Peloteros (3/5): Ataques no esperados - Las Bolas de Pablo

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7 may 2016

Peloteros (3/5): Ataques no esperados

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

 
 Lucas atravesaba corriendo los pasillos del estadio de fĆŗtbol, no llevaba puesto el uniforme del equipo pero iba muy retrasado, una pantaloneta, zapatos deportivos y chaqueta era lo que cubrĆ­a su cuerpo. AbriĆ³ sin mĆ”s preĆ”mbulos la puerta del vestuario arrancando gritos y asombros de parte de sus compaƱeros y provocando que el entrenador doblara su semblante acentuando su malhumor.

   —¿QuĆ© horas son estas de llegar, Corona? —le regaƱo el hombre—. Le avisĆ© que ya no viniera, Lucas.

   —No he revisado el celular, entrenador —hablĆ³ con la verdad Lucas—. Y he llegado tarde por el trĆ”fico.

   —Tenemos un autobĆŗs, seƱor Corona.

   —SĆ­ pero me retrase. Lo siento —Lucas clavĆ³ la mirada al suelo avergonzado.

   —CĆ”mbiese y presĆ©ntese en las gradas. Si asĆ­ lo deseo usted jugarĆ” en el segundo tiempo.

 
   —SeƱor Pilar —hablĆ³ Eladio—, Lucas es fundamental para este juego. Somos de los mejores.

   —Ya he dicho que sĆ­ asĆ­ lo deseo jugarĆ”. La responsabilidad es tambien fundamental para un juego. Cambie su ropa Lucas.

   —Disculpe mi hora de llegada.

   Sus compaƱeros cruzaron uno a uno el vestuario dejĆ”ndole solo para cambiarse rĆ”pidamente y asistir al juego mĆ”s importante del equipo.

   Lucas se quitĆ³ los zapatos Adidas y bajo el pantalon deportivo, sus piernas estaban tonificadas como todo un jugador de fĆŗtbol profesional que era. QuitĆ³ la sudada chaqueta y mostrĆ³ su torso blanco, no era musculoso en potencia como sus primos, pero estaba fibrado sin mostrar masa corporal. Era a pesar de todo un atractivo joven.

   Se peinĆ³ el cabello negro y levantĆ³ la mirada a la puerta, podrĆ­a jurar que habĆ­a escuchado que se movĆ­a. CaminĆ³ con el calzoncillo ajustado a la puerta, estaba entreabierta pero no se encontraba nadie en el pasillo.  No le dio mĆ”s atenciĆ³n y se apresurĆ³ a vestirse para el partido, debĆ­a asegurar la victoria. Mientras buscaba la ropa en el bolso escuchĆ³ un ruido.

   —¿Hay alguien por aquĆ­?  —preguntĆ³. Pero nadie le respondiĆ³. Extrajo el uniforme y echĆ³ una Ćŗltima inspecciĆ³n con la mirada sintiĆ©ndose todavĆ­a observado.

   La franela del equipo deportivo cubriĆ³ su leve pectoral, la tela fina de la pantaloneta tapĆ³ sus enormes genitales, sus testĆ­culos frĆ”giles y vulnerables a cualquier ataque estaban guardados en su ropa interior, colgaban mucho y el tamaƱo tan elevado era de herencia en los hombres de su familia.


   Hurgo en su bolso hasta encontrar los zapatos especiales para juegos de fĆŗtbol, se arreglo el pie izquierdo y cuando amarraba las agujetas del pie derecho apoyĆ”ndose en la banca oyĆ³ un ligero ruido detrĆ”s de Ć©l. Se dio la vuelta para ver a una persona completamente vestida de negro con una capucha que cubrĆ­a su rostro por la contextura se trataba de un hombre mĆ”s bajo de estatura que el.

   "Me robarĆ”n" pensĆ³ asustĆ”ndose. SubiĆ³ las manos abiertas a la altura de la cara.

   —¿QuĆ© quieres? —preguntĆ³—. Puedes llevarte mi bolso, no tengo problema...

   El encapuchado no dijo nada.

   Lucas tratĆ³ de mantener la compostura por mĆ”s miedo que lo dominara. No sabĆ­a quĆ© hacer si gritar pidiendo ayuda, huir o golpear a ese tipo. Claramente en una pelea justa Ć©l tendrĆ­a mĆ”s ventaja por ser de mayor estatura que el ladrĆ³n, por supuesto, una pelea justa, desconocĆ­a si el encapuchado tuviera un arma oculta. Mientras pensaba aquello el otro hombre se lanzĆ³ sobre el tirĆ”ndolo al suelo.

   La cabeza de su Lucas golpeĆ³ el suelo, aturdiĆ©ndolo por completo. Sin embargo aquello no fue suficiente con el puƱetazo que recibiĆ³ en el rotro.

   —¡Ahh!... Pero quĆ©...

   Lucas no se dio cuenta de lo que estaba a punto de sucederle, el malhechor levantĆ³ el pie a travĆ©s de sus piernas separadas. Tambien calzaba zapatos para hacer deporte, especialmente fĆŗtbol con miles de picos en la planta que aterrizĆ³ muy duro en su entrepierna.

   Lucas dio un grito desesperado y ronco, sintiĆ³ como decenas de tacos perforaron sus bolas y pene, aquello fue un dolor insoportable que se esparciĆ³ en la boca del estĆ³mago. Lucas sintiĆ³ que sus bolas se ponĆ­an rojas e hinchadas

   CreyĆ³ que iba a desmayarse por la sensaciĆ³n de dolor punzante que provenĆ­a de lo mĆ”s profundo de sus genitales. Claramente no podĆ­a aguantar otro ataque tan devastador en la entrepierna. En pocos segundo un vigilante de seguridad llegarĆ­a al vestuario tras escuchar el horripilante grito de Lucas.

   Pero en el campo de futbol, el jugador estrella de la selecciĆ³n nacional tambien recibirĆ­a un ataque a la ingle.

   El pene de Eladio rebotaba y se balanceĆ”ba en el short a medida que corrĆ­a dominando el balĆ³n llamado la atenciĆ³n de espectadores, rivales y cĆ”maras de televisiĆ³n.

   La mente del joven estaba concentrada en el partido amistoso, a pesar del Ć©xito del juego faltaba su compaƱero de dupla, si lo estaba mirando desde las gradas deseaba que el entrenador lo perdonase y le dejara entrar al juego.

   Estaba cerca de la arquerĆ­a, y se llegaba aquel momento en que los jugadores del equipo contrario se amontonaban para bloquear su tercer gol, sĆ³lo tenĆ­a que concentrarse y apuntar, pero varios de los contrincantes se unieron a Ć©l bloqueando toda oportunidad... ¿dĆ³nde estaba Lucas? ¿dĆ³nde estaban sus compaƱeros de equipo? ¿Por quĆ© el arbitro no pitaba esa ofensiva tan brutal? Eran cinco contra Ć©l... No lo vio venir, ni siquiera supo quien fue, pero una mano traidora o traviesa rozĆ³ sus genitales y agarrĆ³ uno de sus testĆ­culos dĆ”ndole un apretĆ³n fulminante.

   Eladio sintiĆ³ que lo tomaron de uno de sus limones carnosos y lo exprimieron con tanta fuerza que creyĆ³ que se iba a deformar.

   GritĆ³ con los ojos en blanco, cayĆ³ de rodillas agarrando sus cojones, el balĆ³n fue arracando de sus piernas y pateado fuera del aire, Eladio reclamĆ³ al arbitro quien declarĆ³ que no habĆ­a ninguna falta a los gritos se uniĆ³ el entrenador pero no habĆ­a que condenar segun el arbitro. Eladio se quedĆ³ arrodillado en el campo acariciando su testĆ­culo ahogado.

   En la enfermerĆ­a del campo deportivo Lucas estaba echado en una camilla, tenĆ­a la franela puesta y la entrepierna desnuda, su flacida y larga polla descansaba en el abdomen, tenĆ­a 5 pinchazos producto del ataque, sus inmensas pelotas tambien estaban hinchadas y con pocas rasgaduras.

   —Esto te servirĆ” —declarĆ³ el mĆ©dico entregando una crema, nunca en su carrera habĆ­a visto pelotas tan grandes, cuanto almacen de leche producirĆ”, pensĆ³ graciosamente.

   —¿EstarĆ© bien, doctor?

   —SĆ­, tus testĆ­culos a pesar de lo hinchados estan completos.

   —¡Fuiu!

   El doctor se aclarĆ³ la garganta pensando lo que iba a decir.

   —No te querĆ­an dejar jugar muchacho.

   —¿Por quĆ© lo dice?

   —Bueno... el policĆ­a descubriĆ³ que quien te golpeĆ³ fue un miembro del equipo contrario. Y allĆ” afuera han estado jugando sucio, el arbitro parece estar parcializado.

   —¡Carajo!

   —Lo bueno, es que estĆ”n ganando por un punto.

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