un beso en la mano—. Esto —le entregĆ³ una esfera esmeralda—, se convierte en alas cuando lo frotas contra tu cuello. Tiene cuatro usos y acaba cuando tocas el suelo con los pies.
—No sĆ© que es mĆ”s interesante —dijo RubĆ encantada—. Si tu obsequio o tu manera de hacer rabiar a mi padre.
—¡DestruirĆas mi palacio!
—JamĆ”s, gran Olimpo.
Sixto se inclinĆ³ con honor ante Olimpo y se dirigiĆ³ a ocupar un asiento.
—¡Caray! —comentĆ³ Hermes—. Parece que estos reyes no tiene pantalones en sus reinos. Felicito a los que si se vistieron para la ocasiĆ³n.
—Con o sin ropa igual los voy a desnudar —respondiĆ³ RubĆ.
Hubo mĆŗltiples risas.
A oĆdos de los presentes llegĆ³ una melodĆa, desde la entrada del palacio iba caminando otro hombre alto y lleno de mĆŗsculos. Su cuerpo era mostrado al aire y con un bĆ³xer negro. Entonaba una flauta que provocaba mĆŗltiples sensaciones en los presentes, en RubĆ provocĆ³ que sintiera una inmensa excitaciĆ³n sexual por Ć©l, mientras que para Olimpo hizo que se calmara como nunca antes, en los pretendientes hizo que le odiaran y sintieran rencor y envidia. El hombre estaba dotado de mĆŗsculos, brazos largos y la cara tan grande que parecĆa un caballo. Era rubio y se detuvo en frente de los relajados reyes.
—Ćl es Elton, Rey de la mĆŗsica, divertido, inteligente y sabe como lograr sus metas manipulando bien sus piezas. Su pueblo siente gran amor por el arte como Ć©l.
Elton saludĆ³ con mucho cariƱo a RubĆ y con honorable respeto a Olimpo. ObsequiĆ³ a ambos una pequeƱa caja musical de cuerda.
—Cuando estĆ©n tristes ella servirĆ” como darles animo —dijo antes de ocupar un asiento.
—Ahora es el turno de conocer a Xiam, el rey y caballero de la luz. Es un tanto... dado al chisme y casi quita mi trono como rey mensajero, sĆ³lo que yo tengo estilo y Ć©l... bueno Ć©l es rey de la luz y todo lo ve y cuenta —dio una sonrisa mordaz.
Olimpo dio un codazo a su hija y seƱalĆ³ al cielo. Desde lo alto se observaba una intensa luz que enseguida dio contacto en el jardĆn de una manera cegadora que todos se cubrieron los ojos. Cuando se apagĆ³ allĆ estaba un muchacho, vestĆa con ropa informal, jeans franela gris, su rostro no parecĆa ser tallado por la reina de la belleza sin embargo resultaba simpatico. Xiam se inclinĆ³ y se dirigiĆ³ a tomar su asiento.
—Parece que hoy no quiere ser expresivo —comunicĆ³ Hermes—, y tampoco se quiso vestir para la ocasiĆ³n —Xiam riĆ³ con hipocresĆa.
—Mientras mĆ”s sencillo mĆ”s carismatico —hablĆ³ RubĆ.
La reina del amor dio un grito cuando de la parte del jardĆn donde reposaban los amarillos girasoles brotĆ³ una mano humana de la tierra, era morena quizas por el tipo de piel o por efecto del suelo, luego saliĆ³ la otra mano y asĆ se apoyĆ³ del suelo degradando todo, dando lugar a la cabeza de un hombre.
—Es un rey, no un topo —opinĆ³ divertido Hermes.
El hombre que saliĆ³ del piso tenĆa un oscuro bronceado, era de estatura mediana con cabello oscuro y vestĆa un jeans y una chaqueta que tuvo que limpiar con sus manos. RubĆ lo miro con un poco de repulsiĆ³n, se veĆa sucio aunque marcara un exquisito paquete en su jeans.
"QuizĆ”s con agua y jabĆ³n se vaya tanto sucio" pensĆ³ ella.
—A quienes ustedes ven es el Rey Terra, seƱor de la tierra, fundamental e importante. Aunque no lo creamos es el responsable del alimento que llevamos a nuestra boca. Adorado 100% en nuestro mundo con un respaldo sĆ³lo superado por nuestro Olimpo. Terra es seƱor de la agricultura, el alimento del suelo, el trabajo y el buen trato entre los ciudadanos... ¡Muy populista!
Terra se acercĆ³ a RubĆ, le dio un beso en la mano y otro a Olimpo. VolviĆ³ a inclinarse con respeto y entregĆ³ a los reyes una inĆŗtil piedra milenaria de recuerdo. Al sentarse en la silla RubĆ se sintiĆ³ extraƱada de haberle sonreido sin hipocresĆa a Terra como creyĆ³ lo harĆa a primera vista.
—Ahora es el turno de presentar al rey Diamante... —empresaba Hermes por el micrĆ³fono.
Desde la entrada del palacio iba caminando un hombre vestido con pantalĆ³n y saco blanco, una camisa azul estaba adornada con collares de oro, al igual que su muƱeca y dedos. Era rubio y corpulento. Su caminar era rĆ”pido y activo. LlegĆ³ hasta padre e hija y se inclinĆ³ en seƱal de respeto, regalĆ³ a la reina del amor un hermoso escudo forjado en oro. Su forma de hablar parecĆa tosca.
—Y tras esta entrada sencilla, humilde y barata —se mofaba Hermes—, no deben confundirse con Diamante, es uno de los reyes mĆ”s estrategas y poderosos fuerte aliado e indestrutible rival. Ha sido el encargado por aƱos de forjar las armas y protecciones de combate de todos los reinos. ¿Recuerdan el magnifico escudo de platino de Olimpo en la batalla de Magallanes? Pues este era creaciĆ²n de Ć©l. Ahora... presentemos al prĆ³ximo enamorado rey... hombre de los bosques y las espesuras...
"El rey SamƔn es protector de los viajeros que se internan entre los arboles del bosque, seƱor protector de la flora y la fauna, su dominio estƔ cubierto por una destacada urbe en medio de la selva, promotor del ecoturismo y todo un viejo verde jejeje, no, bromeo. Pero es un hombre cuidador de la naturaleza.
Galopando en un hermoso corcel grueso y de piel negra conducĆa a un gallardo hombre. RubĆ abriĆ³ los ojos impresionada. El rey del bosque era alto de tez casi pĆ”lida e iba vestido de un ajustado traje negro. El caballo pura sangre se detuvo ante los reyes, estaba tan bien entrenado que se hincĆ³ en reverencia. El rey SamĆ”n bajo del animal y saludĆ³ con reverencia a los reyes, a RubĆ con pleitesĆa le regalĆ³ una rosa roja...
—Resulta opaca ante tu belleza —le comentĆ³ con hermosa voz.
El rey SamĆ”n dio una palmada a su caballo mientra le susurraba algo al oĆdo, el animal dio una huida con relinchos suaves. SamĆ”n tomĆ³ un asiento y se vio mĆ”s rejuvenecido que sus rivales.
Los ahĆ presentes subieron la mirada al cielo donde el sonar de un ave le hizo captar la atenciĆ³n, era un inmenso pajaro con plumaje de oro, en su pata iba colgando un hombre y el animal lo cargaba como si se tratara de un peso pluma. El hermoso ave sobrevolĆ³ el jardĆn hasta quedarse a una altura considerable donde el hombre se soltĆ³ y cayĆ³ al piso con estilo.
—Hermoso —opinĆ³ RubĆ.
—¿Yo? Lo sĆ© —informĆ³ el recien llegado con una grata sonrisa mostrando los dientes blancos.
—No, el ave fĆ©nix —respondiĆ³ la mujer.
El pajaro hizo un canturreo adorando a los oidos y partiĆ³ volando al cielo perdiendose en las nubes.
El guapo hombre que habĆa llegado lucĆa virĆl. Era alto imponente y lleno de vida. TenĆa un caro pantalĆ³n que se levantaba con un buen bulto en la entrepierna, una camisa blanca cubrĆa su seductor pecho y la corbata lo hacia notar respetable.
—Ćl es James —detallĆ³ Hermes—, y su entrada con el fĆ©nix no muestra mĆ”s que su representaciĆ³n, la eterna vida, la juventud. James es el rey de la fertilidad y la vida. Un excelso rey con buena gestiĆ³n de su gobierno y alegre caracter a pesar de la sobrepoblaciĆ³n en su territorio. Prepara a los novios antes de la boda y en ocasiones... mĆ”s de una de las novias despide su solterĆa con Ć©l. ¡Secreto a voces!
—Secreto a voces, me fascina —le susurrĆ³ al oido RubĆ cuando la fue a saludar.
—Puedo enseƱarte muchas cosas —asegurĆ³ James. Le regalĆ³ un nĆ©ctar de color gris que le darĆa buena salud cuando estuviera enferma.
—Ahora llegamos a mi momento favorito —anunciĆ³ Hermes—, el siguiente concursante mantuvo hace algĆŗn tiempo una relaciĆ³n de noviazgo torrida con nuestra RubĆ —ella se cruzĆ³ de brazos—, todos recordamos aquello. Y Ć©l estĆ” seguro que viene a reconquistarla. Es rey de la guerra... ganador de sangrientas victorias y perdedor en brutas derrotas... se le venera con cuidado y en todas las ciudades del mundo tiene importantes templos... Su nombre es Mark, rey de la guerra, conocedor de las armas, los guerreros, la sangre y la violencia.
Al interior del palacio se adentrĆ³ una camioneta de lujo totalmente blindada y de sobrio color negro, inspiraba envidia y respeto. El chofer abriĆ³ la puerta trasera de donde se apeĆ³ un hombre alto, fornido, con cabellos crespos, nariz grande y tez morena, su rostro no reflejaba soberana belleza pero tenĆa angulos que lo hacĆan notar virĆl y muy macho. TenĆa puesto un saco que cubrĆa sus dotados mĆŗsculos al igual un pantalĆ³n tapaba sus enormes piernas. En su mano sostenĆa una pesada espada con grabados de rubĆes que sĆ³lo reyes como Ć©l podrĆan llevar. Se inclinĆ³ ante Olimpo y su hija y otorgĆ³ el objeto al rey de reyes alegando que era una replica de la usada en la batalla de Najuelt. Dio un beso cerca de la boca a RubĆ que se tranquilizĆ³ de sĆ³lo oler el aroma de su perfume. Mark se sentĆ³ con su rostro cuadrado y duro en el lugar que lo aguardaba.
Una estruendosa moto hizo su apariciĆ³n iba haciendo un ruido bestial y penetrĆ³ a toda fuerza en el palacio. El hombre que de ella bajo tenĆa un brillante y ceƱido traje, era joven, rubio y blanco, tenĆa una mirada vivaracha y semblante de bribĆ³n, se inclinĆ³ ante los reyes y obsequiĆ³ a RubĆ un diente de anaconda que servirĆa para su protecciĆ³n.
—Ćl es el rey Cobra, curador de las enfermedades extraƱas y amo de las serpientes. Venerado por ser el rey del veneno... esperemos que su caracter no sea tan tĆ³xico como su elemento.
—Para nada —negĆ³ Cobra, parecĆa una burla mĆ”s que una negativa.
—Y ahora, por Ćŗltimo pero no menos importantes —decĆa Hermes—. Dos medios hermanos muy distintos pero fraternos y estarĆ”n aquĆ para cuidar el uno del otro aunque se disputen el amor de una mujer, ellos son: El rey de la inteligencia Einstein y el rey de la suerte, ParĆs. Y allĆ estĆ”n, uno es serio que es la inteligencia y uno que le gusta mostrar y divagar, Paris, rey de la suerte. Uno venerado por sus conocimientos, el otro decide entre la buena racha o no de sus seguidores.
Los dos medios hermanos venĆan caminando juntos. Einstein era mayor, de cuerpo fornido y bronceado con cabellos rulos. Paris iba con un jeans y el torso grueso y desnudo, rubio y blanco, no se parecĆan pero uno era mĆ”s apuesto que el otro y sĆ³lo era apreciado por sus seguidores. No dieron ningun regalo pero se presentaron al mismo tiempo.
Hermes aguardĆ³ a que los medios hermanos se sentaran para hablar mirando directamente a la cĆ”mara:
—Ahora usted querida persona que nos sintoniza, la competencia ya ha iniciado y mediante encuestas ayudarĆ” a escojer al hombre indicado para RubĆ, ellos mediante pruebas mediran su fuerza y resistencia, son 16 hombres y sĆ³lo uno serĆ” el ganador. Participe en las encuestas y ayĆŗdenos.
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