Alimañas de la noche (6/7): Pedro es descubierto por Victor - Las Bolas de Pablo

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27 ago 2016

Alimañas de la noche (6/7): Pedro es descubierto por Victor

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-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

I

   Tras la muerte de la súcubo Lilith todo volvió a la normalidad en la ciudad de Biloba, parecía que las alimañas de la noche habían desaparecido y los ataques se redujeron considerablemente, parecía que la muerte de la mujer representó un golpe duro para las criaturas.


   Gino Expósito, el hijo del policía se sabía salvado por milagros de haber sido iniciado en una criatura de la noche o de haber sido muerto en sus garras, al ser rescatado de aquel cuarto y de haber mantenido relaciones con Lilith, el muchacho pasó encerrado por horas bajo revisión medica donde sólo se determinó que había sido deshidratado. Hasta el momento el muchacho se había recuperado y parecía mostrarse arrepentido de haberse comportado como un patán meses antes. Ofreció disculpas a su abuela por el dinero que le había robado y había vuelto a vivir en el departamento de su padre decidido a recuperar la relación con él tal como años atrás.



   Habían pasado dos meses desde los ataques en el club nocturno y la vida parecía que se había vuelto monótona en la normalidad en la ciudad.



   Iván y su hijo Gino habían salido desde muy temprano a comprar implementos para el departamento, en aquella mañana el viejo policía usaba una chaqueta contra el frío y un jeans oscuro. Su hijo Gino tenía una franela color y jeans negro, sostenía varias tablas de maderas que ambos usarían para hacer reformas en la cocina.



   —¿Crees que Pedro esté bien? —interrogaba Gino mientras el ascensor los conducía al departamento, el incubo amigo de su padre había desaparecido de sus vidas.



   —Espero que esté bien —dijo Iván—, la última vez que lo vi estaba muy débil y me había dicho que iba a ayudarte. Me parece extraño que no haya vuelto a saber de él. Espero se encuentre en perfectas condiciones... siempre se supo defender.



   Cuando la puerta del ascensor fue abierta padre e hijo caminaron hasta el departamento desde donde en su interior se escuchaba un alboroto y cosas caer y tirar. Iván levantó las cejas mirando con duda a su hijo.



   —¿Qué es eso?



   —Hay alguien ahí dentro. Será mejor que te escondas. Entraré.



   —Papá, no será bueno que entres. No solo. Vámonos.



   —He dicho que te alejes —ordenó Iván empuñando su arma cargada con balas de oro—, estaré bien. Alejate mientras inspeccionó.



   Desde el interior se oyó un golpe seco y como si algo estuviera rodando.



   —Pueden ser ellos, papá.



   —Deben estar inspeccionando. Los tomaré por sorpresa. Vete y dejame entrar.



   Gino se alejó de allí, sólo desaparecería de la vista de su padre pero no pretendía dejarlo ahí a merced de las alimañas.



   Iván de golpe abrió la puerta de su departamento. Y lo primero que vio fue todo revuelto y en el suelo, cerca de la esquina estaban dos hombres luchando bravíamente. Iván levantó el arma y se acercó a los dos, ellos eran Pedro y Victor Farfán, parecía que el policía era quien tenía la delantera con la lucha pero Pedro sabía como defenderse y hasta había logrado arrebatar al policía de su reglamento lanzándolo bajo un mueble.



   —¡Detenganse, detenganse! —ordenaba Iván apuntando con su arma.



   Tras tantos gritos pudo separar a los hombres. Víctor antes de alejarse de Pedro incrustó su rodilla en la ingle dejando al incubo reducido en el piso sosteniendo sus testículos. Víctor se levantó del suelo tenía una camisa blanca y un ajustado jeans que guardaban sus morenas piernas donde reposaban su vacío cinto para las armas.



   —¿Qué es esto? —interrogó Iván.



   —Venía por la calle y vi a este mal nacido —explicaba Víctor con la respiración agitada—. Lo seguí y vino a dar hasta acá, a tu departamento. Quise matarlo pero el supo como defenderse. ¡Matalo, Iván, es una plaga!



   Pedro se había sentado en el suelo, tenía una franela a rayas y con una mano acariciaba sus adoloridas pelotas.



   —No lo haré. Pedro me ha demostrado que no es un ser peligroso.



   —¿Qué dices? Es una alimaña.



   —Pedro ha compartido departamento conmigo. Y ha demostrado más de una vez que no es un ser peligroso.



   —¡Eres un traidor, Ivan!



   Inesperadamente Iván fue atacado, segundos antes Victor había mirado sus piernas abiertas y el paquete que formaba su jeans. Al gritarle chocó la espinilla de una potente ptada contra su entrepierna.



   Iván gruñó al sentir como su virilidad absorbía sin contemplación la fuerza del impacto.



   Victor sonrió y dio una nueva patada contra la entrepierna de Iván,  asegurándose de atrapar las dos huevas del oficial contra su cuerpo para dejarlo fuera de combate de una vez por todas.



   La fuerza del policía se quebró y dobló las rodillas cayendo al piso, su arma cargada de balas de oro escapó de sus manos. Estando en el suelo se retorció con las manos enterradas en sus huevos creyendo que así aliviaría el dolor. Arrugando su hermoso rostro por el pesar palpitante de sus cojones.



   —¿Por qué hiciste eso? —deseaba saber Iván con debilitada voz



   —Por traidor —respondió Victor—. Nunca hubiera creído que un tipo como tú colaboraba con estas alimañas. Serás degradado de tu cargo, en cuanto a ti —se inclinó para recoger el arma de Iván. Apuntó a Pedro—. Mereces la muerte. 



   Pedro estaba tieso en el suelo mirando a Víctor con faz salvaje. Poco a poco Iván fue colocándose de pie pero en sus movimientos dejó la guardia baja.



   Fue como Víctor volvió a patear sus huevos por tercera vez usando todas sus fuerzas. Nuevamente sus testículos carnosos y jugosos de esperma se aplastaaron contra su pelvis.



   Iván soltó un chillido agudo. Sus ojos se cruzaron y se desplomó contra el suelo embargado de dolor.



...



   El policía Darío estaba durmiendo hasta que un tintineo de vidrio hizo que saliera del letargo donde se había hundido. Era su día libre de descanso y dormitaba en su habitación. Una sombra se movió su cabeza y sintiendo frío abrió los ojos, se quedó paralizado cuando se descubrió frente a otro hombre, al que reconoció gracias a un retrato hablado de Bruno como uno de los incubos más poderosos.



   —¿Qué... qué haces aquí? —le preguntó Darío desde su cama. Intentó moverse pero estaba paralizado quedando recostado en la cama sólo para observarlo—. ¿Cómo entraste aquí? Se supone que tengo agua bendita y eso bloquea tu entrada.



   Leviatha echó una carcajada fría y luego detalló:



   —Ha llegado el momento de la evolución, los incubos nos estamos volviendo más poderosos. Ha llegado el momento de gobernar estas tierras. Pero necesitamos aliados. Si tú eres fuerte, tú necesitas de nosotros como nosotros de ti.



   —No entiendo —negó Darío—. Aquel día en el ataque al club escuché una voz... muy parecida a la tuya...



   —Fui yo. Te estaba preparando. Necesito de tu poder, ya en una ocasión quise hacer un pacto de vida con un policía pero fui traicionado.



   —¿Qué te hace pensar que yo no te traicionaré?



   —Porque huelo tu ambición. Porque necesito de alguien que opere desde las sombras.



   —¿Qué quieres?



   —Eliminar la fuerza policial para que nosotros podamos gobernar... para que yo pueda gobernar, tú y yo actuaremos como uno.



   —Ustedes son muchos...



   —Estoy dispuesto a hacer un trato.



   —¿De qué hablas?



   —Estoy dispuesto a fulminar a todas las alimañas de la noche —declaraba Leviathan, la voz se le hacía más pesada a medida que hablaba—, a cambio de ser yo el único ser poderoso, hay que eliminar a Alphiel el otro incubo y a cada uno de los policías.



   —... ¿Y... qué beneficio tendré yo a cambio?



   —Reconocimiento, poder y fuerza.



   Leviathan se inclinó sobre Darío bajandole el short, iba a hacerle sexo oral para robarle de sus energías.



...



   Cuando Víctor Farfán apuntaba a Pedro para dispararle una bala de oro en la cara fue atacado por la espalda con un palo de madera. Víctor dio un grito y se escorvó, tras él se encontraba Gino sosteniendo el objeto.



   —¡LÁRGATE DE MI DEPARTAMENTO!



   A pesar de la molestia en su espalda Victor parecía ser un hombre fuerte, devolvió al muchacho una mirada de repugnancia y lo atacó directamente en la entrepierna, su pie calzado con un zapato de cuero chocó contra el bulto de Gino.



   Gino lanzó un gruñido muy fuerte, cerró los ojos y gritó de dolor. Cayó al piso doblado en dolor agarrando su entrepierna para colocarse en posicion fetal.



   Tambien desde el suelo Iván se quejó del canalla ataque a su hijo.



   —Vete al infierno —aseguró Víctor reajustando el arma contra Pedro.



 ...



   El oficial Bruno estaba aquella mañana realizando un operativo oficial aunque quien lo observara y no lo conociera pensaría que estaba disfrutando de unos dias de vacaciones.



   Estaba en un sitio de descanso donde se ofertaba habitaciones para el relajamiento, piscina y masajes. El policía en cuestión estaba en aquellas horas de la mañana disfrutando el sol y mostrando su pecho fuerte mientras tapaba las piernas con un diminuto short color rojo. Se hacía llamar señor Leonardo y estaba investigando a una pareja que por las noches invitaba a sus habitaciones a inocentes personas a tener tríos o grupos sexuales para despues convertirlos en alimañas. Sólo sería cuestión de horas para que Bruno entablara amistad con aquellas personas para que despues llegada la noche de manera exitosa los fulminara con balas de oro acabando por fin con esa pareja de alimañas nocturnas.



...



   Víctor continuaba apuntando a Pedro, pero este decibió hablar:



   —No me puedes matar —dijo alzando las manos—. Yo ya no puedo hacer daño a nadie... ya... no soy un incubo...



   —¿A qué te refieres? —quiso saber Víctor sin bajar el arma.



   Más allá Gino había ocupado un asiento mientras se acariciaba los testículos adoloridos, con la fuerte patada que había recibido sus pelotas se habían hinchado dentro de su pantalón. Su padre continuaba echado en el piso sin fuerza y con dolor en los cojones tambien.



   —Me castraron —respondió Pedro. Miró a su amigo Iván—, aquel día que rescataron a Gino yo quise ayudar y fui secuestrado por un grupo comandado por Alphiel. Ellos me castraron por ser un incubo rebelde... ya... ya no puedo hacerle daño a nadie —el ex policía se abrió el pantalón y no dudó en mostrar sus genitales o lo que quedaba de ellos. En el lugar donde debía estar su pene reposaba una cicatriz, entre sus pierna estaba su escroto y sólo contenía un testículo.



   Gino se quedó con la boca abierta de la impresión.



   —No me importa —negó Víctor—. Bichos como tú sólo deben morir para regresar la paz.



   Sin esperarlo, un puño subió por el apretado jeans de Víctor chocándo contra sus jugosas huevas. El pobre moreno policía gimió, inclinándose hacia adelante.



   Iván apretó los labios mientras su puño chocaba otra vez contra las pelotas del oficial.



   Víctor gruño y cayó de rodillas, tenía una mano incrustada en sus pelotas y con la otra se apoyaba en el piso estaba temblando y el arma había caído pocos pasos de él.



   Iván se colocó de pie, cojeó hasta que su hijo y le preguntó:



   —¿Estás bien?



   Gino confirmó con la cabeza, tenia el rostrotriste y amasaba sus huevas.



   —Será mejor que recoja esto —indicó Pedro mirando la pistola en el piso.



   Iván afirmó con la cabeza.



   Pedro caminó cerca de Víctor para recoger el arma, de pronto hubo un movimiento y un grito de Iván. Un disparo retumbo en la sala y Víctor estaba arrodillado con una mano en sus huevos y con la otra sosteniendo el arma. Pedro se echó para atrás con el rostro arrugado y los ojos rojos, cayó al piso encendido en fuego.



   Iván sintió un infinito odio por Víctor.



II



   En un lugar apartado de la zona urbana de la ciudad, Alphiel, un fuerte incubo estaba sentado en un automovil usaba una camisa que se ceñía a sus músculos y un apretado jeans que resaltaba sus muslos y sostenía su erecta entrepierna, la misma que en cuestión de minutos mataría a la mujer de placer que encantada lo miraba.

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