-SEXO HOMOSEXUAL
-BALLUSTING HOMBRE/HOMBRE
Israel ChacĆ³n llegĆ³ aquella tarde al lugar de entrenamiento mas temprano de lo habitual, ingresĆ³ a la oficina del entrenador Vladimir. El hijo de Marcos ChacĆ³n iba elegantemente vestido con ajustado pantalĆ³n de tela ceƱido a su protuberante entrepierna que tambien resaltaba sus carnosos glĆŗteos. Una camisa blanca resguardaba su torso musculoso ademĆ”s del saco. TomĆ³ asiento ante el canoso entrenador donde sus grandes huevos reposaron entre sus piernas marcĆ”ndose como siempre en el fino pantalĆ³n.
—Andas muy bien vestido, Israel —comentĆ³ Vladimir apartando la mirada de la entrepierna del dentista y sintiendo que su propio pene se volvia duro.
—SĆ —confirmĆ³ Israel—, hoy firmĆ© un contrato para ser el odontĆ³logo oficial del concurso de belleza nacional.
—Oh, felicitaciones. Algo de eso leĆ, pero hoy has llegado muy temprano. ¿A quĆ© se debe?
Israel uniĆ³ las manos y tragĆ³ saliva.
—Entrenador estuve pensando mucho sobre el encuentro anterior de la semana pasada.
—¿Cual?
—El encuentro con Adam y tĆŗ allĆ” afuera.
—Ah, sĆ. ¿Y quĆ© pasĆ³?
—RenunciarĆ© a esta casa deportiva.
El entrenador Vladimir se quedĆ³ sorprendido ante la respuesta de Israel, el hombre de 51 aƱos de edad abandonĆ³ el asiento tras el escritorio y se acercĆ³ al atleta deteniĆ©ndose ante Ć©l.
—TĆŗ no puedes renunciar al entrenamiento, Israel ChacĆ³n. Eres de los mejores, de los mĆ”s destacados. Ya tienes premios, trofeos. ¿CĆ³mo vas a irte?
—No me sentirĆ© bien con Adam y tĆŗ.
—No seas mojigato, Israel ChacĆ³n. Eso fue un momento de relajaciĆ³n. Yo sĆ© que Adam te ha dejado jodido varias veces en los baƱos con las pelotas adoloridas. Yo te ofrezco la venganza en bandeja de plata…
—¿CĆ³mo? —preguntĆ³ Israel abriendo la boca.
El entrenador Vladimir se le quedĆ³ mirando, justamente Israel y Adam eran de los mejores ejemplares de deportistas ahĆ en la piscina. Pero era ChacĆ³n el mĆ”s guapo: un hombre de estatura alta, tez blanca, con profundos ojos verdes, y de labios carnosos. Lo mĆ”s importante de todo con una buena verga acompaƱada de dos grandes bolas productoras de grandes caudales de semen espeso.
—Quiero que te levantes, Israel.
—¿Para quĆ©?
—SĆ³lo hazlo.
Israel obedeciĆ³ mientras Vladimir cerrĆ³ el pestillo de la puerta y bajĆ³ las persianas de la ventana, dejando un poco abiertas para ver el exterior. La cuestiĆ³n es que se se detuvo ante el joven nadador y no dudĆ³ en arrodillarse delante de Ć©l, comenzando a mordisquearle por encima del pantalĆ³n y a manosearle su flĆ”cida polla.
—Si dormida es grande, erecta es enorme —susurrĆ³ Vladimir.
Israel simplemente escapĆ³ un gemido mientras se dejaba llevar por la excitaciĆ³n. A medida que el entrenador abrĆa la cremallera y sacaba la polla esta se volvĆa mĆ”s grande y larga.
—Ufff que hambre tengo —susurrĆ³ Vladimir—, y yo que hoy no comĆ nada. Y aĆŗn asĆ pretendes irte Israel. No sabes lo que es bueno.
—Es toda tuya —invitĆ³ Israel cerrando los ojos dejĆ”ndose ceder por el simple deseo que le comieran el pene.
Vladimir comenzĆ³ a lamĆ©rsela muy dulcemente; no pudo evitĆ³ soltar un gemido y un suspiro, al fin probaba el miembro de aquel vergudo deportista. La lengua del entrenador lamĆa su capullo mientras le miraba a la cara con gesto de vicioso. Intentaba tragarse el pene entero pero era tan grande que no podĆa. De momento, paraba y le chupaba y besaba los grandes y colgantes huevos, ¡eran hermosos!
Vladimir se la estaba chupando cada vez mĆ”s deprisa, con mas fuerza, sobĆ”ndole los huevos y agarrando su cadera con ambas manos para poder chupĆ”rsela mejor, rodeaba el capullo del pene de Israel con su lengua, deseando que le baƱara la boca con aquella leche suya y llegĆ³ el momento...
Israel gimiĆ³ fuerte, sin poder evitar que aquel nĆ©ctar caliente se desbordara por completo en la garganta de su entrenador. Que se tragĆ³ por completa cada vomitada espesa del pollĆ³n del atleta.
Aquella fue la eyaculaciĆ³n mĆ”s grande que habĆa visto y tragado Vladimir. El entrenador se enderezĆ³ limpiando su boca y sonriendo. Israel agarrĆ³ su pene con delicadeza y guardĆ³ con cuidado para no marchar el costoso pantalĆ³n.
—¿TodavĆa quieres irte, Israel? ¿No has entendido que eres el mejor?
—Para quedarme necesito algo —afirmĆ³ Israel recuperando la respiraciĆ³n. Vladimir se quedĆ³ expectante por la respuesta. Israel sonriĆ³ con malicia—. Quiero golpearle las bolas a Adam.
Vladimir explotĆ³ en una risa de simpatĆa:
—¡Excelente, hombre! Si esa es tu condiciĆ³n para quedarte. Revientale las huevas a ese cabrĆ³n —Vladimir cogiĆ³ el celular e hizo una llamada—: eh, Adam, necesito que vengas a mi oficina pero ya……… sĆ, tienes que venir, tu entrenamiento se puede retrasar varios minutos.
Adam hizo su apariciĆ³n en la oficina en poco tiempo. Su grueso cuerpo estaba desnudo cubierto por un traje de baƱo ajustado y de color amarillo.
—Adam, estuve conversando con Israel sobre lo ocurrido la semana anterior y a Ć©l le gustĆ³ tanto…
—¡Que quiere una revancha! —casi gritĆ³ Adam saltando sobre Israel y llevĆ”ndo su gruesa mano a las vacĆas pelotas del dentista.
Los dedos de Adam se posaron sobre las grandes y vulnerables pelotas del rubio Israel que con la fuerte presiĆ³n empezĆ³ a toser doblando el cuerpo sobre Adam intentando quitar las manos de sus huevos.
Vladimir se carcejeĆ³ de la risa.
—Dejalo, Adam. Es una orden.
Adam lo escuchĆ³ y obedeciĆ³ apartĆ”ndose del rubio alto.
—Ay, mis bolas —se quejaba Israel frotando su entrepierna con ambas manos.
—Jajaja. Es divertido —se reĆa Vladimir—. Pero no te he llamado para eso Adam. Hoy tĆŗ dejara descansar en paz a los grandes melones de Israel.
—¿Y eso por quĆ©? —se enderezĆ³ extraƱado Adam
Pero su confusiĆ³n no dio tiempo suficiente cuando Israel recuperĆ³ fuerzas y se lanzĆ³ sobre Ć©l, lo agarrĆ³ del torso y lo elevĆ³ en el aire. Adam abriĆ³ las piernas mientras era suspendido y antes de tocar suelo recibiĆ³ entre sus huevos la dura rĆ³tula de Israel. A Adam se le llenaron los ojos de lĆ”grimas mientras lanzĆ³ un grave grito de angustia.
Adam se colocĆ³ de rodillas agarrĆ”ndose la entrepierna. Estaba preso de dolor e incapaz de reanudar fuerzas. Israel se dedicĆ³ a reĆr plĆ”cidamente, claramente tenĆa una visible erecciĆ³n en su pantalĆ³n ajustado. Su verga estaba tan dura que se podĆa distinguir la forma de su cabeza en forma de hongo.
Vladimir se humedeciĆ³ los labios con lo que miraban sus ojos.
—Adam necesito que tomes fuerza y te enderezes —le pidiĆ³—. Tenemos que ganar esta apuesta. AyĆŗdame y soporta los golpes a tus gĆ³nadas.
Adam se sintiĆ³ confuso y con las piernas temblando como gelatina se intentĆ³ levantar todavĆa sobĆ”ndose las bolas.
Israel se acercĆ³ hasta Adam y lo tomĆ³ de los huevos, aplastando sus dos testĆculos entre sus largos dedos.
Adam soltĆ³ un chillido ensordecedor.
—AsĆ me gusta —comunicĆ³ Vladimir, Ć©l e Israel intercambiaban sonrisas complices.
Adam chillĆ³.
Israel se riĆ³ y retorciĆ³ los grandes huevos de Adam.
Adam desenfocaba los ojos, lĆ”grimas corrĆan por su rostro. Su verga se habĆa puesto dura e Israel la mirĆ³ con atenciĆ³n, no sabĆa que Adam la tenĆa grande, la ultima vez habĆa visto un micropene. Pensaba que Adam ahora se ponĆa relleno.
—¡Hey! —llamĆ³ la atenciĆ³n Vladimir cuando veĆa lo que Israel se atreverĆa a hacer—. ¡No lo desnudes!
Cuando Israel lo soltĆ³, Adam cayĆ³ de rodillas, agarrando sus huevas con las dos manos llorando y gimiendo.
Adam se ayudĆ³ a levantar apoyado de la mano de Israel, cuando estaba de pie el dentista apoyĆ³ sus manos en el hombro musculoso del atleta e impactĆ³ la rodilla contra sus huevos. Adam lanzĆ³ un grito que hiela la sangre y se desplomĆ³ en el suelo, acurrucĆ”ndose en posiciĆ³n fetal.
Israel lo miraba, sonriendo y acariciando su polla bajo el pantalĆ³n. Luego se volviĆ³ a Vladimir
—Con todo esto ya lo he decidido. Me quedarĆ© en la escuela de nataciĆ³n.
Vladimir sonriĆ³ complacido.
—Lo sabĆa, ChacĆ³n.
—A……… a…… ¿a quĆ© se refieren?
Quiso saber Adam apartando las manos de sus huevos dejando sus piernas abiertas. IntentĆ³ pararse pero no pudo. Israel aprovechĆ³ la oportunidad y estrellĆ³ una patada entre sus piernas separadas.
Adam soltĆ³ un gemido agudo y se doblĆ³ de dolor.
—Hoy Israel me trajo una propuesta —explicaba Vladimir caminando tras el rubio que le daba la espalda por estar mirando a Adam—, Ć©l se querĆa retirar y lo convencĆ para quedarse. Israel dijo que se quedarĆa si te golpeaba las bolas. AsĆ que ya lo hizo. Hoy fuiste nuestro conejillo de Indias, Adam.
Adam lanzĆ³ un doloroso gemido. Vladimir se riĆ³, Ć©l caminaba detrĆ”s de Israel, centrado en sus objetivos que colgaban entre las piernas de su alumno. El entrenador llevĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y le dio una patada poderosa en los testĆculos a Israel que no se lo esperaba.
El rubio musculoso se levantĆ³ en el aire, tropezando hacia adelante, gritando como nunca cuando el dolor explotaba desde sus huevos. CayĆ³ al suelo, agarrĆ”ndose las bolas quedando privado del dolor.
Vladimir tenĆa un brillo en los ojos y dijo:
—Estoy muy orgulloso de mis hombres.
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