Desafio de reyes (1/10): La presentacion (historia + encuesta) - Las Bolas de Pablo

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22 may 2016

Desafio de reyes (1/10): La presentacion (historia + encuesta)

Siempre me ha gustado todo lo relacionado con los dioses griego, hoy he decidido estrenar esta serie inspirada en ellos, solo inspirada.

CONTIENE:

HISTORIA SIN BALLBUSTING

   
   En un inmenso, hermoso y majestuoso palacio adornado en oro y torres muy altas un hombre de cara cuadrada cabello castaƱos espalda y ancha tapada por una camisa de color rosa se preparaba para hablar a travĆ©s del micrĆ³fono en aquel jardĆ­n del palacio. El podio cubrĆ­a su pantalĆ³n que se ceƱƭan a sus fuertes muslos morenos y cubrĆ­a el relieve que formaba su Ć”rea genital. Se aclarĆ³ la garganta mientras releĆ­a el papel ante sus ojos. Los camarĆ³grafos apuntaban a Ć©l y es que habĆ­a un gran despliegue tĆ©cnico que transmitirĆ­a internacionalmente aquel evento. A su oĆ­do llegĆ³ el anuncio y Hermes, el mensajero entre los reinos se preparĆ³ para la transmisiĆ³n en vivo:

   —Bienvenidos sean todos, estimados televidentes —decĆ­a a travĆ©s del micrĆ³fono—, quien les saluda HĆ©rmes de Frankfurt transmitiĆ©ndole esto que serĆ” la gran contienda de todos los tiempos el DesafĆ­o de Reyes, un programa donde conseguiremos al soberano que se casarĆ” con la hermosa reina RubĆ­. A lo largo de las semanas lo pretendientes deberĆ”n enfrentarse a terribles desafĆ­os y serĆ” usted quien con ayuda de la soberana RubĆ­ escogerĆ”n al hombre mĆ”s valiente y digno de la codiciosa silla tan deseada. ¡Son 16! 16 los hombres se disputarĆ”n el amor de la reina, y vaya que tiene mucho amor por regalar ya que eso es lo que transpira y representa —lanzĆ³ una risa de simpatĆ­a y complicidad—. Pero antes esta transmisiĆ³n no puede dar inicio sin la presencia del muy terrible, respetado y venerado Rey de reyes... ¡Con ustedes el gran Olimpo! El temido suegro.


   Las puertas del palacio se abrieron de par en par bajo un redoble de tambores dando paso a un hombre que bajĆ³ las decenas de escalones de contextura gruesa, cabellos rubios aunque tez bronceada, portaba un ajustado traje con corbata que no hacĆ­a mĆ”s que ajustarse a los fuertes mĆŗsculos de todo su cuerpo viĆ©ndolo lucir ridĆ­culamente apretado. Su rostro  doblado le hacĆ­a parecer malhumorado aunque su carĆ”cter lo catalogaba como justo y bondadoso aunque cruel ante los castigos.

   —Olimpo —describĆ­a HĆ©rmes al fornido hombre que ocupaba un hermoso trono de oro y marmol—: es el respetado rey de reyes, dueƱo y seƱor de todos los elementos y poderes sobre nuestra tierra. A quien se adora y acude en momentos de ayuda... quien designa el destino y colaborador en grandes batallas, el que decide el futuro... seƱor sabio el gran Olimpo, rey de reyes.

   Olimpo emitiĆ³ una mueca sin demostrar algĆŗn rasgo de emociĆ³n. Hermes tuvo que suspirar y seguir con su elocuencia.

   —Ha sido el seƱor Olimpo quien ha cedido a las peticiones de su hija de encontrar un esposo...algĆŗn gallardo caballero valiente que demuestre tener la resistencia, fuerza y sabidurĆ­a de recibir el amor de su hija y la osadĆ­a de pertenecer a esta familia inmortal de alto linaje portadores de la antigua historia del mundo... ahora conozcamos a la mujer mĆ”s hermosa sobre este mundo y protagonista de este reallity... la reina RubĆ­, hija de Olimpo, diosa del amor, la lujuria y el sexo, quien busca a su amor para compartirlo... mĆ”s de la cuenta... —nueva risa.

   
   La puerta del palacio fue abierta y de allĆ­ saliĆ³ un aroma a chocolates, rosas y dulces inciensos, la mujer que bajaba contorneando un curvilĆ­neo cuerpo era de cabellera rubia, rostro divino esculpido por los querubines que trabajaban para su madre, usaba un vestido rojo como el color de la pasio, emanĆ³ suspiro en varios de los hombres que realizan la producciĆ³n del programa, incluso en su padre provocaba perversa y secretas erecciones. RubĆ­ derrochaba sexualidad y lujuria, amiga de las prostitutas, odiada por las castas. Se sentĆ³ en su trono con marcados de corazones cruzando las piernas tonificadas dejando que se marcara su pomposo trasero. TenĆ­a grandes pechos con pezones color rosa escondido en aquel vestido.

   —¿CĆ³mo te sientes, RubĆ­?

   —Deseosa de conocer a todos estos sementales que se disputarĆ”n su fuerza por mi —dijo con insinuosa voz—. Me han dicho que todos valen la pena... ya lo decidiremos...

   —Directo al grano RubĆ­ como siempre —catalogĆ³ Hermes—. Ahora bien este programa serĆ” transmitido para todos los continentes en especial en aquellas regiones de los competidores y ustedes ayudarĆ”n a RubĆ­ a seleccionar al ganador. Sin mĆ”s preĆ”mbulo que iniciĆ© la competencia y vamos a presentar a los valientes reyes...

   El cielo de un momento a otro se volviĆ³ oscuro, negro como la noche y de el retumbaba ruidosos truenos, uno tras otro, como si el cielo se hubiera enfurecido de pronto. Un inmenso y morado trueno saliĆ³ desde lo alto para caer al centro del jardĆ­n, ¡una rĆ”faga, una centella! ¡Electrizante! Y brotando un millĆ³n de chispas moradas o azules emergiĆ³ un hombre de estatura alta, cabellos castaƱos, tez blanca, iba semidesnudo con un bĆ³xer negro mostrando la silueta de la polla y un carnoso trasero, sus piernas parecĆ­an de roble con muslos muy gruesos y llenos de venas, su torso era musculoso y marcaba al abdomen con el robusto pecho. TenĆ­a la cara marcaba por una barba aunque de rostro simpatico. El hombre que emergiĆ³ del poderoso y fugaz trueno lanzĆ³ un rugido extendiendo los brazos al cielo de su mano salieron hilos de truenos que se conectaron al cielo.

   —Ɖl es Electro, rey del trueno —explicaba HĆ©rmes a travĆ©s del micrĆ³fono—, un hombre justo y bondadoso con sus fieles en la regiĆ³n del Voltio castiga a los pecadores y recrimina a los ladrones. No me extraƱarĆ­a que fuera el favorito de Olimpo por su similitud en el mandato. Los animales que le representan son de tipo ave y lo simboliza el cĆ³ndor. Electro tuvo una destacada participaciĆ³n en La Guerra del agua siendo parte del grupo de aliados luchando contra los rebeldes del fuego.

   Electro dejo de rugir para bajar los brazos ya inertes, se inclinĆ³ ante Olimpo y RubĆ­ y se acercĆ³ a ellos para extender su mano. Al saludarlo RubĆ­ le abrazĆ³ para sentir su fuerte cuerpo y restregarle los senos al pecho.

   —Les regalo el voltio del poder —dijo Electro extendiendo un frasco con una pelota electrizante—, al arrojarla contra su enemigo Ć©l desaparecerĆ”.

   Electro caminĆ³ con sus duras piernas hasta el asiento, allĆ­ dio unas palmadas y el cielo se despejĆ³ con su tranquilo azul y nubes.

   —Ahora —hablĆ³ Hermes—, presentaremos a Piro, el rey del fuego, un hombre al que no le gusta que lo burlen ni le engaƱen. No le temblarĆ­a la mano al ordenar una guerra. Directo de la regiĆ³n Soneira con un volcĆ”n por templo Ć©l es ¡Piro!

   Tres hombre que portaban encendidas antorchas se dispersaron en el jardĆ­n ubicĆ”ndose en posiciĆ³n de triangulo, el fuego de las antorchas creciĆ³ elevĆ”ndose en el aire y se uniĆ³ en uno solo formando una viva llamarada poco a poco se fue formando un ser, uno mitolĆ³gico y grande, un dragĆ³n de fuego saliĆ³ volando por el aire, su cuerpo estaba formado de llamas y escupĆ­a a las nubes su quemante llamarada. PasĆ³ volando cerca del jardĆ­n y se elevĆ³ en el aire. De nuevo bajĆ³ cruzando el cielo en direcciĆ³n al suelo donde se estrellĆ³.  Poco a poco las llamas se extinguieron dejando a la vista a un hombre alto y de piel bronceada. Iba pulcramente vestido pero se sacudiĆ³ el saco apagando un resto de su fuego. No era guapo pero su cara demostraba que era fogoso en el sexo. CaminĆ³ hacia los reyes con sonrisa mordaz. Se inclinĆ³ ante RubĆ­ y le dio un beso en la mano, toda su piel se sentĆ­a caliente. Se inclinĆ³ ante Olimpo regalando una piedra roja que servirĆ­a de calor en los dĆ­as de invierno. OcupĆ³ una silla en el extremo opuesto de Electro sin dedicarle mirada alguna.

   Al centro del jardĆ­n cuatro hombres transportaron una inmensa caja cubierta por un manto al situarlo frente a los reyes uno de ellos agarrĆ³ la tela y la quitĆ³, RubĆ­ profiriĆ³ un grito de asombro, lo que aquellos caucĆ”sicos hombres provenientes de la regiĆ³n frĆ­a habĆ­an arrastrado era un gran bloque de hielo y en su interior congelado habĆ­a un hombre, estaba semidesnudo cubierto por un ajustado calzĆ³n que guardaba una larga polla y un prominente trasero. Su pecho era duro y con grandes pectorales, su rostro atractivo aunque narizĆ³n. TenĆ­a cabellos oscuros y ondulados.

   —Ɖl es Ɓrtico, rey del hielo, y aunque parezca congelado tiene un carĆ”cter mĆ”s caluroso que el ave fĆ©nix. Detesta las mentiras, y la burla es su peor enemiga. Es un gran atleta y fiero en el combate. ParticipĆ³ en la batalla de la liberaciĆ³n del pueblo de Oliveira, donde lo adoran en nuevos templos... fiel enamorado.

   El hombre dentro del bloque de hielo comenzĆ³ a moverse y sobre la superficie se abrieron surcos que pronto hicieron que el hielo se quebrara en millones de aƱicos. AsĆ­, el rey Ɓrtico lucĆ­a dominante y fuerte, a medida que respiraba      vapor de agua saliĆ³ de su boca. RubĆ­ le sonriĆ³ levantando una ceja. Ɓrtico uniĆ³ las manos y de ellas se formĆ³ una luz azul pĆ”lida, levantĆ³ el brazo y arrojĆ³ el efecto a los pies de RubĆ­, ella gritĆ³ sintiendo una rĆ”faga de frĆ­o en las piernas, (y pensar que no usaba ropa interior) pero pronto del piso surgiĆ³ una estatuilla.

   —Es una fiel representaciĆ³n suya, adorada reina del amor —aclarĆ³ Ɓrtico tenĆ­a un acento romantico—, estĆ” hecho de hielo perenne y el calor nunca la derretirĆ”.

   —Hermosa —catalogĆ³ RubĆ­ cogiendo la pieza entre sus manos.

   Ćrtico se inclinĆ³ y ocupĆ³ asiento cerca de Electro saludandolo, de veras que tenĆ­a bonito trasero pensĆ³ RubĆ­.

   —Y viene el momento de presentar a Aqua, rey del agua, seƱor de los asuntos marinos, dueƱo de los ocĆ©anos y daƱos del mar. Hombre al que nunca le ha gustado perder y con su ira a logrado hundir a mĆ”s de una ciudad con la furia del agua. Su animal mĆ”s representativo la orca. Y se le recuerda por hundir la antigua ciudad de Rurich cuando perdiĆ³ la disputa con otro rey.

   A su silencio se empezĆ³ a escuchar un fuerte sonido, de piedras y agua, al ver lo que se precipitaba hacia ellos se aferraron a su asiento, Olimpo sonriĆ³ ante aquel espectĆ”culo, extendiĆ³ la palma de la mano en caso de tener que interceder. Desde la entrada del palacio se veĆ­a una inmensa ola, atravesĆ³ los muros de entrada sin derribarlos a pesar de la fuerza con que se veĆ­a venir y asĆ­ hizo con la fuente de agua al centro y con algunos vehĆ­culos, era un gran tsunami aunque parecĆ­a artificial. A escasos metros de los reyes el maremoto desapareciĆ³ con un chasquido fuerte y salpicĆ³ con pequeƱas gotas a los pretendientes en las sillas. Frente a Olimpo y RubĆ­ estaba inclinado un hombre alto, con una barba y cabello negro. Su piel era blanca y vestĆ­a camisa con un jeans que se ajustaba a sus fuertes piernas. Con un beso en la mejilla se presentĆ³ a RubĆ­, obsequiandole una mata acuĆ”tica.

   —Te harĆ” respirar bajo el agua —su voz era seria.

   Dio un apretĆ³n de manos y un abrazo a Olimpo y se fue a ocupar un asiento al lado de Piro.

   El clima en el palacio se hizo oscuro una vez mĆ”s el cielo se volviĆ³ de noche dejando todo en penumbras, Olimpo tuvo que sonar sus dedos para que focos de luz iluminaran la cara de los allĆ­ presentes. Se escuchaban vuelos de murciĆ©lagos y cada quien sentĆ­a un miedo espectral, luego fue aclarando como si se tratara de madrugada alguna y al centro del jardĆ­n estaba otro caucĆ”sico y alto ejemplar de hombre. Sus barba poblada y su cabellera era negra, su cara rectangular y atractiva a la vista, su torso musculoso y sus piernas eran potencialmente grandes, robustas y muy llenas de mĆŗsculos, tenĆ­a puesto un calzoncillo gris tan ajustado que hacĆ­a notar su verga y bolas grandes, aunque no llevo regalo RubĆ­ se sintiĆ³ satisfecha de, en algĆŗn, momento probar el pene de aquel macho. Luego de inclinarse el pretendiente se dirigiĆ³ a ocupar su asiento.

   —Ɖl es Salazar —presentaba HĆ©rmes cuando el ambiente volviĆ³ a la normalidad—, es el rey de la oscuridad, los muertos y las sombras. Aunque parece terrible es un hombre tierno y de buen ser. No hay mucha informaciĆ³n de su gobernaciĆ³n pero su morada en el inframundo es la mĆ”s respetada y llena de misterio. Ɖl controla todo el tipo de criaturas a la que tememos... todavĆ­a recuerdo a tu perro de tres cabezas...

   Salazar sonriĆ³ e inclinĆ³ la cabeza.

   RubĆ­ suspiro.

   "AsĆ­ que guapo y misterioso... me fascina" pensĆ³.

   —Llega el momento de presentar a un nuevo pretendiente —indicĆ³ HĆ©rmes—. Sixto, rey del aire. SeƱor de carĆ”cter fuerte y problemĆ”tico, lo mejor es no desobederlo porque sinoo a los aires te irĆ” a volar.

   ParecĆ­a que decĆ­a la verdad, pronto sus cabellos comenzaron a moverse y tuvo que sujetarse al podio para no salir volando por los aires. RubĆ­ cerrĆ³ los ojos la ventisca era dura y Olimpo apretando la mandĆ­bula tuvo que mover las manos y cada uno de los presentes fue envuelto en un escudo invisible que los protegĆ­a del tornado que se cernĆ­a sobre el palacio del rey de reyes. Los arboles y las flores se movĆ­an con fiereza, las palmas no tenĆ­an control y la fuente parecĆ­a que iba a ser arrancada del piso.

   —¡ME ARRUINARƁS EL PALACIO! —gritĆ³ Olimpo con una estruendosa voz que se oyĆ³ en toda la regiĆ³n.

   De la nada el tornado sobre el jardĆ­n se extinguiĆ³ dejando una placentera calma. Los escudo tambiĆ©n se desvanecieron. Pronto del cielo cayĆ³ un hombre. AterrizĆ³ inclinado, era calvo. RubĆ­ suspirĆ³. El rey del aire se enderezĆ³, tambiĆ©n estaba semidesnudo cubierto por un ajustado calzĆ³n rojo que sostenĆ­a su prominente paquete. Su cuerpo era atlĆ©tico pero marcado con mĆŗsculos la parte baja del abdomen y las piernas estaban llenas de pelos lo que indicaba que no era tan lampiƱo como pretendĆ­a parecer.

   —Es un honor conocerte, RubĆ­ —declarĆ³ con un acento de paĆ­s conocido. Se acercĆ³ a ella y le dio un beso en la mano—. Esto —le entregĆ³ una esfera esmeralda—, se convierte en alas cuando lo frotas contra tu cuello. Tiene cuatro usos y acaba cuando tocas el suelo con los pies.

   —No sĆ© que es mĆ”s interesante —dijo RubĆ­ encantada—. Si tu obsequio o tu manera de hacer rabiar a mi padre.

   —¡DestruirĆ­as mi palacio!

   —JamĆ”s, gran Olimpo.

   Sixto se inclinĆ³ con honor ante Olimpo y se dirigiĆ³ a ocupar un asiento.

   —¡Caray! —comentĆ³ Hermes—. Parece que estos reyes no tiene pantalones en sus reinos. Felicito a los que si se vistieron para la ocasiĆ³n.

   —Con o sin ropa igual los voy a desnudar —respondiĆ³ RubĆ­.

   Hubo mĆŗltiples risas.

   A oĆ­dos de los presentes llegĆ³ una melodĆ­a, desde la entrada del palacio iba caminando otro hombre alto y lleno de mĆŗsculos. Su cuerpo era mostrado al aire y con un bĆ³xer negro. Entonaba una flauta que provocaba mĆŗltiples sensaciones en los presentes, en RubĆ­ provocĆ³ que sintiera una inmensa excitaciĆ³n sexual por Ć©l, mientras que para Olimpo hizo que se calmara como nunca antes, en los pretendientes hizo que le odiaran y sintieran rencor y envidia. El hombre estaba dotado de mĆŗsculos, brazos largos y la cara tan grande que parecĆ­a un caballo. Era rubio y se detuvo en frente de los relajados reyes.

   —Ɖl es Elton, Rey de la mĆŗsica, divertido, inteligente y sabe como lograr sus metas manipulando bien sus piezas. Su pueblo siente gran amor por el arte como Ć©l.

   Elton saludĆ³ con mucho cariƱo a RubĆ­ y con honorable respeto a Olimpo. ObsequiĆ³ a ambos una pequeƱa caja musical de cuerda.

   —Cuando estĆ©n tristes ella servirĆ” como darles animo —dijo antes de ocupar un asiento.

   —Ahora es el turno de conocer a Xiam, el rey y caballero de la luz. Es un tanto... dado al chisme y casi quita mi trono como rey mensajero, sĆ³lo que yo tengo estilo y Ć©l... bueno Ć©l es rey de la luz y todo lo ve y cuenta —dio una sonrisa mordaz.

   Olimpo dio un codazo a su hija y seƱalĆ³ al cielo. Desde lo alto se observaba una intensa luz que enseguida dio contacto en el jardĆ­n de una manera cegadora que todos se cubrieron los ojos. Cuando se apagĆ³ allĆ­ estaba un muchacho, vestĆ­a con ropa informal, jeans franela gris, su rostro no parecĆ­a ser tallado por la reina de la belleza sin embargo resultaba simpatico. Xiam se inclinĆ³ y se dirigiĆ³ a tomar su asiento.

   —Parece que hoy no quiere ser expresivo —comunicĆ³ Hermes—, y tampoco se quiso vestir para la ocasiĆ³n —Xiam riĆ³ con hipocresĆ­a.

   —Mientras mĆ”s sencillo mĆ”s carismatico —hablĆ³ RubĆ­.

   La reina del amor dio un grito cuando de la parte del jardĆ­n donde reposaban los amarillos girasoles brotĆ³ una mano humana de la tierra, era morena quizas por el tipo de piel o por efecto del suelo, luego saliĆ³ la otra mano y asĆ­ se apoyĆ³ del suelo degradando todo, dando lugar a la cabeza de un hombre.

   —Es un rey, no un topo —opinĆ³ divertido Hermes.

   El hombre que saliĆ³ del piso tenĆ­a un oscuro bronceado, era de estatura mediana con cabello oscuro y vestĆ­a un jeans y una chaqueta que tuvo que limpiar con sus manos. RubĆ­ lo miro con un poco de repulsiĆ³n, se veĆ­a sucio aunque marcara un exquisito paquete en su jeans.

   "QuizĆ”s con agua y jabĆ³n se vaya tanto sucio" pensĆ³ ella.

   —A quienes ustedes ven es el Rey Terra, seƱor de la tierra, fundamental e importante. Aunque no lo creamos es el responsable del alimento que llevamos a nuestra boca. Adorado 100% en nuestro mundo con un respaldo sĆ³lo superado por nuestro Olimpo. Terra es seƱor de la agricultura, el alimento del suelo, el trabajo y el buen trato entre los ciudadanos... ¡Muy populista!

   Terra se acercĆ³ a RubĆ­, le dio un beso en la mano y otro a Olimpo. VolviĆ³ a inclinarse con respeto y entregĆ³ a los reyes una inĆŗtil piedra milenaria de recuerdo. Al sentarse en la silla RubĆ­ se sintiĆ³ extraƱada de haberle sonreido sin hipocresĆ­a a Terra como creyĆ³ lo harĆ­a a primera vista.

   —Ahora es el turno de presentar al rey Diamante... —empresaba Hermes por el micrĆ³fono.

   Desde la entrada del palacio iba caminando un hombre vestido con pantalĆ³n y saco blanco, una camisa azul estaba adornada con collares de oro, al igual que su muƱeca y dedos. Era rubio y corpulento. Su caminar era rĆ”pido y activo. LlegĆ³ hasta padre e hija y se inclinĆ³ en seƱal de respeto, regalĆ³ a la reina del amor un hermoso escudo forjado en oro. Su forma de hablar parecĆ­a tosca.

   —Y tras esta entrada sencilla, humilde y barata —se mofaba Hermes—, no deben confundirse con Diamante, es uno de los reyes mĆ”s estrategas y poderosos fuerte aliado e indestrutible rival. Ha sido el encargado por aƱos de forjar las armas y protecciones de combate de todos los reinos. ¿Recuerdan el magnifico escudo de platino de Olimpo en la batalla de Magallanes? Pues este era creaciĆ²n de Ć©l. Ahora... presentemos al prĆ³ximo enamorado rey... hombre de los bosques y las espesuras...

   "El rey SamĆ”n es protector de los viajeros que se internan entre los arboles del bosque, seƱor protector de la flora y la fauna, su dominio estĆ” cubierto por una destacada urbe en medio de la selva, promotor del ecoturismo y todo un viejo verde jejeje, no, bromeo. Pero es un hombre cuidador de la naturaleza.

   Galopando en un hermoso corcel grueso y de piel negra conducĆ­a a un gallardo hombre. RubĆ­ abriĆ³ los ojos impresionada. El rey del bosque era alto de tez casi pĆ”lida e iba vestido de un ajustado traje negro. El caballo pura sangre se detuvo ante los reyes, estaba tan bien entrenado que se hincĆ³ en reverencia. El rey SamĆ”n bajo del animal y saludĆ³ con reverencia a los reyes, a RubĆ­ con pleitesĆ­a le regalĆ³ una rosa roja...

   —Resulta opaca ante tu belleza —le comentĆ³ con hermosa voz.

   El rey SamĆ”n dio una palmada a su caballo mientra le susurraba algo al oĆ­do, el animal dio una huida con relinchos suaves. SamĆ”n tomĆ³ un asiento y se vio mĆ”s rejuvenecido que sus rivales.

   Los ahĆ­ presentes subieron la mirada al cielo donde el sonar de un ave le hizo captar la atenciĆ³n, era un inmenso pajaro con plumaje de oro, en su pata iba colgando un hombre y el animal lo cargaba como si se tratara de un peso pluma. El hermoso ave sobrevolĆ³ el jardĆ­n hasta quedarse a una altura considerable donde el hombre se soltĆ³ y cayĆ³ al piso con estilo.

   —Hermoso —opinĆ³ RubĆ­.

   —¿Yo? Lo sĆ© —informĆ³ el recien llegado con una grata sonrisa mostrando los dientes blancos.

   —No, el ave fĆ©nix —respondiĆ³ la mujer.

   El pajaro hizo un canturreo adorando a los oidos y partiĆ³ volando al cielo perdiendose en las nubes.

   El guapo hombre que habĆ­a llegado lucĆ­a virĆ­l. Era alto imponente y lleno de vida. TenĆ­a un caro pantalĆ³n que se levantaba con un buen bulto en la entrepierna, una camisa blanca cubrĆ­a su seductor pecho y la corbata lo hacia notar respetable.

   —Ɖl es James —detallĆ³ Hermes—, y su entrada con el fĆ©nix no muestra mĆ”s que su representaciĆ³n, la eterna vida, la juventud. James es el rey de la fertilidad y la vida. Un excelso rey con buena gestiĆ³n de su gobierno y alegre caracter a pesar de la sobrepoblaciĆ³n en su territorio. Prepara a los novios antes de la boda y en ocasiones... mĆ”s de una de las novias despide su solterĆ­a con Ć©l. ¡Secreto a voces!

   —Secreto a voces, me fascina —le susurrĆ³ al oido RubĆ­ cuando la fue a saludar.

   —Puedo enseƱarte muchas cosas —asegurĆ³ James. Le regalĆ³ un nĆ©ctar de color gris que le darĆ­a buena salud cuando estuviera enferma.

   —Ahora llegamos a mi momento favorito —anunciĆ³ Hermes—, el siguiente concursante mantuvo hace algĆŗn tiempo una relaciĆ³n de noviazgo torrida con nuestra RubĆ­ —ella se cruzĆ³ de brazos—, todos recordamos aquello. Y Ć©l estĆ” seguro que viene a reconquistarla. Es rey de la guerra... ganador de sangrientas victorias y perdedor en brutas derrotas... se le venera con cuidado y en todas las ciudades del mundo tiene importantes templos... Su nombre es Mark, rey de la guerra, conocedor de las armas, los guerreros, la sangre y la violencia.

   Al interior del palacio se adentrĆ³ una camioneta de lujo totalmente blindada y de sobrio color negro, inspiraba envidia y respeto. El chofer abriĆ³ la puerta trasera de donde se apeĆ³ un hombre alto, fornido, con cabellos crespos, nariz grande y tez morena, su rostro no reflejaba soberana belleza pero tenĆ­a angulos que lo hacĆ­an notar virĆ­l y muy macho. TenĆ­a puesto un saco que cubrĆ­a sus dotados mĆŗsculos al igual un pantalĆ³n tapaba sus enormes piernas. En su mano sostenĆ­a una pesada espada con grabados de rubĆ­es que sĆ³lo reyes como Ć©l podrĆ­an llevar. Se inclinĆ³ ante Olimpo y su hija y otorgĆ³ el objeto al rey de reyes alegando que era una replica de la usada en la batalla de Najuelt. Dio un beso cerca de la boca a RubĆ­ que se tranquilizĆ³ de sĆ³lo oler el aroma de su perfume. Mark se sentĆ³ con su rostro cuadrado y duro en el lugar que lo aguardaba.

   Una estruendosa moto hizo su apariciĆ³n iba haciendo un ruido bestial y penetrĆ³ a toda fuerza en el palacio. El hombre que de ella bajo tenĆ­a un brillante y ceƱido traje, era joven, rubio y blanco, tenĆ­a una mirada vivaracha y semblante de bribĆ³n, se inclinĆ³ ante los reyes y obsequiĆ³ a RubĆ­ un diente de anaconda que servirĆ­a para su protecciĆ³n.

   —Ɖl es el rey Cobra, curador de las enfermedades extraƱas y amo de las serpientes. Venerado por ser el rey del veneno... esperemos que su caracter no sea tan tĆ³xico como su elemento.

   —Para nada —negĆ³ Cobra, parecĆ­a una burla mĆ”s que una negativa.

   —Y ahora, por Ćŗltimo pero no menos importantes —decĆ­a Hermes—. Dos medios hermanos muy distintos pero fraternos y estarĆ”n aquĆ­ para cuidar el uno del otro aunque se disputen el amor de una mujer, ellos son: El rey de la inteligencia Einstein y el rey de la suerte, ParĆ­s. Y allĆ­ estĆ”n, uno es serio que es la inteligencia y uno que le gusta mostrar y divagar, Paris, rey de la suerte. Uno venerado por sus conocimientos, el otro decide entre la buena racha o no de sus seguidores.

   Los dos medios hermanos venĆ­an caminando juntos. Einstein era mayor, de cuerpo fornido y bronceado con cabellos rulos. Paris iba con un jeans y el torso grueso y desnudo, rubio y blanco, no se parecĆ­an pero uno era mĆ”s apuesto que el otro y sĆ³lo era apreciado por sus seguidores. No dieron ningun regalo pero se presentaron al mismo tiempo.

   Hermes aguardĆ³ a que los medios hermanos se sentaran para hablar mirando directamente a la cĆ”mara:

   —Ahora usted querida persona que nos sintoniza, la competencia ya ha iniciado y mediante encuestas ayudarĆ” a escojer al hombre indicado para RubĆ­, ellos mediante pruebas mediran su fuerza y resistencia, son 16 hombres y sĆ³lo uno serĆ” el ganador. Participe en las encuestas y ayĆŗdenos.



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