UNA LARGA NOCHE Parte 2.
CONTIENE Ballbusting F/M.
LEER ANTES, “TODO SOBRE MI PADRE, Parte 1” y “UNA LARGA NOCHE, Parte 1”.
En la primera parte, Francisco recibe un rico masaje testicular, por parte de una bella mujer de tez canela, pero misteriosa enfermera. La mujer sin el menor reparo, le ofrece intimidad con Ć©l, luego de su turno de trabajo.
Francisco gozoso asiste al lugar acordado con la dama, en donde es abordado por un par de delincuentes que le quieren asaltar, seguidamente los dos y Francisco se enfrascan en una pelea a golpes, donde el atacado al ser mƔs musculado, se impone a ellos!.
A Ćŗltimo momento Francisco es aturdido de un fuerte puntapiĆ© en los testĆculos, dado desde atrĆ”s por un misterioso tercer atacante; Acto seguido dejan sin sentido al adolorido varĆ³n.
Al final se revela que el agresor, es la bella enfermera de tez morena, quien planeĆ³ desde el principio el asalto al adinerado Francisco.
Ahora continuaremos con la aventura, del por ahora inconsciente protagonista:
En la lujosa camioneta del asaltado, los dos atacantes masculinos y la bella enfermera, llevan a un desmayado, atado y amordazado Francisco.
Mientras uno de los hombres conduce, el otro y la morena dama discuten sobre su “Dormida” victima.
“Aun no despierta, le pateaste muy duro las bolas!”.
“No es eso, tonto!... ademĆ”s tĆŗ fuiste quien lo noqueĆ³”.
“Si pero fue un golpe normal, ademĆ”s tu primero lo pateaste ahĆ…Y quĆ© mĆ”s puede ser?, le pegaste en las bolas con mucha fuerza… por eso no despierta!”.
“Ya despertarĆ”, ademĆ”s yo no tengo tanta fuerza como un hombre, tonto! Tambien es porque tiene las bolas grandes”.
“Grandes?”.
“Ah, entonces es por eso!, pero te pasaste… y lo dejaste bien profundo”.
“Ya deja de sermonearme, aquĆ mando yo!, ademĆ”s al tipo ya le habĆan pegado hoy en las bolas”.
“Auch!, le diste antes?”.
“Que estĆŗpido eres!, fue al hospital por un golpe que se dio en los cojones, como le iba a pegar antes de conocerlo, piensa un poco antes de abrir la boca, tontarrĆ³n!”.
“Ya!, tampoco me insultes”.
“Bueno ya guarda silencio…y tĆŗ!, cruza a la derecha, por aquĆ es la casa que usaremos”.
Pronto el vehĆculo se detiene frente a una casa, los dos asaltantes bajan a Francisco y lo suben a la habitaciĆ³n…luego de dejarlo “CĆ³modo”, abandonan el lugar, dejando a la enfermera a cargo del musculado varĆ³n…ellos tiene una misiĆ³n que hacer.
Por fin Francisco despierta en medio de un fuerte dolor desde sus dotados genitales.
El hombre intenta ladearse para adoptar la posiciĆ³n fetal, pero se da cuenta que estĆ” en ropa interior y atado…se encuentra acostado en una cama, todas sus extremidades estĆ”n inmovilizadas por cordones.
Francisco recuerda lo sucedido…recibiĆ³ un golpe en los testĆculos, por detrĆ”s... eso implica que un tercer atacante apareciĆ³ en la pelea…Y fue un cobarde al atacarlo a traiciĆ³n.
Se encuentra en una habitaciĆ³n…es bastante lujosa, pero no parece de un hotel…debe ser de una casa.
Apenas se percata de su alrededor, contempla a una mujer… que ya conocĆa, es la enfermera del hospital con quien se quedĆ³ de ver en ese solitario y peligroso lugar.
La mujer esta vestida con un traje sexy, un enorme escote denota sus jugosos pechos, la morena mujer es dueƱa ademƔs de un prominente trasero, que el traje ceƱido ayuda a resaltar.
“No te molestes en pedir ayuda querido, estamos en una casa abandonada”.
“TĆŗ!, tĆŗ me hiciste esto?...no entiendo”.
“Es simple….tienes dinero…y yo lo quiero”.
“Ahora entiendo, me engaƱaste!, me citaste en ese lugar para que esos matones me asaltaran”.
“Veras querido, resultaste un hueso duro de roer para mis compinches…asĆ que tuve que patearte donde sabĆa que te iba a detener”.
“TĆŗ fuiste la que, me pateo!, maldita!”.
“Lo siento pero era necesario….”.
“Y en dĆ³nde estamos?”.
“Es una casa para alquilar, en estos momentos estĆ” desocupada, y por fortuna tengo acceso a ella…asĆ que tengo todo el espacio para charlar amistosamente contigo”.
“Me secuestran y hablas de amistad”.
La mujer le envĆa un beso al aire, generando molestia en el adolorido hombre.
“Y que pasarĆ” ahora?”.
“Es sencillo, mis cĆ³mplices esperan una informaciĆ³n que tĆŗ me darĆ”s…y asĆ podrĆ”n obtener lo que yo quiero”.
“Que quieres?”.
“Todo tu dinero querido!, ahora mismo me vas a dar las claves de tus cuentas bancarias….asĆ mis socios retirarĆ”n con tus prestigiosas tarjetas de crĆ©dito… ”.
“Malditos ladrones”.
“Y eso no es todo dulzura, me darĆ”s el cĆ³digo del sistema de ubicaciĆ³n de tu camioneta…”.
“Para no poder rastrearla una vez que se la roben, verdad?”.
“Exacto…y date prisa, que me tengo que ir!, tal vez pase por una copa a un bar, y luego recogerme temprano…maƱana tengo turno”.
“Eres de lo peor, una enfermera y ratera!, de seguro usas tu trabajo para buscar victimas para robar!....tĆŗ y tus masajes!”.
“No los critiques, que te encantĆ³ que te masajearas las pelotas”.
“Eso no importa, eres una miserable, y usas tu labor para cometer crĆmenes!”.
“AsĆ es querido, trabajar de enfermera es una perdida de tiempo, pero te relacionas con gente con dinero…mĆ©dicos, especialistas, y a veces clientes como tĆŗ”.
“Y como no te atrapan?”.
“Es fĆ”cil, me transfiero a otras clĆnicas con frecuencia…ademĆ”s, mis cĆ³mplices son los que hacen el trabajo sucio…la mayorĆa de las veces”.
“Desvergonzada!… Eres peor que ellos!, mantienes tus manos limpias”.
“Excepto hoy… Y ya basta de charla...dame la informaciĆ³n que necesito saber”.
“No te darĆ© nada…vete al infierno!”.
“No es prudente negarte ante quien te tiene atado a una cama”.
“Para que darte el gusto?…me van a matar asĆ les diga las claves!”.
“Y porque piensas eso?”.
“No soy tonto…te dejas ver el rostro…si me dejan ir te denunciarĆ©; Si tuvieras una mĆ”scara podrĆa pensar en que no me matarĆ”n…pero no veo otra direcciĆ³n de a dĆ³nde va esto”.
“Pues te equivocas…no te tengo que matar, lo harĆ© si me haces enfadar, pero si eres un niƱo bueno te dejarĆ© ir”.
“Deja esa farsa”.
“Pareces que olvidas que soy enfermera…”.
La mujer caminĆ³ a la mesa y tomĆ³ su bolso, enseguida le mostrĆ³ algo a Francisco.
“Eso es… que tiene?”.
“Es una jeringa…y contiene un narcĆ³tico…si te lo inyecto, dormirĆ”s por horas, y al despertar perderĆ”s la memoria…Amnesia es la palabra… y tal vez no recuerdes lo que te pasĆ³ los Ćŗltimos dĆas”.
“Como se llama eso?”.
“No lo entenderĆas, Pero lo cierto es que sin memoria no sabrĆ”s quien te robĆ³”.
“No recordarĆ© los Ćŗltimos dĆas?”.
“Bueno no es seguro eso, pero unas horas…eso si es completamente seguro… para maƱana no sabrĆ”s siquiera que fuiste robado…obviamente hasta que el banco te confirme que ya no tienes nada allĆ. El punto es que cĆ³mo veras, no te matarĆ©, asĆ que canta de una vez esas claves….sobre todo la de la American Express”.
“No!, no te dirĆ© nada!”.
“Mira hombrote…esto pasarĆ” de dos formas… a las buenas, donde no sufrirĆ”s…”
La mujer se subiĆ³ a la cama, colocĆ”ndose justo entre las piernas abiertas de Francisco, bajo la mirada al prominente bulto en sus calzoncillos, el observar esas proporciones motivĆ³ en ella una leve sonrisa.
“… o a las malas!…antes me dijiste que te dieron una patada en los testĆculos jugando futbol…pues te informo que de vez en cuando juego fĆŗtbol…y si no me das las claves…voy a tener una practicar con tus huevos, y ahora mismo!”.
Francisco se llenĆ³ de temor…sus partes mĆ”s delicadas estaban a la completa disposiciĆ³n de esa criminal…las cosas pintarĆan muy mal para Ć©l.
“Me pregunto cuĆ”ntas patadas resistirĆ”s antes de dejar de ser hombre; Querido…si quiero puedo hacerte mucho daƱo!...y hasta permanente!, piensa bien antes de negarte a darme las claves”.
El hombre se resistĆa a su destino, pero no tenĆa opciones. Pensando en lo que sentirĆan sus bolas, se percatĆ³ que aĆŗn le dolĆan… y bastante; Francisco tercamente intentĆ³ resistir con un argumento.
“Pero, no te saldrĆ” el plan… es mi Ć”rea delicada, con la segunda patada me puedes dejar inconsciente…asĆ no te dirĆa nada”.
“Sinceramente creo que no piensas bien las cosas…retar a tu captora?, mira cariƱo… eso no es prudente, ya te lo dije…
… pero admito el error en mi plan, de hecho ya te los pateĆ© hace una hora, estoy segura que con la primera patada, te pondrĆa a dormir”.
La mujer moviĆ³ una pierna amenazando con patear a Francisco.
Sin salida Francisco suplicĆ³ falsamente:
“Ok, Ok, te dirĆ©, pero…chĆŗpame la verga primero, PUTA!”.
El hombre con terquedad animal no darĆa su brazo a torcer tan fĆ”cilmente
La enfermera frunciĆ³ el ceƱo y lanzo su pie contra las voluminosas glĆ”ndulas sexuales de Francisco.
PAF…PAF!, Dos golpes con el empeine cachetearon el escroto de Francisco, quien expresĆ³
“AAaiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!”.
El hombre atado, se retorciĆ³ con fuerza, pero de repente el dolor de sus huevos bajĆ³ en intensidad…la verdad la mujer no la habĆa pateado con fuerza.
“Uuhhggggggg”.
“Y eso que lo hice si fuerzas…porque aceptarĆ© tu burda propuesta”.
La mujer sin escrĆŗpulos habĆa decidido mamar el delicioso pene de Francisco… no por complacerlo sino por gusto, desde que lo conociĆ³ en el hospital, deseĆ³ hacerlo.
El hombre adolorido, quedĆ³ extraƱado viendo como la mujer se retiraba el vestido para quedar en ropa interior…lo que habĆa dicho era en serio.
“AsĆ estoy mĆ”s cĆ³moda para complacerte, querido”.
Francisco aĆŗn se quejaba del dolor, cuando la mujer le bajĆ³ aĆŗn mĆ”s los calzoncillos y segundos despuĆ©s…sentĆa el contacto de los sensuales labios de la enfermera con su miembro…el cual se elevĆ³ en cuestiĆ³n de segundos, Los 20.5 cm de miembro viril estaban completamente distendidos ante la boca de la dama.
El hombre gozaba como pocas veces…hacĆa mucho tiempo una mujer no le chupaba el pene de esa manera…el estilo de mamado de la enfermera le recordĆ³ a una amiga de su Ex esposa, esa mujer se llamaba Mariana.
La boca de la morena, abarcĆ³ por completo la longitud del miembro de Francisco, quien sintiĆ³ como su glande irrumpĆa mĆ”s allĆ” de la profunda garganta de la experta en felaciĆ³n.
“Oh!!...Perra…mamas como la mĆ”s hambrienta de las terneras!”.
La mujer gozaba al igual que el varĆ³n, el degustar esa enorme polla la puso caliente, y hacĆa tiempo no tenĆa un pene asĆ de grande en su boca.
“Prostituta!, lo gozas…por eso eres tĆŗ la que se quedĆ³ conmigo y no tus amigos criminales!”.
“AsĆ es….ir por el dinero es aburrido, no cĆ³mo estar con un hombre como tĆŗ”.
Con su mano libre, la enfermera, comenzĆ³ a tocar su clĆtoris sobre la oscura ropa interior…era un momento de mucho placer para ambos.
Por un instante la mujer saco el pene de su boca y contemplĆ³ la expresiĆ³n de Ć©xtasis de su rehĆ©n.
“Vaya, es el primer caso de un rehĆ©n que goza su cautiverio”.
El complacido hombre, querĆa mĆ”s:
“Te lo ruego…lĆ”meme las pelotas….hazlo, por favor!”.
Un lengĆ¼etazo en las gĆ³nadas fue la respuesta de la mujer, generando un constante palpitar en sus miembro…se acercaba el momento de correrse.
Unos minutos mĆ”s de saliva y labios, y el imponente miembro de Francisco comenzĆ³ a escupir leche, justo contra la garganta de la mujer.
Con habilidad, la enfermera tragĆ³ y tragĆ³, sin dejar escapar una sola gota de la abundante carga lechosa proveniente de las grandes bolas del Francisco.
La mujer recogiĆ³ hasta la Ćŗltima gota de corrida y se llenĆ³ el estĆ³mago con la blanca carga.
Un suspiro de complacencia por parte de Francisco, le indicĆ³ a la mujer que estaba satisfecho…y ahora las cosas tendrĆan que cambiar.
La enfermera habĆa gozado igual que Ć©l de la mamada, pero debĆa ponerse seria; Sus colegas delincuentes, no estarĆan esperando una eternidad para desocupar las cuentas del rehĆ©n.
“Ya basta de diversiĆ³n y tonterĆas!, dame las claves, o te muelo las huevas a golpes…esta vez no me contendrĆ©!”.
Francisco permaneciĆ³ en silencio, y respondiendo a su obstinaciĆ³n la enfermera fue a la satisfecha e indefensa Ć”rea genital de Francisco.
La mujer apartĆ³ del camino a la verga, aun en semierecciĆ³n, y agarrĆ³ con brusquedad las grandes bolas del varĆ³n….Bolas aun con mucha carga de semen.
“Dame la clave de las tarjetas…o te ganas un puƱo en las pelotas!”.
“No…espera…..no me golpees… esperaaaaaaa”.
La mujer apretĆ³ el puƱo, y lo lanzĆ³ contra la enorme hueva derecha de Francisco; Un PAF!, sonĆ³ cuando el testĆculos se aplanĆ³ con el impacto.
Francisco reaccionĆ³ al golpe dado con plena fuerza, con un grito:
“AAAAAaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!”.
El hombre se retuerce como una lombriz…deseando tener las manos libres para sobarse las bolas, pero mĆ”s dolor es lo que le viene.
La enfermera apunto bien y conectĆ³ una nuevo puƱetazo, ahora contra el testĆculo izquierdo de Francisco…quien se atragantĆ³ de saliva, incapaz de emitir otro grito…
La mujer no tuvo compasiĆ³n y lanzĆ³ un tercer puƱo, esta vez justo en medio de ambos testĆculos….con un PUM!, las dos huevas del varĆ³n se hundieron en su cuerpo, estrellĆ”ndose contra su hueso pĆŗbico; La tercera agresiĆ³n testicular seguida fue mĆ”s que suficiente para dejar al varĆ³n sin conocimiento...
…Los ojos de Francisco quedaron en blanco y su cuerpo adoptĆ³ una completa relajaciĆ³n.
“Vaya, que mala suerte, me tocĆ³ un terco”.
La enfermera revisĆ³ el cuello de Francisco….estaba bien su pulso…sĆ³lo estaba desmayado.
“AsĆ no sacarĆ© nada”.
La mujer se dirigiĆ³ a la mesa donde estaba su bolso, buscĆ³ en Ć©l un nuevo objeto…era una navaja de afeitar de hoja larga…
…con ella podrĆa castra al rehĆ©n cuando quisiera, normalmente la usaba para autodefensa, pero si se daba el caso extremo, podrĆa cercenar los genitales de un hombre de un solo tajo; Es mĆ”s, un arma asĆ en sus manos causarĆa un daƱo similar a una motosierra
La mujer le decĆa al “dormido” sujeto:
“Sigue retĆ”ndome y perderĆ”s la hombrĆa!...que imprudente eres!”.
Repentinamente dejo la navaja cerrada sobre la mesa, y retomĆ³ la jeringa con el narcĆ³tico.
Esa era otra opciĆ³n…Una droga para hacerlo hablar, el suero de la verdad; Desafortunadamente la sustancia que estaba en la jeringa, no era ese suero…
… Como enfermera podrĆa obtenerlo, pero eso tardarĆa tiempo y no lo tenĆa, ademĆ”s el sujeto ya le habĆa hecho enfadar, y se desquitarĆa haciĆ©ndole hablar a golpes…y en el Ćŗnico lugar donde sus golpes femeninos lo lastimarĆan.
Aun asĆ, tenĆa cierto aprecio por esos dotados genitales…y no querĆa daƱarlos, pero eran negocios, y le sacarĆa el dinero como fuese….la mujer se decidiĆ³ a continuar con los golpes bajos!.
Pasaron unos quince minutos, y una columna de agua chocĆ³ contra el rostro del desmayado, el cual reaccionĆ³ como pollo mojado.
“Ya despierta grandulĆ³n!, no me hagas ir por otro vaso de agua!”.
El corazĆ³n de Francisco estaba a mil por hora ante tan repentino despertar, de inmediato el dolor de sus huevos regresĆ³, causĆ”ndole que se volviera a intentar encorvar en su lecho de prisionero.
“Te duelen las huevas?”.
“Mal…maldita!!...Ough…mis…bolasss”.
“DĆ©jame darte una lamida refrescante”.
La lengua de la mujer una vez mĆ”s tocĆ³ los ahora enrojecidos testĆculos del Francisco.
El dolor ahora se intercala con el placer, y la sensibilidad escrotal de inmediato se transmite y le reactiva la erecciĆ³n; Francisco se siente traicionado por su pene, a quien no le importa que el estĆmulo venga de una criminal.
“Oh…perversa, deja de torturarme asĆ…MĆ”tame de una vez!”.
“No te matarĆ©, ya te lo dije, pero me harĆ”s cambiar de opiniĆ³n si me sigues haciendo enojar…ya dame las claves!”.
“De…de acuerdo, te las dirĆ©…ven acĆ©rcate, por favor”.
Una sonrisa en el rostro de la enfermera expresaba su agrado por la rendiciĆ³n del varĆ³n… al fin tendrĆa su dinero.
La mujer se colocĆ³ a centĆmetros de la boca del rehĆ©n, esperando la informaciĆ³n, cuando de repente un golpe de mano abierta dio contra la mejilla y nariz de la mujer, lanzĆ”ndola unos tres metros hacia atrĆ”s, golpeĆ”ndose contra el suelo.
El impacto fue fuerte, y la enfermera se tomĆ³ el Ć”rea nasal, que soltĆ³ al piso una gota de sangre.
Mientras se reponĆa del impacto, Francisco, que habĆa liberado la mano golpeadora, con agilidad liberĆ³ su extremidad opuesta, para de inmediato desatar sus tobillos…el hombre ahora se encontraba libre.
Pronto Francisco se incorpora, retirando sus calzoncillos por completo, Es difĆcil mantenerse verticalmente…
…sus enrojecidas huevas, le han debilitado, dejĆ”ndole sin las fuerzas para sostenerse, el hombre debe apoyarse con una mano contra el espaldar de una cercana silla para mantenerse erguido.
El tormento es severo, pero el varĆ³n toma buen aire, y con eso retornan sus fuerzas; Sus esfuerzos por liberarse y erguirse, desestimulan su miembro viril, el cual lenta pero progresivamente regresa a la normal flacidez.
Ahora en libertad, Francisco se acerca a la mujer denotando toda su musculatura…casi por instinto expresa su obvia superioridad fĆsica.
La enfermera levantĆ³ la mirada y vio al musculoso rehĆ©n libre y ante ella…por reflejo de supervivencia se alejĆ³ de Ć©l.
“Pero quĆ©?...cĆ³mo te soltaste?”.
“Lo que no sabĆas perra, es que aprendĆ el truco de soltar el nudo viendo al mago enmascarado en a Tv!, AsĆ fue fĆ”cil liberarme”.
“Muy gracioso Mandrake….esa no me la creo”.
“Bueno en verdad era mentira, siempre he sido bueno soltando nudos y ataduras…preste el servicio militar en la marina…y ahĆ te ponen a hacer y deshacer nudos…sĆ³lo hacĆa falta tiempo para liberarme”.
“Como te atreves a golpearme la nariz, estĆŗpido!!!, me las vas a pagar…te arrepentirĆ”s!”.
La mirada de la enfermera bajo un instante a los grandes, rojos y colgantes testĆculos de su ahora libre oponente….Busca la forma de ganar el enfrentamiento que vendrĆ” a continuaciĆ³n, incluido el desquite por golpearla…
…Como toda mujer, conoce su desventaja fĆsica ante el hombre, pero tambiĆ©n sabe que con un golpe en los testĆculos, podrĆa aturdir a cualquier varĆ³n; Pero hay un problema…Francisco estĆ” muy adolorido, y por ello… constantemente se cubre las bolas...
… si no tiene vĆa libre a sus testĆculos, podrĆa fallar su desleal ataque; Esas manos que soban sus pelotas, son un obstĆ”culo a sus planes de noquearle.
“TodavĆa no estĆ”s bien, verdad?...te dejĆ© mal con esos golpes!”.
“Maldita!, me las pagarĆ”s!, me desquitare por golpearme las huevas!”.
La mujer analiza:
- No puedo arriesgarme a esperar a que baje la guardia, podrĆ” estar adolorido, pero es muy fuerte, me golpea en serio y serĆ” todo para mĆ!; Tengo que hacer algo…me las tiene que pagar por lastimarme!.
“Pues ven, intenta golpearme cobarde!”.
“No quiero pelear con una mujer, pero eres una criminal y una despiadada!, te golpearĆ© para salir de aquĆ!”.
“Ah, una mujer?, me subestimas por ser mujer verdad?”.
“Pues piensa lo que quieras, pero no dudarĆ© en noquearte!, despertarĆ”s en la cĆ”rcel!”.
“Pues intĆ©ntalo varĆ³n!, pero no es sensato que te confĆes…porque te puedes arrepentir el resto de tu vida”.
Otra disimulada mirada a los enrojecidos testĆculos de Francisco, quien aĆŗn continĆŗa cubriĆ©ndolos con bastante frecuencia.
- Es inĆŗtil darle si se cubre…necesito una ventaja…Ah, ya se!, te ganarĆ©!, ya verĆ”s!, te darĆ© una sorpresa , huevos grandes!.
Mientras pensaba, la mujer se acercĆ³ con disimulo a la mesa, y usando su cuerpo como escudo tomĆ³ algo de allĆ, el hombre no se percatĆ³ del movimiento manual de la enfermera.
La mujer manipula el objeto que guarda en su mano, es la navaja de afeitar!, y manteniƩndola fuera de la vista de Francisco, procede a abrirla, exponiendo su agudo filo.
“Ven hombre grande!, no te tengo miedo!”.
- AcĆ©rcate varĆ³n!, veremos quiĆ©n gana, tus mĆŗsculos…o el acero de esta cuchilla!…ven, acerca esas grandes huevas, te juro que te las voy a cortar!.
ContinuarĆ”….
Gracias
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