CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
NicolĆ”s reprimió la risa cuando Pablo llegó a su departamento con cara de abatido, encorvado y agarrĆ”ndose la entrepierna, parecĆa que venĆa luego de una paliza a sus testĆculos.
—¿QuĆ© te pasó, chĆ©? —quiso saber su amigo.
—Soy un puto con mala suerte —gimió Pablo con dolor en la voz.
NicolĆ”s cerró la puerta y el pobre Pablo Chacón se acercó a la silla arrastrando los pies mientras seguĆa agarrando su entrepierna. De manera lenta tomó asiento con el rostro arrugado de dolor.
—Quiero agua —pidió Pablo.
—Pibe, estĆ”s re-mal —catalogó NicolĆ”s con paso apresurado fue a buscar un vaso con agua frĆa—. ¿ChĆ©, me querĆ©s contar quĆ© te pasó? —preguntó al volver con Pablo.
—Yo estaba en casa de Ramón... —gimió Pablo masajeando sus adoloridas bolas.
—¿Te jodió tanto Ramón? —quiso saber NicolĆ”s—. ¡Cóntame, pibe!
—No... su ex —gruñó Pablo amasando con regocijo su entrepierna.
NicolÔs alzó las cejas.
—Su ex... pero si ya no son nada, porque vos estĆ”s asĆ.
—Me duelen las pelotas... —susurró Pablo—, ¿como quieres que este?
—¡Contame!
Pablo gimió y procedió a relatar lo ocurrido en casa de Ramón.
...
Pablo habĆa llegado a la residencia de su pareja, allĆ estaba Ramón calzando un blue jeans, franela y chaqueta de lujo, hacia un poco de frĆo aquel dĆa.
Ambos se besaban con pasión, acariciando al otro con vehemencia, Pablo quitó la chaqueta de Ramón y la arrojó a lo lejos, seguido le palpó el cuerpo para quitarle la franela y pasar su mano por el pecho y el abdomen. Ramón con los ojos cerrados frotó la ancha espalda de Pablo, le desabotonó la camisa y luego le apretó el trasero. Pablo rió y luego le mordió el lóbulo de la oreja, Ramón procedió a quitarle la camisa y lamió sus pezones.
Pablo empujó a Ramón contra una silla quedando embelesado con mirar a su pareja procedió a frotarse el Ć”rea de la entrepierna que lucĆa abultada por la erección. Pablo se quitó los zapatos y despuĆ©s el pantalón, tenĆa un calvin klein color blanco puesto como una carpa de circo.
—Quiero chupartela y que me la chupes —declaró Pablo.
—Ven a buscar lo que quieres que te lo voy a dar —regaló Ramón palmoteando sus muslos.
Pablo sonriendo se acercó a él intercambiando besos. Pronto el timbre de la casa sonó acompañados de toques a la puerta.
—¡Ramón, eh, Ramón, soy yo, Camilo!
—Te llaman —Pablo dobló las cejas—. ¿Quien es Camilo? Parece insistente.
—Ehhh... —Ramón lo miraba a los ojos—. Voy a atenderlo, recoge tus cosas y ve a la cocina, no demorarĆ© nada...
...
NicolĆ”s seguĆa escuchando el relato de Pablo, que tenĆa puesta la mano en la entrepierna.
—¿Y? —quiso saber—, ¿cómo pasaste de estar arrecho ha estar jodido?
—¿arrecho?
—¡Arrecho! Cachondo, con ganas de sexo.
—¡Ah! —comprendió Pablo con la frente arrugada de dolor—. Pues... recogĆ todo y me fuĆ a la cocina, escuchĆ© que Ramón hizo pasar al tal Camilo, ya dentro escuche que saludaron y el reciĆ©n llegado le pregunto por su vida y que quĆ© estaba haciendo en ese momento, al parecer ese Camilo, habĆa estado fuera del paĆs... entonces Ramón le respondió que estaba ocupado... Y Camilo quiso saber en quĆ©.
—¡ContĆ”, contĆ”! ¿QuĆ© pasó despĆŗes?
—Bueno, Ramón le contestó que en todo ese tiempo habĆa conocido a alguien, y ese alguien estaba en la cocina y quĆ© le querĆa mucho, que no podĆa esperar mas tiempo por Ć©l.
—¡Que boludo, Ramón!, por lo menos fue sincero.
—AhĆ fue cuando escuchĆ© los pasos de Camilo y Ramón tras Ć©l gritando que quĆ© hacĆa.
—¿Y quĆ© tal ese Camilo fĆsicamente?
—Un rubio acuerpado cara cuadrada, nada atractivo.
NicolĆ”s se echó a reĆr.
—Camilo llegó a la cocina y me consiguió en ropa interior tomando cafĆ©.
...
Pablo se encontró cara a cara con Camilo en la cocina, su erección se habĆa aminorado sin embargo mantenĆa abultada la ropa interior sostenĆa una taza de cafĆ© entre sus dedos.
—AsĆ que tĆŗ estĆ”s con Ramón —dijo enterĆ”ndose Camilo al ver que se trataba tambiĆ©n de un hombre—, yo fui su pareja durante cuatro aƱos, mucho tiempo, ¿cierto?
—S... sĆ —dudó Pablo.
—Tranquilo, Camilo —pidió Ramón.
—SĆ —confirmó Camilo abriendo la palma de la mano—, sólo quiero saludar a este muchacho, soy Camilo, ¿y tĆŗ?
Se acercó a Pablo en seƱal de saludo, cuando este levantaba la mano para presentarse, Camilo tuvo un impulso y a manera de traición clavó una patada en los testĆculos del muchacho aplastĆ”ndolos contra su cuerpo.
La taza de café fue a dar contra el piso haciéndose añicos, Pablo tosió con fuerza cayendo de rodillas al piso desesperado y agarrando las gónadas.
—¡Camilo quĆ© hiciste! —reprochó Ramón.
Camilo dio un paso atrÔs y observó como Pablo se iba de costado llorando y con la respiracion agitada clavando las manos en su entrepierna.
Ramón se inclinó a su lado y lo ayudó a levantar.
—Tranquilo, Pablo. Todo estĆ” bien —Pablo se abrazó a Ć©l para ponerse de pie—, vamos, te llevarĆ© a aquella silla —apoyĆ”ndose Pablo se quedó encorvado en el respaldo—, te traerĆ© agua —miro a Camilo—, ¡estĆ”s loco! —se dirigió a la nevera y lleno un vaso con agua frĆa, al darse la vuelta se quedó impresionado—. ¡NO!
Sin ninguna advertencia, Camilo se habĆa lanzado contra Pablo hundiendo los pulgares directamente en sus huevas.
El grito de Pablo estaba siendo truncado. Muy por el contrario al dolor, su pene estaba duro de excitación.
Camilo tenĆa una mirada malvada mientras retorcĆa las bolas de Pablo.
Ramón se intentó acercar y recibió un puƱetazo en los cojones con la mano libre de Camilo, enseguida gritó y se fue de caĆda al piso gimiendo.
(—jajaja y Ramón que tiene pelotas tan enclenques y frĆ”giles —comentó riendo NicolĆ”s).
Camilo sonrió y le dio un golpe duro en los colgantes cojones. El sonido de la mano golpeando las pelotas de Pablo hizo un ruido que llenó la cocina con un repugnante eco.
Los ojos de Pablo se cruzaron y también cayó al piso acurrucadose en medio del dolor.
...
—¿Y despuĆ©s quĆ©? —quiso saber NicolĆ”s.
—El muy cretino se fue dejĆ”ndonos en el piso.
—¡Que groso, pibe!
—Cuando nos recuperamos, Ramón habló conmigo fue su pareja por mucho tiempo, y que tuvieron que terminar porque Camilo se mudarĆa a un paĆs muy lejos, me dijo que iba a hablar con Ć©l.
NicolÔs levantó las cejas sorprendido.
—¿Y quĆ© tiene que hablar ese pelotudo con Ć©l?
—No sĆ©...
—¿Te sientes mejor, chĆ©?
—Un poco —gimió Pablo sobando su entrepierna.
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