Ballbusting entre maduros (5/8): ¿que tan hombre eres? - Las Bolas de Pablo

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30 may 2016

Ballbusting entre maduros (5/8): ¿que tan hombre eres?

   
Los cuatro amigos se encontraban en la casa de René, quien balanceaba un palo de madera entre sus manos.


   —Juro que le tengo miedo a ese palo —declaró Lisandro enseguida cubriendo su entrepierna con las manos.



   —Yo todavía no sé qué hacemos aquí después de la vez anterior —opinó Francisco cruzándose de brazos.



   —Porque les gusta jugar —respondió Marcos Chacón cruzando las piernas en el sillón—. Cuando Marcelo dijo que viniésemos nadie se opuso.



   —Es sólo un juego —alegó el aludido—, Lisandro me dijiste que el juego de la máquina te sirvió para darte ánimos y mejorar las relaciones sexuales con tu esposa.



   Lisandro se ruborizó haciendo un bonito contraste con su rostro y sus cabellos grises.



   —Se supone que era un secreto, bastardo.



   —Y, Marcos —continuó Marcelo—, es una vaca lechera vive en la cama con su esposa.



   Marcos soltó una risotada y alegó que aquello era una verdad a medias.



   —Francisco —nombró Marcelo—, después de la evaluación con la maquina T1012, me comentaste que estabas contento de saber que eras un hombre fértil y podías tener hijos con tu futura esposa.



   —Pero que hombre más chismoso, eh —se quejó Francisco.



   —Sigan dando sus opiniones a él —rió Marcos.



   —Vaca lechera.



   —Gracias por el apodo.



   —Ya guarden silencio, señores —anunció René pegándose en la palma de la mano con el palo—. Siganme que les explicaré la sesión de hoy. Aprenderán mucho.



   —Ahora el hombre es profesor —rió Marcos siendo el primero en dejar la silla.



   —Soy entrenador físico —recordó René.



   Todo había comenzado con algunas bromas entre amigos hace un par de meses, ahora los cuatro hombres entrados en años y guapos aún siguieron a René hasta un salón vació donde una pizarra cubierta con un trapo estaba en la pared, todos se quedaron ahí de pie, con ganas de golpear las bolas del amigo.


   —El juego de hoy es —decía René agarrando el trapo de la pizarra por un lado—. Que tan hombre eres —de golpe quitó el manto y en la pizarra se mostró escrito a modo de titulo sus últimas palabras y un dibujo grotesco de un pene brotando semen.



   —¿Qué tan hombre somos? —repitió Lisandro arrugando el ceño.



   —Sí, y hay alguien que se va a quedar sin jugar —anunció René dando un paso.



   —¿Quien? —quiso saber Marcelo, su voz tenía un tono de reproche.



   René anunció de un salto al maduro hombre.



   —¡TU! —y de golpe estampó el palo de madera en la entrepierna abierta del señor Chacón aplastando de manera sólida sus bolas grandes y colgantes entre el duro objeto y su pelvis.



   Marcos Chacón dio un saltó en el aire y se llevó las dos manos a sus preciados y delicados huevos, su cara estaba contraída de dolor y sus ojos abiertos, abrió la boca sin emitir algún chillido y se fue directo al piso acurrucado en posición fetal. Su pantalón ajustado se pegaba a sus largas piernas unidas por sus manos que acobijaban los grandes testículos.



   —Lo dejaste esteríl, cabrón —comentó Francisco soportando la risa.



   —Ya tiene suficientes hijos —respondió René arrojando el palo de madera lo más lejos posible—, ademas ya no está en edad de procrear, que se dedique a seguir creando la buena leche que debe tener, a su edad es un milagro.



   —No está tan viejo —reclamó Lisandro que estaba protegiendo sus cojones con las manos.



   —¿Y por qué Marcos no va a jugar? —preguntó Marcelo.



   —Porque ya ha demostrado ser lo suficiente macho —dijo René—, miren como se está revolcando en el piso por los huevos de gigante que tiene —algunos rieron compadeciendose del dolor de Marcos—. Y él ganó el juego de vez anterior, es más hombre que ustedes juntos, sus pelotas y su verga lo demuestran.



   —Yo estuve a punto de ganar —comentó Francisco.



   —En fin no me importa. Hoy Marcelo nos demostrará que es todo un ganador. ¿Te gustó el coctel de leche de la vez anterior?



   —Me vengaré —respondió Marcelo aunque su pene se movió dentro del pantalón.



   —Señores, quiten sus ropas para iniciar el juego de esta tarde.



 
 Francisco empezó a quitarse la ropa que tenía puesta, abrió la chaqueta y la franela. Se quitó el zapato y deslizó el pantalón por sus piernas. El alto presidente de la constructora quedo con un ajustado calzoncillo azul. A su madura edad tenía músculos en los lugares correctos. Agarró el bulto en su ropa interior bajando la mirada hacia su ingle y reflexionó, "Es el momento donde puedo demostrar que soy mejor que Marcos".



   Lisandro por su parte pensaba "esto no me gusta nada... ni siquiera sé porque continuamos acá, es verdad que esto ha mejorado la relación con mi esposa pero... ". Se rascó la frente. Se abrió la camisa mostrando un torso definido y muy duro.



   —Esto va a ser muy divertido —declaró René observando como Lisandro se agarraba el paquete en el pantalón para bajar la  cremallera.



   Marcelo ya estaba con un ajustado y muy bien lleno calzoncillos de color verde. Se rascaba el vello púbico rubio que era visible por encima de la cintura.



   Lisandro suspiró quedando finalmente con la rica y apretada ropa interior, su polla no era grande pero sí con un buen tamaño para satisfacer a alguien.



   —Acerquense, hombres —pidió René.



   
   Prontamente los tres hombrese acercaron tímidamente al entrenador físico iban con miedo, aunque Francisco parecía que ya cargaba una erección. Cuando los tres estuvieron frente a René, él reaccionó con una patada con toda la fuerza que reunió.



   Su zapato chocó con el gran bulto de Marcelo, aplastando sus cojones contra su cuerpo y sacándole el aire de los pulmones.



   Marcelo tosió y puso sus manos sobre las bolas. Se dobló y cayó al piso.



   Seguido, René estampó el pie entre los muslos de Lisandro, haciendo crujir sus testículos con la punta del zapato como si fuera a preparar huevos revueltos.



   Lisandro se quejó de dolor. Sus rodillas se encontraron y se dobló, cubriendo sus pelotas con las manos y cerrando los ojos aguantando las ganas de llorar. Cayó de rodilla y se fue de costado contra el piso.



   Francisco se cubrió la entrepierna.



   —Tú no te preocupes —negó René—. Lo que harás ahora será sacar tu pene y escoger a uno de esos dos para que te lo chupe.



   —¿¡Qué!? —preguntaron con asombro Franscisco y Lisandro.



   —Sí, es parte del, ¿qué tan hombre eres?



   —No soy tan gay para dejar que me chupen el pito.



   —Lo haces o me encargaré de fracturarte las pelotas.



   —¿Ah sí? ¿Y cómo lo harás?



   —¡Solo sigue el puto juego!



   Francisco al final rió con travesura, bajo la parte delantera de la ropa interior sacando su semierecto pene, se acercó a Marcelo y lo agarró de la nuca. Lisandro abrió la boca sorprendido observando como Francisco introducía su pene en la boca de Marcelo y este cerraba la boca tragandose el pedazo largo de carne.



   Marcelo se atragantó y no puso objeción de chupar el pedazo de verga de Francisco. Pasaba la lengua a lo largo del falo del presidente de la empresa donde laboraba... y al final cerró los ojos y jadeó, el obrero se apoyó de la cadera de Franscisco.



   —Oooof —gimió Francisco sin sentir como sus bolas ascendían en su escroto.



   Lo último que escuchó Francisco fue la risa de René antes de sufrir una patada en las bolas desde atrás. Por ende brincó en el aire y Marcelo perdió el equilibrio y mordisqueó su pene.



—¡AAAAAHHHHHHH!



   Los ojos de Lisandro se agrandaron al igual que su boca. Su pene salió de la boca de Marcelo y cayó de rodillas al piso sosteniendo sus genitales.



   René sonrió.



   —Pobre de ti. Te duele, ¿eh?



   Francisco levantó la vista, su rostro marcaba una máscara de dolor, enseguida no resistió más y hundió la cara en el piso.



   —¿Y tú? —preguntó René a Lisandro.



   —Yo no quiero nada...



   —Sí, lo sé. Pareces fuerte pero eres todo un debilucho. Pene pequeño y bolas que te hacen niña, es una lastima... pareces atractivo pero que nadie te vea desnudo.



   —Hey, no me digas eso —negó Lisandro cogiendo fuerza para levantarse—. Soy un hombre con todas las letras puestas.



   —¿Si?, no creo —aseguró René.



   René subió su pie con fuerza entre las piernas del canoso hombre, aplastando sus bolas con la fuerza de la patada.



   Lisandro chilló de dolor y se dobló al instante, cayendo al piso nuevamente haciendo arcadas.



   —Conclusión del día —argumentó René dando mediavuelta para acercarse a Marcos que continuaba enroscado en el piso acariciando sus huevos—. Chacón es todo un hombre, más hombre que todos ustedes y Marcelo reafirma que es toda una marica come pene, que se divorció de su esposa por traga pollas y que...



   René fue bruscamente interrumpido por Marcos Chacón quien agarró sus testículos con la mano derecha, cerrando el dedo pulgar y el índice alrededor del cuello de su escroto,el resto de los dedos apretó aquel par de pelotas.



   René soltó un grito de angustia.



   —Así que te gusta golpearnos en las bolas, verdad? —aseguró Marcos con mirada vengativa.



   —N... n... No —René susurró con voz átona.



   Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Por último Marcos apretó como si exprimiera limones y René gritó. Luego le soltó y el entrenador físico cayó al suelo. Marcos se alejó de él cubriendo sus pelotas tambien.



   —Carajo como me duelen —comentó—, ¡están hinchadas... cómo le explico a mi esposa!

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